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Guerra sucia en el Petróleo: la mano de Washington, el nuevo tablero mundial y cómo seguirán los precios. El WTI y Brent, las dos caras del Crudo
26/01/2015

La guerra sucia del petróleo

finanzas

Nos encontramos ante un cambio radical en la historia del oro negro, un vuelco como no se había visto desde los años setenta, cuando la crisis del petróleo provocó disputas sin precedentes por las materias primas. La nueva economía del crudo está alterando el reparto de poder en el mundo. En los pozos se está librando una guerra con Estados Unidos y Arabia Saudí, por un lado, y Rusia e Irán, por el otro. El lema: «Bombeémosles hasta que mueran».

Dakota del Norte. Un operario acciona el joystick de la torre de sondeo y hunde en la tierra la cabeza de acero de su perforadora. Alcanza la marca de 600 metros. Los motores rugen. Faltan otros 2500 para llegar a la formación Bakken. Una estructura rocosa que esconde 24.000 millones de barriles de petróleo.

La formación Bakken es una capa de solo 40 metros de grosor, pero que ocupa una superficie de más de 520.000 kilómetros cuadrados. Dentro de ella, yace la nueva fuente de riqueza estadounidense. «Para nosotros, el yacimiento Bakken es como un banco», dice la gente de Dakota. «El dinero está ahí abajo, solo hay que ir a sacarlo». Este banco ha enriquecido a muchos granjeros, que se han convertido en millonarios de un día para otro. Pero no solo se perfora en Dakota, también en Texas y Montana. Estados Unidos se ha convertido en una superpotencia petrolera en tan solo seis años. Está ya al nivel de la mismísima Arabia Saudí. Como primera consecuencia, el poder de los jeques y de su cártel particular, la OPEP, se tambalea. «Hay gobiernos al borde del shock», afirma Daniel Yergin, experto en temas petroleros. «Estamos en el comienzo de una nueva era en la historia del petróleo y de su precio».

Dan Sandaker, el operario de la perforadora de Dakota, lleva 15 años en este negocio. Su tarea consiste en abrir un agujero tras otro y dejar paso a los frackers. Ellos inyectan agua y sustancias químicas en los orificios para extraer así el petróleo atrapado en las rocas de las profundidades. Se desconoce el efecto que estas sustancias tienen sobre el medioambiente. Lo que importa ahora es que el fracking produce petróleo. Hace diez años, Estados Unidos solo extraía un par de miles de barriles diarios (un barril tiene 159 litros). Hoy son 1,1 millones de barriles. Y en un solo día. El petróleo americano ha provocado un exceso de oferta: hay más petróleo circulando del que se consume. La teoría del peak oil, que sostenía que ya se había alcanzado un máximo de producción y que a partir de ahí las cantidades extraídas irían siempre en retroceso, ha dejado de ser cierta.

LAS CONSECUENCIAS. Ese exceso de oferta está haciendo que países como Venezuela, Rusia o Irán estén perdiendo cantidades ingentes de dinero. En Europa, por el contrario, el bajo precio del petróleo lo que hace es estimular la economía. Evidentemente, en Dakota del Norte también están apareciendo damnificados. En verano, con el precio a 115 dólares el barril, todos los pozos del campo Bakken eran rentables. Pero ya no. «El precio no puede caer mucho más», dice Sandaker, el operario. «Si lo hace, muchos tendremos que cerrar». Pero es positivo: él cree que una crisis de pequeñas dimensiones no vendría mal. «Eliminaría a esa competencia que ha entrado en el sector con una financiación poco sólida». Los fuertes sobrevivirán y la economía de libre mercado también. Sandaker quiere creer que el precio del petróleo volverá a subir en un par de meses. De una forma o de otra, su país sale ganando. Los bajos precios de la energía están revitalizando la economía. El presidente Obama habla de una «reindustrialización» de Estados Unidos. El petróleo está haciendo que América sea más poderosa que nunca, también desde un punto de vista político. Un antiguo asesor del Pentágono, Edward Luttwark, lo resume así: «El bajo precio del petróleo está hundiendo a nuestros rivales sin que nosotros tengamos que hacer nada».

