La crisis del crudo arrastra sin piedad a todas las empresas petrolíferas, más si cabe a las grandes que a las pequeñas. Quién iba a pensar que multinacionales como British Petroleum y la anglo-holandesa Shell tendrían que decir basta, echar el cerrojazo a proyectos y poner a trabajadores en la calle, cuando hasta ahora no habían conocido los límites de la expansión. Pues eso es lo que está sucediendo. Esta vez no han sido los países productores quienes les han echado, como ocurrió en la primera crisis de 1973 cuando los Estados nacionalizaron sus pozos y las Siete Hermanas (Esso, Mobil, Chevron, Texaco, Gulf Oil Corporation, Shell y Bristish Petroleum) tuvieron que abandonar países como Argelia, Libia, sino que son ellas mismas quienes están poniendo el tapón a los pozos menos rentables.
Como pasó con la crisis inmobiliaria de España que convirtió la construcción en un erial de bloques abandonados y llenó los campos de grúas y excavadoras paralizadas, ahora está sucediendo prácticamente lo mismo con las grandes plataformas que perforan en los mares profundos de los océanos. Todavía no son chatarra ni piezas de derribo pero pueden convertirse en algo parecido si la situación no mejora y las cotizaciones del barril vuelven a recuperar el nivel de hace un año.
Las tarifas de alquiler de las plataformas que se utilizan para aguas ultraprofundas en el Golfo de México, del Mar del Norte, y en aguas de Angola, por ejemplo, se están desplomando porque no hay compañía que se gaste un dólar en explorar en zonas donde cuesta más llegar hasta los 4.000 metros que el petróleo y el gas que van a extraer. Hay yacimientos donde sacar un barril está por encima de los 30-40 dólares con lo que ni se cubren los costes de explotación.
Esto ha llevado a que las tasas que se mueven para los barcos perforadores hayan caído hasta más de 100.000 dólares por debajo de los niveles que se movían a principios de 2014. Los precios medios han marcado este mes niveles mínimos de en torno a los 400.000 dólares, una cifra que no se registraba desde hacía 15 años. El mayor proveedor de servicios petroleros, Schlumberg Limited, ha anunciado que recortará más de 8.000 empleos equivalente a un 7% de su plantilla -emplea a unas 120.000 personas- repartida por todo el mundo para poder controlar los costes y que el derrumbe de los precios no arrastre a todo el grupo y entre en quiebra técnica.
Recortes de hasta un 30%
Un reciente informe de Barclays estimaba que las empresas petroleras podrían verse obligadas a recortar sus gastos en exploración y producción de crudo hasta un 30% en América del Norte si el crudo se mantiene en Estados Unidos entre los 50 y los 60 dólares. El precio del brent del Mar del Norte y el West Texas Intermediate (WTI) está por debajo de los 50, lo que quiere decir que, de seguir así, las compañías tendrán que aplicar la tijera, no sólo por la situación actual sino porque las previsiones apuntan a que la tendencia es mantenerse en estos niveles hasta tanto Arabia Saudí y EEUU no reduzcan sus niveles de producción.
La decisión más sorprendente la ha tomado hasta ahora la anglo-holandesa Shell que ha acordado paralizar el proyecto de construcción de la mayor planta petroquímica del mundo, de 6.500 millones de dólares, en colaboración de Qatar Petroleum. La multinacional petrolera ha rebajado además los salarios al personal contratado y a los autónomos que trabajan en los pozos del Mar del Norte y del sudeste de Asia y está revisando los contratos con los proveedores para reducir los costes operativos.
Otras de las grandes como British Petroleum y Conoco Philips han anunciado igualmente recortes de plantilla en sus proyectos del Mar del Norte. BP estima recortar en un principio unos 300 empleos y el grupo estadounidense otros 230. La noruega Statoil no ha dado cifras pero sí ha renunciado a permisos de exploración que tenía en el Ártico por estos mismos motivos. El presidente regional de BP en Mar del Norte, Trevor Garlick, ha señalado que, “debido a los desafíos de esta región y el endurecimiento de las condiciones del mercado, estamos tomando medidas específicas para asegurar que nuestro negocio siga siendo competitivo”, pero “estamos comprometidos con el Mar del Norte y vemos futuro a largo plazo para nuestro negocio aquí”.
Efecto multiplicador
Pese a que estos ajustes no son muy elevados, sí ilustran el momento por el que están pasando las grandes compañías productoras. Estos despidos generan a su vez un efecto multiplicador entre las empresas que suministran material o, como comentábamos anteriormente, alquilan grandes plataformas para explorar. Noruega es uno de los países que ahora mismo está sufriendo más si cabe este efecto. El Mar del Norte es una de las zonas donde mayores reservas existen de crudo a nivel mundial pero, en cambio, tiene donde la exploración un fuerte hándicap, y es que es muy costoso extraer crudo en la zona.
El Estado noruego ha dicho ya que estudia recortar un 15% sus inversiones en 2015 en explorar crudo y gas por causas de la actual situación. El ejercicio pasado invirtió más de 18.000 millones de euros y ha anunciado que prevé recortar aún más esta cifra. Noruega es un país donde la exploración es elevada pero hay que decir también que casi todos los pinchazos que se realizan son un éxito. Todo lo contrario de lo que ha ocurrido en Canarias donde Repsol ha decidido abandonar porque no hay reservas suficientes para continuar la exploración.
El país nórdico realizó el ejercicio pasado 56 prospecciones en la plataforma continental noruega. De ellos, 22 resultaron positivos en Mar del Norte, cinco en mar de Noruega y nueve en el de Barents. Otros cuatro yacimientos comenzaron su producción, con un potencial de entre 40 y 110 millones de metros cúbicos de petróleo condensado y de entre 25.000 y 75.000 millones de metros cúbicos de gas recuperable.
La jefa del Directorio de Petróleo Noruego, Bente Nyland, ha afirmado que la mayor parte de los 79 yacimientos actualmente operativos en la plataforma continental noruega tienen muchos años de vida por delante y son “rentables”, por lo que tanto el Estado como las multinacionales “seguirán ganando dinero, aunque se produzcan más descensos en el precio del crudo”.