Por: Eduardo Ganapolski.
La alta inflación es un fenómeno monetario, en la Argentina y en cualquier lugar del mundo. No vale la pena abundar en discusiones cuando más de 40 años de literatura económica y experiencia internacional así lo avalan. Pero en sí, esta afirmación no agrega nada si no ahondamos en las causas que originan la dinámica monetaria. Los últimos doce años de la Argentina presentan un ejemplo de libro de texto. Como muestra la tabla adjunta, la inflación salarial del período fue un 21% promedio anual, en tanto la devaluación del tipo de cambio "blue" alcanzó el 22% y el aumento en la cantidad de dinero estuvo en el orden del 34% medido por M2. No todo el aumento de la masa monetaria fue a parar a los precios porque la demanda real de dinero se incrementó fuertemente acompañando el alto crecimiento que la economía tuvo en buena parte de este período.
La pregunta obligada es, entonces, ¿qué explica tamaño incremento en la cantidad de dinero? En la primera etapa, que llega hasta fines de 2007, la inflación se explica por el proceso de convergencia del tipo de cambio real y el incremento en la cantidad de dinero, por la consecuente compra de divisas por parte del Banco Central para mantener planchado el tipo de cambio nominal. La segunda etapa es lo que podríamos considerar el caso más paradigmático de un proceso inflacionario: déficit fiscal financiado con emisión.
Podríamos profundizar el análisis de la dinámica actual del proceso e intentar predecir cómo sería la trayectoria futura, pero esto va más allá del objetivo de mostrar el cuadro general. Sin un buen diagnóstico acerca de las causas de fondo que originan la inflación será muy difícil controlarla. Pensar en explicaciones alrededor de comportamientos monopólicos, rentas extraordinarias, etcétera no sólo no condice con la realidad sino que lleva a perpetuar o incluso agravar el problema. ¿Acaso la concentración industrial, agrícola y de servicios ha venido empeorando sistemáticamente en este siglo? ¿Es un fenómeno exclusivamente argentino? ¿Qué hace el resto del mundo distinto a nosotros para evitarlo?
El diagnóstico no parecería ser muy difícil: el modelo de inflación argentino siglo XXI calza perfecto en los hechos estilizados acumulados en más de medio siglo de investigación económica. Es más, si el problema no fuera monetario, se preguntaron por qué todos los bancos centrales del mundo tienen como misión (en algunos caso como única misión) mantener baja la tasa de inflación?