LA OPEP Y ARABIA SAUDÍ. Viena, sede central de la OPEP. Noviembre. La cumbre de ministros de los países de la OPEP está a punto de vivir una confrontación total entre sus miembros. El más poderoso entre los presentes es Ali bin Ibrahim al-Naimi, que desde hace 20 años ocupa el cargo de ministro del Petróleo de los reyes saudíes. Un par de palabras de este hombre son capaces de sacudir mercados enteros. En teoría, ante la bajada del precio del barril, los países de la OPEP que juntos controlan un tercio de la producción mundial deberían reducir las cantidades que extraen cada día. De esa forma habría una menor oferta, lo que tiraría de los precios de nuevo hacia arriba. Hasta ahora, siempre había sido así. Pero Ali bin Ibrahim al-Naimi, formado en las universidades de élite de Estados Unidos, ya no está por la labor.

Teme por el futuro del poder saudí en esta nueva época. Aramco, la petrolera estatal saudí, lleva desde el verano vendiendo crudo a Asia a un precio muy rebajado. Y ahora Al-Naimi también está decidido a vetar la reducción de las cuotas de la OPEP, pese a las presiones de los representantes de Venezuela e Irán. Su negativa supone un cambio de paradigma cuyas consecuencias ya se perciben en todo el mundo. Por primera vez, a los jeques no les mueve la estabilidad de los precios, sino el mantenimiento de su propia situación de poder en el mercado. Reducir la producción no sirve a los intereses de Arabia Saudí, declaró Al-Naimi. Arabia Saudí quiere mantener su cuota de mercado sea como sea, no quiere cederle el negocio a ese nuevo competidor que es Estados Unidos, aunque para ello tenga que renunciar a miles de millones. «Si cae el precio, que caiga», afirmó Al-Naimi. «Afectará gravemente a otros antes de que nosotros lleguemos siquiera a notarlo».

Arabia Saudí es por ahora el mayor exportador de petróleo del mundo. En ningún otro lugar, la extracción es más rentable que en los grandes campos petrolíferos del desierto, de cuatro a cinco dólares el barril, nada más. Por comparación, en Dakota del Norte el coste de extracción alcanza de 50 a 70 dólares. Por lo tanto, los saudíes pueden seguir extrayendo petróleo con beneficios incluso con unos precios en el mercado mundial muy bajos. Eso sí, las fabulosas ganancias del pasado son eso, cosa del pasado. Unos precios bajos del petróleo también suponen una presión importante para el régimen chií de Irán, uno de los rivales más molestos para los gobernantes suníes de Riad. Los iraníes creen que tras la postura saudí se oculta una estrategia política: el petróleo como arma. Thomas Friedman, columnista del New York Times, se preguntaba: «¿Está en marcha una guerra mundial del petróleo, con Estados Unidos y Arabia Saudí, por un lado, y Rusia e Irán, por el otro?». El lema podría ser: «Bombeémosles hasta que mueran».

LOS CHINOS. Múnich, una mansión en el barrio de Schwabing. Aquí tiene su oficina Michael Heise, economista jefe de Allianz, una de las mayores aseguradoras del mundo. Los análisis que realiza este hombre influyen en las operaciones de su empresa, uno de los cinco mayores inversores del planeta, con 1,8 billones de euros a su disposición. Heise lleva semanas ocupado con el precio del petróleo. «El precio dice seguirá bajo, incluso es posible que baje un poco más. No volverá a subir hasta la segunda mitad de 2015. Y los efectos serán considerables. Europa crecerá un 0,5 por ciento adicional gracias solo al precio del petróleo». Todos los países industriales, que dependen de las importaciones de petróleo, se beneficiarán. «Y también supone un importante beneficio para muchos países en vías de desarrollo», asegura Heise. Los chinos están llenando sus depósitos con petróleo barato mientras prometen inyectar ayuda financiera a Rusia y Venezuela. La influencia política de China en el mundo crecerá.

LOS RIESGOS. Pero los bajos precios del petróleo también albergan riesgos. En Europa podrían contribuir a una deflación. Y causar turbulencias en los mercados financieros. Muchas empresas petroleras de Estados Unidos operan gracias a una financiación cuestionable, el boom del fracking ha atraído a muchos inversores codiciosos. Hay unos 200.000 millones de dólares en créditos de alto riesgo moviendo la maquinaria del sector petrolero. Si esta financiación precaria se traduce en impagos, si la burbuja explota, la onda expansiva podría alcanzar a la Bolsa. En Wall Street todo el mundo está nervioso.Y a esto hay que sumar los riesgos políticos. Las incógnitas son muchas. ¿Seguirán los saudíes fieles a su estrategia? ¿Cómo se comportará Irán? Y, sobre todo, ¿qué pasará con Rusia, el país que representa el principal factor de riesgo político en la nueva era?

