El periodista del diario Buenos Aires Herald, Damián Pachter, comenzó ayer su exilio en Israel, luego de denunciar seguimientos y amenazas tras dar la primicia de la muerte de Alberto Nisman.
“No tengo idea de cuando regresaré a Argentina, no sé siquiera si alguna vez lo haré. Lo que sé es que el país adonde nací no es el lugar feliz que mis abuelos Judíos me describían en sus historias”, dijo Pachter en una crónica que escribió sobre lo que fueron “las últimas 48 horas más locas de mi vida”, que publicó en inglés en el diario israelí Haaretz, donde el periodista era corresponsal en Argentina y ahora trabajará como redactor allí.
Ayer, antes de las 15, Pachter llegó a Israel y publicó en Twitter: “A salvo en Tel Aviv. Gracias a todos. En breve hablamos. Dami”.
El periodista llegó a ese país en el marco de un operativo que él mismo organizó para despistar a las autoridades argentinas, ya que partió el día anterior a las 5 de la madrugada, con un pasaje de ida y vuelta a Montevideo, por Aerolíneas Argentinas; y en la capital uruguaya hizo traslado a otra aerolínea en viaje hacia Israel, pasando por Madrid.
Mientras viajaba, el periodista escribió la crónica para el diario Haaretz, donde contó que luego de dejar la Argentina descubrió “que el gobierno seguía publicando información equivocada acerca sw mí en las redes sociales. La cuenta oficial de Casa Rosada posteó una captura de pantalla del sistema de reservas del boleto que compré, y decía que yo volvería el 2 de febrero, en otras palabras, no me había ido en realidad. De hecho mi fecha de regreso es en diciembre”.
“La Argentina se volvió un lugar oscuro, dirigido por la corrupción política. Sigo sin entender todo lo que me sucedió en las pasadas 48 horas. Nunca imaginé que mi regreso a Israel sería así”, contó Patcher, nacido en Argentina pero con doble nacionalidad, quien vivió varios años allí, tres de los cuales estuvo en el ejército israelí (en una situación similar a la vieja colimba argentina).
“Me voy porque mi vida corre riesgo. Acá no puedo estar más. No puedo volver más al país, al menos hasta el final de este Gobierno. Estoy muy marcado”, le dijo Patcher a Gabriel Martínez Bracesco, del diario Muy –del Grupo Clarín–, un rato antes de emprender su exilio.
Todo comenzó el domingo 18 de enero, a las 23.35 horas, cuando Pachter escribió en su cuenta de Twitter: “Me informaron sobre un incidente en la casa del fiscal Alberto Nisman”. Media hora después, agregó: “Encontraron al fiscal Alberto Nisman en el baño de su casa de Puerto Madero sobre un charco de sangre. No respiraba. Los médicos están allí”.
El juez Manuel de Campos llegó una hora más tarde que ese último tuit de Pachter; el secretario de Seguridad, Sergio Berni, recién a la 1.26 de la madrugada; y la fiscal Viviana Fein, última, ocho minutos después que Berni.
Pachter consideró que su alerta temprano impidió que se modificara la escena donde apareció muerto Nisman. El jueves a la noche le alertaron que su vida corría peligro. Se fue a Mar del Plata, donde lo alojó el periodista Ricardo “Tachuela” Rivas, de amplios contactos en la ex SIDE. Cuando fueron a un restaurante, divisaron a un agente de inteligencia bonaerense.
“Andate ya porque te están buscando”, contó Pachter que le dijeron. Sacó pasajes en varias aerolíneas para despistar sobre su destino. Y llegó ayer a Israel, donde hoy hablará con la prensa.
La fiscal Viviana Fein investiga las fuertes contradicciones entre los custodios del fiscal Alberto Nisman en cuánto a cómo procedieron el día de la muerte y por qué tardaron 11 horas en comunicar lo que pasaba a sus superiores.
