Las bajas sucesivas del precio del petróleo y del cobre han traído buenas y malas noticias para la economía chilena. Como compradores netos de crudo, somos beneficiados, pero como exportadores del metal rojo, el efecto es contrario.
Pero además, llegan en un momento inoportuno, cuando la desaceleración ya es un hecho de la causa. Por eso, en el mejor de los casos, el efecto combinado de ambas bajas conduce a un resultado plano, de suma cero, prolongando el ciclo de bajo crecimiento, al menos por el primer semestre del próximo año.
Según estimaciones del ex ministro de Hacienda, Felipe Larraín, por cada dólar que baja el barril de petróleo crudo, el país se ahorra unos US$30 millones en importaciones. Pero por cada centavo de dólar que cae la libra de cobre, el país deja de percibir unos US$60 millones.
La caída del precio del crudo ha permitido una baja sostenida en el precio de los combustibles, luego de varios meses de alzas que complicaron las proyecciones de inflación para este año. El presidente del Banco Central, Rodrigo Vergara, calificó como sorpresivo el salto del IPC a una tasa anualizada del 5,7%, por encima del centro del rango meta del instituto emisor, que se ubica en un 3 por ciento.
"Hemos tenido una serie de sorpresas inflacionarias en los últimos trimestres, debido al incremento en los precios de productos energéticos y de los alimentos, pero esperamos volver al rango meta hacia el segundo trimestre del próximo año", expresó Vergara.
Mientras tanto, otra buena noticia es que la baja en el precio del cobre de esta semana (a menos de 3 dólares por libra del metal), gatilló un alza del dólar en el mercado interno, beneficiando con ello a los exportadores, sobre todo agrícolas y frutícolas que dependen crucialmente de la evolución del tipo de cambio.
Es más, los propios exportadores del metal rojo se benefician de manera colateral con el alza de la moneda estadounidense. Por el mismo volumen vendido, obtienen más pesos, al cambiarlos por cada dólar que reciben afuera.
El viernes pasado, la divisa norteamericana se cotizaba a 612 pesos por unidad, cifra superior en 5,5% respecto del nivel observado un mes atrás; y 16% más que hace un año. Para el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, este incremento representa uno de los motores de la economía chilena. Otro sería la baja del precio del petróleo, que no solo reduce los costos de los combustibles en el transporte, sino también en las empresas y generadoras eléctricas que usan este insumo.
Según Arenas, los otros dos motores que ayudarían al crecimiento son el incremento del gasto público, que actúa como una herramienta contracíclica; y por último, el esfuerzo político que el gobierno denomina alianza público-privada.
A esta pretendida alianza, el decano de Economía de la Universidad Mayor, Felipe Morandé, calificó como "una falacia", porque a su juicio, carece de sustancia. En su opinión, los llamados del gobierno al sector privado para colaborar con la reactivación se contradicen con los hechos, ya que "no hay ningún proyecto del gobierno, que no tenga un sesgo estatista".
De este modo, Morandé dibujó un panorama gris para el próximo año, debido a la incertidumbre que a su juicio ha generado "la lluvia de reformas que pretende realizar el gobierno". Aseveró que esto "no es gratis desde el punto de vista de las expectativas de los empresarios e inversionistas".
Tanto para Felipe Morandé como para el ex titular de Hacienda Felipe Larraín y otros economistas de oposición, las causas de la desaceleración son internas y no hay que buscarlas fuera del país. Por este motivo, proyectan que el crecimiento de la economía chilena será este año inferior al 2%; y que en 2015 será igual o menor que 3%. Una cifra que podría haber confirmado el débil Imacec de octubre de 1,5% informado ayer por el Banco Central.
Así y todo, reconocen que la tendencia a la baja del precio del cobre y del petróleo tiene un origen externo, pero aseguran que ya están provocando efectos en el país.
En este sentido, Larraín sentenció que el "superciclo de los commodities está llegando a su fin, debido a la menor demanda por estos productos en China y otros países asiáticos", Advirtió que este panorama es riesgoso para Chile, porque un cuarto del total de sus exportaciones van al país asiático y casi el 50% a Asia.
Mientras tanto, a nivel internacional se observa un mayor dinamismo en la economía de Estados Unidos, país donde se han estado retirando los estímulos monetarios y, por otra parte, la prolongación de las dificultades en países europeos. Dice que para que estos últimos puedan retomar un mayor ritmo económico, se podría aplicar una política de estímulo monetario, al revés de lo que ahora está haciendo Estados Unidos.