LOS RUSOS. Berlín, una lujosa casa a orillas del Wannsee. Varias figuras prominentes de la economía alemana se reunieron en verano con Igor Ivanovich Sechin, de 54 años y presidente de Rosneft, el principal consorcio estatal ruso. Un hombre poderoso, probablemente el más poderoso después de Putin. Lo llaman el Zar de la Energía, pero también Darth Vader.

Sechin sirvió en el KGB, al igual que Putin. Luego estuvo a sus órdenes como jefe de gabinete. Bajo su dirección, la empresa estatal Rosneft, en situación de bancarrota fáctica, se convirtió en el principal contribuyente a las arcas públicas rusas y en uno de los mayores exportadores de petróleo del mundo. Prácticamente el 50 por ciento de los ingresos por exportaciones rusas proceden de la venta de petróleo. Se puede decir que Sechin es el hombre que hace posible el poder de Putin. Y Putin necesita un precio del petróleo de al menos 95 dólares el barril, 40 dólares por encima del actual, para mantener su estado. Esa mañana de verano a orillas del Wannsee, Putin ya se ha anexionado Crimea, y en Ucrania acaba de empezar la guerra. Europa y Estados Unidos han impuesto sanciones, medidas que afectan también a la industria petrolera rusa. La presencia de Igor Sechin está pensada como una señal, como una medida para transmitir confianza... por ambas partes. Sechin anuncia que necesita dinero, tecnología, equipos de perforación, todo lo que las sanciones le niegan. Los viejos campos petrolíferos siberianos cada vez producen menos. Y extraer petróleo de unos pozos casi agotados se hace cada vez más laborioso y caro; tienen que buscarlo en lugares más remotos, incluso en pleno Ártico. Algo que solo resulta rentable con un precio del petróleo muy alto.

A finales de septiembre, Rosneft anunció que se había encontrado petróleo en el mar de Kara. Pero entonces los socios americanos comunicaron que abandonaban el proyecto. La conquista del Ártico quedaba aplazada sine díe. Rusia necesita el petróleo, sin él no tiene futuro. Se ha perdido la oportunidad de modernizar el país, de diversificar su economía. «La 'burbuja Putin' está explotando», afirma el economista Paul Krugman. Las reservas de divisas disminuyen a toda velocidad, la fuga de capitales se ha doblado. La inflación alcanzará este año el diez por ciento. En Moscú se culpa a Occidente de la caída del precio del petróleo. La teoría de la conspiración está a la orden del día. Si todo sigue así, los expertos temen que la economía rusa no tarde en colapsar... con consecuencias imprevisibles para el resto del mundo. El riesgo de que la crisis se salga de control es demasiado grande.

VENEZUELA. Enero, Venezuela, en un barrio del extrarradio de Caracas. Aquí, la crisis ya está fuera de control. No hay leche en las tiendas. Edgar Avellano reza en voz baja: por favor, que el precio del petróleo siga hundiéndose... y que con él se hundan la economía y este Gobierno disparatado. Si el pueblo no puede derribar al régimen, quizá lo consiga el petróleo. El presidente aparece en televisión esa misma tarde. Primero culpa a la América capitalista de estar librando una «guerra del petróleo» contra su pueblo, luego anuncia reformas. Pero lo importante no lo dice: la inflación supera el 60 por ciento, la deuda está disparada, la producción de petróleo cae año tras año. Y con cada dólar por barril que baja el precio del petróleo, el país deja de ingresar 700 millones de dólares anuales. Los expertos financieros prevén la bancarrota del Estado para este 2015. La probabilidad de que ocurra la sitúan en el 93 por ciento.

Los antiguos beneficiarios por el petróleo han visto su posición amenazada de un día para otro. El 2015 no solo podría ser el año del hundimiento para Venezuela. También hay mucho en juego para el hombre sentado en la torre de perforación en Dakota del Norte. Y para el soberano del Kremlin, para los jeques saudíes, para los mulás de Irán. Antoine Halff, de la Agencia Internacional de la Energía, afirma: «El poder se está desplazando desde los productores hacia los consumidores, desde los vendedores hacia los compradores». Una nueva era del petróleo ha comenzado.

Estados unidos."frack, baby, frack!"

-Obama ha declarado la independencia energética del país como objetivo prioritario. Están cerca de lograrlo. Producen 15 trenes de 100 vagones cada uno llenos de petróleo, al día. El lema del momento es: «Frack, baby, frack!», en alusión a la técnica de extracción: el fracking.

-8,4 millones de barriles de petróleo al día produce. Desde 2008, la extracción se ha duplicado.

