Exactamente diez botellas de agua, de seis litros cada una, son las que la familia de Luis Alfaro reserva y usa cada día para el estanque del baño. Otra cantidad similar utiliza en la cocina de su casa.
Vive en Potrerillo Alto, una localidad rural al interior de Ovalle, en la provincia del Limarí, una de las zonas más golpeadas por la sequía que se extiende ya por casi nueve años. Sin embargo, en todo este tiempo de escasez, nunca en su pueblo habían llegado al punto de racionar el agua entre las 1.500 familias que dependen de sistema de APR local, que él, como presidente de la junta de vecinos, tiene a cargo.
El pozo del pueblo se secó al compartir la misma napa con los pozos de grandes exportadoras y viñedos cercanos. “Desde las 19.00 a las 7.00 tenemos que cortar el suministro para que se junte en el estanque y pueda llegarle agua a los vecinos de la parte alta, tenemos que ser solidarios, aunque a ellos les llega como a las dos de la mañana”, dice. En su casa se duchan a primera hora -cerca de las 7.00-, porque rápidamente baja la presión y no se prende el calefón. “Vivimos con el agua medida”, sentencia.
En Guindo Alto, otra localidad al interior de Ovalle, los vecinos tuvieron que profundizar en 10 metros el pozo del cual se abastecen. “Hay varios pueblitos que ya no tienen agua, porque además tienen pocas acciones para extraerla. Acá no es lleg ar y abrir la llave, hay que trabajar para tomar un vaso de agua”, comenta Rodrigo Rojas, vecino de esa localidad. “Necesitamos ayuda, creo que el Gobierno, el ministerio (MOP) ha estado demasiado flojo. Nos urge una nueva fuente de agua como es la desaladora”, añade.
Tal como estas familias, son muchas a lo largo del país que están sintiendo los efectos de la sequía, no solo en términos productivos, sino que han visto restringido su acceso al agua potable, especialmente en las zonas interiores, que han llevado al gobierno a tomar medidas especiales, como declarar ayer zona de escasez hídrica en la III y IV región.
La superintendente de Servicios Sanitarios (SISS), Magaly Espinosa, explica que esta herramienta legal “permite realizar obras de emergencia, como pozos adicionales, o hacer una inversión extra, solicitando solo el permiso de la Dirección General de Agua (DGA). La autoridad también puede priorizar el abastecimiento de agua para el consumo humano”.
A pesar de ello, la preocupación sigue presente, no solo en los campos que usan APR, sino también en los sectores urbanos que se abastecen por medio de las empresas sanitarias. “Si no llueve pronto y en pocos meses podríamos llegar a racionar agua en la ciudad, porque las personas no son conscientes de que deben cuidarla. Nosotros hemos hecho campañas con carteles para crear consciencia”, dice el alcalde de Ovalle, Claudio Rentaría.
Según Cristian Frene, director de la ONG “Agua que has de beber”, el problema es más grave. “Lavarse los dientes con la llave cerrada no va a solucionar el problema para la gente de Coquimbo o Valparaíso, aquí el problema son los grandes volúmenes de agua que extrae la industria y que están dejando sin agua a la gente”, asegura.
A pesar de este difícil panorama donde la agricultura es la principal consumidora de agua, la empresa Aguas del Valle, de la IV Región, descartó por el momento racionamientos. “Hemos hecho esfuerzos adicionales con obras para mantener la continuidad del suministro. Sin embargo este invierno será clave para las futuras proyecciones”, dice Andrés Nazer, gerente general de la sanitaria.
En la V Región ya son 19 comunas declaradas como zona de escasez hídrica, incluyendo visitados balnearios como Zapallar y Papudo. Si bien en la actualidad no presentan mayores dificultades, existe preocupación. “Indudablemente es preocupante, porque la empresa Esval, saca agua de los mismos lugares desde donde se presenta la escasez y si no hay soluciones rápidas, nos vamos a encontrar con un problema muy complejo”, señala el alcalde de Zapallar, Nicolás Cox.
En Catapilco los pozos ya se secaron. “Tuvimos que recurrir al uso de camiones aljibe y comprar aguas a terceros, mayoritariamente de la mismas cuencas de la ciudad”, explica José Luis Arraño, gerente de operaciones de Esval.