Por Martín Kanenguiser.
El Ministerio de Economía analiza volver a salir al mercado de capitales en las próximas semanas con un bono bajo la ley argentina y de largo plazo, al considerar que están dadas las condiciones para conseguir una buena tasa de interés para el país.
Así lo indicaron a LA NACION fuentes del Palacio de Hacienda, que indicaron que no hay ningún banco al que se le haya adjudicado el mandato, pero admitieron que varias entidades internacionales y nacionales acercaron "propuestas interesantes que son analizadas" por parte del ministro Axel Kicillof y su equipo.
El Palacio de Hacienda busca con la medida obtener fondos para lograr una reactivación de la economía. La palabra final, por supuesto, la tendrá la presidenta Cristina Kirchner, para aprobar el regreso al mercado luego de la operación del año pasado en la que el Gobierno quiso canjear el Boden 2015 y obtuvo una ínfima aceptación de los acreedores, debido a lo que los analistas consideran que fue una muy mala ejecución. La diferencia con aquel canje (en el que el Gobierno ofreció el Boden 2024, que podría reabrirse) es que ahora participarían bancos de Wall Street, que, según comentaron calificadas fuentes del mercado a LA NACION, "ya les están ofreciendo a sus clientes bonos argentinos con ley argentina, que podrían pagar con una tasa cercana a 8,50% u 8,75% si se tratara de un Bonar 2024".
De todos modos, aún no está claro cómo se hará esta operación y si habrá bancos en ella. "Puede ser que ninguna de las ofertas que nos acerquen nos convenza y volvamos a salir a emitir un bono por nuestra cuenta", dijo la fuente oficial.
La fuente del mercado informó que el Gobierno piensa emitir unos US$ 6000 millones este año, aunque en el Ministerio de Economía no dieron a conocer el monto. Sí fueron claros con que se terminó el momento del desendeudamiento: "Nos interesa salir al mercado porque las condiciones del mercado son favorables y la situación de la deuda es buena en términos del precio de los bonos y de las reservas del país", dijo la fuente del equipo económico.
Más temprano, en el diario Ámbito Financiero, el viceministro Emmanuel Álvarez Agis dijo que "mientras los buitres de afuera y los carroñeros de adentro quieren hacer creer que Argentina está en default, nuestro equipo está examinando financiamiento de largo plazo en dólares y bajo ley local".
También el jefe del Banco Central, Alejandro Vanoli, se refirió al tema, al expresar que "es muy oportuno poder ver cuáles son las alternativas de financiamiento que hay para el Tesoro nacional, como lo están haciendo varias provincias e YPF" (ver aparte).
A partir de las declaraciones de Álvarez Agis, la agencia de noticias Bloomberg dijo que los bancos JP Morgan y Deutsche estaban ofreciendo bonos argentinos a sus clientes por unos 2000 millones de dólares, según "dos fuentes familiarizadas con el asunto". De todos modos, la agencia de noticias no daba mayores precisiones sobre esta oferta.
Sin embargo, tal es la sensibilidad del contexto de la causa judicial por el pari passu que los fondos buitre ganaron, pero aún no pudieron cobrar, que el fondo NML-Elliot salió a advertir que si estos dos bancos colaboraban con la Argentina en una eventual colocación podían quedar sujetos a una sanción por parte de la justicia norteamericana.
"Pese a nuestros repetidos esfuerzos para comprometernos en negociaciones de buena fe, el gobierno argentino aparece determinado a permanecer en default y en desacato con la justicia de los Estados Unidos", expresó un vocero de NML en un comunicado difundido desde la congelada Nueva York. De inmediato, disparó: "Estamos consternados porque JP Morgan y el Deutsche Bank están participando en esquemas de infracción de la ley, que creemos que son intentos de evadir la orden de la Corte para proteger los derechos de los bonistas".
