Por: Alejandro A. Tagliavini (*)
Los precios del crudo tocaron mínimos en 5 años, Según los analistas, existe un 50% de probabilidad de que los contratos del WTI en marzo próximo queden por debajo de u$s 66,50. De momento, para Morgan Stanley el piso sería de u$s 43/b llegando a un promedio de u$s 70/b para 2015 y u$s 88/b para 2016.
Así, las 15 compañías más grandes del sector han visto caer en un 25% su capitalización bursátil en seis meses, perdieron u$s 500.000 millones, y descartaron o congelaron inversiones por unos u$s 150.000 millones, más de la cuarta parte de lo previsto para nuevas iniciativas o ampliaciones. La más afectada, Shell, vio bajar su capitalización bursátil unos u$s 80.000 millones, pero porcentualmente la más perjudicada fue Petrobras, que cayó más del 50%.
En cuanto a YPF, su "valor" descendió de u$s 18.000 a 10.000 sólo en lo que va de diciembre debido a sus proyecciones en Vaca Muerta. Es que el costo de producción, variable según la ubicación y composición de los yacimientos y otros factores, está en u$s 40/b para miembros de la OPEP y u$s 60/b para países no OPEP. Siendo el mercado global competitivo a partir de un precio de u$s 80/b, pero Vaca Muerta necesita al menos u$s 83/b para empezar y lograría desarrollo pleno a los u$s 110/b.
Países como Rusia, donde el petróleo y el gas representan el 68% de sus exportaciones y el 50% de sus ingresos fiscales, están sufriendo consecuencias en sus mercados y monedas. En la Argentina, el descenso del precio tiene un doble efecto: arruina los planes de Vaca Muerta, pero reduce la factura de energía en más de u$s 2.000 millones, y provoca una pelea entre Economía que quiere bajar el precio de la nafta y las provincias petroleras e YPF que pretenden que el precio regulado del barril se mantenga alrededor de u$s 80.
El "pico" del excedente podría darse el segundo trimestre de 2015, continuando con la baja de los precios. La OPEP recorta la estimación de la demanda por su petróleo en 2015 hasta quedar en 28.900.000 b/d, 1.100.000 b/d inferior a 2014. Entonces, si bien hubo un desarme en el mercado de futuros, China crecerá menos, Japón redujo su PBI y EE.UU. planea una suba en la tasa de interés, la causa básica en la caída del petróleo es la súper producción. ¿¡Cómo!?
En 1850, el 65% de la población de EE.UU. cultivaba la tierra. A medida que avanzaba la industrialización, los depresivos decían que, de continuar el éxodo de obreros hacia la ciudad, caería la producción de alimentos y aumentaría la población para alimentar en las ciudades, provocándose una hambruna. Hoy, gracias al desarrollo tecnológico, el 3% trabaja la tierra y no sólo aumentó el consumo, sino también la exportación. Estos mismos depresivos, que anuncian catástrofes al estilo Hollywoodense que terminarían con el planeta, luego dijeron que cuando se acabara el carbón la civilización desaparecería, pero vino el petróleo y lo reemplazó con más eficiencia, después dijeron que se acabaría el petróleo, ¡pero resulta que hay súperproducción!
Sucede que, dice la metafísica aristotélica, existe un orden natural hecho para crecer de modo que jamás el mundo -y menos la humanidad- podrá desaparecer. De algún modo, la naturaleza se las ingenia para desarrollarse: de hecho, el principal recurso humano es su razón, con la que crea tecnología capaz de potenciar hasta el infinito los recursos. Ahora estos agoreros, sin el argumento de la escasez de petróleo, aseguran que el mundo desaparecerá por falta de agua y van contra el responsable de la superproducción petrolera, el fracking que consiste en fracturar la piedra utilizando agua a presión, contaminada con unos 500 químicos, en una proporción de 632 barriles por cada 441 de petróleo.
Chile puede dar fe de cómo, a partir de la privatización del agua, se puede abastecer plenamente a un país con las tarifas más bajas de Latinoamérica. En cualquier caso, no es cierto que el agua falte, ya que las posibilidades tecnológicas superan las expectativas. Por caso, una planta de desalinización de agua de mar provee el 25% del consumo en 23 municipios de Barcelona. En Singapur se reprocesan las aguas servidas a través de un sistema de ósmosis inversa que, por medio de membranas, sólo deja pasar moléculas de agua.
(*) Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California