Por Paula Urien.
Costos laborales altos, paritarias que pueden volver a abrirse, paros, baja productividad, leyes laborales inflexibles que no permiten que el negocio "respire" (es decir, se expanda o se contraiga según las posibilidades del inversor), conflictividad, presión tributaria, alta inflación, un dólar que no ayuda, dificultad para girar dividendos y también para importar y en algunos casos exportar productos.
Son algunas de las razones por las cuales varias empresas de capitales extranjeros desinvirtieron en la Argentina en los últimos dos años y continúan haciéndolo.
Tampoco ayudan ciertas iniciativas con incidencia directa en el management de las compañías, como la reforma de la ley de abastecimiento (que recibió media sanción en el Senado el miércoles pasado) o la ley antiterrorista (aunque luego de su anunciada aplicación a la imprenta Donnelley se haya dado marcha atrás).
Según el Global Innovation Index 2014 (un índice elaborado por la Universidad de Cornell, la escuela de negocios Insead y una agencia de las Naciones Unidas llamada The World Intellectual Property Organization), la Argentina está en el puesto 124° entre 143 países en el ítem "Clima de negocios", detrás, en la región, de Chile (62) Uruguay (68) y Perú (72).
A la hora de medir la "Facilidad para hacer negocios", la Argentina está en el puesto 119, superada por Uruguay (44), Chile (53) y Perú (63).
"La inversión extranjera directa (IED) creció en el último año en general en todos los países del mundo, llegando a niveles anteriores a la crisis 2008-2009", dice Marcelo Elizondo, director de Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI) y quien fue director de la fundación ExportAr.
Sólo en los países emergentes, la inversión global representó 52% del total mundial, pero en la Argentina descendió 13% en 2013 "pese a que se computó como recepción de IED la forzada reinversión de empresas extranjeras que no recibieron autorización para enviar utilidades al exterior y que representa el 70% de la inversión total", agrega. La Argentina recibe la mitad de inversiones extranjeras que Chile, un sexto de lo que recibe Brasil y 0,7% del total mundial.
Según el último informe de la consultora Tendencias Económicas, la inversión extranjera directa se redujo 25% anual en 2013 en la Argentina. "Ese comportamiento se debió a las restricciones en el acceso a las divisas implementado en 2011", explica.
"La salida de empresas extranjeras es una muestra de problemas de competitividad, de ineficaz funcionamiento de las instituciones, de desequilibrios económicos, de debilidad en los marcos regulatorios, de malas expectativas económicas, y contribuye, entre otros factores, a un decrecimiento de la economía argentina, que se agrava en los últimos meses", advierte Elizondo en su informe.
A la cabeza de las empresas con problemas están las autopartistas. La norteamericana Visteon Corporation se sumó al estado de crisis del sector y cerró su planta en Quilmes. Lear, también de Estados Unidos, ya había anunciado el cierre de su actividad y tiene un conflicto todavía latente que ya había vivido la española Gestamp a mitad de año. Los frigoríficos están en la misma situación.
Quizás el modus operandi que quedó más expuesto fue el de la imprenta norteamericana Donnelley, que directamente informó de un día para el otro a sus empleados que ya no operaría más en la Argentina a través de un breve comunicado difundido durante la mañana del 11 de agosto, cuando ingresaban a trabajar. Sin preámbulos, bajó la persiana.
La ecuación para las empresas extranjeras que invierten en el pais es sencilla: si no dan los números se van.La empresa láctea canadiense Agropur también se fue de la Argentina en 2012, lo mismo que su colega japonesa Yakult.
También la cadena de electrodomésticos mexicana Elektra se fue en 2013 por "el entorno macroeconómico y de negocios, que resta viabilidad a la operación en este país", expresó en un duro comunicado.
Por otro lado, la inversión anunciada en minería por la brasileña Vale, de unos 6000 millones de dólares, finalmente no se concretó y quedaron sin trabajo 6000 personas entre puestos directos e indirectos que iban a poner en marcha el proyecto en 2013. Ese año también dejó el país Deca Piazza, fábrica de sanitarios con capitales también brasileños.
Symantec, estadounidense, empresa de servicios de soporte técnico, y la española Jazztel, con call centers, se sumaron al éxodo. Y la lista sigue.
Poco tiempo antes, ya habían emprendido la retirada las marcas de lujo Louis Vuitton, Calvin Klein, Yves Saint Laurent, Escada, Cartier, Ralph Lauren, Armani y Kenzo, entre otras.
Otras firmas de alimentos, seguros, entretenimiento y operaciones cambiarias desinvirtieron y hay problemas en el sector químico, en el parque industrial Pilar-Zárate, según refieren fuentes autorizadas.
MÁS RAZONES
"Hoy la inversión va para otro lado", se lamenta Daniel Funes de Rioja, vicepresidente de la UIA. "Las empresas pierden competitividad, hay problemas para importar insumos y en la remesa de utilidades. Los niveles salariales se fueron a las nubes y los costos son más altos que en algunos países de Europa."
