Por Débora Giorgi*
Pasaron 13 años, pero pareciera que sucedió ayer. El país y su industria sufrían la peor crisis de su historia moderna: el PB Industrial caía 11%, y la tasa de desempleo alcanzaba 21,2%. Nuestros jóvenes hacían cola en los consulados europeos. En sólo 13 años, menos de una generación, hoy podemos decir que pasamos de las fábricas cerradas a uno que, con industria, va hacia el desarrollo tecnológico.
¿Cómo fue posible ese cambio? Simplemente, porque, a la voluntad política, que define objetivos, se unió la capacidad de generar las acciones para realizarlos, y la fortaleza para perseverar en el camino elegido, más allá de los obstáculos, que no fueron pocos. Son los que sortearon y desafiaron, a su turno, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Y aún desafía nuestra presidenta.
Hoy tenemos una industria de pie. Nos podemos considerar un país industrializado, donde la participación de las manufacturas en la generación de riqueza es de 19% Tenemos una industria de pie porque trabajamos fuerte para tenerla, el Estado y los privados. Invertimos hasta llegar al 20% del producto bruto; fortalecimos el mercado interno; nos hemos relacionado con el mundo de manera inteligente.
Hoy podemos hablar de la industria del futuro. Hay temas para resolver, pero no está mal mirar el vaso medio lleno, porque un país se construye solo sobre la base de un optimismo inteligente. Para actuar, tenemos que pensar que nuestras acciones generarán algo mejor para las generaciones futuras.
Soy optimista. Implementamos las políticas para morigerar los efectos de la crisis externa. Podemos hablar del futuro sin caer en la ingenuidad, con hechos concretos. Mientras países desarrollados se vieron envueltos en castillos de fantasía del capitalismo financiero especulativo, y aún tratan de recuperar niveles de producción industrial previos a la crisis, Argentina está casi 14% por sobre esos parámetros.
Nos jugamos. Invertimos en máquinas y no en papeles financieros; poco a poco hemos incorporado tecnología, innovación y diseño en la industria.; modernos procesos para elaborar alimentos; maximización de recursos energéticos, recordando la estratégica decisión presidencial de recuperar YPF; fomento de nuevas tecnologías, con nuestro capital humano. Tres ejes que continuarán en rodaje. Por eso, no tengamos dudas: no hay camino de retorno al subdesarrollo.
*Ministra de Industria