-0 por ciento del presupuesto estatal procede de la exportación de crudo. EE.UU. produce el diez por ciento de la oferta global, pero hasta ahora no exportaba ni un barril. Lo dedicaba al consumo propio por ley desde la crisis de los 70 (solo estaba autorizada su venta a Canadá, y la de productos refinados). Ha empezado a exportar, pero con muchas restricciones. Si libera su exportación, alterará el mercado.

-60 dólares cuesta la extracción de un barril de petróleo en Dakota del Norte con la técnica del fracking.ü

Arabia Saudí. barato, barato

-En lo económico, los jeques desafían a los frackers manteniendo el precio del petróleo bajo. En lo político, desgastan a Irán y al Estado Islámico.

-331.000 millones de dólares es el valor de las exportaciones de petróleo en 2014.

-90 por ciento del presupuesto estatal procede de la exportación de crudo.

-4-5 dólares es lo que cuesta extraer un barril de petróleo del desierto.

Rusia, helados

-Las compañías petroleras financian al Estado. Sus nueva explotaciones, como la de la región ártica de Pechora, son cada vez más costosas.

-282.000 millones de dólares reportaron las exportaciones de petróleo en 2014.

-40 dólares más por barril necesita Putin para cubrir los Presupuestos del Estado.

-44 dólares es lo que cuesta extraer un barril de petróleo en Rusia.

... Y LLEGÓ EL ESTADO ISLÁMICO

El nuevo escenario del petróleo tiene un protagonista inesperado: el Estado Islámico. Los yihadistas que, aprovechando la rebelión contra Bashar al-Assad en Siria, se han apoderado de una parte de Siria y otra de Irak son una preocupación no solo para Occidente, también para Arabia Saudí e Irán.

-UNA PARTIDA DE AJEDREZ. Se juegan el control de la región en una partida de ajedrez muy compleja y 'regada' de petróleo. 'Maniobrando' con el precio del barril se altera el mapa político. El principal actor en esta partida es Arabia Saudí, que pretende frenar el crecimiento de Estados Unidos como potencia petrolera, pero que también busca asegurar su poder en la zona.

-ARABIA SAUDÍ, AMENAZADA. Aunque circulan teorías de que los saudíes podrían haber financiado al Estado Islámico, lo cierto es que para su país supone una amenaza como para Occidente. El Estado Islámico ha pedido a sus partidarios en Arabia Saudí que atenten contra funcionarios del Gobierno. Bajando el precio del petróleo, los saudíes debilitan al Estado Islámico, que, según Estados Unidos, ingresa un millón de dólares al día de la venta de petróleo y productos refinados que ha capturado en la zona ocupada.

-IRÁN, EN EL PUNTO DE MIRA. Debilita también a Irán, que necesita el petróleo a 100 euros para mantener su presupuesto. Arabia Saudí e Irán están enfrentados por el control de la zona y por el hecho de que unos los príncipes saudíes son suníes y otros los mulás iraníes son chiíes. Irán está en un buen momento: ha logrado evitar la caída en Siria de Assad, proiraní, le beneficia que haya un gobierno chií en Irak y ha estrechado lazos con Rusia y China. Arabia Saudí, en cambio, está peleada con sus vecinos Catar, Yemen. y Líbano. Su única 'victoria' reciente es en Egipto, su mayor aliado, donde han conseguido (presionando e inyectando dinero) expulsar del poder a los Hermanos Musulmanes y seguir manteniendo un cierto control sobre el país.

-Y LOS NUEVOS ENEMIGOS. Los saudíes no se pueden permitir tener un enemigo añadido como el Estado Islámico. Por eso, dicen los expertos, la cantidad de crudo en el mercado se disparó justo cuando el Estado Islámico conquistó la ciudad iraquí de Mosul. Permitiendo la bajada del petróleo, los saudíes mantienen su hegemonía en la región. Pero solo pueden hacerlo un tiempo limitado sin debilitar su propia economía. La pregunta es ¿cuánto?

 


 

¿Estados Unidos acabó con la OPEP?

La caída del precio del petróleo desde que Arabia Saudita decidió el año pasado no bajar la producción para contrarrestar un aumento de la oferta en otras partes del mundo genera fuertes especulaciones sobre el ocaso del cartel, en otro tiempo temido por su poder para manejar los precios del crudo a su antojo.

La OPEP, el mayor productor de petróleo, ¿no quiso o simplemente no pudo detener la superabundancia de crudo? ¿Esto significa que el petróleo nunca más va a alcanzar los US$100 el barril, monto en que los gobiernos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo necesitan que esté?

