El reciente descenso que ha experimentado el precio del petróleo en los mercados internacionales debería ser una buena noticia para Chile. De hecho, Bank of America Merrill Lynch estima que el país sería el principal beneficiario de este fenómeno en América Latina. En un informe publicado el viernes, los economistas para la región Marcos Buscaglia y Ana Madeira explicaron que la nación posee la mayor balanza comercial negativa -o sea compramos más que exportamos- de crudo y energía de la zona, que en 2013 llegó a US$ 14.400 millones (5,3% del PIB). Si bien Argentina, Brasil y Perú también son importadores netos de energía, su alcance es menor, con déficit comerciales de energía de cerca de 1% del PIB, 0,9% del PIB y 0,7% del PIB, respectivamente. Así, una disminución de 10% en los precios energéticos probablemente sólo generaría un impulso externo significativo para Chile, que se calcula en 0,5% del PIB.
Impacto sobre la inflación
Según los analistas, los consumidores chilenos y colombianos serán los únicos que sentirán un alivio por el combustible más barato, ya que en gran parte de los países del bloque los precios de la bencina están regulados.
"La correlación de los precios domésticos de bencina con los precios internacionales del petróleo expresada en moneda local ha sido muy baja, excepto en Chile", acotaron los expertos.
Por esto mismo, el mercado local es donde el menor valor del crudo podría tener el mayor efecto sobre la inflación y la política monetaria. Los modelos del banco estadounidense indican que, si los precios del petróleo y el peso chileno se mantienen en sus niveles actuales, el valor de la bencina retrocedería 7,6% hasta fin de año, con un impacto de 43 puntos base sobre la inflación general. "Sin embargo, no creemos que esto cambia mucho la visión de la inflación convergiendo hacia cerca de 3% en 2015; sólo reduce los riesgos al alza", argumentaron. Como resultado, los especialistas no modificaron sus pronósticos para la política monetaria, que no incluyen nuevos recortes.
Perdedores, el otro extremo
Entre los países que se verían más perjudicados por los precios más bajos del hidrocarburo destaca Venezuela, cuyas exportaciones de crudo representan 96% de los envíos totales.
Una reducción de 10% en los precios del combustible implicaría un deterioro de 2% del PIB en las cuentas externas del país, por lejos la nación más golpeada en América Latina.
Colombia y México también saldrían perdiendo, ya que de sus embarques totales, 56% y 12%, respectivamente, corresponden a petróleo.
Desde que se convirtió en presidente de Venezuela hace 18 meses, Nicolás Maduro ha luchado con un desabastecimiento crónico de todo –desde dentífrico hasta medicamentos-, con la inflación más acelerada del mundo y con la declinación de las reservas en moneda extranjera.
Su situación va a empeorar. Los precios del petróleo de Venezuela, que constituye el 95 por ciento de las exportaciones del país, caen al nivel más bajo en cuatro años y amenazan con reducir de forma drástica los dólares que el país necesita para pagar sus deudas.
“Es un golpe directo a la recaudación impositiva”, dijo Lars Christensen, economista jefe de mercados emergentes de Danske Band A/S, en entrevista telefónica desde Copenhague. “No puede decirse nada positivo del estado de la economía venezolana, y esto no ayuda”.
Por Tlaloc Puga/Sergio Meana.
Estados Unidos (EU) produjo 8.95 millones de barriles al día en la semana que finalizó el 10 de octubre, lo que implicó su mayor volumen desde junio de 1985, de acuerdo con datos de la Agencia de Administración de Energía (EIA, por sus siglas en inglés) de dicho país.
A su vez, las importaciones estadounidenses al cierre de esa semana ascendieron a 9.11 millones de barriles, un millón menos que hace 12 meses y cinco menos que hace 10 años.
Por su parte, las ventas estadounidenses de esta materia prima fueron por 3.97 millones de barriles y significaron su volumen más robusto desde que se tiene registro, en febrero de 1991.
Al respecto, Robin Mills, director de consultoría en el Energy Consulting Manaar con sede en Dubái, expuso para El Financiero, que los altos precios del crudo, así como los avances en la fracturación hidráulica y los aprovechamientos de perforaciones horizontales en la roca de esquisto, han promovido la mayor producción de petróleo en el país vecino del norte.