Una de las diferencias más graves tiene que ver con la hora en que los custodios subieron al piso 13 del departamento de la torre Le Parc. Por un lado, el suboficial superior Armando Niz declaró que fueron a las 14.30 a tocar el timbre mientras que el sargento Luis Miño dijo que lo hicieron a las 17, es decir 2 horas y media. Además, uno afirmó que su móvil estaba estacionado en el subsuelo debido a la lluvia y donde no entraban llamadas telefónicas y el otro dijo que estaban en el estacionamiento de cortesía para invitados donde sí llegan las llamadas. Todos los custodios ya declararon ante la fiscal y fueron sumariados por orden de la presidenta Cristina Kirchner. Niz y Miño era la pareja asignada para la seguridad del fiscal del domingo.
Mientras tanto, el custodio Rubén Benítez, quien conocía al fiscal hace 15 años y le también cumplía funciones de chofer, reveló que el sábado a las 12, Nisman lo hizo entrar a su departamento y le pidió que el lunes le comprara una pistola calibre 22 porque estaba preocupado por su seguridad y la de sus hijas. A las 19.30 del mismo día, el técnico en informática Sergio Lagomarsino ingresó al departamento y le prestó su 22 la que le dio muerte el domingo en circunstancias misteriosas.
Las declaraciones testimoniales de estos tres custodios fueron revelados por el blog Relaciones Internacionales. Co que dirige la periodista Teresita Dussart de la Iglesia, que es corresponsal de La Libre Belgique en Argentina.
Estos nuevos datos confirman que Nisman estaban muy preocupado por su seguridad y la de sus dos hijas. Lagomarsino dijo al diario Página 12 que el ex director de Contrainteligencia de la SIDE, Antonio Stiuso, lo había llamado para advertirle que se cuidara.
El secretario de Seguridad, Sergio Berni pidió el sumario para saber qué hicieron “minuto a minuto” los custodios el día de la muerte y por qué no le dieron aviso inmediato a sus superiores.
Nisman estaban desde el miércoles 14 en que denunció a la Presidenta por encubrir supuestamente a Irán como autor intelectual del atentado contra la AMIA expuesto a feroces críticas del Gobierno y el lunes debía defender su acusación ante el Congreso.
El sábado Nisman había pedido al sargento Miño “un auto para las 11 en mi casa y el otro auto que se quede en guardia pasiva”.
El domingo, Niz y Miño llegaron puntualmente al edificio pero éste no respondía sus llamados de Nextel. Ante esta situación, recién a las 17 Miño dijo que llamó a la secretaria Marina quien le ordenó que suba y toque el timbre directamente en la puerta del departamento de Nisman, quien no dejaba entrar a los policías a su casa. Como no respondía y se veía un diario bajo la puerta, bajó y volvió a llamar a la secretaria quien le refirió que vayan a buscar a la madre del fiscal, Sara Garfunkel, hasta Roosevelt al 700. En el camino, Sara pidió recoger a una amiga. Por la puerta de servicio no pudieron entrar porque la segunda cerradura tenía la llave desde adentro. Entonces, volvieron a la casa de la madre a buscar el código de entrada de la puerta principal. Pero era equivocado y no la pudieron abrir. Entonces, llamaron al cerrajero Walter a las 21.45 aproximadamente. Esta vez subió Niz con la madre y la amiga. Niz relató que el cerrajero abrió la puerta de servicio e ingresó primero la madre quien encendió las luces, luego la amiga y en tercer lugar entró él. Como estaba atemorizada, la madre le pidió que miraba en el dormitorio de Nisman “donde había un televisor encendido, una cama destendida pero no observó al doctor”. También estaba vacía la habitación des hijas. Luego, Sara lo llamó y le pidió que se fijara en el baño donde había una luz encendida. La puerta estaba un poco entreabierta. Niz no logró ingresar dado que había algo que impedía abrirla, pero si observó que “en el piso había como un charco de sangre, y por la luz que dejaba la puerta del lado de la bisagra, también pudo ver el cuerpo del magistrado tendido en el piso, en posición de cúbito dorsal, con la cabeza hacia un costado, notando en ese momento, que la cabeza del doctor era la que impedía abrir la puerta completamente. Inmediatamente comunicó esa situación a Sara, quien se asoma y ve también el cuerpo, pero no ingresa”.