Lo que falta en la discusión es entender cómo el mercado del crudo llegó a este punto y, especialmente, qué lo ha traído hasta aquí.

La respuesta es sorprendente. Fue Estados Unidos, básicamente. El año pasado, EE.UU. produjo más crudo que en los 25 años anteriores, superando a Arabia Saudita como principal productor mundial.

 

Todo empezó con Nixon

Quizás lo más interesante de esta historia es que uno de los principales jugadores esta revolución sea el gobierno estadounidense.

Temiendo una escasez generalizada de energía, a la sombra del embargo impuesto por los productores árabes de crudo, el gobierno de Nixon y el Congreso sentaron las bases de una política activa que en el lapso de 40 años desarrolló las tecnologías necesarias para proveer de shale oil y gas natural a los mercados internacionales.

Muchos han subrayado que el embargo petrolero que la OPEP dispuso en 1973 debilitó su control del mercado del crudo, ya que  alentó  la provisión de fuera de la organización, de lugares como Prudhoe Bay en Alaska, que entró al mercado a través de un oleoducto aprobado por el Congreso apenas semanas después del embargo. El embargo también impulsó el desarrollo de la energía nuclear y de la de carbón. Hizo que el Congreso aprobase normas de ahorro de combustible.

En cambio, poco se dijo del papel que desempeñó el gobierno de Estados Unidos en el desarrollo de nuevas tecnologías energéticas. Mirado como un precedente,  esto podría ser el modelo para un rol del Estado en el apoyo a la investigación y actividades encaminadas a reducir las emisiones de carbono.

“Si alguna enseñanza se puede extraer de la revolución del shale,  es que las inversiones públicas en innovación tecnológica podrían (si se orientaran a combatir el cambio climático) producir un enorme beneficio tanto para la economía como para el medioambiente”, dijo Michael Shellenberger, presidente del Breakthrough Institute, un grupo de defensa del desarrollo sustentable de Oakland, California. El Breakthrough Institute ha realizado la investigación más exhaustiva que he visto de cómo tres décadas de subsidios oficiales para investigación, pruebas y producción ayudaron a generar la revolución”.

 

Nace el fracking

El interés en los depósitos de shale surgió a partir de una búsqueda de gas, no de petróleo.

Pero el embargo petrolero les dio un fuerte impulso. El Congreso aprobó la Ley de Reorganización de la Energía en 1974, que creó la Administración de Investigación y Desarrollo de Energía, la cual pronto se convertiría en el Departamento de Energía.

Esto dio inicio a un período de fuertes inversiones públicas en investigación y desarrollo para recuperar gas a partir del shale. La agencia suministró fondos para la perforación “direccionalmente desviada”, precursora de la perforación horizontal utilizada hoy. Subsidió el desarrollo de diamantes policristalinos compactos para perforar el shale. Hizo la primera fracturación hidráulica de importancia. Los laboratorios del Departamento de Energía crearon un centro de ensayos de fracking multipozo.

Las investigaciones del Laboratorio Nacional de Sandia en imágenes subterráneas –basadas en el monitoreo macrosísmico antes utilizado para detectar derrumbes en minas de carbón– fueron fundamentales para mapear fracturas y ubicar pozos.

George Mitchell, pionero de la fracturación de shale, recibió ayuda del gobierno, incluso en la utilización de un pozo horizontal y mapeo macrosísmico.

El gobierno no siempre hizo las cosas bien. De hecho, la investigación sobre fracking inicialmente estuvo en un segundo plano frente a los esfuerzos para producir “combustibles sintéticos” a partir de, por ejemplo, “esquistos bituminosos”, los cuales, hasta ahora, poco han aportado en términos de energía barata.

El gobierno también pudo intervenir. La regulación de precios fue una barrera importante para la inversión en depósitos de gas “no convencional” hasta que fue eliminada durante la gestión de Reagan.

 

Público y privado

Obviamente, la ayuda gubernamental tal vez no habría servido de nada sin los empresarios privados que asumieron riesgos y siguieron las señales del mercado. El fracking quedó reservado sobre todo para el gas hasta que los precios de éste comenzaron a caer pocos años atrás, lo que volcó los esfuerzos de los productores hacia el petróleo, que podía ser explotado mediante tecnologías similares.

Pero aun con la importante papel desempeñado por el sector privado, Washington jugó un papel fundamental en la historia que culminó con el reciente derrumbe del precio del petróleo.