El experto pronosticó que la producción de petróleo en esta nación podría superar su máximo histórico, de 1970, el próximo año.
Indicó que EU posiblemente seguirá siendo un importador neto de petróleo en los próximos años, aunque previó que junto con Canadá serían un exportador neto de petróleo a principios de 2020.
Mills señaló que el descenso en las importaciones estadounidenses de petróleo ha reducido los precios mundiales del crudo y ha llevado a los exportadores de petróleo a mirar a Asia como su principal mercado.
Por su parte, George Baker, director de energia.com, medio especializado en el sector energético mexicano, con sede en Houston, dijo que la revolución del shale gas que vive EU fue posible gracias al marco jurídico, que permite la inversión privada en terrenos privados, sin permiso del Estado.
El marco alienta a la innovación, que es el motor responsable por los nuevos 3 millones de barriles por día, sostuvo. “Es común en Houston escuchar que la citada revolución no hubiera ocurrido si las petroleras hubieran tenido que obtener permisos de las autoridades”, dijo Baker.
Lo anterior ocurre en un entorno de menores precios del crudo. El West Texas Intermediate (WTI) cerró el viernes pasado en 82.75 dólares por barril, debajo de los 95.3 que ha promediado en lo que va de 2014.
Al mismo tiempo, el petróleo Brent concluyó la semana pasada en 86.16 dólares, debajo también de los 104.1 promediados en el año.
Los factores detrás de la caída en los precios del crudo son la debilidad de la demanda, un exceso de la oferta y el hecho de que muchos grandes productores de Oriente Medio son renuentes a reducir su producción, de acuerdo con la consultora especializada en servicios de inteligencia y espionaje Stratfor.
Indicó que en caso de que el precio del crudo Brent se mantiene alrededor de 90 dólares por barril, muchos países exportadores de petróleo se verán afectados en la estimación de sus presupuestados para el siguiente año.
Por su parte, Jeremy Martin, director del programa de energía del Instituto de las Américas en San Diego, dijo que esta reducción en los precios está resultando en menores precios de las gasolinas en la economía estadounidense, aunque reconoció que hay riesgos de que afecta la revolución energética en este país.
MÉXICO, EN SENTIDO OPUESTO
La producción nacional de petróleo ascendió a 2.41 millones de barriles en agosto y representó su menor volumen desde que se tiene registro para igual periodo, en 2000, según datos de Pemex.
En este tenor, la plataforma de exportación de Pemex fue de 1.11 millones en el mismo mes y fue también su menor nivel histórico para un lapso similar. De esta cantidad, 755 mil barriles o el 68 por ciento, fueron vendidos a EU.
Las exportaciones mexicanas de crudo a este destino han descendido casi a la mitad en la última década, al pasar de 1.37 millones en agosto de 2005, a 755 mil diarios en igual mes de este año.
Mills consideró que las menores exportaciones a EU son producto de la menor producción mexicana, pero también del dinamismo petrolero estadounidense.
Recomendó a México seguir con el proceso de reestructuración energética, fomentando la inversión extranjera y desarrollando sus propias reservas de aguas profundas y esquisto. En particular, sugirió desarrollar el gas natural para reducir el costo de los insumos importados.
Indicó que el nuevo marco fiscal es más atractivo, por lo que las empresas estarían dispuestas a invertir en México.
“México tiene que seguir en este camino, y garantizar que las empresas no se enfrentarán a grandes problemas relacionados con la burocracia, la inseguridad pública o los cambios en la política gubernamental”, expresó el especialista desde Dubái.
Por su parte, Baker dijo que en condiciones de mercado de demanda y precios en declive, la SHCP tendrá que ofrecer un marco fiscal más atractivo al inversionista.
Por: SERGIO GÓMEZ MASERI.
“Solo si una raza de extraterrestres nos invade y nos obliga a todos a montar en bicicleta”. Eso comentaba la revista especializada Grist luego de que Barack Obama anunció hace tres años que EE. UU. reduciría sus importaciones de crudo en un tercio para el 2025.
