Casi la mitad del oro alemán está todavía almacenado en bóvedas bajo las calles de Manhattan, en EE.UU. Sin embargo Peter Boehringer, fundador y presidente de la Asociación Alemana de Metales Preciosos, duda si realmente permanezca allí intacto.
Preocupado por el hecho de que la economía mundial "se base en una ficción de divisas no respaldadas por metales preciosos", en 2012 Boehringer lanzó la campaña '¡Repatríen nuestro oro!'. El tesoro alemán, almacenado en las bóvedas de la Reserva Federal en Nueva York durante la Guerra Fría, nunca había sido objeto de una revisión física por parte de sus propietarios.
Tras la caída del Muro de Berlín en 1989, el oro se quedó en Nueva York, "o eso era lo que les habían dicho a los alemanes", escribe el portal. "Ahora probablemente está desaparecido desde hace mucho tiempo", remata.
En septiembre de 2012, la Corte Federal de Auditoría de Alemania, que examina la gestión financiera del gobierno federal, pidió al Bundesbank informar sobre la cantidad de oro existente en el extranjero y su ubicación exacta y, además, exigió inspeccionar físicamente los lingotes argumentando que su existencia nunca había sido verificada.
Un mes después, el Bundesbank respondió revelando que para finales de 2011 disponía de un total de 3.396 toneladas de oro –hoy estimadas en unos 140.000 millones de dólares–, que están almacenadas en Fráncfort del Meno, la Reserva Federal en Nueva York, el Banco de Inglaterra en Londres y el Banco de Francia en París.
"Estos bancos anualmente proporcionan al Bundesbank la confirmación de sus tenencias de oro", reveló el banco alemán explicando que "la reputación y seguridad de estos depositarios extranjeros son irreprochables". Sin embargo, el Bundesbank destacó que la inspección física solicitada por la Corte de Auditoría no corresponde a la práctica común entre los bancos centrales.