Según Jim Hamilton, un economista especializado en energía de la Universidad de California, en San Diego, la renta real del mundo aumentó en un 28% de 2005 a 2013. Para mantener estables los precios del petróleo, la oferta tendría que haber crecido en más de un 19%. Pero la producción de los yacimientos petrolíferos subió  apenas un 3,1%.

La oferta se mantuvo ñimitada, en parte, debido a acontecimientos imprevistos: guerras en Medio Oriente, ataques a instalaciones petroleras en Nigeria, sanciones a Irán. Pero los grandes productores de la OPEP, como Arabia Saudita, tampoco aumentaron la producción.

Con excepción de una mejora transitoria tras la crisis financiera de 2008, lo que sostuvo el aumento de los precios del crudo durante más de diez años fue la decisión del cartel de limitar la producción.

Lo que pulverizó el acuerdo fue el shale oil estadounidense.

Para 2013, EE.UU. ya producía 3,5 millones de barriles de shale. Esa oferta nueva de petróleo proveniente d e EE.UU hizo que los precios altos simplemente no pudieran sostenerse.

“Los sauditas no podían defender un barril a US$100”, dijo el profesor Hamilton. “Era una estrategia condenada al fracaso”.

El precio de US$45 el barril no presagia un gran futuro para el shale estadounidense, que es comparativamente caro de producir. Si disminuye la inversión en nueva producción de shale, es probable que los precios del petróleo se recuperen.

Pero aún si algunos productores de shale son expulsados del negocio, ese sector –que puede aumentar o bajar la producción más rápido en respuesta a las señales de los precios– aun podría generar un cambio positivo, poniendo un techo a los precios del crudo más cercano a los cincuenta dólares el barril que a los cien que desea la OPEP.

“Es probable que no veamos el barril a US$100 por un tiempo”, señaló Jeff Colgan, politólogo de Brown University que estudia la evolución del petróleo a nivel mundial. “El fracking le pone un techo al precio”.

La caída del petróleo modifica el tablero del poder mundial

Infobae

Mariano Caucino

En los últimos seis meses, el precio del petróleo se ha desplomado en casi un cincuenta por ciento. En junio del pasado año, el barril de crudo cotizaba a 103 dólares. Hoy apenas supera los 50. La combinación de tres factores clave han provocado semejante descenso: el decisivo avance de los Estados Unidos en su política de autoabastecimiento energético a través del desarrollo del shale, la reducción de la tasa de crecimiento de la economía china y la persistente recesión en buena parte de Europa occidental. Pero a estas causas se ha adicionado, recientemente, la decisión de Arabia Saudita de conservar elevados los niveles de producción de petróleo con la indisimulada preferencia por el mantenimiento de un porcentaje decisivo del mercado global de petróleo aun a costa de una merma en el precio.

Una etapa de petróleo barato podría suponer, casi con seguridad, modificaciones sustanciales en el tablero de las relaciones de poder mundial. Una caída persistente en la cotización del crudo compromete seriamente los equilibrios presupuestarios de países cuya economía está atada a la renta energética. Irán, Rusia y Venezuela son algunas de estas naciones. Son, además, países que ocupan el centro de grandes conflictos globales o regionales.

Las autoridades económicas de la Federación Rusa reconocieron la semana pasada que el país problablemente sufra una recesión en el año 2015 y que continuará debilitándose el rublo, a causa de las sanciones de Occidente por la política rusa en Ucrania y la caída del precio del petróleo, commodity que explica el sesenta por ciento de las exportaciones del país. Esta última circunstancia ha hecho recortar los pronósticos de crecimiento para el año próximo. Hace un mes, el Banco Central ruso proyectaba cero crecimiento para 2015 y actualmente estima una caída de 0,8 por ciento en el PBI. Un barril de petróleo en torno a los setenta dólares ha provocado dificultades adicionales a la economía rusa, sumadas a las consecuencias de las sanciones comerciales impuestas por los Estados Unidos y la Unión Europea a causa de la anexión de Crimea a Rusia. El rublo, en tanto, ha perdido un 40 por ciento de valor en el último año.

Con excepción de lo ocurrido en el año 2009, como consecuencia de la crisis global, la economía rusa disfrutó de altas tasas de crecimiento durante toda la década pasada y los primeros años de esta. Al borde de la recesión, Putin enfrenta "una nueva realidad", según la crítica visión del New York Times del pasado miércoles 3 de enero. Sin embargo, las turbulencias económicas que enfrenta y enfrentará el Kremlin no parecen poner en riesgo la estabilidad del sistema político que lidera el Presidente Vladimir Putin. Las encuestas muestran una altísima aprobación de la gestión de gobierno del líder ruso y en especial, destacan su aporte a la reconstrucción del orgullo nacional, dañado por el trauma de la disolución del imperio soviético en 1991 y la crisis extendida en los año noventa cuando la sociedad experimentó el tránsito violento, de la noche a la mañana de una economía híperplanificada a una liberación total.

