Por Daniel Lozano.
El Primer Congreso Nacional de Trabajadores alumbró un milagro digno de la revolución bolivariana: trabajadores que piden un aumento de los precios y olvidan la subida de sus salarios en el país de mayor inflación del planeta. Una carta política preparada sin disimulo para que Nicolás Maduro recogiera tan generoso guante y anunciará que, a su debido tiempo, subirá por fin el precio de la nafta.
"Éste es un tema sensible que ya estoy evaluando? No hay apuros? Caiga lo que caiga el precio del petróleo (35% hasta ahora), al pueblo venezolano no le va a faltar nada", insistió el presidente.
Venezuela disfruta hoy de la nafta más barata del mundo gracias a una subvención histórica que hace perder al Estado 12.592 millones de dólares al año. Tamaña generosidad es de muy vieja data (el último ajuste se realizó hace 17 años), ya que llenar el tanque de un vehículo cuesta menos que una botella pequeña de agua, menos de un céntimo de dólar por litro.
El presidente planteó en agosto que daría inicio a un debate nacional para aumentar el precio del combustible, pero el tema poco después fue dejado de lado.
En lo más profundo de su imaginario colectivo, el venezolano está convencido de que tiene derecho a disfrutar de esos precios impensables en otro país. Una certeza reforzada por el recuerdo del Caracazo de 1989, cuando cientos de personas perdieron la vida en unas protestas iniciadas tras subir Carlos Andrés Pérez el precio del combustible.
La suma de ambos factores convierte en problema de Estado una medida económica fundamental para un país que sufre una crisis aguda de escasez y desabastecimiento de productos básicos, además del crac de servicios fundamentales como la salud.
Tanto es así que el chavismo inventó un nuevo eufemismo para allanar el camino de la subida: "sincerar" el precio de la nafta a propuesta de los trabajadores.
El mundo de adentro, al revés. Y el mundo de afuera espera una reunión especial entre los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y los que no lo son, "para tomar decisiones en defensa del petróleo", adelantó Maduro, que envió a su canciller, Rafael Ramírez, a dialogar con sus aliados energéticos más cercanos, como Rusia e Irán.
La subida del precio del combustible, que se siente cada vez más próxima, sumada a los problemas de abastecimiento en varios estados, provocó colas en distintas estaciones de servicio en las últimas horas. Pdvsa insistió en que garantiza el suministro de nafta en todo el país.
"Veo este Congreso como un punto de partida, el inicio de una nueva etapa de la revolución socialista", destacó Maduro con voz enronquecida. Y con los nervios a flor de piel, como confirmó al retar a un grupito de trabajadores, no tan contentos como sus compañeros.
"¿Ustedes van a exigirme que le eche bolas todos los días mientras se marchan de una asamblea?", espetó el presidente, rodeado de militantes con camisas rojas y milicianos de verde.
Fueron precisamente las milicias obreras las protagonistas de la segunda medida más llamativa adoptada por el gobierno del "hijo de Chávez" en su nueva ofensiva económica. Una decisión acompañada de una severa llamada de atención y elevada por la "máxima alerta de sabotaje".
Maduro pretende incorporar a las milicias obreras a un nuevo sistema antiterrorista. "Vamos a crear, por la ley habilitante, un sistema de protección popular de la paz de la patria", dijo el presidente, que ayer también anunció que hoy firmará 28 leyes vinculadas a la economía.
Otro paso hacia adelante, con bota militar incluida, que fue criticado de forma inmediata por la oposición y las ONG. "Las milicias obreras han sido empleadas para amenazar e intimidar a trabajadores en conflicto por mejoras salariales y contractuales", denunció Provea, respetada organización pro derechos humanos, de corte progresista.
La tercera gran propuesta presidencial fue el anuncio de que el primer banco socialista abrirá pronto sus puertas: el Banco Bicentenario de la Clase Obrera, de la Mujer y de las Comunas. El objetivo del equipo económico de Maduro está dirigido a que las clases populares tramiten en la nueva entidad su crédito hipotecario, el financiamiento para nuevas cooperativas y la resolución de microcréditos.
"Esta propuesta esconde que el gobierno se va quedando sin dólares y quiere echar mano a sus prestaciones [de los obreros]", se quejó Jesús Torrealba, secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Por Daniel Pardo
¿Pasajero o permanente? ¿Habrá más colas, más escasez, más inflación? ¿Qué le pasa a un país dependiente de la renta petrolera cuando los precios del petróleo caen?
Esas son las preguntas que los venezolanos, preocupados por la crisis económica que se ha profundizado en el último año, se hacen cuando ven las noticias de que el precio del barril de petróleo ha bajado 30% desde junio, situándose por debajo de US$75 la semana pasada.
Y se alarman aún más cuando leen las estimaciones de que el precio bajo del petróleo parece haber llegado para quedarse.
Los venezolanos saben que la economía nacional depende del petróleo: que, hoy, el 95% de los dólares que entran al país vienen de la exportación petrolera.
Y saben que de ello dependen elementos clave de la economía venezolana: el abastecimiento de productos, el costo de las cosas y la amplia inversión social del gobierno, que ha sido fundamentalmente financiada por la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Preocupados
El jueves pasado el presidente, Nicolás Maduro, admitió que la baja de los precios es "tremenda", pero dijo que Venezuela "tiene cómo salir adelante".
"30% no es poca cosa", dijo. "Pero le digo al pueblo venezolano: a nadie le va a faltar nada, por el contrario las misiones (proyectos sociales) ahoa lo que van es a ampliarse, la protección del empleo, del salario".
