La caída del precio internacional del crudo ha disminuido considerablemente la rentabilidad de los proyectos de explotación —extracción— petrolera en todo el mundo, y el Perú desde luego no es excepción. En ese contexto, se ha planteado en diversos medios de comunicación que ello podría disminuir la rentabilidad al proyecto de modernización de la refinería de Talara, y por consiguiente extender los periodos de recuperación de la inversión de US$3,500 millones que esa refinería le costará al Estado Peruano. ¿Hasta qué punto puede tener ese efecto?
La rentabilidad de la refinería de Talara no se vería afectada por la caída del precio bajo del petróleo, señaló Humberto Campodónico, ex presidente del directorio de Petroperú en respuesta a una publicación de un medio local. El economista y ex funcionario explica que el negocio de una refinería consiste en darle valor agregado al crudo de petróleo, sin importar el del costo del insumo. Así, es el margen de refinación del que se obtienen los ingresos para financiar el proyecto, el mismo que no depende del costo del petróleo sino de cuestiones técnicas y tamaño de cada refinería.
En ese sentido, “pensar que la disminución del precio del petróleo de US$100 a US$45 es el detonante para ver si es que se sigue adelante o no con la refinería es una análisis que no tiene nada que ver. El análisis que se tiene que hacer es en función a los márgenes del proceso de refinación y la capacidad de refinación que se va a otorgar”, señala -en la misma línea de Campodónico- Anthony Laub, socio del estudio Laub & Quijandria.
No obstante esto, que no exista un impacto directo por la caída del precio en el negocio de refinación no significa que no haya impactos negativos para ese proyecto.
Una de las razones que dio el gobierno para justificar la decisión de modernizar la refinería de Talara es la incapacidad tanto de esa refinería como la Pampilla (de Repsol) de procesar crudo pesado, que es el de mayor producción en la selva peruana. Así, tras su modernización, la refinería de Petroperú podrá procesar ese petróleo que actualmente es exportado tal como es extraído.
Este panorama cambia con el petróleo barato. La caída del precio ha provocado que la extracción de este crudo, que tiene un precio menor al crudo ligero y cuyos costos de extracción son más altos, se vuelva económicamente inviable.
Así, recientemente se hizo público que los costos de la operación de Perenco en el lote 67 (Loreto)—cuyo inicio de operaciones impulsó el crecimiento de la producción de petróleo en el Perú el año pasado—, han superado los ingresos. Se esperaría que la empresa detenga su producción, aunque aún no se ha revelado cuál será su respuesta a esa situación. Ello significaría un flujo menor de ese petróleo para ser refinado, sobre todo si se considera que otras empresas podrían enfrentar eventualmente situaciones similares.
Lo cierto es que, con los actuales precios del petróleo, resultará mucho más barato traer crudo ligero del extranjero (más sencillo de refinar), que extraer el crudo pesado de la selva, que además tiene elevados costos de refinación.
No sólo se trata de una menor producción de crudo pesado, sino también del crudo que no se extraerá. Y es que, con los precios actuales, es poco probable que se liciten con éxito los siete lotes petroleros en la selva cuyo proceso de licitación fue anunciado en diciembre pasado. Aun así logren ser adjudicados a empresas petroleras, es poco probable que éstas inviertan elevadas sumas en actividades de exploración, dados los precios actuales. Así, la renovada refinería de Talara no tendría mucho petróleo que refinar en el futuro.
A ello se adiciona el hecho de que La Pampilla, tras su modernización, también podrá procesar crudo pesado, pero con la diferencia de que se trata de un proyecto de inversión privada de US$800 millones recuerda Carlos del Solar, ex presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía. “Si la producción nacional va a ser de alrededor de 60,000 barriles por día [este año, de detenerse las operaciones de Perenco], ¿para qué se necesita esta refinería?”, se pregunta.
De hecho, la refinería La Pampilla tendrá una capacidad de refinación mayor a la de Talara (120,000 barriles de petróleo por día y 90,000 barriles, respectivamente).
Así, la capacidad de refinación sumada de 210,000 barriles de petróleo al día de ambas refinerías superará por más de doble a la producción nacional de petróleo, que actualmente es de alrededor de 70,0000 barriles, y que podría descender a 60,000 barriles durante este año si se detienen los proyectos de extracción de crudo pesado. Esa capacidad estará aún sobredimensionada en cuanto a la producción nacional aún si se alcanza una producción de 90,000 barriles en el mediano plazo de acuerdo a las estimaciones optimistas del gobierno.
Claro está, que ello no significa que tales plantas estén ociosas. De hecho, es probable que importen crudo de otros países para refinarlo en el Perú. Pero entonces, si no se trata de refinar crudo producido en el Perú es válido cuestionarse qué sentido económico tiene importar crudo para refinarlo si también puede importar combustibles ya refinados. Con o sin la refinería de Talara, el Perú continuará siendo un importador neto de petróleo para cubrir el aproximado de 205,000 barriles de petróleo que se consumen cada día. ¿Es entonces la modernización de la refinería innecesaria?
Del Solar considera que el proyecto es innecesario y que debería ser reevaluado por el Estado. “La modernización de la refinería es una tema ideológico social, el Perú no necesita una refinería nueva. Esos US$3,500 millones podrían utilizarse en otros proyectos de infraestructura” señala del Solar. “Se supone que la refinería va a dar trabajo a mucha gente, pero si vamos a estar en ese plan una carretera también puede dar trabajo a mucha gente” añade del Solar.
Por su parte, Laub considera que el proyecto no debería detenerse. “Si hoy día se detiene el proyecto, Técnicas Reunidas [empresa que diseñó y que actualmente construye la refinería] demandaría a Petroperú por daños y perjuicios, lucro cesante, etc. De ese modo, el dinero que ya se invirtió no se va a recuperar nunca.” Explica Laub. “Yo soy anti empresa pública, pero si ya se tomó una decisión debe continuarse, porque caso contrario la señal que se manda al mercado es peor.” Concluye.
Será el Estado quién deba evaluar las acciones a tomar respecto a esta refinería, cuya modernización que en principio sólo contemplaba la construcción de una planta de desulfurización con inversión estimada era de US$700 millones. Tal propuesta tenía por objeto que la planta pueda adecuarse a los estándares ambientales peruanos que prohíben la comercialización de combustibles con más de 50 parte por millón de azufre, que data de hace más diez años, pero que sin embargo no es aplicada en todos los departamentos del Perú porque ni la refinería de Talara ni la Pampilla pueden refinar ahora combustibles bajo ese estándar.
Semanaeconomica.com se contactó con representantes de Técnicas Reunidas para analizar los estudios técnicos del proyecto de modernización de la refinería de Talara, pero optaron por no opinar al respecto. Asimismo, semanaeconomica.com solicitó a representantes de Petroperú tales estudios, pero al cierre de este artículo no los recibió.