Esperó pacientemente a que expusiera el presidente de la Corte Suprema, Sergio Muñoz, y la líder del Senado, Isabel Allende. Así, tras casi una hora en el escenario de Enade, Michelle Bachelet comenzó su intervención.
Su discurso se basó en entregar señales claras de tranquilidad hacia el mundo empresarial, que en los últimos días ha manifestado preocupación respecto de la agenda del Gobierno, particularmente con la última iniciativa comprometida, que es la reforma laboral.
Durante su intervención, la mandataria destacó el diálogo que ha sostenido su Gobierno con la CPC y la CUT, el fin del multirut y el acuerdo para lograr un salario mínimo de $250.000 a enero de 2016. También puso énfasis en que las reformas se llevarán a cabo, porque están comprometidas en su programa y defendió los cambios en la institucionalidad laboral que vienen.
Ya en las primeras líneas, Bachelet marcó el tono. “No habrá desarrollo social sin una economía productiva y dinámica. Pero (…) se requiere también de las condiciones sociales, políticas e institucionales adecuadas”, señaló la mandataria al explicar que las transformaciones son condiciones indispensables para el futuro del país. “Chile no parte de cero”, continuó la mandataria, en referencia a las críticas refundacionales que han surgido constantemente desde la oposición. Sin embargo, argumentó que el entramado institucional y político actual “no puede canalizar adecuadamente esas nuevas energías y realidades sociales”.
De igual manera, Bachelet reconoció que los cambios institucionales generan “algún grado de incertidumbre” y que la respuesta para enfrentar el problema es “más trabajo y más diálogo”. La mandataria agregó: “Prefiero asumir y conducir las inevitables divergencias que crean las reformas que hay que hacer, antes que aceptar resignada que se frustre esta oportunidad de desarrollo”.
Bachelet además defendió que el proceso de reformas se esté llevando a cabo en medio del escenario de la desaceleración, que declaró, “más allá de sus cruciales factores externos, es también el efecto de que en el último tiempo no hayamos proyectado a largo plazo las condiciones sociales y productivas que hacen posible el crecimiento sostenido de nuestra economía”.
La jefa de Estado intentó refutar el argumento de parte de la oposición y también del mundo económico, detallando que el escenario no es propicio para las reformas. “Decir que no es el momento, atendiendo a una coyuntura, en lugar de comprender las condiciones estructurales de nuestra sociedad (…) es una falta de visión que Chile no se puede permitir”, subrayó.
Bachelet quiso aprovechar el momento para interpelar a los presentes: “No hemos estado ni estaremos en una política de hostigamiento hacia el sector empresarial. Tenemos tantos desafíos en común: hacer de Chile un país más desarrollado y que esto se traduzca efectivamente en mayor igualdad de oportunidades a todos nuestros compatriotas”.
Respecto de las críticas de los empresarios a través de los medios de comunicación, Bachelet afirmó: “La descalificación renta quizás en los titulares inmediatos, pero lo que hace la diferencia es la capacidad de encontrarse en el trabajo”.
La jefa de Estado insistió que la base de su proyecto está en el diálogo, poniendo como ejemplo la reforma educacional, en la que indicó que se ha escuchado a todos los actores. Incluso indicó que las puertas de La Moneda están abiertas, pero detalló que la conversación entre las partes debe ser sin descalificaciones, con “reglas básicas de responsabilidad y de respeto a las que no renunciaremos”.
Hacia el final de su discurso, la Presidenta emplazó a los empresarios a cuidar el clima político. “Este llamado incluye a la clase política en general y también a ustedes que son actores no solo del crecimiento y la inversión, sino también del clima social”, concluyó.
El Presidente de la CPC explicó que, desde los gremios se busca más certeza, una agenda laboral gradual y una pronta solución a los conflictos en la Araucanía.
"La estabilidad de las sociedades se pone en riesgo cuando el cambio se transforma en un valor más allá de los contenidos". Esa fue una de las frases que el presidente de la CPC, Andrés Santa Cruz usó en una dura intervención en Enade tras el minsitro de Hacienda, Alberto Arenas.