En tanto, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha tenido que anunciar a fin de año antipáticas medidas de recorte de gastos. El heredero de Hugo Chávez autorizó reducciones del 20 por ciento en el presupuesto, en un país cuyo déficit fiscal alcanza el 17 por ciento. Maduro prometió no comprometer el gasto social, aunque resulta difícil que pueda lograr su cometido. Políticamente, el caso venezolano parece ser el más complejo de los aquí analizados. El presidente goza de tan solo 24,5 por ciento de popularidad según Datanalisis, una encuestadora local reconocida como confiable. Los datos de la economía estanflacionaria muestran dificultades extremas para Caracas: la inflación es del 60 por ciento y la contracción prevista para este año es de 3 puntos del producto bruto. 96 de cada 100 dólares de los ingresos de Venezuela dependen de la renta petrolera. El dramatismo ha llevado al gobierno bolivariano a reclamar en la última reunión de la OPEP en Viena una activa política de mantenimiento del precio del petróleo, pero el ministro venezolano chocó allí con la negativa de su par saudí, el verdadero amo del club petrolero. Desesperado, Maduro tuvo que emprender una extenuante gira dando la vuelta al mundo en los primeros diez días del año en busca de inversiones: solo obtuvo promesas en Beijing.

En tanto, en Nigeria, el país más poblado de Africa, el gobierno había sobre-estimado el precio del petróleo al punto de comprometer el estatus de primera economía del continente, posición que había alcanzado este año al superar a Sudáfrica. La moneda local, el naira, ha sufrido una devaluación de casi 15 por ciento que revela hasta qué punto la economía está ligada a la explotación rentística de un monoproducto. El presupuesto nigeriano encuentra su punto de equilibrio con un barril de petróleo de 122 dólares, casi el doble de la última cotización. Para Irán, son necesarios 130 dólares por barril de crudo para no ingresar en déficit presupuestario. El régimen de Teherán parece ser uno de los mayores destinatarios del daño que la caída del precio del petróleo está provocando, sumado naturalmente a las duras sanciones que Occidente ha impuesto por su desafiante programa nuclear.

Un precio del petróleo más barato, seguramente, beneficiará a las tres grandes economías globales: los EEUU, China y la Unión Europea. Algunos analistas señalan que con un petróleo en 70 dólares, se torna anti-económica la expansión de la producción energética dentro de los Estados Unidos, que ha aumentado hasta un 56 por ciento en la última década impulsada por una etapa de altos precios que parece haber llegado a su fin. Sin embargo, la caída del crudo ha repercutido en un beneficio para los consumidores: el precio promedio del galón de combustible ha caído desde 3,60 dólares a 2,74. Para el gigante asiático, un menor precio del petróleo será un aliciente dado que su dependencia de la energía importada es decisiva. Una situación similar tiene lugar en India.

Los vaivenes del precio del petróleo y su incidencia crucial en la geopolítica son una vez más, una constante histórica. La tendencia de los gobiernos beneficiados por rentas extraordinarias a malgastar sus utilidades y poner en marcha programas ambiciosos de gasto imposibles de atender cuando llegan los tiempos de vacas flacas también. Sin embargo, constituyen una dura pero útil lección para los eternos buscadores de atajos económicos. Entre nosotros, hace casi treinta años, el profesor Moisés Ikonicoff advirtió los peligros de una economía dependiente de la renta externa. Tras analizar los fenómenos de los Emiratos Árabes tras el shock petrolero de 1973, Ikonicoff llegó a la conclusión de que la economía rentística derivaba casi sin excepciones, en una cultura rentística, enemiga de toda idea de productividad y desarrollo.

La necesidad impulsar esquemas de desarrollo que propendan a la diversificación de la economía vuelve a ser un imperativo categórico del buen gobierno.

*El autor es profesor de Política Exterior, miembro del Club Político Argentino y colaborador de la Fundación DAR.

El WTI y el Brent, las dos caras del mercado del crudo

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Las consecuencias económicas del derrumbe de los precios del petróleo en los últimos meses han generado un amplio interés público en el costo diario de un barril de crudo.

