El barril de “light sweet crude” (WTI) para entrega en noviembre cedió 4 centavos a 82,71 USD en el New York Mercantile Exchange (Nymex).
En Londres, el barril de Brent del mar del Norte para entrega en diciembre terminó en 85,40 USD en el Intercontinental Exchange (ICE), en baja de 76 centavos con relación al cierre del viernes.
En ausencia de noticias que dinamicen la operativa, “el humor no es demasiado bueno, hay una especie de malestar” entre los corredores, dijo Phil Flynn, de Price Futures Group.
“El contexto es de producción récord en EE.UU. y perspectivas de demanda de crudo poco sólidas”, añadió.
“Esperamos que las refinerías aceleren poco a poco el ritmo al final del período de mantenimiento y que las reservas de crudo comiencen a bajar”, dijo Carl Larry, de Oil, Outlooks and Opinion.
El mercado se prepara, además, para la reunión de la OPEP el 27 de noviembre en Viena sin que se vislumbre una decisión unánime de recortar la producción.
La abundante producción de petróleo local, sumada a la estrategia de la OPEP de forzar la caída del precio del crudo genera en los consumidores de los EE.UU. un ahorro de hasta U$S 500 al año. Para los analistas, las familias lo perciben como un “ingreso extra” que impacte de lleno en su economía.
Con una baja de hasta U$S 0,5o en el precio del galón de nafta, los consumidores de los Estados Unidos disfrutan “como nunca antes” los beneficios del shale boom, aseguran periodistas de Bloomberg. Es que esa baja “significa un ahorro anual de U$S 500 para un hogar promedio, que consume cerca de 1.000 galones de combustible al año, según datos de la Administración Federal de Carreteras y la Administración de Información de Energía”.
La caída del precio y su consecuente impacto positivo sobre la economía familiar, se debe -a nivel doméstico- a que la producción de petróleo de Estados Unidos está en su nivel más alto desde 1985, gracias a la producción en los yacimientos de esquisto. En paralelo, la Organización de Países Exportadores de Petróleo recuperó su capacidad productiva y decidió volcar al mercado internacional sus reservas, en lo que los analistas reconocen como una manera de forzar la caída del precio para poner en jaque el costoso desarrollo no convencional de EE.UU.
En este contexto, los consumidores y los comerciantes, celebran. Combustible más barato permite enormes ahorros en transporte y en el gasto que significa calefaccionar las viviendas en el próximo invierno. Asimismo, y a semanas del inicio de los feriados, las vacaciones y las compras de fin de año, los comerciantes esperan ansiosos con previsiones alentadoras de más consumo destinado a regalos y placer.
“Los dos precios más observadas por los consumidores son los alimentos y la energía, los cuales desempeñan el papel más importante en la formación de opiniones sobre la inflación. Esto proporciona un poco más de espacio para los lujos en lugar de consumos de primera necesidad”, dijo en un informe reciente la consultora especializada IHS Inc.
Esta reactivación se potencia además por los números positivos en la demanda de empleo, impulsada en gran parte por la necesidad de cubrir posiciones directas en el sector energético y por la reactivación de la industria en general como resultado de la energía barata obtenida gracias al shale boom.