Por Claudio Savoia.
Pérdidas millonarias, descontrol administrativo, aviones inadecuados para las rutas explotadas, sobreabundancia de pilotos que no vuelan y una plantilla injustificada de casi once mil empleados. Son sólo algunas conclusiones del lapidario informe que la Auditoría General de la Nación aprobó ayer sobre la gestión de Aerolíneas Argentinas y Austral durante 2011 y el primer semestre de 2012. En ese lapso, las empresas estatizadas en 2008 y conducidas por el camporista Mariano Recalde perdieron 984 millones de dólares.
Los indicadores de gestión relevados por el único organismo de control del Estado que aún no logró domesticar el gobierno son preocupantes: en el período analizado, “Aerolíneas y Austral incrementan la pérdida en 43% respecto a 2010. La causa es el deterioro del resultado operativo en un 52%”, dice el texto. Con ingresos por 2.054 millones de dólares, un costo operativo de 2.476 millones y costos de estructura otros 562 millones, la perdida total en ese año y medio fue de 984 millones de dólares. Poco menos de dos millones de dólares por día, que se cubrieron con transferencias del Estado.
“Los altos gastos de Aerolíneas en relación a sus ingresos, comparándolos con empresas similares, se deben principalmente a las remuneraciones y a los costos por combustible”, evalúa la Auditoría. Y sostiene esa comparación con números: medidos en AKOs (asientos por kilómetros ofrecidos en cada avión), los costos en personal fueron 75% más altos que los de otras empresas, y los de nafta 24% mayores.
Con respecto a la flota de aviones, que Recalde reconfiguró desprogramando y devolviendo decenas de aparatos McDonnell Douglas y comprando Embraer y Airbus, los auditores dicen que la selección de los modelos no respondió a la “realización de un análisis técnico, económico y financiero previo”, a esa selección, y que “no se realizó una evaluación del impacto en los costos” que se generaría con esa decisión, contemplada en el Plan 2010-2014.
“La reestructuración de la flota redundó en, prácticamente, la misma cantidad de aviones aunque más pequeños, con la consecuente reducción de disponibilidad de asientos”. Este cambio tiene otra consecuencia: con aviones más chicos, proporcionalmente aumentan los costos de uso del espacio aéreo y servicios de aeropuerto. Los investigadores tampoco lograron hallar información sobre los costos operativos de cada nave, un dato vital para poder calcular cómo achicar los gastos y balancear las cuentas.
Aunque las dudas y lagunas informativas son muchas, la Auditoría pudo obtener algunas certezas. Por ejemplo, que la única ruta aérea que dio ganancias, y apenas durante el verano, es la que une Buenos Aires con Florianópolis. Aunque en 2012 se reconoce una mejora en la red de cabotaje, las redes de vuelos al exterior empeoraron sus resultados, con un especial deterioro de las rutas a Caracas, Bogotá y Lima; Roma, Barcelona y Sidney. ¿Una curiosidad? En el lapso auditado, la ruta a San Pablo duplicó su déficit operativo. Raro, siendo una de las que más demanda tiene en todo el continente. Excepto que en el mundo Aerolíneas volar más pueda significar perder más.
Otra de las críticas fuertes de los auditores a la conducción de Aerolíneas es la contratación de pilotos que, sin la adecuada planificación de la flota de aviones y las rutas a volar, resultó desproporcionada y deficitaria. En el lapso auditado, Aerolíneas incrementó en un 13% la dotación de la tripulación técnica por nave operativa, lo que hizo caer 16% la productividad de los pilotos medida en horas voladas. Mientras que en 2010 Aerolíneas y Austral tenían 1.085 pilotos con un sueldo promedio de 8.624 dólares, en 2012 había 1.365 pilotos cuyo salario medio era de 10.087 dólares. En ese período, la participación de los sueldos de los pilotos en el costo operativo de las empresas se duplicó.
Después de retrasar su tratamiento lo más posible, y sin que la empresa haya podido responder con solvencia a las objeciones, el oficialismo intentó suavizar las conclusiones del informe de la Auditoría que se aprobó hoy por cinco votos contra uno. “En cualquier empresa donde se pierdan casi mil millones de dólares en un año y medio, los accionistas no perderían un segundo en echar a los responsables, en este caso Recalde”, dijo a Clarín el auditor radical Alejandro Nieva.
