Algunos se habían dado cita en el teatro El Liceo a las 17,45, justo cuando caía una intensa lluvia sobre la ciudad. A esa hora, Luis Miguel Etchevehere, con el imprescindible paraguas de ocasión, tomó el pulso de la asistencia. “Me parece que va a ser más importante que la concentración en el monumento a los españoles”, dijo en referencia al masivo acto del campo en 2008. A la noche, el cálculo de la Metropolitana le dio la razón al presidente de la Rural.
Acompañado por su familia, José de Mendiguren, marchó desde San José y Avenida de Mayo. Ayer al mediodía, Cristina se había referido al secretario de la UIA sin mencionarlo. Una anécdota le sirvió a la Presidente para hablar de golpe. “Un dirigente de la UIA cuando gobernaba Fernando de la Rúa golpeaba con tal fuerza la mesa que se movían los platos”, afirmó en el acto por Atucha. “No golpeaba ninguna mesa ni volaban platos, pero defendía mis ideas con honestidad y de frente como lo hice siempre”, respondió después el también diputado por Sergio Massa. Durante el recorrido muchos lo reconocían y le pedían fotos. “No es el día”, sonreía agradecido. Mendiguren contó que los asistentes le pedían “unánse”, en obvio reclamo a la oposición política.
Más allá Cristiano Rattazzi, presidente de Fiat en el país y Luis Betnaza, directivo de Techint, acompañaban la movilización.
Lo más sorprendente para Jaime Campos, presidente de la Asociación Empresaria Argentina, fue el respeto a marchar en silencio. Solo hubo aclamaciones cuando los asistentes lanzaban el nombre del fiscal Nisman o el de Campagnoli y aplausos sonoros cada tanto o al final de entonar el himno, un ritual que se repitió varias veces hasta llegar a Plaza de Mayo. “Esta es una demostración de civismo”, dijo Campos visiblemente empapado.
Etchevehere remarcaba el aguante de la gente que, bajo el diluvio y ese arco iris de paraguas, ofreció una postal que dio vuelta por el mundo.
En representación del campo también asistió el vice de Confederaciones Rurales, Pedro Apaolaza. La Federación Agraria, ahora con nueva conducción, había avisado desde temprano a sus asociados que los dejaba en libertad, pero que como entidad había decidido no participar.
En el trayecto se vio a Miguel Blanco, de Swiss Medical y coordinador del Foro de Convergencia Empresaria que cobija a la mayoría de las cámaras sectoriales. A su lado iba Diego Pérez Santisteban, titular de la Cámara de Importadores y Guillermo Lipera, fundador de Será Justicia.
Ya cerca de la Plaza de Mayo y en otro tramo abarrotado de gente, Clarín se encontró con el propietario de una líder en autopartes. “Le pido que no me mencione. Estoy como ciudadano. El Gobierno aún puede utilizar sus múltiples herramientas para complicarnos la vida”, dijo y siguió marchando.
Una multitud marchó bajo la lluvia para pedir justicia por la muerte de Nisman
La Nación
Por Gabriel Sued.
El silencio acompañó gran parte de la marcha. Pero se tornó más sonoro a las 20.12, cuando la multitud que desbordaba la Plaza de Mayo enmudeció por un minuto para homenajear al fiscal Alberto Nisman. Fue el cierre del 18-F: una movilización masiva que venció a la lluvia por momentos torrencial, y que, por su magnitud, resultó un revés para el Gobierno, destinatario del reclamo de justicia.
Encabezada por un grupo de fiscales y por la familia de Nisman, la marcha estuvo marcada por la participación de manifestantes sueltos, en su mayoría de clase media, sin identificación partidaria. Con una concurrencia de 400.000 personas, según el cálculo de la Policía Metropolitana (algo superior a la que realizó LA NACION), y de 50.000, de acuerdo con las fuerzas de seguridad nacionales, fue quizá la movilización más numerosa contra el gobierno kirchnerista: desbordó la Plaza de Mayo (desde el vallado situado a la altura de Reconquista) y sus calles laterales, y ocupó, al mismo tiempo, el trayecto entre la Casa Rosada y el Congreso.
