El nombre de Barack Obama no estará en el tarjetón electoral este martes en Estados Unidos, pero el presidente igual se juega cómo serán sus últimos dos años en la Casa Blanca.
En los comicios del 4 de noviembre, llamados midterms o de mitad de periodo, se elige a la mayoría de los gobernadores estatales, los 435 miembros de la Cámara de Representantes y más de un tercio de los 100 senadores.
Es precisamente en el Senado donde está el premio mayor: los republicanos sólo necesitan obtener seis curules para arrebatarles la mayoría a los demócratas, que la tienen actualmente. Y como la Cámara de Representantes ya está en sus manos y no es probable que cambie, quedarían con el control de ambas cámaras.
Si esto ocurre, como vaticinan muchos analistas, Obama deberá enfrentar el resto de su mandato con un Congreso en contra y con el partido de oposición en capacidad de marcar la pauta en temas que van desde la seguridad fronteriza hasta la política energética.
Aunque mantiene su poder de veto, al presidente le quedaría más díficil que se aprueben sus medidas y nominaciones -que se confirman en el Senado- y contaría con menos apoyo legislativo para bloquear a los republicanos.
Un senado opositor también podría comenzar investigaciones contra la Casa Blanca, así como lo ha hecho la Cámara de Representantes desde 2011.
Obama llega con el viento en contra a unos comicios que tradicionalmente son analizados como un referendo a la labor del presidente.
Cansados de los conflictos sin fin en Medio Oriente, todavía dudosos de la recuperación económica y críticos de la polarización política en Washington, muchos electores pueden terminar votando en contra de quien está en el poder.
De hecho, a nivel histórico, el partido que controla la Casa Blanca tiende a perder fuerza en el Congreso en las elecciones legislativas y nada parece indicar que esta vez vaya a ser distinto.
Por un lado, el presidente está rondando sus niveles históricos de aprobación más bajos (alrededor del 40% a nivel nacional) e incluso entre los candidatos de su propio partido hay cierto rechazo al mandatario.
Varios demócratas no se han mostrado muy convencidos de querer recibir el apoyo del presidente en sus propias campañas, pues en vez de ser beneficioso podría terminar generándoles el efecto contrario.
Otro factor que juega en contra de Obama es el electorado: en las legislativas votan menos personas que en las presidenciales y esto puede favorecer a los republicanos, que en este tipo de comicios suelen votar más que los demócratas.
De ahí que Obama, como parte de su campaña, haya estado presionando para que los electores de su partido salgan a las urnas el martes.
"Los demócratas tienen un defecto congénito", dijo Obama en un acto de campaña reciente en Chicago. "No votamos en las elecciones de mitad de periodo".
Más allá de que no voten tantas personas, lo cierto es que los resultados de las elecciones de mitad de periodo tienen efectos concretos sobre las dinámicas de poder en Washington.
En 2006, por ejemplo, los demócratas obtuvieron el control de ambas cámaras en el Capitolio, lo que le ayudó al presidente Obama a aprobar algunos de sus proyectos más importantes cuando llegó al poder dos años más tarde.
En 2010, sin embargo, perdieron el dominio en la Cámara de Representantes. Esto se convirtió en un traspié para el mandatario, que en los últimos años ha tenido que negociar con un Congreso prácticamente paralizado.
Por encima de todo, lo que está en juego en las elecciones legislativas de Estados Unidos de este martes es el control del Senado.
Esto conformará el destino de la agenda del presidente Barack Obama para el resto de su mandato. Y de todo lo demás que el Congreso quiera hacer, o evitar que se haga.
Los republicanos necesitan ganar seis escaños para recuperar la mayoría del Senado que perdieron en 2006. Sus perspectivas son buenas, pero nada está definido.
Las encuestas y los expertos pronostican que unos diez escaños demócratas podrían pasar a manos de republicanos. Los demócratas podrían arrebatar también un puesto a sus rivales, o quizás hasta tres si tienen lo que se consideraría una buena noche.
LOS REPUBLICANOS NECESITAN GANAR SEIS ESCAÑOS PARA RECUPERAR LA MAYORÍA DEL SENADO
Los votantes elegirán también una nueva Cámara de Representantes, escogerán gobernadores en tres docenas de estados y decidirán sobre más de 100 proposiciones.
A continuación, un resumen de lo que está en juego en el día de las elecciones:
El futuro del Senado
Los demócratas llegan a la noche electoral con una mayoría en el Senado de 53-45, y normalmente tienen el apoyo de dos independientes.
El martes, se renovarán 36 escaños. Los senadores se eligen por un periodo de seis años, lo que significa que quienes salgan elegidos el martes ocuparán su puesto hasta el final del primer mandato del próximo presidente.
¿De dónde llegarán los cambios?
El partido republicano tiene serias opciones de sustituir a los senadores demócratas que se retiran en los estados de Virginia Occidental, Montana y Dakota del Sur. Iowa es otra posibilidad.
Los opositores además buscan cambiar el color de los asientos elegidos en Arkansas, Carolina del Norte, Colorado, New Hampshire, Alaska y Luisiana, aunque también podrían sufrir derrotas en Georgia, Kentucky y Kansas.
Los republicanos no esperan ganar en todas estas opciones, pero tampoco lo necesitan para hacer de Mitch McConnell, de Kentucky, el próximo líder de la mayoría del Senado — siempre y cuando gane la reelección.