Claudio Savoia.
Pérdidas millonarias, descontrol administrativo, aviones inadecuados para las rutas explotadas, sobreabundancia de pilotos que no vuelan y una plantilla injustificada de casi once mil empleados. Son sólo algunas conclusiones del lapidario informe que la Auditoría General de la Nación aprobó ayer sobre la gestión de Aerolíneas Argentinas y Austral durante 2011 y el primer semestre de 2012. En ese lapso, las empresas estatizadas en 2008 y conducidas por el camporista Mariano Recalde perdieron 984 millones de dólares.
Los indicadores de gestión relevados por el único organismo de control del Estado que aún no logró domesticar el gobierno son preocupantes: en el período analizado, “Aerolíneas y Austral incrementan la pérdida en 43% respecto a 2010. La causa es el deterioro del resultado operativo en un 52%”, dice el texto. Con ingresos por 2.054 millones de dólares, un costo operativo de 2.476 millones y costos de estructura otros 562 millones, la pérdida total en ese año y medio fue de 984 millones de dólares. Poco menos de dos millones de dólares por día, que se cubrieron con transferencias del Estado nacional.
“Los altos gastos de Aerolíneas en relación a sus ingresos, comparándolos con empresas similares, se deben principalmente a las remuneraciones y a los costos por combustible”, evalúa la Auditoría. Y sostiene esa comparación con números: medidos en AKOs (asientos por kilómetros ofrecidos en cada avión), los costos en personal fueron 75% más altos que los de otras empresas, y los de nafta 24% mayores.
Con respecto a la flota de aviones, que Recalde reconfiguró desprogramando y devolviendo decenas de aparatos McDonnell Douglas y comprando Embraer y Airbus, los auditores dicen que la selección de los modelos no respondió a la “realización de un análisis técnico, económico y financiero previo”, a esa selección, y que “no se realizó una evaluación del impacto en los costos” que se generaría con esa decisión, contemplada en el Plan 2010-2014.
“La reestructuración de la flota redundó en, prácticamente, la misma cantidad de aviones aunque más pequeños, con la consecuente reducción de disponibilidad de asientos”. Este cambio tiene otra consecuencia: con aviones más chicos, proporcionalmente aumentan los costos de uso del espacio aéreo y servicios de aeropuerto. Los investigadores tampoco lograron hallar información sobre los costos operativos de cada nave, un dato vital para poder calcular cómo achicar los gastos y balancear las cuentas.
Aunque las dudas y lagunas informativas son muchas, la Auditoría pudo obtener algunas certezas. Por ejemplo, que la única ruta aérea que dio ganancias, y apenas durante el verano, es la que une Buenos Aires con Florianópolis. Aunque en 2012 se reconoce una mejora en la red de cabotaje, las redes de vuelos al exterior empeoraron sus resultados, con un especial deterioro de las rutas a Caracas, Bogotá y Lima; Roma, Barcelona y Sidney. ¿Una curiosidad? En el lapso auditado, la ruta a San Pablo duplicó su déficit operativo. Raro, siendo una de las que más demanda tiene en todo el continente. Excepto que en el mundo de Aerolíneas volar más pueda significar perder más.
Otra de las críticas fuertes de los auditores es por la contratación de pilotos que, sin planificación, resultó desproporcionada y deficitaria. En el lapso auditado, Aerolíneas incrementó en un 13% la dotación de la tripulación técnica por nave operativa, lo que hizo caer 16% la productividad de los pilotos medida en horas voladas. Mientras que en 2010 Aerolíneas y Austral tenían 1.085 pilotos con un sueldo promedio de 8.624 dólares, en 2012 había 1.365 pilotos cuyo salario medio era de 10.087 dólares. En ese período, la participación de los sueldos de los pilotos en el costo operativo de las empresas se duplicó. Algunos de ellos volaron poco y nada: “en el primer semestre de 2012, la compañía contaba con un promedio de 1.006 pilotos, de los cuales solamente volaron en promedio 698, es decir un 68% de la dotación total”. Según el informe, hay 33,4 pilotos por cada avión de la compañía, mientras que el promedio del sector es de 13,2.