Rodrigo Vergara adelantó que el próximo año seguirá observándose un fortalecimiento del dólar a nivel internacional, con el consecuente efecto de depreciación del peso chileno. O lo que es lo mismo, con un alza del tipo de cambio. Sin embargo, el presidente del Banco Central reconoce que la "la recuperación en Chile ha sido más lenta que lo esperado" y que no sería sorpresa que en los próximos meses "volvamos a hacer un ajuste en las proyecciones de crecimiento" para 2015. Entre otras cosas, porque las inversiones siguen estancándose.
Así como ocurre con otras variables que provocan efectos colaterales o secundarios, en el caso del menor gasto en inversiones, la buena noticia -a estas altura un premio de consuelo- es que la desaceleración condujo a una disminución en la cuenta corriente (de la balanza de pagos) del país, lo cual es muy bien mirado por los inversionistas y prestamistas extranjeros. Esta situación da cuenta de una mayor estabilidad respecto de otros países exportadores de materias primas, a los cuales también les han bajado sus ingresos por exportaciones y, sin embargo, aún no hacen un ajuste en su cuenta corriente.
No lo dijo Rodrigo Vergara, pero según lo investigado por La Segunda, en el seguimiento del entorno regional que realiza el instituto emisor, se advierte que uno de los países que no ha hecho la tarea de ajustar su cuenta corriente (balance entre los flujos corrientes que entran y salen del país, donde se incluye la balanza comercial) y que probablemente se verá obligado a inducirlo el próximo año es Perú.
Este país vecino también sufre los efectos de la caída en el precio de sus productos de exportación, donde destacan el cobre y otros minerales, como también el petróleo y el gas natural. Mientras tanto, la demanda interna en el vecino país sigue fuerte, porque la economía mantiene un ritmo de expansión a una tasa cercana al 6%. "Pero los efectos se notan en las cuentas externas, con un déficit en cuenta corriente superior al 5%", señaló un analista del instituto emisor.
En contraste con lo anterior, agregó que Chile ya hizo el ajuste, paradójicamente gracias a la disminución del gasto en inversión y por el solo hecho que está creciendo a una tasa menor, de apenas 2% anual. Pero su déficit en cuenta corriente es de 1,9%, lo cual es bien mirado a nivel en el exterior, "porque muestra la solidez y la estabilidad del país, desde el punto de vista de su capacidad de cumplimiento de los compromisos internacionales".
Por eso quizás, el país esta semana se dio el lujo de emitir un nuevo bono soberano, por el equivalente a US$ 2.052 millones (una parte en dólares y otra en euros), con una tasa de interés de 3,18%, apenas 90 puntos base de spread (diferencia) por sobre la tasa que paga un bono del Tesoro de Estados Unidos, a 10 años. Parte de esta nueva emisión fue destinada a la recompra de deuda chilena que estaba denominada a una tasa más alta.
Aunque el país no tiene problemas financieros, ni tampoco la necesidad de salir a endeudarse, los analistas señalaron que el objetivo del gobierno con esta emisión fue "sondear el nivel de confianza de los inversionistas externos y le fue muy bien". A su vez, como efecto demostración, aquellos que se atrevieron a comprar el bono soberano "ahora quedan en condiciones de transmitir su experiencia a otros actores, para que se atrevan a aumentar su exposición en el país, con más capitales y nuevos proyectos".
A lo anterior se agrega una opinión compartida, en distintos sectores, de que la posición fiscal del país sigue siendo sólida. A partir del próximo año ésta se verá reforzada con los mayores ingresos que arrojará el aumento de impuestos que contempló la reciente reforma tributaria. "Ello, a pesar del malestar que esta reforma produjo entre los grandes empresarios y que en buena medida está afectando a la inversión, al menos hasta que en un par de años más éstos logren despejar las dudas y se ajusten a las nuevas exigencias impositivas", señaló un analista de gobierno.
Si el país quiere volver a crecer al 5% o más, es necesario echar a andar un motor más poderoso que los cuatro mencionados por el ministro Arenas: la inversión. Ésta ha estado cayendo sistemáticamente en los cuatro últimos trimestres, desde octubre de 2013 en adelante. Acumula una baja del 19,4%, cifra que tiene preocupados de igual manera a gobierno y oposición.
Según la economista del Instituto Libertad y Desarrollo, Cecilia Cifuentes, "los problemas políticos internos afectan en mayor magnitud que la situación externa", lo que la lleva a deducir que mientras éstos no sean controlados, el país seguirá teniendo una baja tasa de crecimiento.Por lo tanto, si bien la economía internacional puede seguir presentando dificultades, lo más relevante para esta economista es que internamente se tomen medidas correctivas.
"Si pensamos en una mantención de los niveles actuales de precio del cobre y del petróleo, la caída del precio de este último producto sería de más de 30% y la del cobre de menos de 10%. Sin embargo, el cobre es mucho más significativo en nuestro comercio exterior, por lo que la compensación del petróleo es sólo parcial", señaló Cifuentes.