Luego de la reelección de Dilma Rousseff como presidenta de Brasil, la bolsa de ese país retrocedió 2,7%, el real se devaluó 2,58% y las acciones de varias empresas públicas cayeron fuertemente. Analistas coincidieron en que la incertidumbre respecto a los rumbos de la política económica que adoptará el futuro equipo económico explican las caídas.

La Bolsa de Valores de San Pablo llegó a registrar durante la jornada una caída del 6%, y se dieron fuertes bajas para las estatales Petrobras (12%) y Eletrobras (9,6%).

La petrolera está siendo objeto de graves denuncias que sugieren la acción de una red de corrupción que desvió dinero de contratos para financiar agrupaciones políticas oficialistas, en especial el Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff.

Según explicó el analista de la consultora Rico, André Moraes, la caída de la Bovespa era esperada por los accionistas a raíz de los últimos sondeos de opinión previos al balotaje del domingo. Según el especialista, algunos operadores esperaban incluso que hoy se aplicara el llamado "circuit breaker", que es un dispositivo de seguridad usado en el mercado bursátil destinado a evitar las oscilaciones bruscas, dañinas para la economía.

El viernes, la Bolsa brasileña había trepado 2,42%, tras acumular un descenso del 6,7% en la semana.

En el mercado de divisas, el real se depreció un 2,58%, a 2,526 reales por dólar. El valor alcanzado hoy es el mayor desde abril de 2005.

Los mercados sostienen que Rousseff implementó una política muy intervencionista que no consiguió estimular el crecimiento ni mejorar la competitividad y le reclaman que defina rápidamente quién será el próximo ministro de Hacienda.

"Se esperaba que el mercado reaccionara con pérdidas hoy, la presidenta tiene que anunciar aún quién será su ministro de Hacienda", dijo el economista jefe de Gradual Investimentos, André Perfeito.

El gobierno, en tanto, rechazó que las turbulencias en el mercado bursátil sean consecuencia del resultado de las urnas, en el que Rousseff se impuso por estrecho margen al socialdemócrata Aécio Neves (fue reelecta en segunda vuelta con el 51,64 % de los votos, frente al 48,36% del candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña).

Por Eleonora Gosman.

Hubo frases significativas durante la declaración de la victoria pronunciada por la presidenta Dilma Rousseff. Una de ellas fue cuando afirmó: “Los resultados apretados producen cambios más rápidos y profundos”. Era un reconocimiento explícito de un triunfo conseguido con un margen estrecho: con 51,6 por ciento frente a 48,4 por ciento de su opositor Aécio Neves. Fue, también, llamativo que ella señalara: “No creo que estas elecciones hayan dividido al medio al país. Considero que estos comicios movilizaron ideas y emociones, a veces contradictorias, pero que buscan un futuro mejor”.

Dicho esto, convocó a “producir posiciones de consenso” y a “construir puentes (con la oposición) para convertir la disputa en energía positiva”. Aunque estas señales podrían parecer formales, como de aquel que finalmente consigue llegar al podio, no será el caso del nuevo gobierno que debe iniciar Rousseff a partir de 2015.

La presidenta sabe que tiene dos tareas urgentes. Fue lo que ella misma se encargó de formular claramente ayer. Se trata de combatir la inflación, un flagelo que afecta los ingresos de la ciudadanía, y desplegar un celo especial en la normalización de las cuentas públicas. Como ya había anticipado su ministro de Hacienda Guido Mántega, el año próximo deberá aumentar el superávit fiscal. Lo harán de manera gradual, como la propia presidenta dijo en varias oportunidades a lo largo de esta campaña. Pero no escapará a lo que considera su “obligación inmediata”.

El otro elemento destacable fue su disposición a “dialogar con todos y cada uno de los sectores del país”. Con frecuencia fue su falta de intercambio con las entidades representativas brasileñas, tanto empresariales como laborales y campesinas, lo que produjo una desazón con respecto a Rousseff y una impresión de que ella ignoraba la sociedad. El empresariado fue tal vez uno de los más “olvidados” por la jefa de Estado al punto que en 2013, después de gobernar más de dos años y medio, recibió por primera vez a los líderes de un segmento industrial específico (el de los automóviles).

Esta elección presidencial comenzó bajo la sombra de una recesión. Esta habría de comprobarse en junio cuando el país experimentó dos trimestres consecutivos con crecimiento negativo del Producto Bruto Interno. Fue consecuencia, según habría de reconocer el ministro Mantega, de un “ajuste fiscal muy fuerte aplicado entre enero y junio para bajar la inflación”. Fue esto lo que causó un malhumor creciente en la población.

