Una serie de iniciativas chinas está cambiando el paisaje financiero internacional dominado por Estados Unidos desde la posguerra.
En Asia el gobierno de Xi Jinping acaba de firmar un memorando con 21 países regionales para la creación de un Banco de Inversión e Infraestructura (AIIB) que es un directo desafío al Banco Mundial y el Banco de Desarrollo Asiático.
En el seno de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se acordó el capital inicial del Nuevo Banco de Desarrollo y un Acuerdo de Reservas de Contingencia.
En ambos casos sus funciones se superponen con las del Banco Mundial –concentrado en financiar proyectos de infraestructura y desarrollo– y el Fondo Monetario Internacional que se encarga de intervenir cuando hay problemas de liquidez que afecten la balanza de pagos de un país, función que cumpliría el Acuerdo en el caso del BRICS.
A estas iniciativas se suman decenas de acuerdos para el intercambio de monedas en el comercio bilateral con otros países a fin de prescindir del dólar como divisa de pago y otorgar una creciente presencia internacional al renminbi, la unidad monetaria china.
Según Matthew Goodman, exasesor de la Casa Blanca para las cumbres del G8 y G20, hoy en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington (CSIS, por sus siglas en inglés), estas iniciativas son un claro reto al orden económico global de la posguerra.
"Representan el primer desafío institucional al orden económico global representado en los últimos 70 años por el FMI y el Banco Mundial. No quiere decir que estas instituciones sean obsoletas, pero sí que no se han adaptado después del fin del mundo bipolar. Uno de los cambios más importantes es el surgimiento de China que, con estas iniciativas, empieza a cristalizar en el terreno financiero su creciente importancia global", indicó a BBC Mundo.
Ante todos estos avances, ni Estados Unidos ni el bloque de la Unión Europea se han pronunciado oficialmente al respecto.
Asia o el patio trasero
El desafío más claro para la hegemonía financiera estadounidense es en Asia.
China se ha movido con gran celeridad para contrarrestar el peso de Estados Unidos y su gran aliado regional, Japón, en las dos instituciones que dominan los préstamos regionales para proyectos de infraestructura: el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo Asiático.
El presidente de China, Xi Jinping, sugirió la creación del Banco de Inversión e Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés), en una visita a Indonesia en octubre de 2013.
Un año más tarde 21 naciones firmaron el acuerdo. El AIIB tendrá un capital inicial de US$50.000 millones con China como socio mayoritario con más del 50 por ciento de las acciones.
Entre los éxitos de la diplomacia china se encuentra la incorporación del otro gigante regional, India, en un acuerdo que abarca desde Qatar hasta Kazajistán e incluye un importante y casi incondicional aliado de Estados Unidos, su excolonia, Filipinas.
Estados Unidos, por su parte, consiguió que Australia, Corea del Sur e Indonesia no se plegaran a la iniciativa, aunque los tres países expresaron interés en la misma.
No sorprende. Se calcula que Asia necesita una inversión estimada en US$750.000 millones anuales durante 2010-2020, una cifra que el Banco de Desarrollo Asiático no puede cubrir por sí solo.
Según William Grimes, director de Relaciones Internacionales de la Universidad de Boston y autor de "Currency and Contest in East Asia: The Power Politics of Financial Regionalism", el enfrentamiento es más político que económico.
"El AIIB le va a facilitar la vida a compañías chinas que quieran participar en proyectos de infraestructura, pero las necesidades de Asia a este nivel son tan grandes que hay más complementareidad que competencia con el Banco de Desarrollo Asiático o el Banco Mundial. A nivel político el AIIB hará lo mismo que el Banco Mundial que otorga préstamos a países con buenas relaciones con Estados Unidos. En el caso del AIIB se privilegiará a las naciones que tengan buenas relaciones con China", indicó Grimes a BBC mundo
BRICS y el mundo en desarrollo
Más ambicioso aún es el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) del BRICS acordado en la quinta cumbre del grupo, realizada en 2013 en Sudáfrica.