Por lo tanto, el fondo comandando por Paul Singer considera la posibilidad de demandar a los bancos o de pedirle a la justicia que frene esta potencial emisión, una alternativa que no será fácil de lograr, dado que la Argentina hará esta operación bajo la ley argentina. Lo que podría intentar NML es denunciar a estos bancos que operan en Wall Street como posibles cómplices de un país que está en desacato ante la justicia norteamericana. Justamente hoy el Gobierno presentará su escrito ante la Corte de Apelaciones de Nueva York para tratar de rever el desacato que dispuso el juez Thomas Griesa, al afirmar que el magistrado se excedió en sus facultades por sancionar a un Estado soberano.
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Por VERONICA DALTO y MARIA ELENA CANDIA
Para paliar la escasez de dólares y para aprovechar el buen clima financiero para la deuda argentina por la cercanía de las elecciones, el Gobierno planea un nuevo intento de colocación del Bonar 2024, tras la salida fallida de fines del año pasado. Esta vez, el Ministerio de Economía no se largaría solo, sino de la mano de dos bancos de inversión, con los que podría pagar una tasa por debajo del 9%, en pleno default selectivo.
Según la agencia Bloomberg, el país estaba ayer recibiendo ofertas de inversores por intermedio de las oficinas en Londres de los bancos JPMorgan y Deutsche Bank AG para recaudar unos u$s 2.000 millones. Ambas entidades se negaron a comentar la propuesta.
Ya la Presidenta el lunes había mencionado que el "fallo londinense le abriría la puerta al país para emitir deuda" para criticar a quienes "el año pasado nos decían que fuéramos presurosos a pagar cualquier cosa, lo que nos pidieran". Y el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, apoyó a Economía ayer al decir que el país enfrenta una "ventana de oportunidad importante" para la colocación de deuda debido a las mejoras en el contexto global: "Me parece muy oportuno poder ver cuáles son las alternativas de financiamiento que hay para el Tesoro nacional".
Voceros de Economía confirmaron que "Argentina está analizando todas las ofertas que se presentan, que han sido múltiples y variadas" y no sólo de las entidades mencionadas, que Economía no puso condiciones en cuanto a montos ni tasa de interés y que los dichos de la Presidenta indican que el país se "muestra interesado" en lo que los bancos pueden ofrecer.
Esta emisión del Bonar 24 es una reedición de la intención de obtener u$s 3.000 millones a mediados de diciembre pasado, en una semana negra para las economías emergentes, cuando Economía, a solas, sólo pudo conseguir u$s 286 millones por ofrecer precios poco atractivos para los inversores.
Esta vez, Economía estaría aprovechando el gran momento que atraviesan los activos argentinos, cuyas tasas de interés reflejan la cercanía de las elecciones presidenciales, y que pudieron aprovechar YPF y la ciudad de Buenos Aires, con u$s 500 millones cada uno. Pero no repetirá ahora el canje del Boden 15, cuyo vencimiento pesa u$s 6.300 millones en octubre próximo sobre las reservas.
La emisión del Bonar 24 se conoce también antes del 3 de marzo próximo, cuando el juez de Nueva York Thomas Griesa presidirá una audiencia donde se definirá si Citibank puede pagar los vencimientos de los títulos bajo legislación nacional, hoy trabados por los fondos buitre, salvo por las excepciones que otorgó el juez para los últimos pagos.
El Bonar 24 es un bono regido por la ley argentina. Griesa podría considerar esos bonos como parte de la sentencia favorable a los buitres o abaratar la emisión argentina dejándolos a salvo.
Por lo pronto, el Bonar 24 goza de un alza del 7% en sus precios desde que empezó el año. Justo ayer sufrió la primer caída en seis jornadas y cerró con un rendimiento de 8,42%. En el mercado especulaban ayer que permitiría al país conseguir tasas de 8,5 a 8,75%.
