El lunes de esta semana se dio a conocer el Informe de Política Monetaria (IPoM) que elabora el Banco Central y que opera como una de las voces más autorizadas para evaluar el ritmo de la economía en Chile. Como era de esperar, el país sigue por una senda de menor crecimiento económico –lo que comúnmente se llama desaceleración– y se estima que este año la economía crecería un 1,7%. También se corrigió hacia la baja la proyección para el 2015, la que se sitúo en la banda 2,5% – 3,5% (debajo del potencial de 4,5%).
En este análisis, es importante examinar bien los datos y, de cierto modo, interrogar a esta desaceleración económica. Si hacemos el ejercicio de aterrizar las cifras y ponerle rostro a esta coyuntura económica, se advierte un escenario muy particular.
En efecto, un examen más fino muestra que el negocio de la banca ha generado excedentes puros para sus dueños (ganancias una vez descontados todos los costos y gastos) de más de $2.000.000.000.000 (más de 3,2 millones de dólares, esto es, un 40% de la reforma tributaria en régimen). Al comparar con igual período de 2013, se trata de un crecimiento de 35,1%. Además, la rentabilidad sobre el patrimonio antes de impuestos llega a 20,13% (hace 12 meses fue 17,46%).
En las Isapres, el panorama es aún mejor. Sus ganancias suben un 51% respecto a igual período 2013 y el superintendente de la cartera las califica como “las más cuantiosas de la década“.
Por su parte, las AFP siguen generando ingentes sumas de utilidades para sus accionistas. En los primeros 9 meses acumulan $244.882.000.000 y cinco de las seis AFP aumentan sus ganancias en un 16%.
En el retail, las noticias también son positivas: Walmart, el gigante supermercadista –donde hoy sus trabajadores están en huelga– obtuvo en Chile una ganancia (EBITDA) de $213.000.000.000, lo que es un 16% más a igual período 2013. En el Caso de Cencosud Chile, la venta en locales equivalentes sube un 4,4% a igual período 2013.
Entonces, ¿quién se desacelera cuando Chile se desacelera?, ciertamente, no son los mayores grupos económicos y sus dueños, los llamados ultra-ricos. De hecho, de acuerdo al informe de la organización Wealth X, en conjunto con la Unión de Bancos Suizos (UBS), se advierte que los ultra-ricos chilenos incrementaron su riqueza en un 15,4% en lo que va del año 2014. El grupo al cual se refiere el informe, es parte del 0,01% más rico de Chile, quienes –de acuerdo al estudio de los profesores López, Figueroa y Gutiérrez– tienen un ingreso mensual por persona de $459.000.000.
La desaceleración a la chilena, nos debe conducir a una reflexión más profunda: la dinámica de la acumulación. Por más de 30 años, la política económica se ha supeditado a los intereses del gran empresariado, especialmente el ligado a los circuitos financieros, y ha fijado una hoja de ruta altamente cuestionable. Cuando Chile crece, los que más se benefician son los más ricos (una relación cada vez más directa) y, al revés, cuando Chile decrece, o cuando Chile “se desacelera“, quienes más se favorecen, también son los más ricos. Esta hoja de ruta, sellada entre el empresariado y la élite política, ha impulsado una acumulación de ingresos por la vía de la desposesión.
Desposesión que se expresa nítidamente en las cifras: de acuerdo a los datos de la última encuesta de ingresos, el 70% de los trabajadores percibe menos de $425.000 líquidos y vive altamente endeudado. Además, 9 de cada 10 pensiones de vejez pagadas por las AFP son menores de $145.000 (65% del salario mínimo). En sencillo: unos acumulan a costa del infravalor del trabajo de otros (de una gran mayoría de trabajadores).
La desaceleración “macro” (para distinguirla del excelente panorama descrito anteriormente y del cual gozan los ultra-ricos), es también consecuencia de esta estrategia: la creación de empleo precario, inorgánico y con salarios contenidos. En los últimos 4 años y medio, se han creado 970 mil empleos, pero el 77% (3 de 4) son de escasa calidad: subcontrato, cuenta propia no calificado y de pocas horas, familiar no remunerado y servicio doméstico.
El modo de acumulación, fundado en la desposesión, se acompaña por una estrategia de desarrollo sin una matriz productiva sostenible. El cobre y la explotación de recursos naturales sin mayor valor agregado. La baja en el precio del cobre es evidente: en noviembre de 2010 se pagaban 384 centavos de dólar por libra de cobre, en 2011 eran 342, en 2012, 350, en 2013 son 320 y ahora en 2014, 304. De alguna manera, Chile es un país commodity dependiente, y en particular uno China dependiente. Pero de eso no se discute. Raro.., ¿quienes ganan con esta estrategia de desarrollo?
Interroguemos a la desaceleración y al IPoM. Mientras el país continúe con los actuales niveles de desigualdad y concentración económica, bastará una mínima coordinación para que los ultra-ricos quiten el pie del acelerador, posponiendo sus inversiones y provocando un ambiente de caos ante el cambio, ante la sola sensación de perder un peso en su tasa de ganancia. Este es el famoso Chile de la OCDE.