Preguntado por los movimientos de ficha que realizaba el país vecino y los retrasos en el proyecto español, José Manuel Soria se vino arriba en julio ante la atenta mirada de María Dolores de Cospedal, su compañera de conferencia, y se marcó un tanto ante los periodistas: «Sería ridículo que Marruecos encontrara petróleo al otro lado de la frontera marítima con Canarias y que España no lo hiciera». El ministro, canarión, de Industria le ha puesto mucha ilusión y todo el apoyo político al proyecto, pero de momento los vecinos sacan ventaja. A un mes de que comiencen los sondeos de Repsol, anunciados para verano y que se retrasarán hasta finales de noviembre, el reino alauita revelaba la semana pasada que había hallado petróleo a 200 kilómetros de las costas de Lanzarote.
No es algo nuevo que Marruecos nos lleva «décadas» de ventaja en la búsqueda y obtención de crudo, según Marcos Fraga, portavoz de Repsol: «Es que no hay ningún país que ponga cortapisas a la explotación de sus recursos naturales, como hacemos en España», protesta. «En el último año, este es el quinto sondeo que perfora Marruecos. La clave es que, por primera vez, la Oficina Nacional de Hidrocarburos y Minas del país ha confirmado la información y ahora la compañía Genel y sus socios acometerán pruebas de producción por valor de 22 millones de euros. Pruebas que solo se llevan a cabo si los indicios de comercialización del petróleo son prometedores».
Con una de cal y otra de arena ha reaccionado el presidente de Repsol, Antonio Brufau, tras conocer el hallazgo marroquí: «Si es petróleo comercial sería bueno para Marruecos y para nosotros hará más atractiva la exploración. Aunque en la mayoría de los casos (en los que se ha perforado y analizado) el petróleo no ha sido comercial por poca cantidad o poca calidad». Eso sí, no dejó pasar la oportunidad para recordar que su compañía «tiene unas licencias otorgadas hace ya bastante tiempo y tiene la obligación de perforar».
Todo está listo para saber si las costas canarias esconden una bolsa de crudo que permitiría producir hasta 140.000 barriles diarios, como estima la petrolera. El pastel es muy apetecible: oro negro para cubrir el 10% de las necesidades del país durante los próximos 30 años. Rajoy autorizó las prospecciones en marzo de 2012 y la declaración favorable de impacto medioambiental llegó hace solo tres meses. El pasado viernes anunció además su intención de recurrir ante el Tribunal Constitucional la consulta popular planteada por el gobierno autonómico para el próximo 23 de noviembre.
La iniciativa popular, el pendón del Ejecutivo de Paulino Rivero (Coalición Canaria, CC) contra los bombeos, planteaba la siguiente pregunta: ‘¿Cree usted que Canarias debe cambiar su modelo medioambiental y turístico por las prospecciones de gas y petróleo?’. El senador Narvay Quintero (CC) se muestra convencido de la celebración de la consulta a pesar de que aún no se sabe «cómo se va a hacer». No tienen censo, ni mesas...
De entrada, la comunidad autónoma ha decidido «paralizarla» hasta que se pronuncie el alto tribunal. Rivero siempre ha justificado la medida por la «falta de sensibilidad y respeto institucional por parte del Ejecutivo central», aunque también ha manifestado su lealtad al ordenamiento jurídico. Desde el gobierno canario entienden que la pregunta es «legal» puesto que no se trata de «ningún referéndum». No quieren una consulta a la catalana.
Quizás no haya papeletas y urnas, pero la protesta seguirá en la calle y las playas. Repsol repite estos días, por activa y por pasiva, que la declaración de impacto ambiental del proyecto es favorable y que en los estudios han participado, incluso, expertos de la Universidad de las Palmas. «Los trabajos son compatibles con el respeto al medio ambiente, el turismo y la pesca», defiende Marcos Fraga. Pero eso no impedirá que asociaciones como Greenpeace planten batalla. Ayer mismo, varios activistas de la ONG colocaron una réplica de una torre de extracción de seis metros de altura junto a la que simularon un vertido de petróleo, a pocos metros de las costas de Lanzarote. «El mayor accidente de la industria del petróleo se produjo en el año 2010 en una fase de prospección, la misma que pretende iniciar Repsol», recordó ayer Julio Barea, responsable de la campaña en las islas.
Desde el otro lado de la cancha, Marcos Fraga devuelve la pelota asegurando que la probabilidad de que ocurra un accidente «es de una entre 52.250». El geólogo Antonio Afonso entiende que la gente pueda temer un derrame como el mexicano de hace cuatro años, «pero las posibilidades de accidente en sondeos de exploración son prácticamente nulas. Se dicen muchos disparates y se crea alarma innecesariamente».
Desde hace años detractores y partidarios del proyecto juegan este partido de tenis con diversos argumentos y datos sobre el efecto que tendrá el gran cántaro de oro negro sobre el precio del combustible, las cifras del paro, la economía local y nacional... Y cada uno lo juega a su manera, claro. «En Noruega o en California hay plataformas visibles a tres millas de la costa», recuerda Fraga. «Hemos presentado una queja ante la Comisión Europea porque España ha incumplido el derecho comunitario sobre la protección del Lugar de Interés Comunitario (LIC) de Lanzarote-Fuerteventura», anunció ayer Greenpeace, que denunció cómo el Estado ha retrasado «intencionadamente» la declaración de este espacio protegido «para favorecer los intereses de Repsol».
El partido se seguirá disputando el mes que viene a cara de perro en las aguas de Canarias, que amenazan con una marejada más intensa de la que desearía la multinacional. La petrolera ya tiene preparado el modernísimo buque Rowan Renaissance, que ahora mismo está realizando un sondeo exploratorio en aguas de Angola. En cuanto acabe allí, viajará a Canarias. El alquiler diario de este buque cuesta casi medio millón de euros y está equipado con «la última tecnología para garantizar la seguridad y el éxito de la misión.
La semana pasada arribó a las islas un barco algo más pequeñito, bastante más modesto, pero muy peleón: el Artic Sunrise, uno de los buques insignia de Greenpeace. Ha tomado posición en los puertos canarios para «concienciar a la gente y hacer campaña a favor de las energías renovables», aclaró un portavoz de la ONG. Zarpará en unos días. Pero los chicos de verde se quedarán: «No vamos a dejar de dar guerra... aunque tampoco vamos a revelar nuestra estrategia de lucha».