(Por Álvaro Ríos Roca, Socio Director de Gas Energy y Drillinginfo)

La concesión del Gasoducto Sur Peruano (GSP) impactará en muchos aspectos, no solo al Perú, sino también a la región en el largo plazo.

Muchos argumentan que no existen ni todas las reservas ni toda la demanda para llenar el ducto recientemente concesionado y que estará listo el 2018 o 2019. Por supuesto que no se llenará inmediatamente, pero podemos asegurar que antes de los cinco años después de su puesta en marcha, el mismo estará a capacidad y pidiendo ampliación.

Un simple análisis nos señala que el lote 88 tiene reservas certificadas de 10.2 TPC de acuerdo al Libro de Reservas de 2013. La demanda actual del mercado interno (Lima) es de 652 MMPCPD. Es decir que hay gas para casi 43 años y los volúmenes iniciales podrían y deberían venir de este lote, que entendemos está destinado al mercado interno. 

El gas que actualmente se reinyecta para acelerar la producción de líquidos oscila entre 400 MMPCD y 500MMPCD, gas que podría ser utilizado inicialmente. El reto fundamental, sin embargo, es que se puedan perforar varias de las 30 nuevas estructuras detectadas en los lotes 88, 56, 57, 76 y 58 que están bajo contratos de exploración y explotación. Para esto, los permisos ambientales y procesos de consulta previa deben resolverse mucho más ágilmente para que la exploración no se detenga.

Recordar que la zona tiene potencial cercano a 50 TPC.

Ya existe algo de demanda eléctrica con el nodo energético del sur (habrá más) y también se generara demanda doméstica, comercial, vehicular e industrial en todo su recorrido, beneficiando a Apurímac, Puno, Arequipa, Cusco, Moquegua y Tacna.

La zona de influencia del gasoducto recibirá un energético más limpio, cómodo y económico. Fuera del empleo productivo en la obra, los impuestos generados, substitución de importaciones, producción de líquidos asociados y otros, se puede observar que hay empresarios de diversas partes del planeta estudiando instalar fabricas y plantas productivas en el sur de Perú, aprovechando energía limpia y competitiva y mirando mercados de exportación, principalmente allí donde Perú tiene TLC. 

Empero, los beneficios no son solo para Perú. Si miramos el largo plazo, Ilo es un puerto donde Bolivia puede llegar a instalar facilidades de producción para su gas mirando mercados de Asia en el Pacífico, complementando sus exportaciones y proyectos de industrialización que ya tiene y está ejecutando y que miran hacia el Atlántico. Las facilidades portuarias y muchas otras sinergias estarán ya desarrolladas.

Este gasoducto se suma a muchos otros que en el futuro podrán servir para la ansiada integración gasífera de los países del Cono Sur. Aplaudimos este nuevo cordón umbilical en la región que une reservas con los mercados.