(Por Marcelo Torrez) Entre las variadas sorpresas que depara la política mendocina, sobresaldrá con el paso del tiempo la inolvidable frase que lanzó ayer la senadora oficialista de Malargüe, Silvia Calvi: “Que nos dejen contaminar un poquito y luego vean cómo actúan los ministerios del Estado”. La senadora no es una legisladora cualquiera. Preside la estratégica Comisión de Hidrocarburos, Energía y Minería, ámbito en el que se debaten dos proyectos mineros de envergadura a desarrollarse en su departamento y, embanderada en su rol, su intervención estaba llamada a defender lo que se considera la aparente decisión política del gobierno de Francisco Pérez de, ahora sí, abrirle la puerta a los emprendimientos mineros a gran escala en la provincia.

Antes de llegar al Senado provincial, Calvi pasó varios años por el Concejo Deliberante de Malargüe. Y en el 2009, cuando lo presidía, recibió con honores al ex represor Mario Benjamín Menéndez a quien calificó de un “héroe” por haber estado al frente de la conducción de las Islas Malvinas durante la guerra con Gran Bretaña, en 1982. La triste referencia le trajo al kirchnerismo que gobernaba entonces, con Celso Jaque a la cabeza, más de un dolor de cabeza por las críticas que llegaron a la gobernación disparadas con furia desde el gobierno de Cristina Fernández.

Dos meses atrás, la verborrágica legisladora, en oportunidad de desarrollarse un encuentro en su departamento para apuntalar el debate por el desarrollo minero en Mendoza, dejó trascender que Malargüe trabaja en soledad por la actividad económica, sin apoyo político provincial. Y en ese contexto, enumeró una serie de proyectos a impulsar en la Legislatura para crear un Parque Industrial Minero y Petrolero en Pata Mora; otro para que se construyan huellas mineras; un plan para hacer un fideicomiso forestal y otra iniciativa para lograr la autonomía municipal de los departamentos para que sean ellos los que decidan sobre su crecimiento y desarrollo económico.

Para defender sus iniciativas, no encontró mejor idea que cuestionar sin miramientos a los que se oponen tenazmente a la minería lanzando críticas hacia los vecinos alvearenses (tradicionalmente antimineros) y contra el Gobierno provincial. “Esto significa crecer con recursos propios, porque a nosotros a nivel provincial no nos dejan desarrollarnos. Por ejemplo en Alvear no quieren minería y yo no me meto en la ganadería de ellos. Yo no sé qué utilizan para tener buenas pasturas y si están contaminando o no”, dijo en ese encuentro de acuerdo con las declaraciones que publicó el 9 de agosto pasado el portal malargüino Malargüe a diario.

Ayer, al poco tiempo de que trascendiera el acto fallido de la senadora en la legislatura, desde el sector minero, que en buena parte se encontraba reunido en la inauguración de las oficinas del nuevo grupo inversor que quiere desarrollar la mina de cobre San Jorge, de Uspallata, un pensamiento unívico y al unísono fue ventilado sin reparos: “No nos ayuden más”.

Sin dudas que las decisiones, desde las menos complejas a las más trascendentes, el sentido común dice que deben ser tomadas por la política. Pero tampoco hay dudas de que el actual nivel de la dirigencia no está a la altura de asumirlas. Porque se ha perdido tiempo en cuestiones que, pese a que se presentan como de las más trascendentes, no por ello su resolución para un lado o para otro debe llevar tanto tiempo.

Como ejemplo ha quedado en la historia el debate por el ordenamiento territorial que a cuentagotas avanza luego de haberse meneado un proyecto por casi dos décadas. Y sin embargo todavía no termina de definirse si serán los departamentos los que definirán sobre su desarrollo económico o bien si se fijarán esas pautas, o las generales, desde el Gobierno provincial. Es inaudito e imperdonable perder tanto tiempo en discusiones que deberían ser más simples. Y simples no significan que sean poco serias.

Allí está el debate sobre la reforma de la Constitución que ninguna de las administraciones provinciales ha podido hacer avanzar más allá de la formación de comisiones de especialistas que definieron los puntos centrales a modificar sin que se pudiera avanzar en los debates legislativos.