Unos 16 meses más tarde, en Fortaleza, Brasil, durante la sexta cumbre del grupo, los cinco países precisaron que el Banco tendría un capital inicial de US$100.000 millones y crearon un Acuerdo de Reservas de Contingencia de US$100.000 millones para evitar problemas de liquidez en el corto plazo que afecten la balanza de pagos de un país.
Cada país deberá abonar US$10.000 millones para el capital inicial del banco.
La situación es distinta para el Acuerdo que dependerá del tamaño de cada economía. China dará el aporte más importante con US$41.000 millones mientras que Sudáfrica se limitará a US$5000 millones.
Lejos de ser un club cerrado a los cinco miembros del BRICS, en su declaración inicial el Banco se mostró abierto a otras naciones en desarrollo en un claro desafío del rol que juegan el FMI y el Banco Mundial.
"Está claro que los países de los BRICS quieren tener fondos de contingencia para enfrentar sus obligaciones internacionales, como el pagos de préstamos o de importaciones. Esta es una función muy importante. Queda por verse cómo funcionará en la práctica", señaló a BBC Mundo Goodman.
Mi moneda, tu moneda
China tiene acuerdos de intercambio de monedas con más de 50 naciones, que incluyen las 28 que conforman la Unión Europea y países de distintas partes del planeta, desde Argentina y Brasil hasta Islandia, Indonesia, Corea del Sur y Uzbekistán.
Estos intercambios, firmados entre bancos centrales y grandes entidades financieras, habilitan por un tiempo determinado un financiamiento bilateral para ambos países en la moneda del otro.
El ejemplo más reciente de este tipo de acuerdos es el anuncio de Argentina a fines de octubre de que se habían acreditado en cuentas del Banco Central de ese país en Hong Kong el equivalente a US$814 millones (unos 5600 millones de renminbis), mientras que el Banco Central argentino acreditaba para su contraparte chino el monto equivalente en moneda nacional, cerca de 7.000 millones de pesos.
En el caso de Argentina, este "swap" es un importante respiro para la presión existente en el contexto de su largo litigio con los llamados "fondos buitres".
A este tipo de intercambio se le suman otros.
"Hay un segundo caso de "swaps", con cifras mayores, que se da con países como Corea del Sur o Indonesia que son de un monto suficiente para ser usados en casos de emergencia.
A esto se añade un tercer caso de "swaps" que empezó a usarse con Reino Unido y Luxemburgo que son bonos en renminbi que pueden ser usados por todo tipo de entidades financieras y compañías", señala Grimes.
El futuro
La presencia china en el escenario financiero internacional es un hecho, pero no garantiza que logre convertirse en una alternativa al FMI y el Banco Mundial.
"Estas dos instituciones consiguieron hacer funcionar un sistema internacional con un alto nivel de eficiencia y capacidad. No es fácil. Habrá que ver si instituciones como el AIIB o el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS pueden alcanzar este nivel de competencia", indicó Goodman a BBC Mundo.
Una de las ventajas más mencionadas por países en desarrollo es que China no pone las condiciones que caracterizan a los acuerdos con el FMI y el Banco Mundial que suelen inmiscuirse en el manejo de la política económica de naciones soberanas.
"Desde el punto de vista del desarrollo económico, China tiene una ventaja clara porque no pone condicionamientos políticos o económicos a sus préstamos. Pero desde el punto de vista del medio ambiente esto puede ser peligroso. En el caso de la construcción de un dique el Banco Mundial será mucho más estricto con el impacto medioambiental. Los parámetros del AIIB al respecto son mucho más bajos", señala Grimes.
A corto plazo China está lejos de disputarle el cetro financiero mundial a la dupla FMI-Banco Mundial.
A mediano plazo todo dependerá de la eficacia con que se muevan el AIIB o el Nuevo Banco de Desarrollo.