"Volvamos a los hitos del 2014… El principal acontecimiento político fue la llegada a La Moneda de una nueva coalición gobernante, que se ha propuesto llevar adelante transformaciones profundas en materia económica, política y social. La estabilidad de las sociedades se pone en riesgo cuando el cambio se transforma en un valor más allá de los contenidos. Por eso, y por la magnitud de dichos cambios, todos esperábamos precisión técnica en las propuestas, diálogo abierto sobre sus efectos y un razonable trazado político para su adecuada implementación. Cuando se intentan grandes reformas, se requiere excelencia en el diseño y la ejecución, amplios acuerdos para su aprobación y gradualidad en su implementación", señaló.
Gradualidad, discusión y mas tiempo fueron las cosas que pidió el timonel empresarial, poniendo énfasis en la crítica a las señales que ha dado el gobierno sobre la agenda laboral. "Los cambios en el mercado del trabajo deben responder a los tiempos que hoy se viven", dice Santa Cruz.
Santa cruz también dijo que erea necesario una solución a los conflictos a la Araucanía y, en una de sus frases más aplaudidas dijo, enfático: "Reclamamos la vigencia del Estado de Derecho y el imperio de la ley".
"El desarrollo sólo se logra en las sociedades que son capaces de combinar la tradición con el cambio. Que entienden que el verdadero desarrollo es aquél que agrega, no reemplaza. Que no se obsesionan con buscar los “en vez de”, sino en generar nuevos “además de”. Que no sustituyen lo privado por lo público, sino que los hacen colaborar de mejor manera", concluyó Santa Cruz.
PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA CPC, ANDRÉS SANTA CRUZ, EN ENADE 2014: CREAR SOCIEDAD - CREAR PROSPERIDAD - PERSPECTIVA EMPRESARIAL
27 de noviembre de 2014
• A pocas semanas de terminar el 2014, me atrevo a afirmar que este año no dejará indiferente a nadie, debido a la relevancia de los acontecimientos sociales, políticos y económicos que hemos vivido y las lecciones que podemos sacar de ellos. Hay momentos en la historia de un país en que su destino se juega en la estatura de las decisiones que toma y en la forma en que se resuelven sus conflictos. Creo que estamos viviendo uno de ellos.
• Quiero partir por el tema más cercano como empresario y dirigente gremial, pero a la vez el más doloroso. Me refiero a los abusos de los que han sido acusadas algunas empresas del sector privado. Como siempre he dicho, condenamos enérgicamente y sin vacilar todos los actos que atentan contra la ley, la ética, la transparencia y la confianza.
¿Qué implica esto en la práctica? Implica que a nivel institucional, no podemos quedarnos impávidos. En caso de comprobarse una conducta ilegítima, la Asociación Gremial correspondiente debiera tomar acciones ejemplares contra los socios involucrados.
No podemos desconocer el grave daño que se le hace, en primer lugar, al país y, en segundo término, al empresariado, cuando uno de nosotros comete faltas contra la verdad, la justicia o la libre competencia. Por lo mismo, seamos valientes a la hora de enfrentar estos hechos. Aquí no hay ni habrá espacio para las defensas corporativas, de los amigos, ni de los parientes. ¡A ponernos los pantalones!
Pero de la misma forma, rechazamos categóricamente la caricatura del sector privado que algunos sectores políticos y de la sociedad tratan de hacer a partir de estos hechos. En la cultura y el ADN de los empresarios y emprendedores está contribuir al desarrollo de nuestro país. Porque somos parte de Chile y nuestra historia es la historia de Chile.
En un país con instituciones fuertes y serias como el nuestro, es una estrategia miope vilipendiar el rol de la empresa, como también lo es hacerlo respecto del rol del Estado. Los empresarios no podemos permitir que se construya un relato que no reconozca nuestro aporte o que destruya nuestra imagen. No podemos permitir que se nos pretenda excluir de áreas claves como educación o salud. Ni menos criminalizar al sostenedor que desarrolla un emprendimiento educativo por el cual recibe legal y legítimamente una justa retribución. No podemos permitir tampoco que se instale la percepción de abuso generalizado. Eso no es así. ¡Basta!