La protesta se celebró a un mes de la muerte de Nisman, encontrado con un balazo en la cabeza, en circunstancias que la Justicia todavía no logró dilucidar. Fue cuatro días después de haber denunciado a la Presidenta por el presunto encubrimiento del atentado a la AMIA, una acusación que el Gobierno calificó como "insostenible".
La marcha tuvo sus réplicas en las principales ciudades de las provincias. Por su masividad, se destacaron las de Mar del Plata, Córdoba, Rosario y Santa Fe. Aunque menores, también se realizaron protestas en ciudades del exterior, como Roma, París, Sydney, Santiago y Montevideo. En Buenos Aires, el reclamo llegó hasta las puertas de la quinta presidencial de Olivos. Pero la Presidenta no estaba ahí: tras encabezar al mediodía un acto en Zárate, viajó a la residencia de Chapadmalal.
La cabecera de la movilización partió a las 18 de la plaza del Congreso y dos horas más tarde llegó a la Plaza de Mayo. Se ubicó frente a la sede de la UFI AMIA, la fiscalía que dirigía Nisman, sobre Hipólito Yrigoyen. Encabezaron la columna el líder del gremio judicial, Julio Piumato, y los fiscales José Campagnoli, Carlos Rívolo, Guillermo Marijuan, Raúl Pleé, Germán Moldes y Ricardo Sáenz, entre otros, todos enfrentados con el Gobierno.
Llevaban una bandera negra que, en letras blancas, decía: "Marcha del Silencio. Homenaje al fiscal Nisman". Estaban separados por un corralito y custodiados por personal de seguridad, que vestía remeras negras e impedía que la gente se acercara. La jueza Sandra Arroyo Salgado, ex mujer de Nisman, eligió el bajo perfil. Ni siquiera subió al escenario. Iba un poco más atrás, junto con la madre y la hermana del fiscal, y la hija mayor de su matrimonio con Nisman, Iara.
Como el resto de los manifestantes, los fiscales llegaron a la Plaza de Mayo empapados, con el pelo achatado por el agua y con la ropa pegada al cuerpo. Al principio suave, la lluvia se transformó en diluvio a las 17.45, a sólo 15 minutos del comienzo de la marcha. A un primer momento de incertidumbre, en el que varios manifestantes buscaron refugio en bares y restaurantes de la zona, le siguió la decisión de seguir adelante con la protesta. Enseguida la Avenida de Mayo se cubrió de una marea de paraguas. Vista desde arriba, la imagen era impactante: no se podía divisar el suelo.
"¡Justicia! ¡Justicia!", fue la consigna más repetida durante el trayecto hasta la Plaza de Mayo. También corearon "¡Argentina! ¡Argentina!", en un grito que se mezclaba con otro de tono muy agresivo: "¡Asesina! ¡Asesina!". Era una referencia elíptica, pero obvia, a la Presidenta, a la que buena parte de los que marcharon culpa de la muerte del fiscal.
Después de cantar el Himno Nacional, los manifestantes dejaron la Plaza de Mayo de a poco, sin que se registraran incidentes. La policía se mantuvo lejos. La tranquilidad que signó la movilización contrastó con el clima convulsionado que se vivió en los días previos. Más allá de la proclama de los organizadores para que la marcha no se politizara, la convocatoria trazó una línea divisoria en el escenario que se trasladó a buena parte de la sociedad civil.
La protesta reunió a casi todos los sectores enfrentados con el oficialismo, que responsabilizaron al Gobierno por lo que calificaron como un "crimen político". Los principales precandidatos presidenciales de la oposición participaron de la marcha, pero con perfil bajo. Estuvieron Ernesto Sanz, Sergio Massa, Hermes Binner, Elisa Carrió, Julio Cobos y Mauricio Macri.
En la previa, el Gobierno había reaccionado de manera enérgica: funcionarios cuestionaron a los organizadores y calificaron la movilización como una maniobra para "desestabilizar" a Cristina. Horas antes de la marcha, la Presidenta habló por cadena nacional, pero no hizo referencia a la protesta.
Entre forcejeos y ovacionados como estrellas de rock, los fiscales subieron al escenario a las 20.08. Con muestras de cansancio y de satisfacción, le cedieron el micrófono a Piumato, que se limitó a pedir un minuto de silencio. Después vino la desconcentración. Había pasado el 18-F.
