*Kenneth Bunker
Si habla como candidato presidencial, se mueve como candidato presidencial, y se prepara como candidato presidencial: es candidato presidencial. Si Sebastián Piñera no fuera candidato presidencial, no daría entrevistas sobre política coyuntural, no se referiría a los aspectos negativos del gobierno de turno y no estaría preparando un programa de gobierno. Pero en la extensa entrevista a Reportajes de La Tercera hace justamente eso:critica en duros términos la administración de Bachelet y deja entrever que el cónclave de Ranco tuvo como finalidad pavimentar el camino para el retorno de la centroderecha al poder.
Hasta ahora la oposición ha actuado de forma fragmentada, recurriendo a recursos de corto plazo, como críticas destructivas, para frenar la agenda del gobierno. No ha dado los resultados esperados. La irrupción de Piñera a la escena puede darle algo de tracción a la estrategia.Como líder de la centroderecha puede ocupar la vocería de su sector para cambiar la retórica hacia un relato enfocado en metas de largo plazo y críticas constructivas. Es la única forma para proponer una alternativa viable sin caer en descalificaciones que sólo amenazan con aumentar la desaprobación y disminuir las prospectivas electorales.
Sin embargo, la entrada de Piñera a la carrera también podría generar algunas externalidades negativas. Primero, porque como figura controversial de la oposición tendrá que enfrentar la resistencia de las facciones que se oponen a su regreso. El debate entre los piñeristas y los antipiñeristas generará fricciones innecesarias. Además, no es el único candidato con ambiciones electorales en la oposición.
La carrera presidencial comenzó hace rato y ya hay varios inscritos, entre ellos los senadores Allamand y Ossandón. Si ninguno de ellos cede espacio, naturalmente se deteriorará la convivencia dentro de la coalición.
Aunque todo apunta a que Piñera es el favorito, el camino para lograr la nominación definitiva no será fácil. Tendrá que lidiar con su propia coalición antes de entrar en tierra derecha. Aunque el propio Piñera sugiere que la nominación no debe ocurrir hasta fines de 2016, es irreal pensar que permanecerá inerte hasta entonces, pues él mismo sabe que cuanto antes se comienza, más altas son las probabilidades de lograr la nominación y de ganar la elección. Solo días después de perder en la segunda vuelta de 2006, anunció su candidatura presidencial para la elección de 2009, fortaleciendo significativamente sus prospectivas.
Si Piñera logra la nominación definitiva, tendrá que sortear algunso factores que estarán más allá de su control. Dado que las elecciones tienden a ser un plebiscito sobre la gestión del presidente, habrá mucha más atención puesta en Bachelet y en la Nueva Mayoría que en Piñera y en la Alianza. Si Piñera tiene suerte, los votantes evaluarán negativamente a Bachelet en las áreas en que él es más fuerte. En efecto, si el gobierno de Bachelet termina con una mala evaluación en lo económico, Piñera bien podría ser la mejor apuesta de la oposición para volver al poder.
*Analista Político