Era noviembre del año pasado e Iván Garrido, presidente ejecutivo de la empresa minera Andes Iron, llegaba a Chile tras un viaje a Estados Unidos, donde sostuvo reuniones con bancos de inversión para buscar financiamiento para el proyecto Dominga.
El aterrizaje fue forzoso. El Consejo de Defensa del Estado había decidido presentar una querella por cohecho contra Pablo Wagner, ex subsecretario de Minería entre 2010 y 2012, tras haber recibido pagos desde el Grupo Penta mientras desempeñaba el cargo público. Inmediatamente, todas las sospechas recayeron sobre Andes Iron, la compañía minera que las familias Délano Méndez y Garcés Silva controlan con 80% y 15%, respectivamente. El otro 5% está en manos de ejecutivos, con una mayor participación de Garrido.
La noticia lo golpeó. Las sospechas apuntaban a que Wagner habría favorecido a Andes Iron. Por la connotación de los hechos y para desligarse de los sucesos que estaban afectando en ese momento a uno de los controladores de la compañía, Carlos Alberto Délano -socio del Grupo Penta- es que Garrido decidió ir a hablar con el fiscal Carlos Gajardo y llevar voluntariamente su computador para dejarlo a disposición de la investigación. “Fue todo vertiginoso, porque era la primera vez que tenía que enfrentar al Ministerio Público”, explica el geólogo a La Tercera.
La decisión no fue fácil. “Había dos formas de enfrentarlo: colaboras o no. Ahí se tomó una decisión estratégica que yo defendí en el directorio, donde decidimos que había que ser transparente y eso significaba que la fiscalía podía entrar y revisar cada rincón de esta oficina lo antes posible, para que no quede duda de que uno podría modificar alguna cosa”, explica.
La decisión fue peleada. Garrido comenta que hubo asesores que recomendaron esperar hasta que hubiera algo más concreto, pero él insistió y se sometió voluntariamente a cuatro horas de interrogatorio.
ATAQUE AL CORAZÓN DE DOMINGA
Pero en noviembre no sólo ese hito remeció las oficinas de Andes Iron, sino también el cambio en el directorio de la compañía, donde tanto Carlos Alberto Délano como José Antonio Garcés (padre) decidieron salir de la firma. Hoy, en la mesa de la minera están los hijos de ambos empresarios: Carlos Délano Méndez, José Antonio Garcés Silva (hijo), Pedro Ducci (casado con una hija de Carlos Alberto Délano) e Iván Garrido.
Con este episodio se iniciaba una etapa nueva en la compañía. Difícil, extenuante, de recopilación de antecedentes para ser entregados a la fiscalía, de explicación tras explicación para tratar de convencer a la opinión pública de que la compañía jamás pidió ni recibió un trato de favor por parte de Pablo Wagner, mientras éste era subsecretario de Minería durante el gobierno anterior.
¿Cómo afecta esta situación a la empresa?
El caso Wagner a nosotros nos golpea el corazón de nuestra propuesta. Sería lo más torpe haber pensado que podíamos conseguir algo a través de un favor. Eso va completamente en contra y lo hemos hablado en el directorio. Este es un proyecto que económicamente se juega cuando se construye. Ahí se juegan los retornos y ahí es más intensivo en recursos. Obtener una RCA no es para nada lo más exitoso de este proyecto. Lo más exitoso es tener una RCA que sea estable durante los años que dure el proyecto, donde se va a concentrar el retorno de valor que buscan los accionistas, por lo tanto, si intentas obtener un permiso particular a través de favores es lo más torpe que hay.
Pero Ducci se reunió con Pablo Wagner...
Entre la administración pasada y actual hemos tenido más de 70 reuniones para ilustrar nuestras propuestas y recibir de ellos sus comentarios.
¿Por qué salió Mario Livingstone del proyecto, por el caso Penta?
Teníamos visiones distintas y discutíamos bastante.
¿Penta no tuvo ninguna implicancia en su salida?