De estas contradicciones surge, por lo menos, cierta negligencia de los custodios. Pero es exagerado presentarlos como los máximos responsables de la falta de seguridad que tenía el fiscal sobre todo cuando el Gobierno sabía que desde el 2004 Irán había ordenado una fatwa, una orden religiosa de venganza, contra Nisman y el ex juez Juan Galeano.
Desde la cuenta oficial de la Casa Rosada hablaron del exilio del periodista Damián Pachter y usaron la palabra “miedo” entrecomillada, dejando la posibilidad de que se trate tanto de un textual como de un sarcasmo por parte del Gobierno.
“El periodista que dejó el país por ‘miedo’ se refugia en Israel”, aseguraba el tuit que estaba acompañado por una imagen de otro mensaje publicado por el periodista y columnista de Jorge Lanata, Gabriel Levinas.
En otro tuit, el Gobierno mostró los detalles del vuelo con los que el periodista que difundió la primicia de la muerte de Nisman se dirigió a Montevideo. “El periodista Damián Pachter viajó a Uruguay con pasaje de regreso para el 2 de febrero”, publicó.
Según contó el propio Pachter, viajó a Israel al considerar que su vida corría pelígro. “Argentina se ha convertido en un lugar oscuro conducido por un sistema político corrupto. Yo todavía no he descubierto todo lo que me ha pasado durante las últimas 48 horas. Nunca imaginé que mi regreso a Israel iba a ser así”, publicó hoy el periodista en el portal israelí Haaretz.
A una semana de la muerte del fiscal Alberto Nisman, se manejan tres hipótesis: suicidio, suicidio inducido y asesinato. La carátula de la causa aún es "Muerte dudosa". Los cinco puntos clave del caso son los siguientes:
1- El departamento del piso 13 de las torres Le Parc, en Puerto Madero. Los papeles de trabajo sobre la mesa, la nota a la empleada doméstica y la ausencia de rastros de rituales típicos previos a un suicidio pusieron en duda la primera hipótesis oficial. La fiscal sostiene que no se infiere participación de terceras personas. Hay un pasadizo de servicio que comunica su departamento con el de un vecino a través de puertas ubicadas en las cocinas de cada uno. En ese pasadizo hallaron una huella digital y una pisada reciente. Se confirmó que hubo personal de servicio técnico del aire acondicionado.
2- El baño. Resulta raro para los expertos el lugar donde se encontró el cuerpo. Lo habitual es que el suicida se quita la vida en su lugar de trabajo o descanso. La cabeza estaba contra la puerta del baño.
3- El cuerpo. Habría sido entregado para la autopsia totalmente desnudo, cubierto de sangre en la parte delantera y en la espalda. No tendría lesiones traumáticas.
4- El disparo. El orificio de bala demostraría que el disparo se habría hecho a una distancia no mayor a un centímetro, según confirmó ayer la fiscal. La bala atravesó la masa encefálica y se alojó en el cráneo. Causó la muerte de manera instantánea. Encontraron la pistola, una Bersa Thunder calibre 22, debajo de su cabeza.
5- Pericia del disparo. Las muestras extraídas fueron analizadas con el Sistema de Barrido Electrónico. No se encontraron restos de pólvora en la mano derecha de Nisman. Se está haciendo una nueva pericia para saber si el arma con que se ejecutó el disparo deja residuos. A pesar de ser una pistola de calibre pequeño, cada vez que se dispara se producen gases y residuos de pólvora que se dispersan por la boca del cañón y las hendijas del arma. Sin embargo, hay diferencias entre los especialistas respecto de si esos residuos quedan depositados en la mano de quien dispara.