Por LUIS VENTOSO.
Tony Blair, de 61 años, fue el primer ministro laborista del Reino Unido entre 1997 y 2007. Tras dejar el cargo, se ha convertido en uno de los consultores mejor pagados del mundo. Un simple ejemplo da idea del caché de Blair, un orador superdotado y con carisma. En 2012, el ex «premier» medió en las negociaciones que culminaron con la fusión de Xstrada y Glencore, cuya unión ha dado pie a la mayor empresa del mundo en el comercio de materias primas y alimentos, un gigante anglo-suizo con más de 130.000 empleados. Cuando parecía que las conversaciones encallaban, Blair las desengrasó en un encuentro de menos de tres horas en el lujoso hotel Claridge’s, en el centro de Londres, por el que se dijo que cobró un millón de dólares. Pero el ex dirigente laborista tampoco ha abandonado la política. Desde 2007 es el representante para la paz en Oriente Próximo de la ONU, Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea. Un cargo en el que ha hablado bastante, pero ha hecho muy poco.
El «Sunday Times» de Rupert Murdoch, cuya ex mujer, la atractiva oriental Wendy Deng, ha sido relacionada con Blair, acaba de desvelar que Blair firmó un contrato secreto con la petrolera PetroSaudi, fundada por el príncipe Turki bin Abdullah Al Saud, hijo del rey Abullah. El acuerdo se rubricó en noviembre del 2010 por Tony Blair Associates (TBA). La compañía pagaba al político 52.000 euros al mes, más comisiones del 2% por los contratos que ayudase a conseguir. Blair pidió a PetroSaudi que no divulgase sin su permiso su papel en la compañía. Entre los servicios que debía prestar destacaba el de intentar abrir puertas con autoridades chinas.
Aunque ya era conocida la colaboración de Blair con saudíes y kuwaitíes, este nuevo contrato vuelve a poner en cuestión su imparcialidad para ejercer de mediador en el conflicto árabe-israelí. Además, Blair tuvo un papel muy destacado en la invasión de Irak, donde comprometió la participación del Reino Unido contra el criterio de su opinión pública, un conflicto en el que los intereses energéticos jugaron también su papel. Los portavoces de Tony Blair han explicado que el contrato con los saudíes solo tuvo una vigencia de meses hace cuatro años, y alegan que no interfirió en su labor como mediador entre Israel y Palestina.
La prensa británica atribuye a Blair un patrimonio personal de 130 millones de euros. Él lo ha negado siempre: «No tengo ni la mitad de eso, ni un cuarto de eso, ni siquiera la quinta parte de eso». El ex dirigente socialdemócrata vive de todas formas más holgado que cuando ocupó las habitaciones oficiales del número 10 de Downing Street. Es dueño de una mansión en Buckinghamshire valorada en diez millones de euros y también posee una vivienda en el centro de Londres. La oficina de su empresa de representación está en Grosvenor Square, en Mayfair, la milla de oro londinense.
Blair, que se convirtió al catolicismo tras dejar el Gobierno, mantiene una importante actividad filantrópica, con las asociaciones Africa Governance Initiative, Tony Blair Faith Foundation y Tony Blair Sports Foundation. Suele explicar que gran parte de lo que gana con sus labores de consultor y conferenciante lo destina a las buenas obras. Muchos de sus contratos son conocidos, aunque no siempre han trascendido las cifras. En enero de 2008 firmó por JP Morgan por 1,2 millones de euros al año y por Zurich International por medio millón.
En agosto de ese año inició su colaboración con la corporación energética de Corea del Sur, pero se desconoce el salario. En febrero de 2009 firmó uno de sus grandes contratos, casi diez millones de euros al año por asesorar al Gobierno de Kuwait, país favorecido por las guerras del Golfo, que Blair apoyó.
El líder que intentó renovar la socialdemocracia con la llamada Tercera Vía también trabaja para Louis Vuitton y para un fondo de Emiratos Árabes que le paga un millón de euros al año. Su consultoría más polémica es la que rubricó en octubre de 2011 para asesorar al Gobierno de Kazajistán en política exterior, por diez millones de euros al año. Fue una decisión muy criticada, porque se trata de una dictadura que vulnera los derechos humanos.
Escándalo
Un año antes de dejar de ser primer ministro, Blair se vio envuelto en un escándalo cuando ordenó parar la comisión gubernamental que investigaba el soborno a príncipes saudíes con fondos de la firma armamentística británica BAE Systems, el segundo mayor contratista militar del mundo. Invocó «razones de seguridad nacional» para dejar de indagar sobre sus regalos a los jeques, quienes amenazaron con romper su colaboración en materia antiterrorista y dejar vía libre para un nuevo atentado como el que estremeció a Londres en julio de 2005, con bombas islamistas en el metro y un autobús.
Hace un año, Blair acompañó a Zapatero en la presentación de un libro del ex presidente español, editado por Planeta. No se facilitaron cifras de cuanto cobró el británico por asistir, pero dado su caché y forma de actuar, no se cree que fuese solo por mera comunión ideológica. En la política británica, Blair mantiene uno tono discreto, aunque hace unas semanas se le atribuyeron unas declaraciones diciendo que los laboristas no tenían posibilidades de ganar bajo el liderazgo de Ed Miliband. Se apresuró a desmentirlo. Pero el tiempo parece haberle dado la razón, porque esta semana varios diputados laboristas han reclamado un cambio de líder.