Por Leonardo Mindez.
Justicia, uno de los vocablos que el kirchnerismo hizo bandera durante la última década, se le volvió un búmeran a menos de diez meses de dejar el poder. Miles de personas salieron a la calle ayer en todo el país y frente a los consulados argentinos alrededor del mundo al grito de “¡Justicia, Justicia!”. La muerte de Alberto Nisman fue el detonante. Pero el fiscal era el emblema de una demanda más profunda de la multitud que ayer copó las calles sin banderías.
A las 17.40, cuando los fiscales promotores de la “marcha del silencio” en homenaje a su colega fallecido estaban a punto de iniciar la caminata calle abajo por Avenida de Mayo, un diluvio se desplomó sobre Buenos Aires.
Una vuelta macabra de la historia trajo a la memoria otra manifestación silenciosa bajo el agua y los paraguas en ese mismo lugar, días después del atentado a la mutual judía de 1994. Aquella vez, Carlos Menem estuvo presente, y soportó una silbatina feroz junto a su gabinete. Cristina Kirchner, en cambio, encabezó horas antes un acto propio y autocelebratorio en la Central Nuclear de Atucha y luego voló a su residencia veraniega de Chapadmalal, donde hoy festejará su cumpleaños 62. Muchos de sus funcionarios se habían dedicado en los días anteriores a descalificar la movilización y tildarla de “golpista”, lo que pareció “potenciar” la convocatoria.
Guillermo Marijuán, José María Campagnoli, Carlos Stornelli, Germán Moldes y Raúl Plee llegaron a Plaza Lorea bajo una inesperada lluvia de aplausos y abrazos. Se aferraron a una pancarta negra con la leyenda “Homenaje al fiscal Nisman. Marcha del silencio” y comenzaron a andar. “Y llueve, y llueve, y el pueblo no se mueve”, se escuchó. Unos metros más atrás arrancaron, a paso lento, la madre y la hermana del fiscal fallecido, su ex esposa -la jueza Sandra Arroyo Salgado- y su hija mayor, Iara.
Sin colores políticos, se distinguían dos grandes pancartas negras: “Llora por mí, Argentina”, decía una. “Silenciaron a Nisman, despertaron a miles”, decía otra. El silencio y el ruido de la lluvia sólo era quebrado cada tanto por aplausos espontáneos y tres cantitos simples y contundente: “¡Justicia, justicia!”, “¡Argentina, Argentina!” y el más duro para el gobierno: “¡Asesina, asesina!”.
La marcha avanzó por una Avenida de Mayo desbordada por una marea de clase media urbana y suburbana que, como atestiguaron los cronistas de Clarín, tenía mucha bronca acumulada con el kirchnerismo, pero no sólo con él. También con buena parte de la dirigencia política y el Poder Judicial (sí, el mismo que convocaba a la marcha) coparticipe de la corrupción y la impunidad que se ha vuelto intolerable para muchos. Algunos iban de la mano de sus hijos o pensando en ellos. Con el sueño de que puedan tener un país distinto.
La Policía Metropolitana calculó la concurrencia en más de 400.000 personas. La Policía Federal la estimó en apenas 50 mil. Hasta allí llega la grieta.
A esos números hay que sumarles los del interior del país. Sólo en Mar del Plata fueron 40 mil, entre locales y turistas. Otros 15 mil se juntaron frente al Monumento a la Bandera de Rosario. Y cientos de argentinos que viven en el exterior expresaron su bronca frente a los consulados, bajo la nieve de Washington o frente al piquete policial de París.
La precandidatos presidenciales de la oposición se mezclaron entre la multitud. Sergio Massa y Mauricio Macri lo hicieron junto a sus esposas. Los radicales Ernesto Sanz y Julio Cobos marcharon codo a codo, por su lado. Hermes Binner hizo lo propio junto a Victoria Donda y Margarita Stolbizer. Elisa Carrió se cortó sola. El kirchnerismo y la izquierda fueron los grandes ausentes. Hubo también una importante presencia de empresarios e intelectuales.
Pasadas las 20, la cabecera de la marcha llegó a Plaza de Mayo y trepó a un pequeño palco montado frente a las oficinas de la fiscalía especial AMIA, donde trabajaba Nisman.
