Por Guillermo Ferraro*.
Con la misma ciclotimia que los argentinos analizamos lo que nos sucede día a día, Vaca Muerta, uno de los más grandes yacimientos mundiales de gas y petróleo proveniente de esquistos, pasó a ser de las joyas de la reina a una oscura fuente de dudas e incertidumbres. Peligroso movimiento pendular en un año donde, elecciones nacionales de por medio, nuestra sociedad está debatiendo y definirá a través de sus candidatos presidenciales, los lineamientos fundamentales de la próxima administración.
Como se sabe, la tecnología de extraer gas y petróleo de los esquistos (conocido como shale gas –shale oil) no es novedosa, se viene desarrollando en el hemisferio norte desde hace varias décadas, pero adquirió relevancia económica hace poco más de ocho años cuando los principales operadores norteamericanos dedicados a la extracción de gas de esquistos aplicaron la misma técnica al petróleo y generaron un proceso de producción creciente, que provocó un cambio dramático en la matriz energética estadounidense.
Ferraro: interrogantes sobre Vaca Muerta
La magnitud de este cambio y el peso significativo del país del norte en el mercado mundial del petróleo, impactó sobre la oferta y la demanda global, y, en consecuencia, en los precios del barril de crudo, lo cual se vio reflejado con la caída, en los últimos seis meses, de casi un 60% del precio a aproximadamente U$S 45 el Brent.
Ahora bien, la pregunta que nos deberíamos hacer para la evaluación del desarrollo de Vaca Muerta, es cómo se comportaron los inversores norteamericanos durante el proceso de crecimiento en la perforación y producción de shale (nuestra cuenca se encuentra dando los primeros pasos concentrándose las inversiones en la prospectiva de las áreas, la perforación de pozos pilotos y exploratorios).
En el año 2006 el barril de petróleo (WTI o Brent eran similares) estaba en aproximadamente U$S60, un año después a principios del 2007 cayó a alrededor de U$S54 y a fines del 2008 e inicios del 2009 tocó los U$S 41, valores aún más bajos que los actuales (luego de subir los años anteriores hasta los U$S 140 el barril).
O sea que durante el periodo donde se sentaron las bases y se realizaron las inversiones exploratorias más agresivas en el sector del shale norteamericano, que permitieron alcanzar los valores actuales de producción de casi cuatro millones de barriles diarios, el escenario de precios internacionales no impidió que las inversiones se realizaran y que EE.UU. llegase al autoabastecimiento y se esté por convertir en exportador.
Cushing, OK WTI Spot Price FOB (Dollars per Barrel), Europe Brent Spot Price FOB (Dollars per Barrel) Fuente :U.S. Energy Information Administration.
Está claro que un precio cercano a los U$S 100 el barril acelera y alienta las inversiones en producción y un precio como el actual hace no competitivos a muchos jugadores que tendrán que eliminar sus ineficiencias y reducir los gastos operativos o dejar de participar en este mercado, pero la experiencia norteamericana indica que en la etapa actual de Vaca Muerta, la incidencia de los mismos es relativa, los presupuestos de inversión son “estratégicos”, no están atados al rendimiento sino a la efectividad exploratoria y a la búsqueda de la mejor tecnología, la determinación de las capacidades de producción y su ecuación económica, esto último a la luz de que el 70% de la potencialidad del yacimiento está en el shale gas, cuyo precio se maneja con parámetros locales que lo hacen mucho más competitivo.
Para hacer frente a la sobreabundancia de crudo en EE.UU., en el periodo analizado se construyó un oleoducto gemelo al Seaway (de unos 800 kilómetros) para transportar crudo desde Cushing a Texas), duplicando la capacidad original, de alrededor de 850.000 barriles al día. También se construyó un segmento del oleoducto Keystone, con potencialidad de transportar unos 830.000 barriles al día a las refinerías de la Costa del Golfo.
Las contracturas logísticas en materia de infraestructura para transportar petróleo y también suministros (es de destacar que en el 2014 se movieron solamente en arena 40 millones de toneladas de carga hacia los yacimientos no convencionales) provocó durante este lapso una divergencia en el precio pagado en el mercado interno americano (WTI) con respecto al precio global (Brent) en detrimento del productor interno, y mayores costos logísticos en el aprovisionamiento.
Teniendo como referencia la experiencia norteamericana, es deseable que la futura administración se anticipe con planes de inversión en infraestructura de soporte a la explotación de gas y petróleo en Vaca Muerta, estabilice el marco normativo para la inversión y la producción, y apueste firmemente a una actividad cuyos horizontes de evaluación económica son de largo plazo, pero que tiene la potencialidad de provocar el mayor impacto productivo y social en nuestro país desde el boom cerealero de principios del siglo XX.
*Director de KPMG. Ex Subsecretario de Industria.