La defensa de la empresa como uno de los pilares fundamentales de nuestra sociedad, la colaboración público-privada y el aporte de los empresarios al diseño de buenas políticas públicas, está en nuestras manos: en la de las organizaciones gremiales y en la de cada uno de ustedes.
¡Los empresarios no podemos ser espectadores de lo que pasa en nuestro país! No se puede seguir sentado frente a un escritorio esperando que otros nos representen, nos defiendan, nos convoquen. Chile ha cambiado diametralmente estos últimos 25 años y ha surgido un nuevo país lleno de oportunidades y de emprendedores. Hay una nueva generación que está creando y renovando las empresas. Pero eso de poco vale, si no se trasforma en una fuerza colectiva que impulsa dichos cambios al resto de los sectores del país y trasunta los valores que son tan propios de la empresa: el riesgo, la innovación, la perseverancia, el trabajo en equipo y el liderazgo. Son ustedes, especialmente los más jóvenes, los llamados a involucrarse más activamente en la promoción de las ideas que sustentan las sociedades libres y democráticas.
La sociedad organizada es la que tiene voz y capacidad de influir. Desde lo colectivo se engendra el diálogo y la posibilidad de escuchar y ser escuchados. Por eso, es fundamental el rol de los gremios empresariales. ¡A ocupar los espacios, a estar presentes en el debate, a aportar ideas y a contribuir al sueño de un Chile mejor y más justo! Ese es nuestro desafío.
• Volvamos a los hitos del 2014… El principal acontecimiento político fue la llegada a La Moneda de una nueva coalición gobernante, que se ha propuesto llevar adelante transformaciones profundas en materia económica, política y social. La estabilidad de las sociedades se pone en riesgo cuando el cambio se transforma en un valor más allá de los contenidos. Por eso, y por la magnitud de dichos cambios, todos esperábamos precisión técnica en las propuestas, diálogo abierto sobre sus efectos y un razonable trazado político para su adecuada implementación. Cuando se intentan grandes reformas, se requiere excelencia en el diseño y la ejecución, amplios acuerdos para su aprobación y gradualidad en su implementación.
En el mes de abril, ingresó al Congreso el Proyecto de Ley de Reforma Tributaria con radicales modificaciones al sistema impositivo chileno. Desde el inicio, nuestra posición como CPC fue clara: Chile necesita mayores recursos para mejorar su educación. Y nos propusimos ser aliados de aquellas buenas políticas públicas que avanzaran en mejorar el sistema educativo.
Esperábamos un proyecto tributario que, junto con lograr la recaudación de fondos permanentes para gastos permanentes, incentivara la inversión y el ahorro. Y una apertura al diálogo que permitiera buscar las mejores alternativas para alcanzar ese fin. Pero vaya sorpresa la que nos encontramos… A poco andar, empresarios, expertos, economistas, líderes de opinión y parte importante de la ciudadanía tuvimos que advertir que los cambios que se proponían tendrían efectos críticos en la inversión, el crecimiento, el empleo y el bienestar de las personas. ¡Y de diálogo, ni hablar..! Finalmente, una vez en el Senado, se dio el tiempo y el espacio para llevar adelante una discusión más profunda en el seno de la Comisión de Hacienda, lo que culminó en un acuerdo que reflejó una actitud dialogante de sus protagonistas, lejos de la pequeñez de tratar de imponer una postura particular. ¡Bien por retomar el diálogo y privilegiar los acuerdos!
Aunque la nueva reforma tributaria introdujo mejoras respecto de un proyecto original malo, ella no elimina las significativas dudas respecto de su aplicación y los efectos negativos sobre la economía.
En medio de un clima de creciente incertidumbre, se inició la discusión de otras materias que también han afectado al ambiente de estabilidad que el crecimiento y las inversiones requieren. Me refiero, por ejemplo, a las propuestas de reforma del Sernac, al sistema de pensiones, a las Isapres, al Código de Aguas… Y suma y sigue.
