Por JULIÁN GUARINO.
Los números mandan. Más allá del anecdótico aniversario, los tres años de cepo cambiario parecen arrojar un saldo netamente negativo que puede condensarse en el gran costo de oportunidad que implicó la medida. Un cálculo de la consultora Economía & Regiones (E&R) sostiene que, si el Gobierno hubiera tomado la decisión de realizar la "sintonía fina" prometida por la presidenta en su campaña electoral en lugar de imponer las restricciones cambiarias, hoy el Producto bruto Interno per cápita sería de u$s 23.259, es decir, un 75,8% superior a los u$s 13.224 que rigen en la actualidad.
"Los costos en términos de PBI per cápita fueron altísimos, hoy el país sería más rico y los ingresos de sus habitantes también si el Gobierno no hubiera decidido aplicar las restricciones", señaló Diego Giacomini, economista Jefe de E&R.
El dato se completa aplicando lo que ha sido el promedio de crecimiento en la región al PBI argentino. Según el informe, si Argentina hubiera aplicado las políticas de Chile, Perú, Colombia, actualmente el PBI per cápita sería u$s 30.884, un 133% superior al actual. Conviene, entonces, retrotraerse a 2011, cuando la formación de activos externos del sector privado fuga de capitales había llegado a u$s 21.500 millones y el Banco Central había perdido u$s 5.800 millones. En paralelo, el tipo de cambio nominal se había devaluado sólo un 5,6% aproximadamente con una expansión monetaria de $ 62.500 millones (casi el 40%) de los cuales más de la mitad habían sido emitidos para financiar al Tesoro ($ 32.500 millones).
"El combo resultó explosivo. La búsqueda de dólares obedecía a la inconsistencia entre la política fiscal y monetaria (expansiva) y la política cambiaria de tipo de cambio cuasi fijo", sostuvo Giacomini. "Esto le ponía un precio más alto a la devaluación, lo que alentó la fuga hacia el dólar", agregó.
Se sucedieron infinidad de medidas complementarias. Restricciones de días, horarios, montos, declaraciones juradas, sistemas de compensaciones ligados al comercio exterior, topes al turismo, límites geográficos, controles aduaneros, declaraciones y más declaraciones anticipadas. Desde ese momento, la caída de las reservas no sólo deparó u$s 20.000 millones menos en las arcas del Central; también alimentó la incertidumbre y generó la tela de especulación que hoy envuelve todo lo que acontece en el mercado financiero.
El dólar medido en pesos duplicó su valor a $ 8,50, la inversión cayó, el blue creció exponencialmente, el déficit se hizo más fuerte y la inflación no sólo no se frenó sino que apunta cada día un poco más alto.
Según el reporte de E&R, el primer "costo" que decretó el cepo se refiere al menor nivel de actividad económica y la menor producción de bienes y servicios, que arrojarían una pérdida de unos $ 107.900 millones de producto bruto (a pesos del 2004) entre 2012 y 2014. A eso hay que agregarle la mayor apertura comercial que se tendría de no haber aplicado esta medida y la ausencia de trabas a las importaciones; por lo que las proyecciones arrojarían importaciones por u$s 88.600 en 2014, es decir un 29% más que en la actualidad mientras que las ventas al exterior podrían haber alcanzado u$s 100.600 millones (+35% que en la actualidad) bajo el supuesto de que mayor predictibilidad incentivaría a los sojeros a liquidar su cosecha con precio máximo de u$s 540. Para E&R, sin cepo se tendría más superávit comercial en torno a los u$s 12.000 millones para 2014, un 110% mayor al observado en la actualidad.
Sin embargo, en los tres años se acumularía un stock de divisas de u$s 7.900 millones adicionales a las reservas que lógicamente le darían algo de alivio al BCRA. En este sentido, la dinámica haría que se vaya reduciendo paulatinamente el déficit fiscal desde una caída de 1,8% del PBI en 2011 hasta un superávit de 0.3% del PBI en 2014.
Por Esteban Rafaele.
El 28 de octubre de 2011, la AFIP implementó la resolución 3210, que obligó a los contribuyentes a conseguir la autorización del fisco para adquirir dólares. Fue el inicio del cepo cambiario, que continuó con la prohibición total para comprar divisas para ahorro, gravó a cuenta de impuestos el pago con tarjeta en el exterior, encareció los autos de media y alta gama y restringió al máximo el envió de utilidades al exterior por parte de las empresas.
