Por David Page.
El del gas natural no es un mercado global... de momento. Está fragmentado en tres grandes regiones (EEUU, Europa y Asia) con diferencias de precios abismales. Pero dos fenómenos que se producen hoy en el sector alumbran ya la esperada convergencia.
El mercado de petróleo hace tiempo que es esencialmente global. En las plazas mundiales se comercializan, sí, diferentes tipos de barril (el europeo Brent, el norteamericano West Texas, el de la OPEP...) y no se venden al mismo precio, siempre existe un diferencial variable entre ellos. Pero sus cotizaciones suelen mostrar tendencias acompasadas al compartir una misma estructura global de oferta y demanda, al afrontar los mismos riesgos de suministro... Esto es, la cotización del petróleo funciona, en la práctica, como un mercado mundial.
El comercio de gas natural, en cambio, es radicalmente distinto. El mercado de gas, lejos de ser global, se encuentra totalmente fragmentado, parcelado en tres grandes áreas regionales (Estados Unidos, Europa y Asia, amén de otras de menor importancia) que cuentan con una diferencia de precios gigantesca y en las que las tendencias de la cotización no es que vayan desacompasadas, es que incluso son en los últimos años opuestas.
Los trazados de los gasoductos (que son, con mucho, aún la principal vía de distribución de gas) han conformado estas tres regiones, que permanecen aisladas entre sí y sólo conectadas con las exportaciones mediante barcos. A principios de este siglo, los precios del gas en los tres mercados regionales se mantenían más o menos parejos, pero durante la última década el diferencial entre ellos se ha disparado. Gas barato en EEUU y carísimo en Asia "Desde que comenzó el milenio, los precios del gas en Asia se han triplicado hasta ser los más elevados del mundo. En el mismo periodo, los precios del gas se han duplicado en Europa. Mientras tanto, en Estados Unidos, los precios no han dejado de caer", explican los analistas del Crédito y Caución en un reciente informe sobre perspectivas del mercado de gas para las próximas dos décadas (ver aquí el informe completo, en inglés). El resultado de tan diferentes comportamientos es que el gas en Estados Unidos era el año pasado seis veces más barato que en Asia y casi tres veces más que en Europa.
¿Por qué tales diferencias? Fundamentalmente por los muy distintos mecanismos de contratación y de fijación de los precios. En Asia, donde la demanda se ha disparado en los últimos años al calor del desarrollo económico, los precios del gas siguen muy ligados a la evolución de la cotización del petróleo, que ha sido claramente alcista: el crudo empezó el siglo en 25 dólares y ahora se ha anclado en el entorno de los 100. Asimismo, las compras se articulan en Asia mediante contratos a largo plazo, lo que garantiza el suministro, pero también implica sobrecoste por el pago de una prima. En Europa, que también es una región importadora, los precios están igualmente ligados a la evolución del crudo y existen contratos de suministro a largo plazo, pero el peso de ambos factores es menor que en el mercado asiático. En Europa, aproximadamente la mitad del consumo de crudo se mueve al son de la oferta y la demanda del momento, lo que hace que el nivel de precios sea algo inferior.
En Estados Unidos los precios vienen fijados más dinámicamente en función de la oferta y la demanda, y aunque la demanda crece, la oferta se ha disparado gracias al boom del gas no convencional que vive el país. EEUU ha elevado su producción de gas natural en un 26% tan sólo desde 2005 gracias al shale gas, lo que ha hecho caer los precios de manera sostenida. 'Shale' y GNL para unificar el mercado La fragmentación regional del mercado del gas, sin embargo, podría ser menos evidente en las próximas décadas. El impacto de dos revoluciones en auge puede acabar alumbrando un verdadero mercado global del gas. Por un lado, el incremento de la explotación de gas pizarra, fundamentalmente en Estados Unidos (lo que hará que sus exportaciones crezcan con fuerza), pero también en otras latitudes de manera progresiva. Por otro, la expansión de la distribución de gas natural licuado (GNL), que irá reduciendo la extrema dependencia que tiene el mercado con los gasoductos, para potenciar cada vez más las exportaciones entre continentes mediante buques.
Según las estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), ya en los próximos años los precios de las diferentes regiones tenderán a converger, llegando a 2018 con el gas en EEUU en el entorno de los 5 dólares por Mbtu (millones de unidades térmicas británicas), en Europa sobre los 10 dólares y en Asia cerca de los 15 dólares. Las diferencias ya no serán tan abismales, pero en el mercado europeo el precio del gas seguiría siendo el doble que en EEUU y en Asia, el triple.
Y los cálculos de la AIE más a largo plazo auguran que en 2035 el diferencial se estrechará aún más. En un escenario base, el gas costaría dentro de dos décadas 6,5 dólares en el mercado norteamericano, 12 dólares en Europa y 15 dólares en Asia. Sin embargo, si las exportaciones estadounidenses de gas natural crecieran por encima de lo previsto inicialmente, el precio caería en Europa hasta los 11-11,5 dólares y en Asia hasta los 13 dólares, ajustándose aún más esa convergencia mundial anunciada. El boom del gas de esquisto en EEUU La revolución del shale en que se ha embarcado Estados Unidos promete dar un vuelco al mapa energético mundial, al menos durante los próximos años. El gigante norteamericano se ha lanzado a explotar sus enormes reservas de hidrocarburos no convencionales y el rápido incremento de su producción le va a convertir en la nueva superpotencia energética. El nuevo statu quo que se avecina para los próximos años, colocará a Estados Unidos en una posición cercana a la autosuficiencia energética y reducirá su tradicional dependencia de terceros países.