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OPINIÓN
Sergio Bruni: En Mendoza ¿Se choca la Minería con la agricultura?
18/09/2014

Contaminación, mito y realidad

MDZonline

La inflexibilidad del debate sobre la explotación de la minería en la Provincia, nos ha excluido de la posibilidad de extraer y producir minerales metalíferos a gran escala.

Se trata de un “cepo cultural” que nos impide explotar una potencialidad de cuya magnitud hasta el momento no se tiene real dimensión. Sin embargo, valuaciones privadas nos dicen que - junto al recurso de los combustibles fósiles (petróleo y gas) - sería la mayor fuente de riqueza que poseería la Provincia. Así lo expresa un estudio realizado por la Cámara Mendocina de Empresarios Mineros (Camem), situándolo cerca de los 350 mil millones de dólares en metales.

Ahora bien, cualquier debate debe iniciarse con una premisa fundamental e ineludible: el desarrollo sustentable. En este sentido, el Informe Brundtland de la Comisión Mundial del Ambiente y Desarrollo (Naciones Unidas, 1987) la definía como el hecho de “lograr las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para lograr sus propias necesidades”.

Mendoza es una gran productora nacional de hortalizas y a nadie se le ocurre preocuparse porque cientos de hectáreas de verduras utilicen cientos de litros de agroquímicos y decenas de millones de litros de agua por día. Una hectárea de hortalizas requiere un l/s de riego, eso es 86.400 l por día: 12 has., consumen más de un millón de litros por día, llegando a utilizarse en el riego agrícola el 89% del agua disponible para el uso humano en Mendoza.

Tampoco se le ocurriría a ningún vecino de la provincia - y menos al Gobierno o a la Legislatura – impulsar la prohibición de la vitivinicultura porque la misma utiliza el cianuro para la “clarificación azul”, procedimiento que elimina el exceso de hierro, cobre, zinc y manganeso, lo que por otra parte se encuentra autorizado y reglamentado por el INV (1967) y por el Reglamento vitivinícola del Mercosur (1996). Las bodegas lo han hecho por años, y lo hacen sin necesidad alguna de declaraciones de Impacto Ambiental, y audiencias públicas.

Ahora bien, no todas las bodegas usan cianuro. Tampoco todas las minas lo hacen.

Las sales de cianuro representan uno de los tantos productos químicos tóxicos que utiliza el hombre en su actividad diaria, en éste caso en la vitivinicultura, pero también se utilizan químicos en las demás industrias y, como señalé anteriormente, en el agro en general, cuyo empleo responsable es imprescindible, siempre respetando las normas de procedimiento.

Por otra parte, cuando se habla de la explotación minera se pone especial énfasis en la utilización del recurso acuífero. Quiero remarcar que los tres requerimientos mineros en producción en San Juan, representan cerca del 1,05% del consumo agrícola de dicha provincia, siendo aún menor por cuanto el recurso acuífero se reutiliza a partir del uso en circuito cerrado.

Pero además en Mendoza, nadie ha puesto en perspectiva la contaminación que genera la agricultura en referencia a la emisión de gases de efecto invernadero (el problema más acuciante hoy de la humanidad), llegando a ser señalada, como una de las actividades humanas que más genera ese tipo de gases. Quiero citar en ese sentido a Greenpeace: "La agricultura tiene un elevado potencial para pasar de ser uno de los mayores productores de Gases Efecto Invernadero (GEI) a un sumidero neto de carbono". Tal es la conclusión publicada en: "Agricultura y cambio climático: impactos climáticos de la agricultura y potencial de mitigación", respaldada por el último informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) generado en Roma : “Las nuevas estimaciones de la FAO sobre los gases de efecto invernadero muestran que las emisiones procedentes de la agricultura, la silvicultura y la pesca se han casi duplicado en los últimos cincuenta años, y podrían aumentar en un 30 por ciento adicional para 2050, sin no se lleva a cabo un esfuerzo mayor para reducirlas.”

El debate a partir de posiciones irreductiblemente refractarias, no es debate. Como primera medida, es necesaria una transformación del clima donde se desarrolla la controversia.

El desafío se centra en conciliar el poder de los ciudadanos y de las ONG ambientalistas a defender su derecho al agua y la conservación del medio ambiente, frente al derecho del Estado y de las empresas del ramo a explotar los recursos naturales con el cuidado y el control que el plexo normativo establece.

Si la posición de los antagonistas parte de preconceptos como “no se puede instalar la minería porque el Estado no controla o no puede controlar”, o “la megaminería se traslada de los países centrales a los países periféricos, porque es expulsada por sus costos ambientales”, es imposible comenzar un debate que concrete una síntesis beneficiosa para toda la sociedad.

En Mendoza, poseemos una institucionalidad que si bien no puede calificarse de excelencia, supera la media nacional: los órganos de control, la participación ciudadana, la actividad de los partidos de la oposición, y la labor de los medios de comunicación, han dado prueba de su integridad e imparcialidad, al momento del tratamiento de un tema ríspido y polémico como el presente.

El Estado mendocino debe continuar mejorando esta faceta. No obstante debo decir que ya existen casos exitosos en la tarea de control. Por ejemplo puede citarse la explotación petrolera en el área de la Laguna de LLancanelo, donde a través de una ONG ambientalista, la participación del Poder Judicial - con limitaciones a la explotación y a la incorporación de nuevas tecnologías -, y al control permanente del Estado provincial, el medio ambiente y la producción petrolera pudieron ser compatibles.

Hay que apelar a la racionalidad y al equilibrio, premisas que las pasiones y los extremos destierran. Estos valores son los que han hecho de nuestra provincia una tierra de progreso. No debe eliminarse de cuajo la posibilidad de contar con una industria que puede acercarnos otras posibilidades de desarrollo social y económico, ampliar la matriz productiva como generadora de riqueza y empleo, siempre con la sustentabilidad como punto de partida, premisa por otra parte, debe estar presente en cualquier actividad realizada por el hombre.-


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