Los sondeos no se equivocaron. Con el 51,62% de los votos, Dilma Rousseff obtuvo finalmente la reelección en Brasil y el 1° de enero de 2015 iniciará un segundo mandato de cuatro años. Los resultados oficiales emitidos por el Tribunal Superior Electoral otorgaron el triunfo a la líder del Partido de los Trabajadores (PT), agrupación que ahora podrá sumar 16 años años ininterrumpidos en el poder. "Muy agradecida", escribió la mandataria en Twitter.
Luego de ser anunciado su triunfo, Rousseff agradeció a su padrino político, el ex presidente Luiz Inácio Lula Da Silva, y al resto de las fuerzas políticas que le dieron su apoyo. Afirmó que sus primeras palabras son "para hacer un llamado a la paz y a la unión", negó que el país estuviera dividido y sostuvo que está dispuesta al diálogo con los distintos sectores de la oposición. "Quiero ser una presidente mucho mejor que lo que fui hasta ahora", dijo mientras los simpatizantes vitoreaban: "Corazón valiente".
A continuación, la mandataria señaló que la palabra más repetida durante la campaña fue "cambio" y el tema más exigido, "reformas" y que, por eso, concentrará sus esfuerzos en impulsar una reforma política, que someterá a plebiscito.
"La primera reforma, la más importante, será la reforma política. Y quiero discutir este tema con el nuevo Congreso y con toda la sociedad. Habrá acuerdo para abrir una discusión y llevar a cabo las medidas concretas", comunicó.
"Tenemos la obligación de promover de tener un compromiso, grande, con el combate contra la corrupción. Voy a fortalecer las instituciones de control para acabar con la impunidad, que es la protectora de la corrupción", prosiguió.
"Impulsaré medidas concretas para promover el crecimiento, el empleo y la valorización de los salarios. Vamos a dar más impulso a todos los sectores, en especial la industria", dijo con respecto a las medidas. "Continuaré combatiendo con rigor la inflación. También voy a impulsar el diálogo con todas las fuerzas productivas del país", indicó.
En el camino ha quedado Aécio Neves, un hombre de la élite política brasileña, ex diputado, ex senador y ex gobernador con fama de playboy. Neves encarnó el cambio y prometió poner freno a la corrupción, dar un giro liberal para que el país vuelva a crecer, controlar la elevada inflación y "mejorar" los programas sociales. Pero sus promesas de campaña han quedado opacadas por la arrolladora capacidad electoral del PT. Finalmente, obtuvo el 48,38%, tan solo tres puntos porcentuales por debajo de la mandataria.
Tras conocer los resultados, el opositor admitió la derrota y felicitó a Rousseff. "Considero que la mayor de todas las prioridades debe ser unir a todos los brasileños", dijo. "Dejo esta campaña con el sentimiento de que hemos cumplido con nuestro papel. Combatí en un buen combate y mantuve la fe. Muchísimas gracias", agregó.
Rousseff, de 66 años, una "dama de hierro" de izquierda, ex guerrillera durante la dictadura, ha prometido en cambio continuar y ampliar los programas sociales impulsados por su partido, y que benefician a un cuarto de los 202 millones de brasileños.
Un total de 142,8 millones de brasileños fueron convocados a las urnas en este inmenso país. Los centros de votación abrieron a las 08:00 (10:00 GMT), mientras que las últimas cerraron a las 19 (21:00 GMT) debido a la diferencia horaria.
Los últimos sondeos ya daban una leve ventaja a Rousseff de entre cuatro y seis puntos. Había perdido un punto en los últimos dos días, y su rival había subido otro, pero siempre tuvo más chances de victoria.
En un ballotage histórico en el cual se impuso por un estrechísimo margen la actual presidente Dilma Rousseff, puede observarse cómo el propio Brasil se polarizó si se tiene en cuenta el mapa que muestra qué regiones votó por cada uno de los candidatos.
A simple vista, puede observarse cómo Rousseff -quien obtuvo más del 51 por ciento de los votos- se alzó con la mayoría absoluta de los votos de la región Norte y Noreste del gigante latinoamericano. Fue en esos estados -la mayoría con amplios margen de pobreza entre su población- donde Rousseff sacó una ventaja mayor contra el candidato de centro Aécio Neves, quien obtuvo poco más del 48 por ciento de los votos emitidos.
El candidato del PSDB, quien sorprendió en primera vuelta al colocarse muy cerca de la presidente Rousseff se vio triunfador en el Sur y Sureste, donde se concentran los estados más ricos del país. Salvo Río de Janeiro, Aécio ganó en los restantes estados de esa mitad del país.
El sistema con el cual votaron los brasileños revolucionó la forma en que se esperan los resultados en Brasil, siendo computados más de 136 millones de votos en menos de tres horas, lo cual posibilitó que al momento de cerrar las urnas -en el gigante latinoamericano hay tres husos horarios- ya se supiera quién había ganado las elecciones en ballotage.
La implementación también incluyó -en algunos estados- el sistema de registro biométrico, en el cual el elector debía poner su dedo para corroborar que había emitido su voto electrónico. En esos estados, el tiempo de duración se tardaba 40 segundos en votar, mientras que en los que no se usaba el sistema biométrico sólo 20 segundos.