El secretario general del gremio de los judiciales tomó la palabra brevemente para agradecer la masiva concurrencia y pedir un minuto de silencio. La noche de los paraguas cerró con el Himno Nacional y el grito, otra vez, de “Argentina, Argentina”. Al rato, en TV, comenzaban las lecturas políticas.
Miles de personas marcharon en distintas ciudades del país, en adhesión a la Marcha del Silencio convocada a un mes de la muerte del fiscal Alberto Nisman. Esta es una síntesis de lo ocurrido en el interior:
La Plata
Una multitud que ocupó unas 10 cuadras compactas se concentró frente la municipalidad de La Plata, en Plaza Moreno, para manifestar su adhesión a la Marcha del Silencio. Después de la concentración marcharon, bajo la lluvia, desde la Plaza Moreno hasta la sede del Palacio de Justicia, en la avenda 13 y 48, sede de la Suprema Corte. Fue una de las manifestaciones más grandes de los últimos años en La Plata, aún mayor que las últimas dos concentraciones por las inundaciones del 2 de abril de 2013.
La columna fue encabezada por una estatua viviente que vestida de blanco y portando una balanza de dos platos y un espada abría la marcha en tanto caía una lluvia fuerte.
También hubo concentraciones en la plaza Belgrano de City Bell y en las ciudades de Berisso y Ensenada.
Mar del Plata
La marcha en homenaje al fiscal Nisman congregó al menos a 50.000 personas, según el cálculo de fuentes policiales. La columna colmó unas 15 cuadras durante la marcha, mientras un grupo quedó en la plaza San Martín. Las columnas de manifestantes se extendían desde avenida Colón y San Luis hasta Luro y La Rioja.
Santa Fe
Unas siete mil personas, que desafiaron las inclemencias del tiempo participaron de la Marcha del Silencio en homenaje a Nisman en Santa Fe. No asistió el gobernador socialista Antonio Bonfatti mientras que otros candidatos a sucederlo sí lo hicieron. La masa de público se concentró frente a la Legislatura provincial y caminaron seis cuadras hasta detenerse en la Plaza de Mayo, donde se cantó el Himno Nacional.
Marcharon, además, organismos de derechos humanos, representantes de la DAIA local junto a autoridades y estudiantes de las universidades públicas y privadas de la ciudad que sobresalían por su gran número.
La concentración se desarrollo en estricto silencio, sin banderas políticas, con carteles en alusión al "esclarecimiento de la muerte del ex fiscal, para que se termine la impunidad y para que el mundo entero conozca esta grave situación que atraviesa el país".
La marcha se llevó adelante sin ningún tipo de incidente y con un reducido operativo de control policial.
Rosario
Una multitud se reunió en esta ciudad como adhesión a la Marcha del Silencio. La concentración se inició después que la marcha en la Capital y terminó ocupando buena parte de la explanada del Monumento a la Bandera.
Río Gallegos
Detrás de un cartel con el mensaje de Justicia Independiente, cerca de 2.000 personas participaron del 18F en Río Gallegos. La columna de manifestantes se desplazó hasta llegar al acceso principal del Tribunal Superior de Justicia, donde aún se visualizaban los pasacalles colgados hace dos días con la consigna: "Stiusso somos todos". No hubo discursos y sólo de a momentos se escuchaban aplausos sobre la avenida Néstor Kirchner por donde se manifestaron reclamando justicia por el fiscal Nisman.
Villa Gesell
Bajo una intensa lluvia casi un millar de personas marcharon por avenida 3 en Villa Gesell en apoyo de la marcha del silencio que se organizó para pedir el esclarecimiento de la muerte del fiscal Nisman. La manifestación, que se extendió por más de tres cuadras, duró como una hora bajo la lluvia que empapó a muchos de los participantes que no se amilanaron. La marcha era encabezada por un bandera argentina con la frase "Sin justicia no hay futuro" y pequeñas pancartas escritos a mano "honramos a Nisman".
Los manifestantes,hombres y mujeres de distintas edades eran aplaudidos por el resto de la gente que transitaba por la principal avenida de la villa veraniega.