"Están dadas las condiciones, ya que hay apetito por el riesgo argentino entre los inversores extranjeros. Igualmente va a tener que haber cierto tipo de concesión si es que quieren emitir u$s 2.000 millones en estos bonos. Eso se va a definir en los próximos días de acuerdo a las ofertas que se reciban", dijeron en un banco de inversión no involucrado.
"Sería muy bueno: muestra acceso al mercado, barato por como tradea el bono y la contradicción misma que significa el default, ya que hoy el país puede emitir más barato que cuando declaró el default", agregó un colega.
Las ofertas se reciben en Londres, en principio porque el Bonar 24 no cuenta con la condición de emisión que le permite comercializarse en el mercado estadounidense. Argentina lo creó para pagarle directamente la deuda a Repsol por la expropiación de YPF. Hoy los bancos tienen que vender el bono fuera de EE.UU.
"Los bancos actúan muy sutilmente para hacerlo parecer un unsolicited order. No me extrañaría que (el fondo buitre) Elliott reaccione. A Elliott le encantaría poder enganchar un banco en su juicio... Lo están haciendo con mucho cuidado por eso", opinó el titular de un fondo inversión extranjero.
Pero el riesgo holdout está latente. El fondo NML reaccionó en un comunicado: "A pesar de nuestros reiterados intentos de entablar negociaciones de buena fe, el gobierno argentino parece decidido a permanecer en mora y en desacato de una orden de la corte federal de Estados Unidos. Estamos consternados de que JPMorgan y Deutsche Bank están participando en los esquemas de un moroso internacional, esquemas que creemos son un intento de evadir la aplicación judicial de los derechos de los tenedores de bonos".
Por Daniel F. Canedo.
Casi a diario, el Gobierno va cimentando el “plan primavera” de Axel Kicillof en el intento de recuperar el alicaído nivel de actividad económica antes de las elecciones de octubre.
El esquema, que se viene afinando desde octubre con el atraso del dólar oficial frente a la inflación, no escapa a otros intentos preelectorales que buscan dinamizar el consumo vía un aumento del endeudamiento.
En otras palabras, primero anclar al dólar para serenar las subas de precios de los alimentos. Después, dejar que los aumentos salariales que surjan de las paritarias superen la inflación prevista y, simultáneamente, conseguir financiamiento para permitir que al Banco Central le crean que puede mantener quieto el dólar y, también, financiar el pago de importaciones que permita aumentar la oferta de bienes para los consumidores.
El esquema parece cerrar en el corto plazo y ayer el presidente del Banco Central, Alejando Vanoli, le puso el moño al decir que había que aflojar la política de desendeudamiento y salir a tomar deuda.
En realidad, hace mucho que el Gobierno tomó la decisión de abandonar el desendeudamiento y abrió casi todas las compuertas con el objetivo de conseguir dólares como sea.
El préstamo de China al Banco Central, del que ayer ya había ingresado el equivalente a US$ 3.500 millones y a corto plazo llegaría a US$ 6.000 millones, es el reflejo más evidente de la búsqueda desesperada de fondos, con consecuencias para el Gobierno que venga.
Ese acuerdo con el banco central chino tiene como característica que entra rápido, y con el compromiso de devolverlo al año de haber ingresado.
Una idea de la magnitud de la importancia de ese crédito para el Gobierno es que, según los cálculos del Estudio Bein, a fin de año los yuanes chinos podrían representar el 25% de las reservas del Central y todo a devolver a corto plazo.
La otra fuente inesperada del financiamiento oficial la está generando la falta de cumplimiento del fallo del juez Thomas Griesa de Nueva York. Por ese incumplimiento, el Gobierno se estaría ahorrando ya el pago de US$ 3.000 millones que aún siguen computando en las reservas del Central.
Es a partir del monto de esa fuente de financiamiento inesperado que el Gobierno optaría por seguir con su política de enfrentamiento ante los bonistas que no entraron a los canjes de deuda de los años 2005 y 2010. Y que el problema lo resuelva el que venga.