Una cosa está clara para América Latina y el mundo en desarrollo.
La irrupción de un nuevo actor en el escenario financiero mejora los márgenes de negociación de los países en desarrollo.
Era lo que sucedía en los viejos tiempos del mundo bipolar, cuando el enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética permitía a las naciones en desarrollo conseguir mejores condiciones para sus préstamos.
China y Japón acordaron hoy retomar de forma gradual el diálogo político, diplomático y de seguridad después de más de dos años de enfrentamiento entre ambos países por sus diferencias de soberanía territorial e históricas.
El acuerdo se culminó en una reunión hoy entre el consejero de Estado chino Yang Jiechi y el consejero de Seguridad Nacional japonés, Shotaro Yachi, en la residencia de huéspedes de Diaoyutai en Pekín, según confirma la agencia oficial Xinhua.
El importante paso entre ambos países se produce días antes de que el primer ministro nipón, Shinzo Abe, llegue a la capital china para participar en el foro de la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), en cuyo contexto, se espera que se produzca un encuentro con su homólogo chino, Xi Jinping.
La reunión, sobre cuya celebración llevan discutiendo bastante tiempo ambas capitales, es mucho más posible tras el acuerdo de hoy.
Durante el encuentro celebrado hoy, los representantes chino y japonés suscribieron un acuerdo de cuatro puntos, comprometiéndose a retomar el contacto político, diplomático y de seguridad a través de varios canales multilaterales y bilaterales y a realizar esfuerzos para conseguir "confianza política mutua".
Además, los dos manifestaron conocer las diferencias existentes entre ambos países en cuanto a la soberanía de ciertas islas en el Mar de China Meridional y Oriental, y acordaron "prevenir la escalada de tensiones a través del diálogo y la consulta" así como establecer "mecanismos de gestión de crisis para evitar contingencias", sin trasladar más detalles.
También suscribieron desarrollar la relación bilateral para beneficio mutuo y superar los obstáculos políticos "enfrentando la historia y mirando al futuro", para no volver a una situación como la de los dos últimos años de enfriamiento de relaciones.
"En el largo término, el crecimiento de las relaciones sanas y estables entre China-Japón responde a los intereses de ambos países y a su gente", consideró Yang Jiechi, en el encuentro.
"Es un acuerdo de gran importancia", remarcó el consejero de Estado chino, después de que en los últimos meses ambos países clave en la región hayan llevado a cabo diversos contactos a nivel diplomático para descongelar las relaciones bilaterales.
El empeoramiento de las relaciones entre ambos países se produjo hace ya más de dos años, cuando el Gobierno nipón nacionalizó tres de los cinco islotes que forman archipiélago de las Senkaku (Diaoyu, para los chinos), cuya soberanía es reclamada por China.
Ello provocó graves protestas antiniponas en la segunda economía mundial, y la paralización de los contactos a alto nivel, además de múltiples y constantes acusaciones mutuas.
El importante acuerdo alcanzado hoy entre ambos países puede acercar la posibilidad ahora del encuentro entre el primer ministro nipón, Shinzo Abe, y su homólogo chino, Xi Jinping, en los márgenes de la cumbre del APEC que se celebra estos días en Pekín.
"Es un gran paso. Pero aún sigue siendo difícil. Estamos trabajando en ello, esperamos que se vayan dando más y más pasos", señaló a Efe el primer secretario de la embajada nipona en Pekín, Toru Nishimizu.
"Asia está aguantando la respiración", indicó ayer el rotativo oficial Global Times en un editorial sobre la descongelación de las relaciones sino-japonesas, en el que asegura que, aunque el primer ministro Shinzo Abe ha hecho "todos los esfuerzos" para poder mantener una reunión con Xi Jinping, éstos pueden no ser suficientes.
"Para que ocurra, tendrá que demostrar su buena voluntad y tomar medidas reales para crear la atmósfera adecuada", indicó el diario.