Catamarca
Cerca de 3.000 personas, según el cálculo que realizaron las autoridades de la Policía de la provincia, se convocaron para marchar a la misma hora que en la ciudad de Buenos Aires.
La cantidad de gente que se convocó sorprendió incluso a quienes motorizaron la invitación, que tuvo un notable impacto en las redes sociales (Facebook) y por los mensajes de texto que circularon por Whatsapp.
Entre los marchantes estuvieron reconocidas figuras del Poder Judicial de Catamarca, además de reconocidas figuras de la política provincial.
La columna giró por la plaza 25 de Mayo, y luego llegó hasta el edificio del Juzgado Federal, donde hubo aplausos y reclamos de justicia. La marcha concluyó con la entonación del Himno Nacional Argentino. El recorrido fue prácticamente idéntico al que se realizaba en 1990, tras el brutal asesinato dela adolescente María Soledad Morales.
Misiones
Más de 1.500 personas marcharon en Posadas para reclamar el esclarecimiento de la muerte del fiscal Nisman. También hubo manifestaciones similares, aunque con menor convocatoria, en las ciudades de Oberá, Eldorado y Puerto Iguazú.
De Sidney a Málaga, de Ciudad del Cabo a Tel Aviv, de Montevideo, Santiago de Chile y San Pablo a Washington y París. En las principales ciudades se vivieron pequeñas réplicas de la Marcha del Silencio. Entre las manifestaciones con más convocatoria estuvieron las de París (con el adicional de la policía cortando el paso a los manifestantes), Londres (donde, como en otros sitios, se cantó el himno), Nueva York y Washington. Pero fueron más de 20 marchas.
En Europa, el frío no ayudó a facilitar la convocatoria. Así y todo en París hubo al menos 70 argentinos dispuestos a vencer el viento helado para participar del homenaje a Alberto Nisman. Debería haber sido frente al consulado argentino. Pero fue enorme la sorpresa cuando la gente comenzó a llegar en familia, con carteles, y la policía francesa les impidió el paso. Un patrullero y seis efectivos –solicitados por la embajada argentina, según explicó uno de los policías– cerraban el acceso a la embajada. El mismo policía describió la marcha como la “Je suis Charlie” argentino en París, pero dijo que cumplía órdenes. Entre los manifestantes estaba el diputado del Pro Federico Sturzenegger. “Que las autoridades argentinas hayan pedido que no se pueda manifestar enfrente de la embajada es una metáfora casi perfecta para este Gobierno”, dijo.
Guido vivía a 9 cuadras de la AMIA cuando una bomba explotó la sede y causó la muerte de 85 personas. Aún hoy se acuerda cómo retumbó su casa esa mañana trágica. Hoy tiene 30 años y fue uno de los casi 25 argentinos que se acercó a la manifestación que se hizo en la puerta de la embajada argentina en Berlín. “Pusieron una bomba en el centro de la Ciudad y no hay nadie preso”, dice.
En Israel, las bajas temperaturas, un temporal de nieve y una convocatoria en un sitio alejado conspiraron contra la marcha que, de todos modos, reunió a poco más de 50 personas. José Caro, vocero de la convocatoria, dijo que, “cuando murió el fiscal Nisman fuimos más de 200, pero las circunstancias esta vez no acompañaron”. Y agregó: “Ha sido un silencio que nos ha dolido aquí, en la Argentina y en todas las capitales del mundo, donde la gente ha salido a la calle”.
Decenas de argentinos y también españoles se concentraron ayer frente al consulado argentino en Madrid, en la calle Serrano. Este fue el acto más concurrido, y entusiasta de los organizados en España. Los otros puntos de encuentro fueron Barcelona, Málaga, Valencia y Palma de Mallorca.
En Montevideo fueron más de 200 las personas que se concentraron, sin llegar a cortar el tránsito, frente a la sede de la embajada argentina, que desde al menos una hora antes había cerrado sus puertas y quedó bajo custodia policial. A las 19 los manifestantes –con banderas argentinas y carteles de “Todos somos Nisman”–, hicieron un minuto de silencio, entonaron el himno y reclamaron justicia. También en San Pablo, Buzios y Rio se reunieron argentinos.