No, porque entiendo que Mario no está involucrado en ninguna situación.
Pero participó en la compra del estudio al ministro Undurraga...
También influye, pero no es lo central.
El caso Penta comenzó a tomar fuerza en septiembre, con las boletas cuestionadas por el SII. ¿En el directorio se conversó antes sobre las implicancias para Andes Iron?
Por supuesto que se comentó, pero siempre en el entendido de que era algo lejano. Que éramos observadores de un problema que tenía alguien cercano y que nosotros no teníamos nada que ver.
¿Los coletazos de este caso pueden afectar la viabilidad del proyecto?
Nosotros estamos convencidos de que aquí no ha habido ningún hecho concreto que pueda sustentar una ilegalidad, porque no le hemos pedido ningún favor a ninguna autoridad, ni menos al ex subsecretario de Minería que hoy día está imputado. Nosotros no tenemos nada que ver, de verdad, con Empresas Penta. Yo no le reporto a las Empresas Penta, yo le reporto a un directorio y no tengo idea cómo funciona Penta, más que uno de los controladores del grupo es un accionista importante de esta compañía. Pero, en rigor, esta compañía se ha generado y se ha creado con las nuevas generaciones de las dos familias.
¿Los recursos de financiamiento provienen del Banco Penta?
No, para nada. No hemos tenido y espero no tengamos ninguna relación formal, ni administrativa o en términos financieros. Los recursos acá son financiados por los accionistas actuales. Hasta ahora se han invertido US$ 300 millones, considerando la compra del proyecto.
Pero más allá de que haya o no una ilegalidad de parte de la empresa, están en el escrutinio público. ¿Usted siente que igualmente el proyecto se puede hacer?
¿Nos afecta?, nadie podría contestar que no. Nos afecta y seriamente, porque lo que está en cuestión es un hecho grave, en mi opinión. Y más aún porque nos afecta el corazón de la visión que estamos intentando concretar. La propuesta de Dominga se sustenta en la transparencia e inclusión.
La decisión de ir a declarar voluntariamente se contradice con la estrategia de Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín de no hablar hasta que se abriera el expediente, ¿por qué lo hizo?
La administración estratégica y ejecutiva de Andes Iron no tiene nada que ver con ellos. Las decisiones importantes no se toman en relación a lo que pasa en Penta.
Pero hay lazos sanguíneos...
Eso es algo que no puedo desconocer, sin embargo, lo que puedo decir es que Carlos Alberto Délano estaba muy centrado en hacer su estrategia en el Grupo Penta.
¿VENTA?
¿Qué pasa con el proyecto, hoy está stand by?
Parados no estamos (la inversión), estamos golpeados. Las inversiones continúan, el estudio de impacto ambiental y la factibilidad, que son procesos complejos y largos, continúan. Andes Iron continúa navegando. Para nosotros es crucial no estar involucrados formalmente y hasta ahora hemos tenido muy buenas noticias, recibimos como una señal positiva que no fuéramos citados en la audiencia de formalización, hasta ahora.
Pero con esta coyuntura, ¿no cree que el proyecto se puede caer?
Me atrevería a decir que el proyecto Dominga no se va a caer, lo que se puede caer son los dueños del proyecto. Pero también las personas, los accionistas evolucionan. Yo veo que las generaciones jóvenes, con las cuales interactúo, relacionan a las familias que controlan este proyecto, tienen mucho interés en generar una empresa de la manera en la que estamos hablando. Entonces yo creo que sí es posible seguir adelante, pero estamos abiertos a la realidad.
¿La posibilidad de vender se ha conversado en el directorio?
Hay un clásico del mentiroso que dice no, pero es cierto que lo hemos discutido, usted se imagina las veces que lo hemos discutido.
Con las cualidades que ustedes destacan del proyecto, ¿podría interesarles a terceros?
Hemos llegado al convencimiento de que vamos a tener que buscar un socio, no por razones de esta coyuntura que estamos pasando, sino por la magnitud. El capital inicial es grande.