La burla, aunque ácida, era entonces justificable. A lo largo de las últimas cuatro décadas todos los presidentes habían prometido lo mismo –acabar con la dependencia de fuentes de energía externa– sin siquiera arrimarse a la meta. Obama, como sus antecesores, también se equivocó. Pero por razones totalmente contrarias.
Desde hace algunos años, EE. UU. viene experimentando un boom petrolero (y otras fuentes de energía) de tal magnitud que ha logrado ya reducir su demanda en más de un 30 por ciento, once años antes de lo previsto por el mandatario.
Lo que es más, el año entrante, si la producción continúa al ritmo actual, superará a Arabia Saudí para convertirse en el mayor productor de petróleo del mundo y, según estadísticas del departamento de Energía, podría llegar a la anhelada autosuficiencia en diez a quince años.
Es por eso que muchos lo culpan hoy por la caída en los precios internacionales del crudo que se viene registrando.
Esta semana, el precio promedio del barril cayó a 82 dólares, su cotización más baja desde el 2010 cuando alcanzó a estar en 110 dólares. (Lea también: Petróleo se cotizó por debajo de US$ 80 por primera vez en dos años).
De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (AIE), su valor podría caer aún más en los próximos meses. Algo que tiene felices a los consumidores, ya que pagan menos a la hora de tanquear, pero causa alarma en países productores como Venezuela, Rusia, Irán y hasta Colombia, donde la venta del crudo representa un porcentaje alto de sus ingresos por exportaciones.
Caracas, por ejemplo, ha pedido una reunión de emergencia de los países miembros de la OPEP (que piensa citarse oficialmente a finales de noviembre ) para discutir una posible reducción en la producción de crudo.
El ‘milagro estadounidense’ –o maldición para otros– comenzó hace unos diez años en Texas cuando se comenzó a experimentar con nuevas técnicas como el cavado horizontal y el ‘fracking’. Estas permitieron acceder a grandes yacimientos de crudo antes inasequible. No solo en este estado sino en otros como Dakota del Norte y Alaska. Desde el 2004 y gracias estos desarrollos, la producción de EE.UU. ha crecido un 56 por ciento.
El estimado de producción para el 2014 es de 8,53 millones de barriles diarios y de 9,53 millones para el 2015, las cifras más altas que se registran desde 1970.
Y aunque EE. UU. aún importa al menos unos 8 millones de barriles (el 30 por ciento de sus necesidades domésticas), el repunte de la producción nacional ha permitido reducir sus necesidades externas y, por lo tanto, creado un excedente en los mercados internacionales.
Pero no solo es la bonanza estadounidense la que estaría generando la caída del precio del petróleo. En general, la demanda mundial de crudo se ha reducido en estos últimos años. En parte por el estancamiento de las economías europeas y la reducción del crecimiento en las asiáticas.
En el caso de EE. UU. por ejemplo, la demanda se redujo de casi 21 millones de barriles diarios en el 2005 a 18,64 en el 2013.
Y aunque esa caída está atada a la crisis económica del 2008, también tiene mucho que ver el desarrollo de carros más eficientes, y los hábitos de las nuevas generaciones, que cada vez utilizan menos el automóvil gracias a mejoras en los sistemas de transporte público, nuevas aplicaciones (como Uber) que permiten conseguir un taxi con más facilidad y más opciones de movilidad como las bicicletas para alquiler.
A esa reducción de la demanda mundial se ha sumado un incremento en la producción en otros países como Libia e Irak, y la resistencia de países como Arabia Saudí, que se niegan a frenar la producción pues le apuestan a mantener sus mercados pese a recibir menos ingresos.
Aún así Jeff Lane, exsubsecretario de Energía para Asuntos Legislativos de la administración Obama y hoy consultor en la firma de abogados Denton, cree que el factor más relevante en el mapa del mercado petrolero es sin duda el nuevo rol de EE. UU.
“Si bien hay muchos factores internacionales que contribuyen a la baja en los precios del crudo, entre ellos el alza de la producción en Libia, la parálisis de las economías en Europa y la baja demanda tanto en el Viejo Continente como en Japón, no hay duda que el incremento de la producción en EE. UU. es muy importante. Las nuevas tecnologías han contribuido a una mayor producción, al punto que algunos legisladores ya están pidiendo que se revalúe la prohibición a la exportación de crudo que está vigente desde los años 70”, dice Lane.
