Por Merino Soto.
La abrupta baja del barril de petróleo de 100 dólares a los actuales 60, generó un fuerte cimbronazo en las economías mundiales que quizás se verán beneficiadas, pero ocasionó un efecto negativo para las energías no convencionales. Una de ellas es la del biodiésel, que empezó a parar su producción y no descarta el cierre de fábricas hasta que el negocio se vuelva más competitivo. La situación para las plantas locales se agrava más con el cierre desde hace un año del mercado Europeo, principal importador del producto.
Y si de malas noticias se trata, ayer la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), señaló que no ven en el corto plazo una recuperación de los precios sino por el contrario que siga a la baja, y que recién a fines de 2015 habrá valores que rondarán entre los 70 a 80 dólares, pero que será difícil de volver a ver los 100 dólares que supo estar siempre. Encima, Arabia Saudita -principal productor de petróleo- sostuvo que esta lista para incrementar su producción.
Para entender mejor la situación, hay que decir que el biodiésel es usado para mezclar con gasoil, dado que éste último tiene un valor muy alto y que llego a estar a inicios de año muy cerca de los u$s1.000 la tonelada. Tras la baja combustible fósil, el gasoil vale ahora 550 dólares. El derrumbe de casi el 50%, hace que los compradores externos ya no demanden el producto derivado de la soja o la palma, ocasionando la merma y por ende el freno a las industrias.
Un paliativo podría ser que la materia prima (aceite) caiga 200 dólares de los 700 que actualmente cotiza, “pero el precio del aceite se ve mas firme que el año pasado debido a que no se estima un importante crecimiento en el aceite de palma, principal competidor. Sólo ésto podría ser que el negocio sea rentable” dijo el director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, Claudio Molina
El hecho es tan grave que “ni siquiera eliminando las retenciones, se podría salir de esta crisis”, advirtió Molina. No piensa lo mismo el asesor externo de la Cámara Argentina de Biodiésel (Carbio), Gustavo Idígoras, quien sostuvo que “una baja de cinco puntos en los actuales 15,5%, permitirían volver a exportar”. Fuentes oficiales confirmaron a este diario que se está estudiando una nueva merma en los derechos de exportación en el corto plazo.
Sin embargo lo que mas necesita el sector es tener la posibilidad de poder cerrar contratos a través de posiciones diferidas, es decir construir un esquema de exportación para los siguientes meses pero sin que éstos tengan una modificación de las retenciones.
Todo indica que el 2015 se presenta complicado e incierto para las grandes compañías, que supieron no sólo invertir fuerte sino también verse favorecidas por las políticas de éste gobierno; como es el corte obligatorio del 10% en el mercado interno. Quizás sea el momento de que funcionarios y empresarios busquen alternativas de solución. La elaboración de biodiésel representa una oportunidad de agregar mayor valor a la soja y por ende mayores ingresos de divisas.
La OMC inició el debate por el cierre de la UE
La Organización Mundial de Comercio (OMC) inicio días atrás el panel por la denuncia que presentará la Argentina ante el cierre del mercado europeo a las importaciones de biodiésel desde Argentina.
Se trata de un paso importante pero que tendrá una solución no inmediata. Según el asesor externo de la Cámara Argentina de Biodiésel (Carbio), Gustavo Idígoras, recién en noviembre próximo la OMC presentará su primer informe, y la apertura estaría lista en julio de 2016.
Los problemas de los exportadores locales comenzaron en abril de 2012, cuando tras aprobarse la expropiación del 51% de las acciones de YPF en manos de Repsol, España comenzó a generar nuevas normativas para reducir la compra de biodiésel argentino hecho con soja.
Desde ese momento se aplico un impuesto antidumping desde fines de noviembre de 2013 fijado en 24,6% – entre 216,6 y 245,6 euros por toneladas-, con la justificación de que la Argentina estaba vendiendo el producto por debajo de su costo de producción. La Argentina tiene todas las de ganar, pero para eso falta mucho.
Otra opción es también la apertura del mercado norteamericano, pero es más complicado. Si bien actualmente algunas empresas envían el biocombustible al país del Norte, pero el mismo es mezclado con otros combustibles que luego es usado en calderas; sin embargo, el volumen es ínfimo y se da en condiciones inferiores dado que se paga un alto arancel.
Para poder estar en igualdad de condiciones con la industria norteamericana es necesaria la aprobación de los créditos ambientales (RIN, por sus siglas en inglés). Dichos certificados son autorizados por la Agencia de Protección Ambiental (EPA). Este documento le permite al importador tener ventajas impositivas. Éste ya tiene el visto bueno, pero es negado debido a la presión que ejerce la Asociación de Productores de Soja y la Asociación Nacional de Biodiésel de EE.UU. El mismo se agrava tras la pelea que hay entre el Gobierno y los fondos buitres.