Si de minería se trata, Mendoza discute sobre aspectos que el mundo entero tiene ya resueltos. El agua es central y vital, como lo es la sustentabilidad ambiental de todos los emprendimientos económicos. Partiendo de esa base, resulta inverosímil que una comisión legislativa o un debate sobre tablas pierda años para definir un asunto de sentido común. Con lo que hay que analizar otro tipo de cuestiones. Ver si en verdad la actual dirigencia sabe a ciencia cierta qué es lo que tiene que aprobar y qué caminos debe indicarle a la sociedad que se seguirán y con qué perfil económico y social se tendrá que desarrollar. Porque es de suyo y elemental que cualquier emprendimiento minero debe hoy ceñirse a la ley y el Estado, comandado si se quiere por el Ejecutivo que es quien tiene la mayor responsabilidad, garantizar mecanismos de control incuestionables.

La dirección del viento hoy dice que el gobierno de Francisco Pérez alienta el debate y el desarrollo minero. ¿Pero es realmente así? O bien, ¿no será que se están mandando mensajes tribuneros cargados de intencionalidad política hacia el principal partido de la oposición que se ha sumergido en un lío madre por no encontrar un discurso único? Se verá con el discurrir de los días.

Pero es importante tener en cuenta algunas posibilidades que se pueden dar sobre ese futuro, antes de que llegue. Es probable que los proyectos de exploración de Cerro Amarillo y Hierro Indio sean aprobados por la Legislatura y abran camino a otros más sensibles desde lo político como es el de San Jorge. El gobierno, desde lo político, no corre demasiados riesgos con los de exploración. Los costos no deberían ser ni siquiera considerados. Pero con San Jorge ocurre que fue el propio Pérez quien pidió su archivo en el 2011. Volver sobre el mismo lo dejaría demasiado expuesto. Con lo que se evalúan algunas alternativas que superan al proyecto biprovincial del que se habla, el que consiste en sacar la roca desde Uspallata para llevarla no más de 20 kilómetros hacia Calingasta, en San Juan para procesarla siguiendo los métodos de flotación y el de lixiviación, este último prohibido en Mendoza por la Ley 7722.

Para que San Jorge tuviese alguna chance de desarrollo debería enviarse antes de que finalice el año a la Legislatura, porque en el 2015 nada será posible en medio de la campaña electoral. El mismo Alfredo Cornejo, líder de la UCR, habría manifestado su acuerdo a que sea analizado legislativamente este año, para que el costo lo pague, desde ya, el oficialismo si es que en verdad Pérez quiere avanzar a fondo con el desarrollo minero.

Se barajan alternativas al proyecto biprovincial de San Jorge, las que podrían ser acompañadas con el envío del proyecto que depende del Ejecutivo. Por ejemplo, se le daría a la Legislatura un menú de ideas para evitar que su rechazo de cuajo. Entre ellas, la explotación de todo el yacimiento en Mendoza sin compartirlo con San Juan usando le método de flotación descartando la lixiviación (la que utiliza el ácido sulfúrico, prohibido por la Ley 7722) y también se analiza acompañar el proyecto con una serie de modificaciones a la ley. Con lo que la Legislatura podría contar con un menú amplio para decidir. En buen romance quienes están cerca del proyecto traducen esta idea de ir por todo para negociar algo y no el descarte liso y plano de la inversión.

Hay otro escenario, el más intrigante y enigmático, quizás. Que toda esta movida del oficialismo además de buscar incomodar al radicalismo por sus diferencias internas en torno al desarrollo minero, no sea otra cosa que fuegos de artificio disparados desde el propio Ejecutivo para confundir. Esta teoría, nada descartada, apunta a que el tratamiento del proyecto se dilate lo suficiente como para que no sea la administración de Pérez la que pase a la historia por archivarlo primero e impulsarlo luego. Lo que se dice juegos políticos demasiados peligrosos; o bien, juegos como de los que suele jugar la política de Mendoza de tanto en tanto, cada vez más a menudo.