La productividad del trabajador argentino también está sobre la mesa a la hora de evaluar inversiones. A pesar de que se reconoce un excelente nivel de talento, el argentino promedio produce menos que su par en el puesto en otros países.
Una encuesta reciente de la consultora internacional Randstad entre 193 ejecutivos de recursos humanos de la Argentina dejó ver que siete de cada 10 empresas reconocieron que aumentar la productividad y el rendimiento de los empleados es su principal desafío. "La necesidad de mejorar la performance de los trabajadores es hoy el principal objetivo en materia de capital humano", señala Andrea Ávila, CEO de Randstad. Uno de los motivos es que deben afrontar costos laborales cada vez más altos por cada incorporación a su plantilla.
La infraestructura es otro freno para las inversiones. El último informe de CREA consigna que sólo está pavimentado el 10,6 por ciento entre la red nacional y provincial de rutas. La red pavimentada creció desde 1920 hasta 1980, pero el ritmo de avance cayó drásticamente en las últimas tres décadas "Las rutas argentinas tienen un intenso tránsito de camiones (responsable del 93,1 por ciento del transporte total de cargas) porque el ferrocarril (moviliza sólo el 5,4 por ciento) y el transporte fluvial carecen de peso en la movilización de las cargas. Paradójicamente, el camión, que es el principal medio de transporte, debe transitar por caminos en mal estado", dice CREA. Otra piedra en el camino de la inversión.
Por Carlos Manzoni y Luján Scarpinelli.
La vía hace un giro y describe una cuesta abajo. El tren de la industria argentina marcha en caída. Lejos del entretenimiento de un parque de diversiones, la adrenalina macroeconómica se siente en los distintos sectores de la producción. Desde la parte delantera, el automotor y metalmecánico sufren el cambio de rumbo más brusco.
Acorralada por la suba de costos internos, la caída del consumo, la imposibilidad de importar insumos indispensables para producir y la falta de financiamiento, la actividad industrial empieza a dar signos de agotamiento. Los pronósticos indican que la caída oscilará entre un 3,7% y 4,6% al finalizar este año, respecto de 2013.
Entre otros indicadores, en la Unión Industrial Argentina (UIA) destacan que se detuvo el proceso de creación de empleo, se deterioró el margen unitario desde 2012 (efecto compensado por el volumen de ventas, hasta la llegada de la recesión) y cayó, desde 2013, la rentabilidad, debido al aumento de costos y la menor demanda (muy marcada en ciertos sectores, como el automotor).
Guillermo Bermúdez, economista de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), señala que la actividad industrial se encuentra en recesión desde hace 14 meses, lo que la convierte en la tercera entre las recesiones más extensas desde 1980. Y las perspectivas poco alentadoras para lo que resta del año indican que la baja continuará. "Para el tercer trimestre, se espera una caída interanual de 5,9% de la actividad industrial, y el año cerraría con una contracción de 4,6%", augura el economista.
La merma se prevé generalizada, aunque se distingue un signo positivo en los rubros de procesos de petróleo y siderurgia, que avanzarían 0,7% y 3% interanual, respectivamente. En cambio, la contracción del sector automotor llegaría a 22% al cabo del año, según estimaciones de FIEL.
Otra proyección negativa es la de Abeceb.com, que estima una baja de 4% para este año. "Éste sería el tercer año consecutivo de caída para la industria -afirma Dante Sica, director de la consultora-. Traccionan a la baja el sector automotor y la industria metalmecánica, en la que se destaca la mala performance de los electrodomésticos."
La falta de financiamiento es uno de los motivos que explican el mal momento. Para graficarlo, basta con mencionar que la relación crédito/PBI en la Argentina no supera el 16%, mientras que en países como Brasil y Chile llega a 70 y 100%, respectivamente. "Es una restricción estructural que existe en la economía argentina", destaca Pablo Dragún, economista senior del Centro de Estudios de la UIA.
Bermúdez suma al análisis factores coyunturales que, afirma, dan escaso margen para una reversión en el corto plazo del proceso recesivo: "La restricción al acceso de divisas a la industria y la marcha atrás en el recorte de tasas de interés (Lebacs) no resultan alentadoras para la actividad en los próximos meses".
El índice industrial de Orlando Ferreres y Asociados acumuló una baja de 3,2% de la actividad entre enero y julio, contra 2013. En adelante, señala Fausto Spotorno, economista jefe de esta consultora, esa baja se profundizará, con la aparición de caídas en sectores que hasta ahora avanzaban. "Algunos crecieron en la primera mitad del año por cuestiones particulares, como plásticos y químicos, porque en 2013 habían sufrido cortes de gas. Esos efectos desaparecerán en el segundo semestre. También subió alimentos, por las exportaciones de harinas y aceites, pero a medida que nos alejamos de la cosecha, la actividad se relaciona más con el consumo interno, que cae fuerte", dice.