El propio funcionario lo dijo en un encuentro que mantuvo con economistas colegas en la Fundación Getulio Vargas (FGV). A partir de julio, y especialmente con el surgimiento de la candidatura de la evangelista y ecologista Marina Silva, el gobierno tuvo que comenzar a aflojar el torniquete. La recuperación fue rápida al punto que llegó este mes con el menor nivel de desempleo de la historia brasileña, desde que se mide ese indicador: 4,9 por ciento.

El fenómeno de Marina tuvo por cierto un componente si se quiere emocional, por la muerte de su ex compañero en la fórmula del Partido Socialista Eduardo Campos, hasta entonces llamado a ser el presidenciable de esa organización. Eso la catapultó a la candidatura presidencial que sólo por un breve lapso la mantuvo como favorita y con posibilidades de alcanzar la segunda vuelta.

Pero eso explica apenas una parte. Cuando la realidad mostró que la ex ministra ambientalista no tenía fuerza suficiente para competir con Dilma, emergió con fuerza inédita el socialdemócrata Aécio Neves, un político de fuertes ideas liberales. No por casualidad, este ”tucano” logró realizar una hazaña electoral: obtuvo la mayor votación de su partido desde que Lula asumió el gobierno en 2003.

Los mercados reaccionan con resistencia tras la reelección de la presidenta de izquierda Dilma Rousseff , anoche, en Brasil. Los mercados se hunden, el real se devalúa y las acciones de las empresas estatales están en picada.

Brasil despertó con la mirada puesta en el corro paulista, que en las últimas semanas había mostrado su favoritismo por el candidato opositor Aécio Neves , quien ayer perdió las elecciones frente a Rousseff.

Al mediodía brasileño, el índice de la Bolsa de Valores de San Pablo sufría una caída de 2,77%, con su índice Ibovespa en 49.888 puntos, tras hundirse al comienzo de la jornada hasta un 6% (48.850 puntos).

Los papeles de la petrolera estatal brasileña Petrobras y los títulos de las principales empresas de servicios básicos de Brasil caían con fuerza el lunes, frente al temor de que las políticas de Rousseff afecten sus ventas y ganancias.

Los papeles preferenciales (sin voto) cayeron 12%, mientras que los ordinarios (con votos), tuvieron una baja del 10,70%, hasta 13,99 reales.

Los papeles de la petrolera estatal, centro de un escándalo de corrupción, también cayeron en Europa. Las acciones cotizaban a 5,13 euros al comienzo de la jornada en Fráncfort, un 11,6% menos que la última cotización, del viernes último.

En el mercado de divisas, el real brasileño cayó con fuerza al comienzo de la jornada, cuando se depreciaba casi un 4% frente al dólar. Al mediodía, la devaluación se moderó levemente. La moneda brasileña cayó 3,21% frente al dólar, que se vende ahora a 2,53.

El viernes último, la moneda brasileña había cerrado con alza de 1,99%, y la bolsa había avanzado 2,42%, tras acumular una caída de 6,7% en la semana.

La presidenta fue reelegida en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del domingo con un 51,64 % de los votos, frente al 48,36 % del abanderado del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que prometía implementar una receta de corte liberal en la economía.

Los mercados achacan a Rousseff una política con demasiada injerencia del gobierno, que no consiguió estimular el crecimiento ni mejorar la competitividad y le piden definir con urgencia quién será el próximo ministro de Hacienda, después de que Dilma prometiera en su campaña que reemplazará al actual, Guido Mantega.

Petrobras fue un tema recurrente en la campaña, pero no por su rendimiento económico, sino porque, según revelaciones, existió una red de cobro de sobornos dentro de la empresa estatal que habría beneficiado al gobernante Partido de los Trabajadores (PT).

Agencias Reuters, EFE y AFP

Cómo habían anticipado los analistas, los mercados financieros de Brasil se hunden el lunes tras la victoria de la presidente Dilma Rousseff sobre Aécio Neves en la elección presidencial del domingo.

Los mercado han golpeado con especial virulencia a las acciones de la petrolera estatal Petrobras, además de los títulos de las principales empresas de servicios básicos de Brasil, que caían con fuerza frente al temor de que las políticas de Rousseff afecten sus ventas y ganancias.

Las acciones de Petrobras se desplomaban un 11% por ciento, tras un máximo de 14 puntos en la apertura, mientras que los papeles preferentes de Eletrobras perdían un 11,5 por ciento.

El "efecto DIlma" también llegó a Nueva York, donde los recibos de acciones (ADRs) de la petrolera caían más de 16% en la pre apertura de Wall Street.

El caso de Petrobrás tiene importantes componentes políticos, porque la empresa fue eje de las acusaciones por corrupción que el candidato opositor Aécio Neves lanzó contra Dilma Rousseff durante la campaña.

