La Comisión Nacional del Litio, convocada por la Presidenta Bachelet, hizo una presentación en la Comisión de Minería y Energía del Senado, para dar cuenta de los avances del debate sobre una política nacional de explotación de este recurso. Como precisó la ministra de Minería Aurora Williams, se espera que esta propuesta “considere una producción diversificada, eficiente y efectiva que permita una óptima rentabilidad para nuestro país”.
Como sabemos, en los salares de Chile (31%) y Bolivia (34%) se encuentra el 65% de las reservas mundiales de este mineral no metálico. La producción global asciende a 155.000 toneladas de Carbonato de Litio, donde Chile aporta con 70.000 toneladas al año. Son 10 las empresas que controlan el mercado del Litio en el mundo y SQM es el mayor productor mundial con un 24%. A su vez, la Sociedad Chilena del Litio aporta con otro 17%. Hay buenas noticias: en el 2013 la tonelada de este recurso se transó en 6 mil dólares, tres veces más que los 2 mil dólares que su precio tenía en el 2000.
En el trabajo de esta Comisión vemos una inmejorable oportunidad para promover una ecuación virtuosa entre el recurso natural, la ciencia, la tecnología y la innovación. El conocimiento aplicado, unido a un proceso de asociación entre el Estado y los privados, incluida la inversión extranjera, podrían articular una política de manejo sustentable de este recurso. Pero, más importante, ofrece la oportunidad de marcar un cambio sustantivo del modelo rentista extractivo que ha prevalecido en la minería chilena. Son pocos los recursos que Chile tiene de “clase mundial”. El cobre, el litio o el molibdeno son algunos de ellos. Debemos hacer una apuesta estratégica y con sentido de futuro, que supere el ciclo propio de un gobierno y que apueste por el desarrollo global de la industria del litio, proyectándose por los próximos 20 o 30 años.
Dos ideas para el debate: primero, reforzar el trabajo que viene desarrollando el Centro de Innovación del Litio (CNL), dependiente de la Universidad de Chile, donde con escasos recursos financieros y limitado apoyo por parte del Estado, se ha venido haciendo desde el 2010 una interesante apuesta en investigación aplicada a la industria y la tecnología de punta. En particular, en electromovilidad, como alternativa al petróleo (gasolina y diésel). Podríamos trabajar un proyecto piloto con esta tecnología en alguna ciudad intermedia del norte de Chile. Segundo, no puedo dejar de mencionar la articulación virtuosa que debiéramos impulsar entre el desarrollo de la Energía Solar y el Litio. Sinergia o diálogo que no observo entre los distintos Ministerios, agencias del Estado, centros de investigación, la cooperación internacional y asociaciones empresariales en nuestro país.
Lo que resuelva o no la Comisión del Litio, cuyo plazo vence a fines de noviembre, será una potente señal sobre el “nuevo trato” que queremos definir para el futuro de la explotación de los recursos naturales de todos los chilenos. Eso incluye el rol estratégico que le asignamos al Estado; las condiciones –más allá de la explotación pura y simple del recurso– con que seleccionamos a los socios estratégicos; y la apuesta por los emprendimientos que consideren un mayor valor agregado, innovación tecnológica, las cadenas de valor con sentido global.
*Senador, Presidente de la Comisión de Minería y Energía del Senado