Pero el agujero no proviene sólo de los pilotos. En el año y medio analizado, y pese a los pobres resultados económicos, Aerolíneas y Austral incrementaron la plantilla de personal en 1.125 personas. Más de dos por día. Cuando los auditores cerraron su trabajo, el total de la dotación era de 10.782 empleados. “La auditada no justificó la contratación de personal”, advierte el informe, que también critica a Recalde y su equipo porque no tiene registros de asistencia de personal homogéneos ni un adecuado circuito de tramitación y liquidación de viáticos. Un detalle: aunque la empresa informó que las sucursales de Aerolíneas y Austral en el exterior tienen 441 empleados, “no pudo precisar la cantidad de personal que se desempeña en cada sucursal”.
Después de retrasar su tratamiento lo más posible, y sin que la empresa haya podido responder con solvencia a las objeciones, el oficialismo intentó suavizar las conclusiones del informe de la Auditoría que se aprobó ayer por cinco votos contra uno. “En cualquier empresa donde se pierdan casi mil millones de dólares en un año y medio, los accionistas no perderían un segundo en echar a los responsables, en este caso Recalde”, dijo a Clarín el auditor radical Alejandro Nieva.
Por Laura Serra.
Hace cuatro años Mariano Recalde, presidente de Aerolíneas Argentinas y miembro conspicuo de la agrupación La Cámpora, prometió que en 2012 la compañía "daría un vuelco" y "lograría superávit". La Auditoría General de la Nación (AGN) desmintió ayer a Recalde: en un informe reveló un déficit de casi 1000 millones de dólares al segundo semestre de aquel año; advirtió que se incorporaron 1125 personas sin justificación en sólo un año y medio (incrementando el personal a 10.782 empleados) y que la empresa registró caídas sostenidas tanto en las redes de cabotaje como internacional.
El informe que elaboró la AGN fue tan contundente que logró el apoyo de cinco de los siete auditores, entre ellos, dos del oficialismo, Francisco Fernández y Oscar Lamberto. Junto con la UCR, representada por Leandro Despouy -presidente de la AGN- y los auditores Horacio Pernasetti y Alejandro Nieva, se consiguió la mayoría. En tanto, la auditora Vilma Castillo, del Frente para la Victoria, se abstuvo por haber sido funcionaria de Aerolíneas, mientras que Vicente Brusca, el cuarto integrante kirchnerista, votó en contra, en soledad.
"Es un informe claro y categórico que toma parámetros de comparación de otras compañías aéreas y utilizados también por Aerolíneas", enfatizó Despouy.
En contraposición con esas expresiones, Aerolíneas emitió anoche un comunicado en el que expresó que "la AGN ha emitido un informe de gestión que se limita a relatar el año 2011 y primer semestre de 2012. Esos años fueron los de la transición y naturalmente la productividad de la compañía era baja ya que todavía existía una flota vieja y obsoleta heredada de la gestión privada, y todavía no se había terminado de incorporar la nueva flota y tecnología con la que hoy cuenta Aerolíneas".
Efectivamente, el trabajo de auditoría abarcó la gestión de Aerolíneas y Austral de 2011 y del segundo semestre de 2012. En ese período, señala la AGN, ambas compañías incrementaron la pérdida en 43% respecto de 2010. Esto obedece al fuerte aumento en sus gastos, sobre todo lo que tiene que ver con sueldos de personal y combustible. "Comparado con otras empresas, Aerolíneas Argentinas y Austral presentan costos en personal 75% más alto y en combustible, 24% mayores", advirtió.
Respecto de las aeronaves, que Recalde renovó con la compra de Embraer y Airbus, la AGN reconoció que esta medida "mejoró la imagen de la empresa" y "bajó la antigüedad" de la flota. Sin embargo, alertaron sobre que no hubo "un análisis técnico, económico y financiero" que justificara esa decisión y que tampoco se hizo una "evaluación del impacto en los costos de la compañía".
Otro punto polémico es el aumento de personal. Hasta mediados de 2012 sumaba 10.782 agentes con la incorporación de 1125 personas sin que la empresa lo haya justificado. Esto significó una erogación extra de 90 millones de pesos anuales.
Para tener una dimensión de esto, la AGN señaló que ambas empresas aéreas tienen 33,4 pilotos por nave operativa, mientras que las estadísticas de la International Air Transport Association (IATA) indican un promedio de 13,2 pilotos por avión.