Nadie sabe a estas alturas cuál es el piso en la caída del precio del petróleo. En gran parte eso dependerá de la decisión que tome la OPEP cuando se reúna en noviembre, pues controlan más del 40 por ciento del mercado, y hay factores externos de difícil proyección, como la recuperación económica de Europa o el crecimiento de la demanda en países emergentes.
Lo que si es claro es que EE. UU., pese a continuar siendo el principal consumidor del mundo, ha dejado de ser un invitado de piedra en el ajedrez del mercado internacional del crudo.
Sería la cifra más baja desde 1968
“El crecimiento de la producción petrolera de EE. UU., que llegará a unos 10 millones de barriles diarios a finales del año entrante, permitirá recortar su importación de crudo del 30 % a solo el 21 % de lo que necesita para suplir la demanda interna. Esta es la cifra más baja desde 1968”, aseguró Adam Sieminski, administrador de la Agencia Internacional de Energía.
Golpe para Colombia es de gran magnitud
La caída del precio del petróleo tiene en alerta a las autoridades económicas del país debido a los ingresos que se dejarán de percibir. Según el ministro de Minas y Energía, Tomás González, por cada dólar que caiga el petróleo durante un año, la Nación deja de percibir unos 400.000 millones de pesos por las menores utilidades de Ecopetrol, la caída de los impuestos y las regalías.
Todo esto ocurre en un contexto de caída de la producción local y sin perspectivas de encontrar nuevos yacimientos.
Estados Unidos y Arabia Saudita están, deliberadamente o no, llevando a Rusia e Irán al borde del colapso económico al expandir su producción petrolera, concluyó el columnista de The New York Times, Thomas L. Friedman.
Pese a la turbulencia en naciones petroleras como Libia, Irak, Nigeria y Siria, el valor del crudo ya cayó 20%, bajando casi sin parar desde mediados de junio al alcanzar unos US$ 90 por barril y esta semana se acerca a los US$ 80.
Sin embargo, Friedman no se detiene en las posibles razones: un aumento en la producción estadounidense, la desaceleración económica de Europa y China, y el mantenimiento de niveles de producción constantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
En vez de eso, mira los resultados: dificultades presupuestarias en Rusia e Irán. "Esto es una cuestión de negocios, pero también se siente como una guerra que emplea otros medios: el petróleo", señala concluyendo que tanto Arabia Saudita como Estados Unidos están peleando una guerra indirecta.
Para el columnista, con este manejo de los precios del crudo Washington logra que sus sanciones contra Moscú por la situación en Ucrania tengan mayor impacto.
Sin embargo, Paul Richter, del diario Los Angeles Times, no llega al extremo de especular sobre una guerra secreta. "No se espera que esta presión cambie los esfuerzos agresivos de Putin", dice Richter. "Pero le está causando dificultades con la élite y el establecimiento empresarial ruso, pilares de su apoyo político", reconoce.
En cuanto a Irán, Richter asegura que cualquier precio por debajo de US$ 100 creará un déficit fiscal y debilitará la posición del país en las negociaciones nucleares con Occidente. "El resurgimiento económico de Irán había permitido a su gobierno asegurar que podían resistir incluso si no lograban un relajamiento de las fuertes sanciones económicas internacionales", recuerda.
Pero las teorías de Friedman no son las únicas especulaciones rondando en el momento. Para otros analistas, la caída del crudo tiene todo que ver con el aumento de la producción estadounidense, que amenaza el dominio de Arabia Saudita como la principal petrolera. En esta versión, Rusia e Irán no son simples observadores inocentes.
Los sauditas han mantenido estable el precio del petróleo a lo largo de las crisis geopolíticas internacionales. Pero el aumento del 70% en la producción estadounidense en los últimos seis años cambió todo. "Arabia Saudita podría estar usando su ventaja de costo contra los productores de hidrocarburos de esquisto, quienes tienen costos más altos", asegura Akhil Handa, del diario indio Indian Republic.
"Quizás deje que los precios caigan a US$75-US$80 y se queden ahí por un rato mientras algunos petroleros estadounidenses salen del negocio y así le devuelven poder sobre el precio", señala.