No estamos contra los cambios, pero cambios que perfeccionan, no que sólo le dan el gusto a los que gritan.
La otra Reforma de envergadura es la Educacional. Como señalé, es una buena noticia que la educación esté en el primer lugar de la agenda y que exista un acuerdo transversal en los objetivos de mejorar su calidad desde los primeros años de vida, evitar toda clase de discriminación arbitraria, fomentar la inclusión social y lograr una efectiva igualdad de oportunidades. En estos fines siempre seremos aliados.
Los instrumentos que se escojan para conseguir tales objetivos deben ser coherentes con los pilares de nuestra sociedad, que reconocen la dignidad de la persona y su libertad como valores esenciales.
Si lo que se busca es potenciar la posibilidad de las familias de escoger el tipo de educación que recibirán sus hijos, se requiere fomentar la diversidad de proyectos educativos y dotar al sistema de las capacidades necesarias para desarrollar proyectos atractivos y de calidad, motivando el esfuerzo de profesores, alumnos, apoderados y sostenedores. Medidas que imposibilitan la incorporación de nuevos proyectos educativos o que imponen requisitos que hacen muy difícil la permanencia de algunos ya existentes, sin consideración alguna a los resultados de aprendizaje de sus alumnos, van en la dirección contraria a los objetivos buscados. Creemos que es clave mirar con mucha más prioridad lo que ocurre en el aula, y centrar los esfuerzos en mejorar y apoyar la labor del profesorado.
Nos preocupa el clima de polarización que se ha ido generando en torno a esta reforma que, en vez de convocar a todos y contribuir a la colaboración público-privada, está dividiendo a la sociedad y oponiendo un tipo de colegios frente a otros, unas universidades frente a otras. Un régimen mixto de educación como el que tenemos en Chile desde hace más de cien años, supone reconocer el igual valor de todo tipo de sostenedores e instituciones, misiones y proyectos, que cumplan con las exigencias de la ley y presten un servicio educacional de acuerdo con los estándares definidos por la autoridad.
Urge despejar las incertidumbres y mejorar los contenidos de las reformas educacionales propuestas. La última esperanza es que en el Senado prevalezca la sensatez y el espacio de diálogo necesarios para impulsar cambios que verdaderamente beneficien al país y a las futuras generaciones.
Entre esos cambios, uno fundamental es el mejoramiento de las oportunidades de formación técnico profesional en el nivel de la enseñanza media y superior. ¡Cuánto echamos de menos esa discusión que es vital para el país y el futuro de un sector creciente de nuestros jóvenes!
También se anuncian cambios en materia laboral. Más empleo, mejor calidad del empleo, mejores remuneraciones y más productividad, son los objetivos que debiera perseguir una agenda laboral. ¿Se logra esto con sindicatos monopólicos o con prohibir que se reemplacen trabajadores que se han ido a huelga abandonando actividades críticas? ¿Son estos los mecanismos para elevar la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral? ¿O para lograr que más jóvenes puedan trabajar al tener opciones que se adaptan a su realidad? ¿Dónde está la capacitación?
Los cambios en el mercado del trabajo deben adecuarse a las necesidades y demandas de los tiempos que corren, buscando mejorar el marco en que se desarrollan las relaciones laborales, además de avanzar en nuevas formas que flexibilicen las relaciones de trabajo, como es la modificación al sistema de indemnizaciones por años de servicio.
Y si de falta de certezas se trata, el 2014 también ha estado marcado por la mayor de todas las incertidumbres, aquella generada por la anunciada Reforma Constitucional. Siempre perfeccionar la democracia y las reglas de una nación es una oportunidad, cuando se hace bien. Pero es un error caer en la ingenuidad de creer que para avanzar hay que desmantelarlo todo, en ese afán de cambios refundacionales y precipitados, que a ratos aparece en algunos círculos radicalizados.
“El progreso consiste en conservar aquella esencia del ayer que tuvo la virtud de crear este hoy mejor”, decía Ortega y Gasset.