Sin embargo, las referencias tradicionales de los precios globales de la materia prima —el Brent y el West Texas Intermediate, WTI— miden factores distintos y no siempre están alineadas. El viernes, por ejemplo, el barril de petróleo costaba poco más de US$45 según el WTI y unos cuantos de dólares más según el Brent. Algunas veces, la diferencia entre los dos ha superado los US$20.

Corredores y economistas saben bien a qué se debe la diferencia. No obstante, para los nuevos interesados en el desplome del petróleo, vale la pena entender lo que revelan estos contratos de referencia y cómo han cambiado a lo largo del tiempo.

La razón principal por la que las cifras varían es que reflejan precios en lugares distintos: el WTI corresponde a Estados Unidos y el Brent al Mar del Norte, en Europa. En algún momento, eran referencias igualmente fiables del crudo global. Sin embargo, conforme la producción de EE.UU. aumentó, el WTI empezó a corresponderse con el sorprendente exceso de suministro en el país, que terminó siendo mayor a lo que los oleoductos existentes podían sostener.

El crudo es clasificado como ligero, mediano o pesado según la densidad del combustible, y como dulce o amargo basado en su contenido de azufre. El petróleo ligero y dulce, que flota en el agua y contiene poco azufre, es preciado porque requiere menos procesamiento para convertirlo en productos utilizables. Tanto el WTI como el Brent son crudos ligeros y dulces.

Históricamente, los precios de los dos contratos se han transado casi a la par y han sido citados como referencias indistintamente. El auge del crudo de esquisto de EE.UU., sin embargo, deshizo esa relación y puso en duda la utilidad del WTI como barómetro global.

Antes del boom energético, EE.UU. producía alrededor de cinco millones de barriles de petróleo al día e importaba cerca de 18 millones de barriles. Gran parte del crudo importado se transportaba desde la Costa del Golfo hasta Cushing, en el estado de Oklahoma, un importante centro petrolero de América del Norte y punto de entrega para el WTI.

Cuando llegó el auge, la producción estadounidense se incrementó rápidamente en cuatro millones de barriles al día, lo que inundó Cushing y abrumó los oleoductos, que no estaban equipados para enviar grandes volúmenes de crudo a Texas.

“Los tanques de almacenamiento se llenaron y los precios descendieron considerablemente”, explica Eric Lee, analista de energía de CitigroupC -1.92%

Mientras tanto, varios factores aumentaron la demanda del crudo Brent, lo que mantuvo sus precios altos en relación con el WTI y solidificó su estatus como la referencia global más precisa del petróleo.

“Lo más determinante fue la situación en Libia”, dice John Felmy, economista jefe del American Petroleum Institute, un grupo que representa a empresas del sector, en referencia a las milicias que han desestabilizado el país y paralizado su industria petrolera, así como pérdidas en otras áreas como Sudán del Sur. “Perdimos 3% del suministro mundial. Se podría pensar que 3% no es mucho, pero puede significar un cambio de 30% en los precios”.

 

 

Para hacer frente a la sobreabundancia de crudo en EE.UU., el oleoducto Seaway, de unos 800 kilómetros, revirtió la dirección de su flujo para transportar crudo desde Cushing a Texas. Luego se construyó un oleoducto gemelo, lo que duplicó la capacidad del original, a alrededor de 850.000 barriles al día. También se construyó un segmento del oleoducto Keystone, que tiene el potencial de transportar unos 830.000 barriles al día a las refinerías de la Costa del Golfo.

Con el crudo que corría a través de los oleoductos y menores importaciones, la diferencia entre los dos precios de referencia empezó a achicarse. Países de “África Occidental, América Latina y Medio Oriente perdieron cuota de mercado en EE.UU.”, indica Lee. “El petróleo que habían exportado a EE.UU. tiene que ir a otras partes del mundo”.

EE.UU. aún tiene una sobreabundancia de crudo, añade, pero por ahora el resto de la Cuenca del Atlántico, que incluye el Mar del Norte, tiene una sobreoferta incluso mayor, y eso está reduciendo los precios del Brent para acercarse a los del WTI. “Se convierte en un mercado de compradores. Hay presión a la baja sobre el precio”, dice Lee.

Después de unos seis meses de profunda caída, los dos contratos están nuevamente más alineados, aunque el estadounidense ha perdido su condición de referencia global.

“Hoy en día, el WTI está mucho más asociado con la producción y los precios internos de EE.UU.”, dice James Preciado, quien analiza mercados de futuros y precios en la Administración de Información de Energía de EE.UU. “El Brent es visto como una referencia internacional”.

Eso no significa que una sea más importante que la otra. Sin embargo, las referencias ahora reflejan dos realidades distintas.


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