(Por Ricardo N. Alonso*) Entre los recursos minerales que encierra la Puna Argentina, uno de los más curiosos es el de las diatomitas, una tierra blanca más de las tantas que aparecen en la región andina si no fuera por sus propiedades especiales. Estas son un tipo de rocas formadas por la acumulación de trillones de esqueletos microscópicos de diatomeas.
Las diatomeas son microorganismos del grupo de las algas unicelulares (bacilariofíceas) que construyen un caparazón silíceo que las protege y que se denominan frústulas. Estas se autoconstruyen utilizando sílice para fabricar su armazón, el cual está conformado por curiosas estructuras que vistas al microscopio adquieren formas esqueletales llenas de huecos interconectados.
Las diatomeas tienen formas muy variadas, aunque dominan las circulares, mayormente de origen marino; y las ovales o pennadas, mayormente de origen de lagos de agua dulce. Vistas al microscopio parecen edificios vítreos, ciudades espaciales del futuro o catedrales de cristal en miniatura. Presentan toda clase de formas surrealistas que harían las delicias de cualquier artista plástico.
El material que forma las diatomitas es una sílice amorfa del grupo de los ópalos. O sea que las acumulaciones de las diatomeas conforman un depósito micro opalino. Bajo este punto de vista se trata de un mineral, aunque técnicamente el depósito constituya una roca de origen biológico. Forma parte de los llamados minerales industriales.
Las diatomeas están presentes en los mares y en cualquier lago natural o artificial. En ambiente marino se forman los depósitos más importantes de diatomeas.
Desde antiguo se conocen como “kieselguhr” o tierra de diatomeas. También tripoli y tripolita por su localidad en Libia. Además se encuentran en los sedimentos de lagos continentales. En algunos lagos del altiplano de Perú y Bolivia ocurren importantes depósitos, incluso en el fondo del actual lago Titicaca. Dado que las diatomeas son muy sensibles al medio resultan excelentes indicadoras de cómo era el ambiente en la época en que se depositaron. Tienen valor entonces como indicadores paleoambientales y permiten saber si el agua era dulce, salobre o salada, marina o continental, si era fría, templada o caliente, si era turbia o limpia, entre otras características físico-químicas del medio.
Dado que han evolucionado en el tiempo son en general buenos indicadores cronológicos y permiten conocer la antigüedad de los depósitos en que se encuentran.
Las diatomitas se presentan como una tierra blanca a amarillenta o parda a grisácea, suave, friable, y se caracteriza por su bajo peso (flotan en el agua cuando están secas) y por su estabilidad química y abrasividad propias de la sílice con que están formadas.
Los depósitos jóvenes presentan porosidad, permeabilidad y alta capacidad de absorción. La suma de sus características físicas y químicas la convierten en un interesante mineral industrial con múltiples usos. Uno de los más comunes es en el filtrado de toda clase de bebidas para eliminar los molestos sólidos en suspensión. Así se la utiliza para filtrar vinos, cerveza, agua, gaseosas, jarabes y licores. También como absorbente para preparar camas para gatos. Como material de carga en pintura, caucho y plásticos. En ingenios azucareros, industria del petróleo, farmacopea, construcción de ladrillos livianos, pastas dentífricas, filtros de cigarrillos, para estabilizar la nitroglicerina en la dinamita, en metalurgia, pulido de metales y un sinfín de otros usos. En la agricultura biológica se ha utilizado como pesticida natural no venenoso con excelentes resultados.
Esto en función que la ingestión de partículas de sílice causa lesiones en el tubo digestivo de los insectos de plagas. La fijación sobre el cuerpo de los insectos les causa también lesiones que implican su muerte por deshidratación.
Por su naturaleza vítrea, su color blanco y su granulometría muy fina son a veces confundidas con cenizas volcánicas. Sin embargo por su menor peso y una rápida observación al microscopio permiten saber si se trata de uno otro material. Precisamente en la Puna se encuentran intercaladas capas de diatomitas con otras de cenizas volcánicas, ambas depositadas en los viejos lagos que hubo en la región unos 6 millones de años atrás.
Lo interesante es que hay capas de cenizas volcánicas (“puloil”) que fueron confundidas con diatomitas y viceversa. También se encuentran diatomitas en los bordes de los salares actuales las que fueron depositadas cuando estos se convirtieron en lagos durante las etapas de glaciación y desglaciación registradas en el último millón de años. Se han encontrado estas diatomitas en los salares de Pastos Grandes y Rincón, entre otros.
Depósitos tanto antiguos como modernos fueron explotados en forma esporádica en las últimas décadas. Las explotaciones de tierras de diatomitas en Salta tuvieron su auge en la década de 1980 y luego se redujo a unas pocas decenas de toneladas anuales. Los principales depósitos explotados fueron los del oeste del salar del Rincón, cercano al Paso de Sico, y el Morro Blanco de Catua, camino a Huaytiquina, cerca del límite con Jujuy.
Morro Blanco pertenece a la época de los viejos lagos terciarios o neógenos, y las capas de diatomitas se intercalan con arcillas verdes y cenizas volcánicas blancas y grises. Fue explotado esporádicamente en numerosas oportunidades. También se han realizado menciones de diatomitas en Quebrada Pompón, Quebrada Olajaca, Quebrada del Agua, Sierra de Sijes, terrazas del salar de Pastos Grandes, entre otros.
La presencia de boro en el agua se ha demostrado experimentalmente que aumenta enormemente la productividad de las diatomeas.
La Puna es muy rica en boratos y grandes depósitos yacen en los salares y rocas más antiguas. No extraña entonces su asociación a capas de diatomitas como ya lo estudiara el Dr. W. Pratt en un artículo sobre la Sierra de Sijes que publicara en 1961 en la revista de la Sociedad Geológica de América. Allí demostró que las diatomitas eran de tipos variados y que respondían a lagos de aguas salobres a saladas, templados a fríos. Produjo así uno de los primeros aportes a los antiguos ambientes de la Puna, en estratos que hoy sabemos tienen entre 5 y 7 millones de años de antigüedad.
A nivel nacional el estudio intensivo de las diatomitas argentinas se lo debemos al Dr. Joaquín Frenguelli, sabio italiano que vivió y murió en nuestro país.
Actualmente la Argentina importa casi el 100% de las diatomitas que se utilizan en el país. Salta puede proveer a reemplazar parcialmente esas importaciones con sus yacimientos. Las diatomitas forman parte de los numerosos tesoros minerales que encierra la Puna Argentina.
*Doctor en Ciencias Geológicas (UNSa-CONICET)