Por Ricardo Alonso*
Alexander Von Humboldt, sabio universal, decía a principios del siglo XIX, luego de haber explorado desde México hasta Perú, que los países de América eran como "mendigos sentados en bancos de oro". Se refería a las riquezas del subsuelo y al estado de abandono en que habían quedado las minas luego de retirarse los españoles con la declaración de la independencia de las naciones americanas. Humboldt había estudiado en la famosa Academia de Minas de Freiberg donde fue compañero de grandes sabios, escritores y filósofos.
Sabía de lo que hablaba. Los próceres de Mayo hicieron en nuestro país en 1813 una ley minera que invitaba a todos los hombres del orbe a explotar las riquezas de nuestra tierra y declaraba libre de toda disponibilidad el ingreso de maquinarias e insumos y el egreso de las utilidades provenientes del capital invertido. Además concedía la ciudadanía argentina a cualquier extranjero que trabajara las minas y la requiriera. Firmaban López y Planes, Larrea y Vieytes. Sin embargo las minas dejaron de ser un atractivo y solo se realizaron explotaciones puntuales.
La riqueza de la pampa húmeda con sus vacas y su trigo atrajo el aluvión inmigratorio y concentró toda la actividad económica del país alrededor del puerto. El suelo desplazó al subsuelo en la matriz económica, la que fuera fuertemente minera en los tiempos coloniales.
Ya señalamos en una oportunidad anterior la dependencia económica de Salta en función del Potosí, especialmente con el extraordinario comercio de mulas y más tarde de las nitrateras de Chile que se abastecían del ganado a pie que cruzaba la cordillera desde los fértiles valles salteños. El general Perón dio un fuerte impulso a la actividad minera y petrolera a mediados del siglo XX. Su frase "no considero riqueza lo que está bajo tierra, sino lo que se ha extraído", encierra una profunda filosofía que retorna a las ideas originales de Humboldt.
Además a él le debemos haber potenciado a los minerales nucleares con la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y el haber puesto a la Argentina en el selecto club de los países atómicos. Sin embargo y a pesar del impulso que se le diera al uranio, a la siderurgia a través del hierro de Zapla (Jujuy), al carbón de Río Turbio, al petróleo y al gas, el abastecimiento de minerales para nuestra propia industria continuó siendo una asignatura pendiente y fuimos esencialmente importadores. Mientras tanto Chile basó su economía en la minería, especialmente del cobre, y diversificó su matriz económica con los vinos y la agricultura.
Chile y Argentina comparten una misma cordillera e incluso algunos yacimientos caen a caballo entre los dos países, tal el caso de Pascua-Lama, entre otros.
Viendo que Chile lograba enormes riquezas a través de la explotación de los grandes depósitos de pórfidos de cobre y oro, nuestro país impulsó una nueva ley minera a partir de los años noventa en busca de que se pongan en marcha los potenciales depósitos metalíferos que pudieran existir de nuestro lado de la cordillera. Los esfuerzos exploratorios tuvieron un primer éxito en Catamarca con Bajo de la Alumbrera que demandó, veinte años atrás, una inversión inicial de 1400 millones de dólares. Catamarca se posicionó, gracias a su mina de cobre y oro, en el principal exportador del noroeste argentino.
Luego le llegaría el turno a numerosas minas de Santa Cruz y San Juan. Jujuy puso en marcha el viejo proyecto de Pirquitas, el que se había explotado desde la década de 1930 por estaño y plata. Todavía quedan decenas de minas que esperan ser descubiertas y otras que ya están listas para entrar en producción. Salta cuenta con proyectos metalíferos avanzados en Lindero, Taca Taca, Diablillos y Quevar. Ocurre que los yacimientos minerales son singularidades de la litósfera; únicos e irrepetibles, análogos pero no idénticos.
Su origen, evolución y descubrimiento forman parte de un laberíntico entramado de casualidades y causalidades. Las numerosas variables que concurren en la génesis de un depósito mineral están gobernadas por las inextricables leyes espacio-temporales de la metalogenia. A diferencia de otras actividades la minería es un complejo mecanismo de relojería que arranca en la prospección de los metales y termina en su comercialización, y en donde si llega a fallar un engranaje falla todo el sistema.
De allí que no se pueda hacer un análisis lineal en una cuestión que reviste múltiples aristas. Albur, azar, contingencia, riesgo, casualidad, causalidad son algunos de los elementos de la matriz que hace de la minería una actividad especial. Tal como señala el pensador boliviano Dionisio Garzón Martínez, la minería contemporánea es global, de alta tecnología, amigable con el medio ambiente, de alta gerencia para asegurar adecuadas rentabilidades y de economías de escala que permiten explotar grandes volúmenes de material mineralizado, aún de contenidos metálicos muy bajos e integrar las operaciones extractivas al circuito industrial.
El desarrollo de los grandes proyectos requiere actualmente de inversiones que superan los 3 mil millones de dólares. Cuando ello ocurre se dispara el movimiento de toda la economía de una región y se generan miles de puestos de trabajos directos e indirectos, además de creación de nueva infraestructura, exportaciones y el ingreso de divisas genuinas.
*Geólogo