Por Aldo Mariátegui
Fue un CADE interesante, desde la impecable organización hasta las exposiciones. Todos los temas fueron relevantes (corrupción, educación, violencia, tramitología, infraestructura), los dos invitados extranjeros de primera, Saavedra cortó orejas y rabo (a diferencia de Segura y Ghezzi) y Urresti asustó con su elocuente fascismo de cocina (preocupó que un 40% del público le aplaudiese constantemente frente a la reprobación del resto).
Se notó ya un relevo generacional en una audiencia muy aplicada y el evento, felizmente, ha perdido la frivolidad y las juergas que le habían restado respetabilidad. Hubo algunos asistentes que me comentaron que les hubiera gustado que sea más “empresarial” y menos “macro”, como si estos temas no repercutiesen en sus actividades…
Lo que sí es inadmisible es que aún la autopista siga frenada a la entrada de Chincha y se pierdan 45 minutos en cruzarla. Se supone que ya se adelantó el contrato y la vía debería llegar hasta Ica en abril del 2016, pero no se observan obras. ¿Qué espera Transportes para obligar a la concesionaria Coviperú a que de una vez –por lo menos– concluya con el rodeo a Chincha?
El tráfico hace rato que colmó los estimados y este concesionario ecuatoriano está haciendo harta caja en lugar de facilitarles la vida a sus clientes. El Estado goza de una serie de armas legales para presionar a sus concesionarios remolones. Como también ya debería hacerse con Anglo American: no puede ser que un proyecto cuprífero vital como Quellaveco esté tirado por tantos años. Si no quieren trabajarlo, que revierta al Estado y se licite de nuevo. Una cosa es ser liberal y otra ser tonto.