El control republicano en la Cámara de Representantes
Los republicanos tienen ahora una mayoría de 234-201 en el Congreso. En cada elección se ponen en juego sus 435 escaños. Nadie duda de que los republicanos mantengan el control en esa cámara; la duda es cuántos asientos obtendrán.
Los puestos de unas dos docenas de demócratas, además de cuatro republicanos, son vistos como vulnerables. Si los republicanos vencen a la mayoría de los aspirantes demócratas cuyos escaños peligran y ganan los asientos abiertos en Carolina del Norte, Utah y Nueva York, podrían terminar la noche con hasta 246 representantes, el mejor resultado para el partido desde la Segunda Guerra Mundial.
En las cámaras estatales
El partido republicano defiende 22 puestos de gobernador, mientras que los demócratas 14.
Muchos de los cargos de máxima responsabilidad estatal del país son vulnerables, más de lo habitual. Media docena de gobernadores republicanos que accedieron al poder en 2010, algunos con el apoyo del Tea Party, están luchando para seguir en sus puestos.
Entre ellos están los mandatarios Sam Brownback, en la fuertemente republicana Kansas, y Scott Walker, que está en la boleta electoral por tercera vez en cuatro años, en Wisconsin.
Brownback consiguió el sueño republicano en su primer mandato — grandes impuestos y recortes en el gasto. Pero el efecto sobre el presupuesto estatal llevó a muchos republicanos a retirarle su apoyo para dárselo al aspirante demócrata Paul Davis, el líder de la minoría en la Cámara estatal.
Las posibilidades de Walker como candidato republicano para la carrera a la presidencia del país en 2016 descansan en si será capaz de sobrevivir al desafío que le supondrá el martes la demócrata Mary Burke. A los demócratas y sus sindicatos aliados se les hace agua la boca con la posibilidad de derrotar al gobernador que terminó con la negociación colectiva para la mayoría de los trabajadores públicos de su estado tras su elección en 2010, y después sobrevivió a una moción de censura.
Varios demócratas comenzarán también el día luchando para ganar las elecciones, especialmente en Nueva Inglaterra, feudo habitual del partido.
Encabezando esa lista está Martha Coakley, que debería ser una apuesta segura para los demócratas en Massachusetts. Pero la fiscal general del estado, que ya perdió unas elecciones al Senado en 2010, podría perder ante el republicano Charlie Baker.
Reuters
Invasión de los comerciales políticos
Estas son las primeras elecciones desde que los dos partidos se adentraron en un nuevo mundo de financiación creado por las decisiones del Tribunal Supremo que aflojaron los controles sobre cuánto se puede gastar y cómo.
Los resultados fueron más obvios en televisión, donde no faltaron los anuncios políticos en el pasado. En esta campaña electoral en Carolina del Norte se emitieron más de 100.000 comerciales políticos en la televisión. En Georgia: Unos 65.000. Y en Kentucky: alrededor de 80.000.
Bert Cole, un elector de 74 años de Jonesboro, en el estado de Arkansas, no puede evitar ver los anuncios, pero les quitó el sonido. "Aprieto el botón de silencio y les dejo hablar".
Carolina del Norte tuvo la campaña al Senado más cara del país, con más de 108 millones de dólares de inversión para intentar decantar el resultado para el candidato demócrata Kay Hagan, que aspira a la reelección frente al presidente de la cámara estatal, el republicano Thom Tillis. La mayoría del dinero procedía de grupos externos. Las encuestas sugirieron que la disputa estaba empatada.
Las contiendas a las que hay que estar pendiente
Como Walker y Brownback, los gobernadores republicanos Tom Corbett en Pennsylvania, Rick Scott en Florida, Paul LePage en Maine y Rick Snyder en Michigan recibieron el apoyo del Tea Party en 2010 y ahora se presentan a la reelección por primera vez.
En Connecticut, el gobernador demócrata Dannel Malloy y el candidato republicano Thomas Foley repiten la contienda de 2010, cuando Malloy ganó por menos de 6.500 votos.
En Kansas, el independiente Greg Orman podría convertirse en el poder en la sombra en el Senado si derrota al representante republicano Pat Roberts. Orman podría alinearse con cualquiera de los dos partidos, decidiendo posiblemente cuál de los dos controla la cámara.
En Kentucky: el republicano Mitch McConnell se medirá a la demócrata Alison Lundergan Grimes. El senador republicano ganó las primarias a un candidato de la derecha, y una victoria de Grimes podría ser un gran revés.
En New Hampshire: la demócrata Jeanne Shaheen frente al republicano Scott Brown. Brown, un ex senador de Massachusetts, busca regresar a primera línea de la política, esta vez desde el otro lado de la frontera estatal.
En Colorado: el senador republicano Mark Udall y el congresista republicano Cory Gardner están inmersos en una dura batalla, al igual que el gobernador demócrata John Hickenlooper y el republicano Bob Beauprez.
Qué otras cosas se votarán
Entre las casi 150 propuestas que se votarán el martes están: la legalización de la marihuana con uso recreativo en Alaska, Washington, D.C., y Oregon. Medidas antiaborto en Colorado, Dakota del Norte y Tennessee. Exigencias de etiquetado para ciertos alimentos modificados genéticamente en Colorado y Oregon.