La política de ayuda/cooperación de China, dirige el 80% de los fondos de ayuda externa a Asia y África. Sin embargo, son 14 los países de ALC los que recibieron, entre 2001 y 2011, la mayor parte de la cooperación económica, en comparación con esas regiones. Estos fondos se dirigieron en especial a Venezuela, Argentina, Ecuador y Brasil. El mayor socio del Mercosur, miembro además del grupo BRICS, comenzó a desarrollar con China, el auspicioso proyecto Transul.
Dado el desempeño económico de China, que gracias a la apertura iniciada en 1979, devino en la segunda economía del mundo, cuenta con capacidad para comprometerse en programas sustanciales de ayuda al desarrollo y para ejecutar proyectos de inversión en cualquiera de los países con mercados emergentes, señala un trabajo de PiPP de la Universidad de Cuyo. (1)
En la primera década del siglo XXI, ha logrado expandirse a 93 países, en base al declarado beneficio de los receptores, así como en sus propios intereses.
El crecimiento de la Inversión Extranjera Directa (IED) china, a nivel global, se explica por la estrategia “Going Global” iniciada por el Gobierno chino a fines de la década de los años noventa, con objetivos macroeconómicos y de desarrollo productivo, priorizando la adopción de nuevas tecnologías y la obtención de materias primas y recursos energéticos, refiere el especialista Dussel Peters (2). Entre las principales características de la IED originada en China, se destaca que en general las firmas son propiedad del sector público (gobierno central, provincias, ciudades y municipios), y que se concentran fundamentalmente en los sectores de minería y energía, siendo inversiones de índole estratégica para asegurarse el aprovisionamiento de recursos en el largo plazo (resource seeking). Las inversiones de empresas en otros sectores, como comunicaciones y automotriz, se producen en búsqueda de mercados (market seeking).
Dada la disponibilidad de recursos financieros y su estrategia ´going global´ o ´go out´, comenzó a dar un gran impulso a sus políticas de ayuda exterior, con énfasis en África y Asia, y de cooperación exterior, en la que destaca Latinoamérica, afirma el informe de UNC, y también se refiere a los esquemas de Cooperación Sur-Sur, basados en los principios de horizontalidad, que implica la colaboración como socios, más allá de los niveles de desarrollo de cada país. Es en el segundo término de la fórmula, la del consenso, en la que el informe recomienda poner más cuidado, ya que se trataría de establecer marcos de negociación comunes, una cooperación bajo acuerdo y la no imposición de condiciones unilaterales; así como equidad, con el propósito de compartir costos y beneficios.
El 80% de los fondos de ayuda/cooperación de China, se dirigen a las regiones cercanas de Asia y África. Sin embargo, son 14 países de ALC los que recibieron, entre 2001 y 2011, la mayor parte de la cooperación económica, en comparación con las regiones de África, Oriente Medio, Asia del Sur, Central y del Este, que se ha materializado, principalmente, en proyectos relativos a recursos naturales, con relevancia del sector de infraestructura. En América del Sur sobresalen Venezuela, Argentina, Brasil y Ecuador. (idem)
Esta cooperación quedó graficada en el caso de Argentina en el reciente viaje de Cristina Fernández a la República Popular China, que concluyó con la firma de acuerdos estratégicos esencialmente de infraestructura y energía, inéditos en la relación bilateral, que contaron incluso con la aprobación del sector industrial, al principio reacio al impacto de las inversiones chinas en el país. (ver nota aparte)
Por su parte, Brasil avanzó en mayo de 2014, en el marco del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), sobre el Proyecto Transul, cuyo objetivo sería el de articular una alianza estratégica entre el mayor socio del Mercosur y China, que podría en el futuro extenderse a otros países de América del Sur y BRICS, señala Carlos de Assis. (3)
China haría el outsourcing de la producción metálica y de la industria alimenticia en territorio inicialmente brasileño, y posteriormente suramericano y de otros países BRICS. Brasil piensa de esta forma retomar su proyecto de desarrollo industrial, para dejar de ser mero exportador de commodities agrícolas y minerales. Algunas reticencias en el sector industrial podrían verse reflejadas en las declaraciones de la CNI (ver nota aparte), relacionadas con la lentitud en la organización del Banco BRICS, para el financiamiento del sector privado, pero también con la preocupación por las cláusulas de trato igualitario en los acuerdos alcanzados con el gigante asiático.
La República Popular obtendría ventajas significativas en el campo de la economía en cuanto a consumo de energía, de agua y, sobre todo, de control y hasta reversión de la polución, con garantía de provisión de insumos metálicos y de alimentos procesados mediante contratos de largo plazo, estabilizadores de las economías involucradas.
1. (12 de febrero 2015) "Las relaciones sino-latinoamericanas 1990-2012. Retos y oportunidades para América Latina. ".