El informe de la AGN tenía inquietos a los funcionarios de Aerolíneas y Austral. De hecho, el oficialismo había logrado posponer su tratamiento por algunos meses. Finalmente ayer, después de mucha expectativa, se dio el debate. Así, los auditores opositores advirtieron que pese a los más de 20.000 millones de pesos en subsidios que Aerolíneas y Austral recibieron del Estado desde 2008 (cuando fueron expropiadas y estatizadas) siguen siendo deficitarias por una mala administración del kirchnerismo.
"En cualquier empresa donde se pierdan casi 1000 millones de dólares en un año y medio los accionistas no perderían un segundo en echar al gerente de esa empresa", fustigó Nieva, en alusión a Recalde.
Desde el oficialismo, Brusca, que actuó de vocero de la empresa, reaccionó indignado. "¡Ustedes son privatistas! Este informe contiene conclusiones que están intencionadas a reprivatizar Aerolíneas", advirtió, y les reprochó a los opositores haber votado en contra de la estatización de ambas empresas.
En el acto, los opositores le recordaron a Brusca su pasado como funcionario del menemismo, que consumó la privatización de Aerolíneas y Austral en la década de los 90. Brusca no pudo responder. Sí insistió en que el informe de la AGN "es malo", "adolece de defectos técnicos" y que es "arbitrario" porque no abarcó la gestión hasta la actualidad. En el medio, Fernández y Lamberto avalaron el informe, no así las conclusiones.
Aerolíneas cuestionó la "parcialidad e intencionalidad política" de los auditores radicales.
El sol tibio del otoño apenas lamía las ventanas del salón de Aeroparque, aquel 10 de junio de 2010, cuando el joven funcionario desenrolló una copiosa lista de promesas contenidas en el Plan de Negocios 2010-2014. “El grupo Aerolíneas dio una pérdida de casi mil millones de dólares en el año 2008. Eso incluye las pérdidas operativas y la reversión de numerosas maniobras contables que se habían hecho para disimular la situación de la empresa. Este número habla de la inviabilidad de esta empresa como empresa privada”, se escandalizaba. “Este plan quinquenal pretende creer en la operación, pretende lograr eficiencias en la estructura de costos y pretende lograr una enorme mejora del producto”, prometía.
Aerolíneas ya llevaba dos años bajo control del gobierno, sin que opositores, fiscales ni órganos de control pudieran saber qué se hacía ahí adentro. Pero el relato prometía un futuro mejor, del que hasta entonces sólo nos habían distanciado la codicia y la perfidia de los gestores españoles. Pues bien, otros dos años más tarde, aquellos espejismos se siguen alejando.
En medio de tironeos de último momento por parte del oficialismo para evitar la difusión de conclusiones rotundas y sin duda decepcionantes, la Auditoría General de la Nación aprobó ayer un informe que derrumba ladrillo a ladrillo aquella construcción que al final era de arena: desde la compra de dos decenas de aviones Embraer que por su tamaño no alcanzan a llevar las valijas en algunos vuelos de mediano alcance -una operación, recordemos, por la que en Estados Unidos la proveedora brasileña admitió haber pagado coimas en Argentina- hasta la pésima selección de rutas y horarios para los vuelos, o la peor gestión de los talleres y hangares, según denuncia el gremio de los mecánicos aeronáuticos. Todas las noticias son malas. Por eso, dicen los que conocen a fondo la empresa, hay pocas noticias surgidas desde Aerolíneas.
Recalde busca soslayar el informe diciendo que se refiere a una situación vieja, como si desde 2012 las cosas hubieran cambiado radicalmente.Antes de insistir en esa tesis, podría escuchar el audio de aquella vieja reunión de 2010, cuando uno de sus gerentes presentó el famoso plan quinquenal de la empresa: “Estamos esperando llegar al equilibrio financiero en el 2011. Y de ahí en adelante empezar a devolverle al Estado la plata que no ha malgastado en Aerolíneas y Austral, sino la plata que ha invertido para que haya una línea de bandera que preste un servicio público y que sirva de instrumento para el desarrollo económico y social del país.”
La grabación puede encontrarla en el archivo de clarin.com, junto a una investigación de este diario sobre Aerolíneas publicada el 24 de junio de 2012. No le costará reconocer la voz en ese audio de su viejo gerente de Finanzas: Axel Kicillof.