Aunque hace más de 40 años que el hombre pisó la Luna por última vez, las potencias espaciales siguieron enviando vehículos no tripulados para escarbar el regolito, analizar su composición química y obtener un mapeo de sus riquezas naturales. Varias empresas privadas y algunas agencias espaciales pretenden sacar provecho de esos recursos acumulados y transformar al astro en una mina.
La estimación de los expertos es que la Luna posee un volumen de 1.600 millones de toneladas de agua depositada en sus polos en forma de hielo. Otro de los elementos que despiertan la codicia es el Helio-3, que es escaso en la Tierra y usado como combustible limpio podría resolver la demanda energética por 10.000 años. El suelo es rico en tierras raras -un grupo de 17 elementos que incluyen cerio, escandio e itio- que se utilizan en los dispositivos electrónicos y que son escasos.
Los países que pugnan por establecer una colonia lunar son China, Los Estados Unidos y Rusia. Los tres disponen del potencial técnico para enviar rovers que exploren su geología, la logística para un descenso controlado y personal capacitado para fundar una base de operaciones.
El Foro Económico Mundial abrió un debate sobre el tema y Ian Crawford, profesor de ciencias planetarias y astrobiología en Birkbeck, University of London, escribió un artículo en el que explica que no tiene sentido realizar labores de minería en la Luna para enviar materiales a la Tierra. “La Luna tiene suficientes recursos como para sostener una colonia propia y éste es uno de los primeros pasos que habría que dar. A pesar de llevar 40 años estudiando nuestro satélite de cerca aún desconocemos muchos detalles de su composición. Una misión permanente nos permitiría evaluar mucho mejor las posibilidades de explotación”, sostuvo Crawford.
Como para acelerar los trámites, la NASA abrió una licitación para empresas que puedan explotar los recursos naturales de la Luna. Las elegidas fueron Deep Space Industries y Planetary Resources. Esta última ya tiene lista la sonda MX-1, con una capacidad de carga que ronda los 60 kilos, para extraer recursos de valor de los asteroides que colisionaron contra la superficie de la Luna.
Desde hace más de un año que el Yutu (Conejo de Jade) enviado por la República Popular China rueda por los “Mares de Tranquilidad” para identificar puntos de alunizaje para la futura misión Chang’e 5. Su máxima aspiración es un extraño isótopo de helio (Helio-3) existente en el satélite —las reservas se estiman en un millón de toneladas— y que, según los científicos, podría satisfacer la demanda global de energía del planeta en el futuro.
Los cálculos de la agencia china indican que una carga completa de un transbordador espacial (el equivalente a unas 40 toneladas) podría generar la energía consumida en Estados Unidos en un año. Este proceso en la Luna requeriría una zona de minería del tamaño de la ciudad de Rosario (178 kilómetros cuadrados).
En la fila planetaria está también la compañía texana Shackleton Energy Company (SEC), que planea exprimir las reservas de hielo lunar para convertirlas en combustible para cohetes, en forma de hidrógeno y oxígeno. Este propelente se vendería a las agencias espaciales en “estaciones de servicio galácticas” instaladas en la órbita terrestre.
El ambicioso proyecto de SEC contempla el envío de humanos y robots a los polos lunares y, una vez destilado, utilizar parte de la producción para proporcionar energía a tolvas mineras, vehículos lunares y el soporte de vida para sus propias actividades.
Las intenciones de Rusia, según Dmitri Rogozin, el viceprimer ministro encargado de supervisar la industria aeroespacial, son asentarse de manera permanente en la Luna. Sus palabras se corresponden con lo expresado en el programa lunar desarrollado por la agencia espacial rusa Roscosmos en cooperación con la Universidad de Moscú.
La primera etapa, prevista para los años 2016 y 2017, supone el envío de misiones robóticas para estudiar la composición y las características del terreno y escoger un lugar para el polígono y la base. La siguiente etapa, contendría el envío de misiones tripuladas a la órbita lunar sin alunizaje. Para culminar con la construcción de las primeras infraestructuras, usando materiales lunares.