• Otro tema que ha marcado el 2014 dice relación con la situación de La Araucanía. Si bien el conflicto, la violencia y la desmejorada realidad económica y social de esta región se arrastran por décadas, este año el tema logró tomar la preponderancia que se merece y colocarse como prioritario a nivel nacional. Su solución debe convocarnos a todos.
Los atentados contra la vida de las personas, los asaltos a mano armada, la violación a la propiedad privada, no pueden seguir en la impunidad. Reclamamos la vigencia del Estado de Derecho y el imperio de la ley.
• En materia económica, tampoco deja indiferente a nadie el proceso de desaceleración que este año 2014 ha vivido nuestra economía, y en el que inciden varios factores externos e internos.
No podemos desconocer que uno preponderante es la incertidumbre generada por la amplia agenda de reformas, lo que ha tenido efectos anticipados en la inversión.
Mientras en política macroeconómica Chile está en la frontera de la mejor práctica internacional y existe un importante consenso interno respecto a ellas, a la hora de avanzar en políticas microeconómicas y sectoriales nos hemos quedado atrás, existiendo rigideces, trabas, mercados con escasa competencia y debilidades profundas en innovación y emprendimiento. Todo esto ha derivado en un bajo nivel de productividad en los últimos años.
Con la nueva carga impositiva a nivel corporativo, se hace indispensable apuntalar la productividad de nuestras empresas para recuperar la pérdida de competitividad que el alza de impuestos traerá consigo.
Hoy nuestra competitividad se ve también fuertemente afectada por las dificultades de costo y abastecimiento energético que enfrentamos.
Parece que no estamos dispuestos a que nos toquen el barrio, la comuna, nuestro entorno. Pero es indispensable realizar los proyectos en algún lugar, para avanzar efectivamente en una matriz energética diversificada y competitiva, que potencie el recurso hídrico del que nuestro país dispone en abundancia, a bajo costo y limpio. El desarrollo sostenible pasa necesariamente por la preocupación permanente por el medio ambiente y las comunidades, a quienes hay que consultar y respetar ante todo.
La creciente oposición a todo tipo de proyectos crea un ambiente de incertidumbre e inseguridad jurídica que se ha tornado aún más complejo con la puesta en marcha del Convenio 169 de la OIT. La obstrucción por parte de grupos ciudadanos y las trabas que se han ido generando responden a diversas razones, como la incapacidad del Estado, la pérdida de confianza en la institucionalidad, la falta de espacios de participación y la desinformación.
Se requiere un marco de mayor certidumbre y seguridad jurídica, junto con jugarse el capital político que permita llevar adelante las inversiones.
El complejo escenario interno nos exige trabajar unidos, con intensidad y urgencia en acciones que han demostrado que estimulan el emprendimiento, la inversión, el crecimiento y el empleo.
Cuánto crecer no da lo mismo, ni tampoco da lo mismo cómo crecer. Y aquí lo fundamental es que el crecimiento sea inclusivo y sustentable. Todavía tenemos casi 2,5 millones de compatriotas viviendo bajo la línea de pobreza. Aún peor, casi medio millón de personas viven con menos de $36.000 al mes. Nos queda mucho por avanzar en materia de ampliación de las oportunidades, superación de la pobreza y reducción efectiva de la desigualdad.
Por eso, no podemos caer en el conformismo, mirando con distancia y ligereza esta realidad. Porque crear prosperidad es tarea de todos, y los empresarios debemos ser co-creadores de progreso y bienestar.
Necesitamos salir de nosotros mismos y abocarnos con el máximo esmero a la construcción de una nación más humana y feliz, basada en la confianza y en la colaboración. Colaborar implica trabajar con otros, no contra otros; participar creativamente en el proyecto de país que se quiere construir. Implica dejar los ideologismos de lado y poner el bien común por sobre los beneficios particulares. Y en eso, nos preocupan ciertos síntomas de frivolidad en la política, cuando vemos que algunos creen que se puede hacer todo sin escuchar, sin colaborar, sin ceder, y sobre todo, sin evaluar los efectos prácticos de las decisiones. La historia nos ha demostrado una y otra vez que sólo es posible avanzar y hacer grandes reformas cuando construimos acuerdos y estamos dispuestos a trabajar sin prejuicios por el bien del país.
