(Por Ricardo Alonso) Entre las grandes realizaciones de Sarmiento se cuenta la creación en 1872 de la Oficina Meteorológica Nacional.
Nuestro país se convertiría así en el tercero de todo el mundo en contar con observaciones sistemáticas del tiempo.
El primer país con una institución meteorológica nacional fue Hungría que la fundó en 1870 y luego Estados Unidos que lo hizo en 1871. Argentina lo haría un año más tarde.
El estado del tiempo y sus consecuencias es algo que se ha metido profundamente en nuestras vidas, en lo cotidiano.
Esto no resulta extraño. Es el primer tema de conversación al levantarse, es el diálogo de la calle y hasta sirve para entablar una conversación con el taxista.
El pronóstico del tiempo es un tema recurrente de la radio, diarios y televisión, de los medios de comunicación en general.
Los comentaristas televisivos del clima se han convertido en estrellas mediáticas.
Si lloverá, hará frío o calor, estará con sol o encapotado son cosas que afectan desde la vestimenta hasta la programación de un acto público, por ejemplo.
Mucho más importante es conocer esa información para poder volar, navegar y todo lo que tiene que ver con la agricultura. Para este último, es trascendental el clima.
En la Puna las empresas mineras dependen de la información de las estaciones meteorológicas para programar sus exploraciones o explotaciones de minerales.
Especialmente el litio y la evaporación de las salmueras. Estas y otras son algunas de las razones por las cuales el actual Servicio Meteorológico Nacional recibe cientos de llamadas por día y su página web es una de las más visitadas.
Vale entonces recordar un poco la historia de las observaciones meteorológicas en nuestro país y en el
mundo entero.
Entre los datos más antiguos se encuentran los que aparecían en 1801 en el Telégrafo Mercantil de Buenos Aires.
Luego se tienen datos aislados que cubren unos pocos años como los de Pedro Cerviño (1805); los que aparecen en el libro del consul inglés Woodbine Parish (1817-1821) al que proveía desde Salta el escocés Joseph Redhead; Manuel Moreno (1822- 1823); Octaviano Fabrizio Mossotti (1831-1834); Dr. Kennedy (1853- 1856); Manuel Eguía del Departamento Topográfico de Buenos Aires (1856-1875); el profesor holandés Jan de Boer (1873-1876) y las del Ingeniero Emilio Rossetti (1873-1876).
En Mendoza fueron importantes las observaciones de Manuel Hudson (1830- 1849). El "Iris Arjentino" periódico con tirada en la ciudad de Mendoza publicaba las observaciones del especialista.
En 1871 Domingo Faustino Sarmiento (en ese entonces presidente de la Nación) decreta la fundación del Observatorio Astronómico Nacional en Córdoba y contrata al mejor científico de su tiempo para ponerlo al frente: el doctor Benjamín Apthorpt Gould (1824-1896), quién fuera el primer astrónomo de los Estados Unidos en recibir el título de doctor en su ciencia. Fue uno de sus grandes logros durante su presidencia.
Este hombre que se convertiría en un sabio de renombre universal hizo una magnífica obra para censar el cielo austral.
Gould le propuso a Sarmiento y a su ministro Avellaneda la creación de una Oficina Meteorológica Nacional, la cual él dirigiría en forma ad honorem.
La propuesta fue aceptada y el Congreso de la Nación votó con fuerza de ley la creación de dicha oficina. El equipo de Gould, formado por E. Bachmann, W. G. Davis, Ch. Stevens y E. Gutermann se hizo cargo de las observaciones.
Gould preparó un manual titulado "Instrucciones para hacer las observaciones meteorológicas" con el objetivo de que en todas partes se siguieran las mismas reglas y así fuera posible unificar los datos y los resultados.
Además de Córdoba y Buenos Aires, se comenzó a trabajar con colegios y otras instituciones de Río Negro, San Juan, Santiago del Estero, Corrientes, Tucumán y Salta que desde 1873 empezaron a registrar sus informaciones. Salta fue así una de las primeras provincias argentinas en estar vinculada a la red meteorológica del país.
Recordemos que en Salta, además de Redhead, ya se cuenta con cierta información meteorológica en los escritos de los alemanes Francisco Host y Federico Stuart, quienes participaron en la Exposición Universal de Córdoba en 1871 y fueron premiados con sendas medallas.
Francisco Host preparó un cuadro meteorológico de la ciudad de Salta, con cinco años de observaciones entre 1866 y 1871, con temperaturas, presión, humedad, vientos y precipitaciones.
Este cuadro, reproducido por Manuel Solá, tiene un gran valor para la climatología histórica.
Es interesante que como encargados para Salta en 1890 figuraban el Director del Colegio Nacional, F. Roca Sans; Max Siewert, el químico de la Universidad de Halle que fue uno de los primeros académicos que hizo contratar Sarmiento en Europa; E. Noailles y Joaquín Guasch (1839-1907), un científico catalán que vino a Salta en la primera mitad del siglo XIX y casó con nuestra comprovinciana Antonia Leguizamón.
En 1884, renuncia Benjamín Gould y es puesto al frente de la oficina de Córdoba el Doctor Walter George Davis. Este científico, considerado uno de los padres de la meteorología argentina, castellanizó su nombre como Gualterio G. Davis.
Dejó una obra publicada muy importante debiendo destacarse su magnífico trabajo titulado "Clima de la República Argentina" impreso en 1910 por la Oficina Meteorológica Nacional.
Esta obra fundadora consta de 112 páginas de texto y 43 láminas donde se analizan todos los parámetros climatológicos del país con la información que se disponía en esa actualidad.
En 1901 la Oficina Meteorológica Nacional se traslada a Buenos Aires, y en 1935 se transforma en la Dirección de Meteorología, Geofísica e Hidrología, para finalmente en 1945 convertirse por Ley en el actual Servicio Meteorológico Nacional.
La red de observatorios y estaciones se amplió desde La Quiaca a Tierra del Fuego y cuenta con 170 centros meteorológicos nacionales y 30 regionales. Si a ello se suman las del INTA, estaciones de ferrocarril y otras se tienen unos 1300 puestos de observación meteorológica en el país aproximadamente.
Aún así quedan aún grandes vacíos por cubrir y se han perdido muchas estaciones con el cierre de estaciones del ferrocarril.
Los estudios realizados permiten conocer de manera global cuáles son los extremos climáticos del país, las isotermas, las precipitaciones, los ciclos húmedos y secos, presión atmosférica, dirección y velocidad de los vientos, etcétera.
Pero falta muchísima información sistemática regional y local en todo el país. Precisamente y como curiosidad, en Argentina se registran las temperaturas más baja y la más alta de América del Sur: Sarmiento (Chubut) con -32,8°C y en Rivadavia (Salta) con +49,8°C.
Tiempo más tarde, la Universidad de Buenos Aires creó en 1953 el doctorado en Meteorología.
En el primer informe que Gould le remite al ministro Avellaneda termina con una frase profética "àpermítame V.E. expresarle mi confianza en la ilustración de las miras que han establecido la oficina meteorológica, y mi convicción de que reportarán grandes beneficios tanto a la ciencia como al desarrollo del país".
Sin dudas, el siglo XIX fue una época de grandes estadistas y de hombres sabios, dedicados y preocupados por el país.