Según las investigaciones, un 3% del presupuesto de los contratos de Petrobras se desviaba para financiar las campañas electorales de formaciones políticas de la base aliada al Gobierno, entre las que figuraba el Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff.

Los delatores, que están confesando a la Justicia a cambio de una reducción de condena, son el ex director de Abastecimiento de Petrobras Paulo Roberto Costa y el empresario Alberto Youssef, propietario de una casa de cambio que supuestamente gestionaba los fondos.

El viernes, dos días antes de las elecciones, la revista Veja, con una tirada superior al millón de ejemplares y siendo la de mayor circulación de Brasil, publicó una polémica tapa: la foto de Dilma Rousseff y de Lula da Silva acompañada de la leyenda "Ellos sabían todo".

Rousseff reaccionó con ataques directos a la revista, a la que acusó de hacer "terrorismo electoral".

El mercado brasileño no dudó en recordarle a Dilma Rousseff que tiene poco tiempo para celebrar su segundo mandato. Tras la confirmación de que la mandataria gobernará al gigante verde amarelo por cuatro años más, el Bovespa sufrió un impulso residual en la toma de posiciones al caer 2,77%, mientras que el tipo de cambio se debilitó 2,61% hasta los 2,5216 reales por dólar, su mayor nivel en seis años.

Si bien gran parte de la toma de ganancias se produjo la semana pasada, cuando las encuestas indicaron que Dilma estaba ganando terreno frente al socialdemócrata Aécio Nevez, el Bovespa llegó a caer más de un 6% en la jornada de ayer, presionado por la acción de Petrobas que lideró las bajas del "kit electoral" - que agrupa a los activos más sensibles a las políticas estatales -, tras hundirse 12,33%.

Así, las acciones de Eletrobras fueron las segundas más golpeadas (-11,67%), seguida de Banco do Brasil (-5,24%), Cemig (-8,70%), Itaú PN (-3,46%) y Bradesco (-2,16%).

"No hay voto de confianza para Dilma porque fracasó como estadista, con bajo crecimiento y alta inflación durante la mayor parte de su mandato. Si ella muestra signos de moderación con un equipo económico competente que priorice bajar la inflación con restricción fiscal, entonces podría fijar el rumbo para un crecimiento impulsado por una inversión más alta", apuntó Siobhan Morden, directora de Jefferies para América Latina, en diálogo con El Cronista.

La falta de confianza también impactó en el mercado cambiario, aunque menos de lo esperado. El real llegó a caer en la jornada de ayer un 4,2%, pero luego recuperó casi 1,6% para terminarcon su nivel más débil desde 2005. La moneda brasileña acumula una devaluación de 7% en el año y amenaza con quitar competitividad al peso argentino a través del tipo de cambio real bilateral.

"Si el gobierno brasileño no manda señales rápidas de que tiene intenciones de mejorar la relación con el mercado y dejar de lado las decisiones intervencionistas, me parece que podemos ver un real mas débil. La depreciación del real le va a poner presión al tipo de cambio acá", advirtió Miguel Kiguel, socio de Econviews.

De acuerdo a Dante Sica, director de la consultora Abeceb.com, la volatilidad continuará caracterizando al mercado brasileño hasta que el nuevo gobierno defina qué hará con la política macroeconómica, por lo que todavía no apuesta por un real más débil."

Hasta que Dilma no defina quien será el ministro de economía y el presidente del Banco Central, continuará la volatilidad. Las decisiones relacionadas con su nuevo gabinete económico son claves, así como recuperar temas de política fiscal asociadas a lo que requiere la política monetaria. En este sentido, no está muy claro si el real seguirá perdiendo valor el resto del año", remarcó Sica.

Lo que parece claro para algunos analistas es que luego de sostener cuatro años consecutivos de inflación por encima de la meta oficial de 6,5%, el Banco Central de Brasil debería incrementar aún más la tasa referencial de interés (Selic) en al menos 100 ó 150 puntos básicos, con el fin de forzar una convergencia más rápida dentro del rango oficial, cuyo piso se ubica en 4,5%. "También esta sería una señal al mercado de un claro cambio de régimen en lo que respecta al compromiso con la meta de inflación", indicó un informe de Alberto Ramos, director de Goldman Sachs para América Latina.

Así, será clave para el mercado la reunión del Comité de Política Monetaria que el Banco Central llevará a cabo entre hoy y mañana, en la que podría decidir si aumenta la tasa de interés, que actualmente se encuentra en 11% anual. De acuerdo a las estimaciones del Bank of America, hay un 50% de probabilidad de que la entidad monetaria eleve esta semana la Selic en 25 puntos básicos.