El canciller venezolano, Rafael Ramírez, terminó el lunes una gira por varios países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para analizar la presente coyuntura.
Pasó por Argelia, Qatar e Irán. Y el lunes, en Rusia, dijo que los dos países coinciden en "la necesidad de defender el precio de nuestro petróleo", cuyo bajo costo atribuyó a "intereses políticos" en contra de países sancionados por Occidente, como Irán y el propio Rusia.
Ramírez ha dicho que un precio de US$100 por barril es "deseable para Venezuela".
Sin embargo, un estudio del Deutsche Bank, un banco alemán, dice que Venezuela necesita un barril de US$140 para cumplir con su presupuesto y financiar su déficit fiscal.
Solo Irán, según el estudio sobre los países de la OPEP, necesita un barril de mayor costo que Venezuela para estar tranquilo.
Deuda externa
Venezuela se puede ver afectada por los bajos precios del petróleo en varias áreas, principalmente pago de deuda externa, gasto público y asignación de divisas para importaciones o viajes al extranjero.
Sobre la deuda externa analistas de varias corrientes coinciden en que Venezuela, al menos a mediano plazo, no se va a arriesgar a caer en default, pues las consecuencias a futuro son muy graves.
El economista Maxim Ross dice que "con las complicaciones políticas y económicas que tiene ahora el gobierno, un default les complica mucho más la vida".
Este año, que la crisis económica venezolana ha alcanzado los peores índices en décadas, la deuda externa ha sido honrada a tiempo.
Y aunque algunos analistas de oposición han dicho que con un barril a US$60 el default es casi seguro en 2015, Ross dice "no lo veo al menos hasta 2016".
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Gasto público
Asimismo, este año no se ha sacrificado de manera significativa la inversión social, pues la construcción de viviendas sociales y los programas de subsidios en general se han mantenido y en algunos casos se han profundizado.
Uno de los subsidios más grandes, el de la gasolina -que en Venezuela es práctiamente gratis-, se ha mantenido pese a la inflación.
Sin embargo, el lunes Maduro dijo haber aceptado una propuesta para subir su precio: "Este es un tema sensible que ya estoy evaluando", dijo, aunque añadió que "no hay apuros" para tomar una decisión sobre un subsidio que da pérdidas al gobierno por US$12.500 millones al año.
Para Fernando Travieso, asesor de la Comisión de Energía y Petróleo de la Asamblea Nacional, Venezuela tendrá que sacrificar algunos gastos, pero podrá mantener su modelo de inversión social.
"El gobierno puede mantener su capacidad de pagar las inversiones sociales", le dice a BBC Mundo.
Con una estimación de US$60 por barril, el gobierno venezolano presentó su presupuesto para el año 2015 hace unas semanas.
Según Travieso, gracias a eso el gobierno tendrá un amplio margen de maniobra en caso de que los precios del petróleo no suban.
Ross coindice en que el gobierno no va a sacrificar el gasto público, pero lo ve como un problema: "Como este año, lo van financiar con emisión de dinero inorgánico, de bolívares que el gobierno toma prestados de la banca".
Y la principal consecuencia de que el gasto se financie con dinero "inorgánico", dice Ross, es que "la inflación va a seguir disparada".
Según el Banco Central, Venezuela tiene una de las inflaciones más altas del mundo, de más del 60% anual, un fenómeno que para el gobierno es "inducido" por sectores capitalistas que buscan hacerle daño al país.
Ahora bien: aunque el presupuesto parece permirle al gobierno un margen de maniobra, algunos analistas ven ese presupuesto como un "ejercicio de ficción": "Todos los años terminan gastando mucho más de lo que presupuestaron a través de créditos otorgados por el Parlamento (de mayoría oficialista)", dice Ross.
De hecho, gran parte del gasto público se financia con esos créditos adicionales: en 2013, el incremento entre gasto presupuestado y ejecutado fue del 82%, según cifras oficiales.
Escasez
El 95% de las divisas que entran a Venezuela vienen del petróleo y quedan en manos del Estado, quien por su parte es el único adjudicador oficial de moneda extranjera.
Es decir, para que un producto se importe a Venezuela (donde el 70% de los alimentos son importados) el gobierno debe adjudicar los dólares a la empresa, sea ésta pública o privada.
Ross dice que la principal consecuencia de los bajos precios del petróleo es que habrá menos divisas para otorgar, algo que afecta a las importaciones y, en consecuencia, profundiza la escasez que de por sí ya es alta en Venezuela.
Sin embargo, más que producto de la falta de divisas o del colapso de la producción nacional, el gobierno dice que la escasez es "un mecanismo de ataque" en una "guerra económica" que sufre Venezuela.
En Venezuela hay tres tipos de cambio oficiales: 6,3, 11 y 50 bolívares por dólar.
Cada sector de la economía usa alguno de ellos. Por ejemplo, PDVSA opera bajo la primera de estas tasas, por lo que, según Ross, "no le rinde para sobrevivir con un barril a US$60 y van a tener que devaluar".
Además, la escasez de divisas oficiales es en parte la causa de que el precio del dólar del mercado negro sea 19 veces más alto que la tasa oficial, con un repunte del 25% en la última semana.
Muchos productos son importados con estos costosos dólares del mercado negro, algo que también dispara la inflación.
"Con los precios del petróleo bajos, este problema (la diferencia entre el dólar oficial y el negro) solo va a empeorar a menos de que haya un cambio de modelo", asegura Ross.
Travieso, sin embargo, dice que "en la asignación de divisas el Estado tendrá que darle prioridad a algunos sectores de interés social".
Y concluye: "Tendrán que sacrificar gastos suntuarios".