Es imprescindible que junto con enfrentar los desafíos más inmediatos, el gobierno y todos los actores de la sociedad civil pongamos atención simultáneamente a los problemas del desarrollo de largo plazo del país. Los ciclos de la economía y la política suelen ser más breves que los ciclos largos de transformación de las sociedades. Necesitamos anticipar los escenarios futuros, los retos de la globalización y la competitividad, cómo asegurar la cohesión social, cuál será el impacto de la revolución científico-técnica, cómo entre todos atenderemos a los problemas del envejecimiento de la población, del medio ambiente, la innovación industrial, la integración de las generaciones jóvenes, y la convivencia en la libertad y la diversidad.
• En estos últimos 25 años hemos llegado a las puertas del desarrollo pues logramos un consenso social basado en tres pilares básicos: libertades políticas y económicas, crecimiento y mayor inclusión social. La pregunta es si vamos a alcanzar el desarrollo manteniendo ese acuerdo... Esa es la gran duda que dejan estos tiempos de incertidumbre.
Como CPC, ayer, hoy y siempre hemos estado dispuestos a dialogar, a oír con humildad los argumentos de las otras partes, a ceder sin abandonar los principios y alcanzar acuerdos que nos permitan contar con las mejores políticas públicas, en la lógica de una colaboración público-privada que ha tenido exitosos resultados.
Nuestro país tiene enormes desafíos por delante y el camino no está fácil. Los empresarios somos aliados para que Chile logre ser un país desarrollado. Pero hoy nos encontramos en un escenario económico complejo, en el que estamos subiendo los impuestos y comprometiendo voluminosos gastos permanentes, acompañado de cifras poco auspiciosas y una dispersión de reformas en distintos niveles. Nos encontramos con unos pocos seudoempresarios que cometen malas prácticas y empañan nuestra tarea. Y muchas veces, también nos encontramos con un escenario político que parece más un monólogo que una conversación para avanzar. Esos son los obstáculos que queremos ayudar a superar.
Queremos ser parte de los que colaboran en la búsqueda de acuerdos, a través de un diálogo constructivo e inclusivo, que respete las diferencias y la libertad de cada uno. Dejemos las descalificaciones y las caricaturas de lado, para ir pasando del clima actual de desconfianza a uno de confianza y colaboración.
El desarrollo sólo se logra en las sociedades que son capaces de combinar la tradición con el cambio. Que entienden que el verdadero desarrollo es aquél que agrega, no reemplaza. Que no se obsesionan con buscar los “en vez de”, sino en generar nuevos “además de”. Que no sustituyen lo privado por lo público, sino que los hacen colaborar de mejor manera.
Nadie sobra a la hora de crear prosperidad. Ni los trabajadores, ni los empresarios, ni los políticos, ni ningún chileno… El reto mayor es reunir todas estas capacidades para conducir los cambios que experimenta nuestra sociedad y otorgarles una adecuada y eficaz gobernabilidad, sin romper la estabilidad de las instituciones y sin dañar la convivencia que entre todos tenemos la responsabilidad de preservar.
¡Nadie puede dejarse estar ni conformarse cuando sabemos que Chile se merece MÁS! Se merece ser MÁS inclusivo, dar MÁS oportunidades a todas las personas, crecer MÁS, contar con salud y educación de MÁS calidad, garantizar MÁS seguridad, ser MÁS feliz.
Como siempre, los empresarios de Chile estaremos a la altura del desafío.
Muchas gracias.
Ex canciller sostuvo que la frase que escuchamos al principio de este gobierno respecto de los “poderosos de siempre” fue muy desafortunada.
El ex ministro de Relaciones Exteriores Alfredo Moreno, sostuvo que el gobierno recibirá todo el apoyo de las empresas para el desarrollo de una alianza público-privada, de forma tal de crear nuevas y mejores políticas públicas e hizo un llamado al presidente de la CPC, Andrés Santa Cruz, a adherirse a tal postura. Esto en el marco de Enade 2014, organizado por Icare.