También el Gobierno consiguió financiamiento por unos US$ 1.500 millones con la colocación de un bono atado al precio del dólar oficial que le dio cobertura cambiaria a los bancos y le permitió aquietar las aguas del dólar paralelo y el denominado “contado con liquidación”.
Desde ya que el plan de financiamiento tiene como base la fuerte emisión del Banco Central para cubrir el déficit del Tesoro, que determina que el ente de emisión del país está prácticamente quebrado. Un Banco Central con patrimonio negativo será otra de las herencias pesadas que recibirá el próximo gobierno. Pero, a corto plazo, el que está tendría pensado seguir castigándolo con intensidad a fuerza de emisión y colocación de letras a tasas altas (26% anual) para evitar un desborde de pesos que alimente la inflación.
En las últimas semanas, además, el Gobierno comenzó a gozar de una corriente de ingreso de fondos al calor de lo que se considera uno de los principales activos financieros del oficialismo: sólo le quedan diez meses de gestión.
La expectativa de que el gobierno que venga intentará solucionar varios problemas serios cómo el atraso cambiario y el déficit fiscal le otorga al actual la posibilidad, por ejemplo, de salir a corto plazo a colocar bonos Bonar XXIV (ver página 18) y obtener, probablemente, unos US$ 1.500 millones.
YPF se endeuda al 8,75%, la Nación lo haría tal vez al 8% anual (casi un punto menos que hace dos meses, pero tres puntos arriba de Uruguay), y también saldrán a buscar fondos las provincias en una carrera para no quedarse atrás y poder financiar alguna recuperación del consumo antes de octubre.
El Gobierno le encargó a dos gigantes financieros (JP Morgan y Deustche) un tanteo para analizar la posibilidad de colocar “rápido” el Bonar XXIV (con ese título le pagaron a Repsol la confiscación de YPF) y aprovechar una situación: hoy los bonos argentinos son una “vedette” a nivel financiero por el alto rendimiento en un mundo de tasas cero.
Pero también busca que sea rápido para no correr riesgos de empantanamiento antes del 3 de marzo, cuando habrá una nueva audiencia en Nueva York en la oficina del juez Thomas Griesa para definir el pago de bonos con legislación argentina que tiene que canalizar el Citibank.
Allí, el meneado tema del default volverá a estar sobre la mesa de las discusiones pero difícilmente refleje un cambio de actitud del gobierno argentino.
Con entrada de dólares y dólar atrasado el “plan primavera” de Kicillof (distinto del de Alfonsín del 88 pero con el mismo objetivo de patear la pelota hacia adelante lo más lejos posible) se asentaría en tres variables: el dólar oficial subiendo sólo 15% en el año, la apuesta a que la inflación se asiente en torno del 25%, y aumentos salariales del 30% con subas de hasta 38% en jubilaciones.
Con esa base, la apuesta es a una recuperación de la demanda en el corto plazo y a un aflojamiento del cepo para el pago de importaciones.
En este esquema, ahora el Gobierno y los importadores estarían del mismo lado y el Central debería aflojar en las próximas semanas el torniquete de los pagos al exterior.
La cartas están dadas vuelta: la Presidenta impulsa el plan de pago en 12 cuotas y llama a la gente a endeudarse en vez de ahorrar.
Kicillof atrasa el dólar y manda a su equipo para que salga a coro a afirmar que no habrá una devaluación brusca como el salto del 20% del dólar que aplicaron a comienzos del año pasado, y a decir que la intención oficial es que la tasa de los depósitos a plazo fijo sea más rentable que comprar dólares.
Este “plan primavera”, se ha dicho, intentará ganar tiempo por la vía de un mayor endeudamiento, sea con China, por la colocación de bonos o haciendo salir a YPF a buscar fondos.
Vale repetirlo: todo parece válido en un esquema de endeudarse en el intento de que haya más consumo y con la base de atraso cambiario y fuerte déficit fiscal.
Cualquier semejanza con finales de planes primavera o convertibilidad es pura casualidad.