En Washington, no se amedrentaron con el pronóstico de 20 grados bajo cero ni cuando efectivamente comenzó a nevar. Frente a la embajada de la Argentina, más de un centenar de compatriotas, cantaron el himno. En Nueva York también se juntaron unas 150 personas, argentinos residentes en la ciudad, pero también turistas. Entre ellas estaba la hija del fiscal Raúl Plee.
En Washington se vio mucha gente emocionada, como Soledad, una científica que se le caían las lágrimas: “Estoy acá por el fiscal Nisman, por mi país, mis hijos, porque me gustaría volver”. Fernanda, abogada, que hace 6 años vive en esa ciudad, dijo que estaba en la marcha “como argentina y ex integrante del poder judicial, donde trabajé por 16 años. Allí vimos muchas cosas, pero esto, nunca. Lo que pasó es un poco tocar fondo institucionalmente, independientemente de quien haya sido el autor de esta muerte”.
Informes: Corresponsales
“Me impactó sentir que hay tanta gente que tiene mucha expectativa en lo que nosotros podemos aportar a la investigación, quizá porque yo soy de la justicia. Me sentí súper acompañada, un montón de gente dando un mensaje de fuerza y esperanza”. Así describió ante Clarín, la jueza Sandra Arroyo Salgado su experiencia tras haber marchado junto a su hija mayor, Iara, y su ex suegra, Sara Garfunkel, a la Plaza de Mayo en homenaje al fiscal Alberto Nisman.
Con el piloto negro chorreando agua y la mirada cansada, Arroyo Salgado llegó ayer a Plaza de Mayo junto a Iara y Sara, después de las 20, una media hora más tarde que los fiscales federales que encabezaron la marcha en homenaje a Nisman, al cumplirse el primer mes de su muerte. La jueza federal de San Isidro no esquivó los saludos de la gente, se emocionó frente a la fiscalía en la que trabajaba el padre de sus hijas y agradeció el respeto y la concurrencia. “No pensábamos que iba a ir tanta gente porque además la lluvia era terrible, pero era muy conmovedor. La gente fue súper respetuosa, pacífica”, contó Arroyo Salgado y precisó: “Para Iara fue muy importante, ver que tanta gente reconoce a su papá, el apoyo y el homenaje fue muy importante”. La jueza contó, además, que estar en la marcha, aunque fue duro para su hija y en muchos momentos se quebró, también le sirvió para poder “dimensionar la importancia del trabajo que había hecho su papá”.
Iara Nisman es la hija mayor del fiscal y quien estaba con él de vacaciones en Europa cuando debió regresar a la Argentina por la denuncia contra la presidenta Cristina Kirchner por presunto encubrimiento en la causa AMIA. Ayer quiso estar en el homenaje a su papá y arrastró al resto de su familia. Su mamá, Arroyo Salgado, y su abuela Sara no la dejaron sola. Tampoco su novio y algunas amigas, que estuvieron con ella en toda la caminata.
Arroyo Salgado había confirmado su asistencia a la movilización el martes a través de un breve comunicado en el que explicó que no lo hacía por motivaciones políticas, sino en homenaje al trabajo de su ex marido. Ayer, llegó a la Plaza Lorea, pegada a la Plaza de los dos Congresos, minutos antes de las 18 y volvió a su casa recién después de las 21. Los fiscales la esperaron en una suerte de corralito de rejas y al llegar, hombres del gremio de Judiciales vestidos con remeras negras y la leyenda “marcha del silencio”, funcionaron como escudo humano para que pudiera acceder a la plaza. Esos mismos hombres fueron quienes rodearon a la jueza y su familia cuando abandonaron el corralito, apenas después de los fiscales federales que encabezaron la marcha por avenida de Mayo.
El agua comenzó a caer con más fuerza, todos abrieron sus paraguas y más personas se fueron sumando por las calles laterales a medida que la columna avanzaba. La marcha se desorganizó y el cordón de hombres que cuidaba a los familiares se distanció, cada vez más, del que apartaba de la gente a los fiscales. “No hubo disturbios y todo el mundo fue muy respetuoso, nos daban mensajes de esperanza”, contó Arroyo Salgado y aclaró que “finalmente fui solamente con Iara porque Kala es muy chiquita, lo hablamos y resolvimos que esto era lo mejor”.