Publicado en la Plataforma de información para políticas públicas de la Universidad Nacional de Cuyo. URL del artículohttp://www.politicaspublicas.uncu.edu.ar/articulos/index/las-relaciones-sino-latinoamericanas-1990-2012-retos-y-oportunidades-para-america-latina-
2. Dussel Peters, Enrique. La inversión extranjera directa de China en América Latina: 10 estudios de caso. BID/IADB
3. J. Carlos de Assis, Economista, Doctor en Ingeniería Industrial por la Coppe / UFRJ, Profesor de Economía Internacional UEPB. Boletin Brasil no mundo.
Por Andrés Oppenheimer.
Un nuevo estudio según el cual los préstamos de bancos estatales de China a los países latinoamericanos crecieron en un 71% el año pasado está haciendo sonar las alarmas en ambos lados del océano Pacífico. Divulgado días atrás por el Diálogo Interamericano y la Iniciativa de Gobernanza Económica Global en la Universidad de Boston, el estudio dice que los bancos chinos prestaron a países latinoamericanos 22.000 millones de dólares el año pasado, acumulando un total de préstamos a la región de 119.000 millones desde 2005.
Los préstamos chinos a los países de América latina en 2014 superaron a los créditos conjuntos del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo a la región, dice el estudio. Prácticamente todos los préstamos chinos se concentraron en proyectos de infraestructura para la extracción de materias primas en países como Venezuela, Argentina, Ecuador y Brasil, con dificultades para obtener créditos en los mercados mundiales. Venezuela obtuvo el 47% de los préstamos chinos a la región, afirma el estudio.
Kevin P. Gallagher, profesor de la Universidad de Boston y coautor del estudio junto con Margaret Myers, me dijo en una entrevista que los préstamos chinos han sido una bendición para América latina, pero también una maldición. Según su opinión, cada vez más, estos préstamos plantean riesgos tanto para la región como para China.
Citó varias desventajas significativas para América latina.
Primero, los países de la región -especialmente Venezuela y la Argentina- están cada vez más endeudados con el país asiático. Estas deudas son cada vez más difíciles de pagar, porque deben ser pagadas en dólares, en un momento en que las monedas nacionales de estos países se están depreciando. "Con los precios de las materias primas en caída, el crecimiento económico en baja y las monedas depreciándose, el riesgo es que lo que parece una deuda manejable un día puede convertirse en una deuda inmanejable al día siguiente".
En segundo lugar, la dependencia latinoamericana de China ha perjudicado a las industrias manufactureras de la región. En la década pasada, las compras masivas de China de materias primas latinoamericanas como el cobre, el hierro y la soja, hicieron subir los precios mundiales de los productos básicos y encarecieron las monedas latinoamericanas. Eso hizo que las exportaciones de productos manufacturados de la región -como los electrónicos y textiles- se volvieran más caros para vender en el mercado global.
En el 2000, tanto América latina como China tenían un 9% del mercado mundial de las computadoras. Para 2011, América latina había caído al 6% y China había crecido al 55%, dijo Gallagher. "América latina no aprovechó las enormes ganancias de sus exportaciones de productos básicos para reinvertirlas en mejoras en su competitividad industrial", dijo. "Hoy en día, la región debe hacer frente a bajos precios de los productos básicos y carece de industrias competitivas."
En tercer lugar, los préstamos de China, que vienen con muy pocas condiciones, plantean riesgos políticos y ambientales. Al no exigir que se cumplan normas estrictas en temas ambientales o previsiones contra la corrupción, pueden facilitar abusos gubernamentales. En Brasil y Ecuador, los préstamos chinos a proyectos mineros ya están desatando protestas por parte de comunidades indígenas y grupos ambientalistas.
En cuarto lugar, los préstamos chinos están perpetuando la dependencia de América latina de las exportaciones de productos básicos, sobre todo en América del Sur, en momentos en que los precios de estos productos se han desplomado. "Para mejorar su estándar de vida, los países necesitan exportar tanto materias primas como productos manufacturados", dice Gallagher, y señala que los préstamos masivos de China a América latina también presentan peligros para el gigante asiático. "Los bancos chinos están sobreexpuestos en la Argentina y en Venezuela. ¿Qué pasa si uno de estos países no puede pagar? Estos préstamos no tienen cláusulas de incumplimiento, por lo menos que sepamos".
Mi opinión: no hay duda de que las exportaciones de materias primas a China y los préstamos chinos han sido en varios aspectos una bendición para varios países sudamericanos.
Pero hay una creciente preocupación entre los economistas de que los nuevos préstamos terminen poniendo en peligro a los bancos estatales chinos, sobreendeudando a países latinoamericanos y aumentando su dependencia de las materias primas.
El problema principal de los préstamos chinos es que han dado lugar a una cultura de complacencia en América latina que está afectando las exportaciones regionales de alta tecnología y manufactura.
América latina debería darles la bienvenida a los préstamos chinos, pero -como dice Gallagher- usarlos para promover la innovación y hacer que sus industrias de alta tecnología y manufactura se vuelvan más competitivas. De lo contrario, estos créditos serán más perjudiciales que beneficiosos..