(Por Paola Piquer*) Para el gobernador Francisco Pérez el hecho no es grave, porque según su visión “todo el mundo se equivoca”. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra, le faltó agregar.
Me tranquiliza pensar que sus declaraciones públicas no coinciden para nada con el enojo que debe haber manifestado puertas adentro, ante sus hombres en la Legislatura, por haber permitido que la defensa de los dos proyectos mineros del Sur que su gestión considera claves, tal vez salvadores, haya quedado en manos –o mejor dicho en boca– de la senadora Silvia Calvi.
La misma que según sus compañeros de bancada (FPV) estaba “cansada y nerviosa” cuando pronunció la vergonzante frase que la llevó a los diarios on line de todo el país: “Que nos dejen contaminar un poquito”.
En contraste con la mirada misericordiosa de Paco, considero que a Calvi le queda grande la presidencia de la Comisión de Hidrocarburos, Minería y Energía de la Cámara Alta.
Sucede que la legisladora, si bien es una absoluta desconocida para los mendocinos, lleva 20 años en cargos políticos. Arrancó de la mano del ex gobernador Celso Jaque, fue concejala durante cuatro períodos (16 años) y llegó a presidir el Concejo Deliberante. En 2009, y ante la ausencia momentánea del intendente Juan Agulles, se hizo cargo del Ejecutivo comunal. En ese rol, recibió al ex gobernador de Malvinas Mario Benjamín Menéndez, señalado como represor y acusado de torturar a soldados durante la guerra de 1982. El gesto le valió la reprimenda del kirchnerismo nacional, sobre todo porque durante el encuentro la mujer lo trató como “héroe”, según relatan las crónicas periodísticas. Con el tiempo ella negó esa parte de la historia, y dijo que desconocía las acusaciones que pesaban sobre el militar.
No sabemos si “cansada y nerviosa”, o “bien lúcida” sumó en una entrevista: “Hay un Menéndez bueno, Mario Benjamín, y un Menéndez malo, Luciano Benjamín, el ex presidente de facto”.
Ya en sus últimos meses en la municipalidad, Calvi protagonizó una feroz pelea con un edil del Mopoma, Gabriel Ferrero, al que no dejaban asumir, por lo que las sesiones estuvieron suspendidas casi medio año. En definitiva, Calvi puede jugar a improvisada, pero no lo es. Y quienes la defendieron, desde el gobernador para abajo, lo saben.
Dudo de que en el futuro ella logre presidir con altura y autoridad moral la comisión donde se definirá el futuro de dos proyectos mineros ubicados en Malargüe: uno de ellos prevé la extracción de hierro a unos 60 kilómetros de la villa cabecera, a cargo de la empresa Hierro Indio SA, y el otro, bautizado Cerro Amarillo, a cargo de la firma canadiense Meryllion, buscará la presencia de cobre y oro, a unos 100 kilómetros del centro.
En ambos casos, la Legislatura debe aprobar primero el permiso de exploración y, luego, el de explotación. Lo que cambió a partir de la sanción de la Ley 7.722 es que antes las empresas no necesitaban el ok legislativo para explorar la zona. Según las compañías privadas, la inversión ronda los U$S10 millones y se tomaría a 100 personas para arrancar los trabajos.
Si avanzan, acto seguido llegará a la Casa de las Leyes la discusión sobre la posibilidad de reactivar San Jorge, una mina de oro y cobre en Uspallata.
En síntesis, Mendoza está a las puertas de un debate en mayúsculas. Quienes sufren de pánico escénico, por favor, abstenerse.
*Periodista