El cepo fue pensado como un torniquete para detener la salida de divisas, que en 2011 rondó los u$s 25.000. Había que defender los dólares. Fue, en palabras del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, "una respuesta concreta desde el punto de vista de la sustentabilidad macroeconómica del país, de la disponibilidad de divisas y de la administración de la transición".
Tres años después, el Banco Central tiene u$s 20.210 millones menos de reservas (42,5% menos); un dólar oficial cuesta el doble de pesos que en ese entonces (la divisa pasó de $ 4,24 a $ 8,5); y un dólar blue vale un 227% más caro (de $ 4,49 a $ 14,62). La economía sintió el golpe: según el Índice General de Actividad (IGA) de la consultora Orlando Ferreres, se contrajo 2,9% entre septiembre de 2011 y el mismo mes de 2014.
La restricción a la salida de utilidades afectó a la inversión. Según la Cepal, la Inversión Extranjera Directa (IED) cayó 27% interanual en el primer semestre del año, aunque en periodos anteriores había subido porque las empresas reinvertieron los pesos que no podían cambiar por dólares para girar a sus casas matrices. Según datos de Ferreres, la inversión como porcentaje del PBI se estancó y deambula entre 19 y 21% en estos tres años.
"El cepo generó mayores distorsiones, mayor desconfianza y mayor caída de la inversión", aseveró Marco Lavagna, economista de Ecolatina y asesor del precandidato a presidente del Frente Renovador Sergio Massa. Ese espacio político promete erradicarlo en 100 días. ¿Cómo? "Hay que dar señales claras de hacia dónde va la economía, que se van a tratar los problemas de fondo y que va a haber un nivel de inflación razonable. Mientras tanto, hay que generar un shock de inversiones que generen divisas. Por ejemplo, eliminar la ley de abastecimiento e implementar políticas sectoriales específicas, por ejemplo impositivas", dijo Lavagna.
Marina Dal Poggettto, directora del Estudio Bein, que trabaja con el precandidato Daniel Scioli, afirmó que para desarmar el cepo hay que "abrir la cuenta de capital y corregir la distorsión de precios relativos de la economía". "Si bien cortó de cuajo la fuga de capitales y la salida de remesas, el cepo generó otros grifos. Se cortó el endeudamiento de provincias y empresas, se canceló deuda en términos netos y las reservas siguieron cayendo", explicó. "El costo principal fue que el nivel de actividad empeoró", concluyó.
Freno inmobiliario
"Durante el período del cepo todos los indicadores empeoraron", afirmó Luciano Cohan, economista jefe de la Elypsis. Recordó que el sector inmobiliario fue "el que más lo sufrió y vive su peor crisis en treinta años". Según datos del Colegio de Escribanos porteño, la cantidad de escrituras cayó casi 50% en tres años. Si en agosto de 2011 se escrituraron casi 6.000 inmuebles, en agosto de 2014 apenas se firmaron 2.762 transferencias.
"La implementación del cepo dio lugar a una política monetaria mucho más expansiva, que, en parte, explica la inflación de hoy", dijo Cohan. "Sin el cepo, la emisión en exceso, que llegó al 50% en 2013, se hubiera ido a forma de compra de reservas", afirmó. "El cepo no se puede desarmar de un día para otro, porque hay una cantidad enorme de pesos; primero hay que recuperar la confianza en el peso y ordenar las cuentas fiscales para que la política monetaria no dependa tanto del Tesoro", concluyó.
Mariano Lamothe, gerente de Análisis Económico de Abeceb.com, consideró que el cepo "ha llevado a una mayor escasez de dólares y hoy impacta en la actividad productiva, en tener que hacer suspensiones porque (las empresas) no tienen insumos para producir, lo que profundiza la recesión". Para erradicarlo, siguió, se debe dejar de financiar déficit fiscal con emisión monetaria, acceder al mercado internacional de deuda y no utilizar el tipo de cambio como ancla antiinflacionaria. "Hay que dejar de usar al Banco Central emitiendo pesos a lo loco y que se dedique a revalorizar a la moneda argentina", dijo.