El sistema biométrico -como en las dos últimas elecciones- supone la identificación del elector con su huella dactilar. Ha sido utilizado en 764 municipios brasileños en los cuales estaban llamados a votar 21 millones de ciudadanos, un 15% del electorado del país.
Si bien algunas fallas aisladas en las urnas obligaron a que se demoraran los cierres de los colegios electorales en Río de Janeiro y Brasilia, así como también actos de vandalismo en los centros de votación, en general el sistema electrónico mostró su efectividad.
El voto electrónico debutó en 1996 en Brasil, logrando acercar a los ciudadanos a las urnas ya que no se provocan demoras o filas en los centros de votación. Uno de los beneficios del sistema radica en que facilita el sufragio de los electores analfabetos al presentarse fotos de los candidatos.
Las urnas electrónicas de Brasil fueron sometidas a numerosas y rigurosas pruebas de seguridad: el gobierno de Luiz Inácio Lula Da Silva desafió a hackers a encontrarles fallas en noviembre de 2009. Y aunque se ofrecieron u$s2.900 de recompensa, ninguno logró vulnerarlas.
La presidenta Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores) fue reelecta hoy en las elecciones más reñidas desde el regreso de la democracia en Brasil, con menos de tres puntos de diferencia sobre el candidato de la centroderecha, Aécio Neves (Partido de la Social Democracia Brasileña).
Con el 99,98% de los votos escrutados por el Tribunal Superior Electoral (TSE), la mandataria se impuso con el 51,64% frente a Neves (48,36%). Hace cuatro años, Rousseff había logrado el 56% de los sufragios cuando compitió con José Serra (PSDB).
De esta manera, Rousseff gobernará hasta 2018 y su partido completará así un período inédito de 16 años en el poder, que comenzó en 2003, cuando asumió su primer mandato el antecesor y padrino político de la mandataria, Luiz Inácio Lula da Silva .
El PSDB obtuvo hoy su mejor votación en los últimos doce años, pero también ha sufrido su cuarta derrota consecutiva frente al PT.
GUERRA SUCIA Y PELEA CABEZA A CABEZA
El camino de Dilma a la reelección no fue tan fácil como el PT hubiera esperado. La mayor amenaza surgió con la muerte, en agosto último, del candidato del Partido Socialista de Brasil (PSB), Eduardo Campos, en un accidente aéreo. Marina Silva, la candidata a vice que pasó a encabezar la fórmula de los socialistas, se presentó rápidamente como la favorita de las encuestas y comenzó a seguir de cerca, e incluso superar, a la presidenta en las encuestas.
Pero la estrella de la ecologista se apagó mientras se acercaba el 5 de octubre y finalmente la sorpresa fue Aécio Neves, que quedó nueve puntos por debajo de Dilma (33,5% él; 42% ella).
Allí comenzó de nuevo la danza de números de las encuestas, que pronosticaban un empate técnico entre ambos candidatos al ballottage y hacía temblar al PT. El apoyo de Silva (que quedó tercera en la primera vuelta, con 22% de los votos) al candidato de la centroderecha también fue una mala noticia para Dilma. Pero en los días previos a esta segunda vuelta, los brasileños se inclinaron por la continuación del modelo petista y la presidenta se despegó levemente de su rival. Para eso, ayudó la "guerra sucia" del oficialismo contra el candidato opositor: lo acusaron de pretender acabar con los programas sociales para los más pobres, se lo presentó como un "playboy" rico de cuna privilegiada, y, en las redes sociales, hasta se insinuó que era alcohólico, drogadicto y golpeador de mujeres.
En la recta final, la campaña se volvió a embarrar con la portada de la revista conservadora Veja, que aseguraba que tanto Dilma como su antecesor y padrino político, Lula Da Silva, estuvieron siempre al tanto de millonarios desvíos de dinero a la empresa estatal petrolera Petrobras, una trama de corrupción muy presente en la campaña. Tampoco eso pudo evitar el triunfo del PT en las urnas.
LOS DESAFÍOS DE DILMA
Dilma Rousseff asumirá formalmente su nuevo mandato el 1° de enero del año próximo. Sin embargo, mañana mismo ya deberá comenzar a plantear los cambios que se avecinan, prometidos durante la campaña.
Sus desafíos para los siguientes cuatro años serán principalmente económicos: Brasil deberá retomar el crecimiento, con una economía actualmente en recesión técnica, y controlar la inflación, de 6,75% en últimos 12 meses, casi tres puntos por encima del techo establecido por el propio gobierno.
Mientras Dilma sostuvo en la campaña que mantendrá su visión intervencionista de la economía, sí prometió que cambiará a su ministro de Economía, Guido Mantega. Los posibles nombres para reemplazarlo no tardarán en aparecer.
Por otro lado, se da por descontado que Dilma no tocará los planes sociales que comenzaron con el gobierno de su antecesor, Luiz Inacio Lula de Silva, y que sacaron de la pobreza a unos 40 millones de brasileños..