"Las políticas públicas de estas últimas décadas han sido de excelencia. Cosas como la ley minera, la de concesiones, la reforma al sistema penal (...) y el plan Auge son ejemplos que están en la base del desarrollo", apuntó Moreno, agregando que "son éstas políticas públicas, más empresarios, ejecutivos, trabajadores y empresas chilenas de excelencia, las que lograron el resultado".
Sin embargo, el ex canciller planteó que hoy no ve esos mismos avances, por lo que se dirigió al ministro Hacienda, Alberto Arenas, para apoyarlo en una alianza estratégica. "Yo pienso que la frase que escuchamos al principio de este gobierno respecto de los `poderosos de siempre` -y yo estoy seguro que piensa lo mismo- fue muy desafortunada. En cambio, el desafío que usted acaba de hacer y que hizo antes la Presidenta, de una alianza estratégica público-privada, si está basada en políticas públicas de calidad, va a tener el apoyo, partiendo por el del señor Santa Cruz".
Asimismo, manifestó que el `corazón` de lo que ha hecho Chile en estos últimos 30 años son buenas políticas públicas y una alianza público-privada. "Así que ministro, va a tener el apoyo de absolutamente de todas las empresas (si es así)", dijo.
Los grandes empresarios chilenos reclamaron hoy por las reformas que impulsa la presidenta socialista Michelle Bachelet, que incluyen un alza tributaria, una nueva legislación laboral y el cambio futuro de la propia Constitución.
"Las reformas van a provocar problemas en las empresas, menor espacio para el crecimiento", dijo el presidente de la Sociedad de Fomento Fabril, Hermann von Mhlenbrock, durante un seminario.
El dirigente patronal, de filiación conservadora, además cuestionó la idea del gobierno de que las transformaciones son necesarias para mantener la gobernabilidad del país.
"No nos oponemos a los cambios (...) pero no nos gusta que se diga que si no hay cambios va a haber conflictibilidad o vamos a llegar a un sistema de ingobernabilidad", apuntó.
"Para avanzar no hay que desmantelar todo", agregó por su parte el presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio, Andrés Santa Cruz.
Contrariamente, el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, uno de los hombres más cercanos a Bachelet, defendió la oportunidad y alcance de los cambios.
Pero también fustigó las críticas. "Las reformas propuestas han generado aprehensiones en algunos sectores, amplificadas por las ideas ideológicas de quienes movidos por intereses particulares se han dedicado a caricaturizar nuestras propuestas", sostuvo.
Tras los reclamos, sin embargo, Arenas insistió en la colaboración. "Hemos planteado la necesidad de una alianza público privada, potente y duradera, porque tenemos claro que los privados son el motor insustituible del crecimiento".
Las reformas impulsadas por Bachelet, quien asumió el poder en marzo, fueron acordadas por su coalición de centro izquierda, en el marco de la ola de protestas sociales, regionales y civiles iniciadas en 2011.
En ese marco, el vocero del gobierno, el ministro Alvaro Elizalde, sostuvo que los cambios que impulsa el Ejecutivo son de hecho "expresión, precisamente, de demandas sentidas de los ciudadanos".
Las reformas más emblemáticas y polémicas son la ya aprobada reforma tributaria, que elevó en 8.000 millones de dólares la recaudación fiscal, y la reforma laboral, que se encuentra en debate, que fortalece el poder negociador de los sindicatos.
A ello, se suma el cambio de la Constitución de 1980, aprobada en un plebiscito durante la dictadura militar (1973-1990), cuando en el país no había registros electorales.
Dicha Constitución otorga una protección especial a la propiedad privada. Hasta ahora se desconoce cómo será reformada la Carta Magna.
El telón de fondo del malestar y las reformas es la desigual distribución de la riqueza y el dispar acceso a derechos sociales en un país que es miembro de la OCDE y tiene un ingreso per capita de 21.000 dólares por paridad de compra, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En cifras, el uno por ciento más rico del país acapara un tercio del ingreso nacional, según datos oficiales. Además la mitad de los trabajadores chilenos percibe salarios por debajo de los 450 dólares.