Por Federico Aringoli.
En mayo pasado, Quili Malal, la localidad que se inundará de construirse la represa Chihuido, cumplió un nuevo aniversario. Se realizó un sencillo acto del que participó la comisión de fomento, vecinos y representantes técnicos y políticos vinculados con la megaobra hidroeléctrica. Sólo unos días después se abrieron los sobres técnicos del proyecto, pero desde entonces nada cambió.
Pasaron cuatro meses y la Comisión Mixta, integrada por representantes de Nación y Provincia, analizó esas propuestas y quedó a la espera de la apertura de los sobres económicos. Desde aquella fecha se pospuso en tres oportunidades el paso que develará dos cuestiones centrales: quién presupuestará más bajo y qué avales financieros tendrá cada uno.
De los tres postulantes que seguirían en carrera, ya que la firma mendocina Pescarmona enfrenta problemas financieros y es segura candidata a bajarse, dos de ellas dependen de sus socios chinos: Electroingeniería y CPC. La restante, anclada en el país por el grupo Eurnekian, se apoya en las espaldas del capital ruso.
Lo que las fuentes consultadas dan por seguro es que hasta tanto no se resuelva el avance de las represas de Santa Cruz, Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, adjudicadas a la UTE conformada por las firmas Electroingeniería, China Gezhouba Group Company Limited e Hidrocuyo, no habrá novedades para la relicitada Chihuido.
Claramente lo que modificó el escenario fue la percepción de la capacidad financiera del país luego de la traba legal concedida a los fondos buitre. Con un default técnico y la consideración negativa de varias calificadoras internacionales, el financiamiento chino, que incluso antes había firmado un swap por u$s 12.000 con el BCRA, quedó atado a una cláusula de default cruzado que congeló el ingreso de los dólares orientales al país.
Los pliegos de Chihuido exigen un financiamiento, propio o a través de créditos, del 85% de la obra que fue valuada en 15.000 millones de pesos en abril pasado. Una apertura de los sobres económicos sin la espalda financiera del mercado internacional podría significar volver a foja cero. Un reajuste de costos no sería lo mismo a la situación de que las firmas no tengan la capacidad de embarcarse.
Otro punto que distorsiona los niveles económicos del antes y el ahora es la variación del dólar paralelo, que para la industria de la construcción marca el crecimiento de los costos internos. Un cálculo muy en trazo grueso habla de un salto del 15% para todos los valores nacionales de obra.
Pero finalmente hay un punto más y que no se comenta en los pasillos de la cartera ministerial. Se trata del 15% que debe desembolsar el gobierno nacional para que se concrete la obra sobre el río neuquino, algo así como 2.000 millones de pesos. Sobre este punto recaen las mayores preocupaciones que echan sombra al proyecto eléctrico.