Asesinatos, extorsiones, secuestros y millones de dólares entregados a la guerrilla del ELN y las FARC por dos altos ejecutivos extranjeros de una multinacional petrolera son algunos de los ingredientes del que puede llegar a ser uno de los mayores escándalos de los últimos tiempos.
El asunto salió a la luz a finales de enero cuando se revelaron algunos pormenores de una larga y compleja investigación que desde hace más de dos años viene realizando la Fiscalía de Colombia y que salpicaría a altos directivos de la multinacional italo - argentina SICIM, en multimillonarios pagos de vacunas al Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en el oriente del país.
La empresa estuvo a cargo de la primera fase de construcción del oleoducto Bicentenario, que bombea 110.000 barriles diarios desde Casanare, en los Llanos Orientales, hasta la estación Banadía (Arauca), donde se une con el oleoducto Caño Limón- Coveñas, el más importante de Colombia.
Con sede en Italia, SICIM fue fundada en 1962. Ofrece servicios relacionados con la construcción de oleoductos e instalaciones auxiliares para el transporte de petróleo, gas y agua. En los últimos diez años la compañía ha ejecutado trabajos en países como Congo, Camerún, Angola, Kazajistán, Emiratos Árabes, Turquía, Reino Unido, Francia, Irlanda, España, Alemania, Italia, Holanda, Suiza, México y Perú.
Actualmente, la empresa tiene 25 obras en desarrollo, la mayoría de las cuales se concentran en el Congo, Angola y Kazajistán. En América Latina, llevan adelante la construcción del gasoducto de Sonora (831 km) en México, y están asociados al Consorcio Constructor Ductos del Sur para la construcción del primer tramo del Gasoducto Sur de Perú (454 km), a empezar en 2015.
De acuerdo con las pruebas reunidas por la oficina del Procurador General, el argentino Roberto Jorge Rigoni y el español Francisco Elizondo, directivos de SICIM, presuntamente habría pagado al ELN y a las Farc US$6.000.000 como soborno para evitar que la empresa fuera víctima de las acciones armadas de ambas guerrillas.
Las encargadas de mantener los contactos con Sicim serían Amaly Mesa, alias La Gorda, y Leidy Milena Méndez, alias Leidy, señaladas como jefes de finanzas del ELN en Arauca. Entre las operaciones por las cuales, presuntamente, la guerrilla recibía pagos de la multinacional se encuentran la prestación de servicios de seguridad, la autorización para el paso de vehículos de carga y la no ejecución de atentados contra las obras del oleoducto.
Incluso, la Fiscalía estableció que el Eln elegía a los soldadores que eran contratados para trabajar en el proyecto y que esa organización ilegal se quedaba con una parte de los salarios. Desde la cárcel La Picota de Bogotá, el guerrillero Salvador Gaitán, alias Gaitán, sería el encargado de autorizar las transacciones.
En una memoria portátil incautada a un integrante de las Farc muerto en combate, las autoridades encontraron un correo electrónico en el que esa guerrilla estipulaba los montos que debía recibir con el fin de permitir la construcción del oleoducto. Así, por el primer tramo le debían ser entregados US$3 millones, mientras por el segundo, US$2 millones adicionales.
La Procuraduría General de Justicia de Colombia ha emitido cinco órdenes de arresto contra los dos directivos de SICIM y tres miembros ELN.
La trama cobra especial relevancia ya que la investigación se conoce después de la advertencia que hizo el presidente Juan Manuel Santos a mediados de 2012 en el sentido de que las empresas que pagaran extorsiones o vacunas serían expulsadas del país. La empresa Sicim aun no se ha pronunciado Colombia ni en Italia sobre esta investigación.
Bajo sospecha vuelve a estar SICIM, la empresa de ingeniería que en los años 80 fuera contratista de la multinacional alemana Manessmann. En lo que fue uno de los mayores escándalos de su época, se comprobó que Mannesmann había pagado US$ 2.000.000 al Ejército de Liberación Nacional (ELN) por la liberación del ingeniero Guter Rat y para evitar atentados al oleoducto en construcción.
“El ELN estaba casi extinto en los años 80 y la llegada de compañías petroleras para la construcción y explotación del oleoducto Caño Limón-Coveñas fue su salvación. Mediante los atentados dinamiteros y secuestros a empleados e ingenieros, muchos de ellos extranjeros, logró financiarse”, dijo Orlando Hernández, analista del sector petrolero.
Es la primera de cinco órdenes de captura que logró la Fiscalía contra directivos de la multinacional Italo- Argentina, Sicim y guerrilleros del ELN, en la investigación por supuestos pagos a esa guerrilla a cambio de permitir el tránsito de camiones y la construcción del oleoducto bicentenario en el departamento de Arauca.
Las otras cuatro incluyen a dos guerrilleros y dos directivos de Sicim, el argentino, Roberto Jorge Rigono y el español, Francisco Elizondo, de quienes se sabe ya están fuera del país.
El capturado identificado como Alexander Tibacuy Laguado alias “Alexander” se desempeñó como presidente de Asojuntas en el municipio de Tame en Arauca y fue quien recibió de manos de Sicim los millonarios recursos como “vacuna” para permitir el paso de tractocamiones por su departamento.
Un fiscal antiterrorismo adelanta la investigación y según le contaron a Caracol Radio, hay suficientes pruebas para establecer la responsabilidad que tendrían los dos extranjeros en el delito de rebelión, incluso en el de cohecho tras comprobar millonarios pagos a un exfuncionario de Ecopetrol.
Las audiencias de control de garantías a alias Alexander se adelantarán en Bogotá.
La empresa salpicada por los pagos a la guerrilla colombiana tiene más de 60 años de experiencia y ha realizado trabajos en complejas zonas de orden público en el mundo. Sicim es una compañía italo-argentina fundada en 1962 con sede principal en Italia. Ofrece servicios relacionados con la instalación de oleoductos e instalaciones auxiliares para el transporte de petróleo, gas y agua.
Actualmente es contratada por las más reconocidas empresas de gas y petróleo del mundo, debido a su capacidad para ejecutar proyectos que suponen grandes retos logísticos, climáticos y ambientales. En su portafolio de servicios la empresa suele posicionar su nombre al acuñar la frase “Nuestro pasado es una garantía de éxito”.
En Sicim trabajan 3.865 personas de más de 25 países. En los últimos diez años la compañía ha ejecutado o se encuentra realizando trabajos en países como Congo, Camerún, Angola, Kazajistán, Emiratos Árabes, Turquía, Reino Unido, Francia, Irlanda, España, Alemania, Italia, Holanda, Suiza, México, Perú y Colombia.
En 1983 estalló el escándalo de la compañía alemana Mannesmann, que pagó fuertes sumas de dinero en extorsiones a la guerrilla del ELN mientras construía el oleoducto Caño Limón-Coveñas; la italo-argentina Sicim también era parte de ese gran proyecto. Justo hoy, cuando la Fiscalía tiene pruebas de las negociaciones entre Sicim y el ELN durante la construcción del oleoducto Bicentenario, surge la duda de qué tanto participó en las extorsiones del pasado y cómo pasó de agache.