(Por Valentín Carril*) La enorme baja sufrida por el precio del petróleo a nivel mundial es la mayor noticia económica de los últimos meses. Evidentemente es un beneficio para los países importadores y un costo para los exportadores. Sin embargo, la magnitud y forma a través de la cual este movimiento impacta a los distintos países varía dependiendo de sus políticas internas relativas al hidrocarburo.
Por ejemplo, algunos países como India e Indonesia han tomado esta oportunidad para reducir subsidios a ciertos combustibles, lo que además de mejorar los incentivos microeconómicos permite una mejora en las cuentas fiscales de los países. Sin embargo, en esos casos el beneficio a los consumidores es menor. Este es un tema relevante, ya que muchos países tienen diversas reglas de fijación de precios de los combustibles, normalmente asociadas a impuestos diferenciados y subsidios, los cuales pueden ser un componente muy importante del precio final al consumidor.
En cualquier caso, los estudios recientes indican que una baja sostenida de US$25 por barril de petróleo estimula un mayor crecimiento económico mundial del orden de medio punto porcentual, por lo cual la baja que se ha observado debería impactar en torno a un punto. Si consideramos que, por ejemplo, la más reciente estimación del Fondo Monetario Internacional para el crecimiento mundial es de 3,8% para 2015 y no incluía la gran mayoría de la baja en el petróleo, se concluye que este impacto es tremendamente significativo.
Adicionalmente, los análisis sugieren que dentro de las grandes zonas económicas los más beneficiados serían China y Estados Unidos, que son los dos principales socios comerciales de Chile. Además, en el caso de EEUU existe una importante relación entre el precio de la gasolina y la confianza de los consumidores, lo que hace esperar una mejora en la confianza, con sus efectos favorables adicionales sobre la economía.
Sin embargo, en Chile los efectos son menos auspiciosos, debido a que lamentablemente la baja en el precio del petróleo ha sido acompañada, especialmente en los últimos días, de una baja sustancial en el precio del cobre. De hecho, si tomamos como referencia el precio del cobre utilizado para el presupuesto fiscal, de US$3,15 por barril, la baja reciente ha llevado al cobre a niveles tales que aproximadamente compensarían por el lado de la cuenta corriente los beneficios del petróleo. Es cierto que aunque la compensación fuese exacta, de todos modos Chile sería beneficiado porque parte de la caída en balanza comercial y cuenta corriente a raíz del menor precio del cobre se compensa a través de la cuenta de capitales, específicamente por menores utilidades de empresas extranjeras en Chile, cosa que no ocurre en el caso del petróleo. También es cierto que la baja del precio del petróleo afecta más directamente el bolsillo de los consumidores. Pero por otro lado la baja en el precio del cobre ha impulsado una depreciación importante de nuestra moneda, lo que reduce justamente el beneficio del menor precio del petróleo hacia los consumidores, ya que el mayor tipo de cambio modera la baja en las bencinas.
La otra gran pregunta es qué tan sostenibles son las bajas en esos y otros productos básicos. Por un lado parecería que a partir de la reunión en la cual la OPEP decidió mantener sus cuotas de producción, la baja del precio del petróleo podría ser sostenible al menos por ahora. Respecto del cobre, la posibilidad de una mayor baja está latente y dependerá en gran medida de la recuperación (o no) de la demanda por el metal por parte de China. A este respecto las perspectivas no son auspiciosas, ya que el crecimiento del PIB en China va en declinación y además se espera que eventualmente el país incentive de manera más efectiva que hasta ahora un cambio desde un énfasis en la inversión a uno en el consumo, el cual es menos intensivo en cobre que la inversión.
La conclusión para Chile es entonces positiva mientras los precios internacionales de estos productos se mantengan en niveles similares a los actuales. Si bien es cierto que el efecto directo se compensa en cuenta corriente, hay un efecto positivo en cuenta de capitales y además un efecto indirecto positivo en cuenta corriente debido al mayor crecimiento esperado del mundo y en particular de nuestros mayores socios comerciales.
El otro efecto relevante en el mundo y en Chile es el impulso transitorio a la baja de la inflación. Este efecto es particularmente favorable para países como Chile, donde la inflación efectiva se encuentra por sobre la meta e incluso del rango meta de la autoridad monetaria. En otras zonas, especialmente en la zona euro, donde la inflación ya era muy baja, el análisis es distinto. Pero sigue siendo muy favorable, ya que la baja en el precio del petróleo es un beneficio importante por mejora de términos de intercambio; el hecho de que pueda causar una inflación negativa por algunos meses no es síntoma de deflación, al menos no de la temida deflación asociada a falta de demanda y por ende recesión. En este caso, estamos en presencia de un shock positivo de oferta que aumenta el PIB.
*Economista y estratega para Latinoamérica Principal International.