Por Pablo Maas.
El temido derrumbe en el precio del petróleo se profundizó la semana pasada, provocando escalofríos de empresas y gobiernos alrededor del mundo.
El jueves, el barril de WTI, el crudo del Golfo de México, perforó el piso de 75 dólares, su valor más bajo desde setiembre de 2010. El viernes recuperó algunos centavos ante la expectativa de que la próxima reunión de ministros de lal OPEP, el próximo 27 de noviembre, decida reducir la producción como forma de establizar los precios.
Pero el alza del viernes podría tratarse tan solo del rebote de un gato muerto. Según un informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE), están dados todos los factores para que el petróleo siga deprimido o aún cayendo más hasta por lo menos el primer semestre de 2015.
El presidente ruso Vladimir Putin ya avisó que su país, un fuerte productor y exportador, se está preparando para lo peor. “Estamos considerando todos los escenarios, incluyendo una caída catastrófica de los precios de los recursos energéticos, lo cual es enteramente posible y lo admitimos”, dijo a los periodistas antes de viajar este fin de semana a la cumbre del G-20 en Australia.
Hace dos semanas, México, cuyas finanzas públicas dependen crucialmente de los ingresos petroleros, anunció que estaba recortando su presupuesto para 2015 a causa de los menores valores del crudo.
Ni que hablar de Venezuela, en donde el petróleo es el 95% de las exportaciones: el país es candidato junto a Ucrania a declarar un default en los próximos años a causa de su maltrecha economía. El precio de algunos bonos de PDVSA, el gigante petrolero estatal, cayó a la mitad que un año atrás.
El negocio petrolero está atravesando una coyuntura de menor demanda a causa de la recesión en Europa y el enfriamiento del crecimiento asiático. Estados Unidos, en donde la recuperación de la economía está tomando mayor impulso, se está autoabasteciendo crecientemente. El jueves se informó que la producción petrolera de EE.UU., gracias al impulso del fracking , superó los 9 millones de barriles diarios por primera vez desde 1983.
El colapso del petróleo de estos días es parte de un fenómeno más amplio que algunos expertos describen como el fin del más reciente super-ciclo de las materias primas. Además de la energía, el precio de los metales y los granos está muy por debajo de los valores máximos que se alcanzaron en 2011.
En abril de aquel año, el cobre se cotizaba a 4,40 dólares la libra, comparado con poco más de 3 en la actualidad. Las economías de Chile y Perú están sintiendo el impacto: este año crecerán menos del 2 y 3% respectivamente.
El oro, que alcanzó un valor máximo de 1.900 dólares la onza en 2011, cayó casi 40% desde entonces. En julio de 2008 el petróleo tocó su máximo nivel a 146 dólares por barril. El mineral de hierro (una fuerte exportación de Brasil) también se ha derrumbado desde sus picos de dos años atrás.
Estos ciclos suelen durar de 12 a 15 años (el anterior fue de 1968 a 1981) pero afortunadamente para la Argentina, no se aplican de la misma manera a los commodities agrícolas, que tienen un ciclo de respuesta más rápido que los metales y la energía, en los que las inversiones demoran varios años en madurar desde el momento en que las (usualmente cuantiosas) inversiones son planeadas y ejecutadas.