Tampoco se salvarán los textiles. En lo que va del año este sector creció porque hubo un stockeo con insumos que se compran por anticipado. Pero el efecto, como demostró el freno de los últimos meses, se va a diluir. Jorge Sorabilla, presidente de la Fundación ProTejer, confirma que, pese a las subas que muestran los datos oficiales, en las empresas hay una situación muy compleja: "Hasta julio, hubo un esfuerzo para mantener la actividad haciendo stocks. Pero esa solución dura un tiempo; luego se convierte en un problema, porque es un sobrecosto financiero", afirma. En promedio, estima, el nivel de ventas cayó 20% en agosto, lo que impactó entre 12 y 15% en la producción. Las importaciones, sin embargo, disminuyeron sólo 6%, lo que habla de una "canibalización de la industria nacional", en la que el uso de la capacidad instalada cayó al 70%, desde el 82% en 2013, advierte Sorabilla.
Otros sectores, como el alimentario, crecieron levemente, pero no tuvieron un comportamiento homogéneo en todos sus componentes; muchas veces, su aumento se debió a una circunstancia puntual. Es el caso del rubro de alimentos y bebidas, que trepó en el primer semestre 3,4%, aunque buena parte es explicada por la mejor campaña de oleaginosas, que tuvieron mayor molienda. Si se descuenta ese efecto, el crecimiento acumulado se reduce a 0,4%, según explica Eduardo Bianco, director de Departamentos Técnicos de la UIA.
Pero sin duda el que se lleva la peor parte es el sector automotor, con una caída que en la mayoría de las estimaciones supera el 20 por ciento. En cifras concretas, esto significa que en todo este año se producirán 612.000 unidades, con una contracción de alrededor del 22,6%, explicada tanto por el ajuste de la demanda interna como por la caída de las exportaciones a Brasil y a otros mercados.
Para Sica, las ventas domésticas se ubicarían en torno de las 685.000 unidades, lo que marcaría una caída de 28,3% respecto del récord de 2013. "En el mix de ventas continuarán ganando mercado los vehículos nacionales, ante el impuesto interno, las restricciones a las importaciones y el nuevo programa de financiamiento a vehículos nacionales", explica.
Por el frente externo, las exportaciones serían 20% inferiores a las del año pasado, principalmente como resultado de los menores envíos a Brasil, en un contexto de retracción de ese mercado y de pérdida de inserción de los modelos argentinos ante el aumento de la competencia.
Otro sector que presentó contracciones fue el de minerales no metálicos vinculados a la construcción. "El consumo de cemento -precisa Fernando Lago, director general de la Cámara de la Construcción (CAC)- acumuló hasta agosto una caída de 4,6%". Nada hace prever que su situación mejorará, ya que la actividad de la construcción atraviesa uno de los peores momentos de la última década, sobre todo la que depende del sector privado. "En el primer semestre, la cuadrilla de personal se redujo 2,4%, y también están en baja los permisos de construcción y las escrituras", amplía Lago. Según el Ieric, el número de empresas en actividad se redujo de 22.056 a 19.079 entre junio de 2013 e igual mes de este año.
En la siderurgia, la producción de acero se incrementó por decimotercer mes consecutivo y registra una suba de 10,8% en el acumulado de los primeros siete meses del año. Las bajas bases de comparación, resultado de las paradas técnicas y el mantenimiento de plantas en la primera parte de 2013 explican el buen desempeño en un contexto recesivo. Sin embargo, los laminados comenzaron a mostrar cierta debilidad a raíz de una caída en la demanda, particularmente en la actividad automotriz y de la construcción, que impacta en un tibio crecimiento de los laminados en caliente (+1,3%) y una merma de los laminados en frío (-5,3%), derivado de los anteriores. Según proyecciones de Abeceb.com, se espera que en los próximos meses la siderurgia acuse un impacto mayor del parate en la actividad económica, por lo que cerraría el año con un crecimiento menor de la producción de acero y en la producción de terminados.
En turismo y gastronomía también hay complicaciones. Roberto Brunello, presidente de la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica (Fehgra), indica que "en el tercer trimestre la actividad está totalmente golpeada". Entre los motivos, enumera la pérdida de rentabilidad por la inflación, la presión impositiva, la falta de créditos, los costos laborales y el aumento de las materias primas. "La imposibilidad de trasladar la inflación a las tarifas agrava aún más la situación", dice.
Dentro de los escasos sectores que gozan de buena salud, está el de software. José María Louzao Andrade, presidente de la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos (Cessi), señala que, aunque podría ser mejor, el negocio atraviesa un buen momento: el empleo creció entre 10 y 11% en el año, y eso refleja el alza de la producción, estimada en torno de 8%, con un ritmo mayor al de 2013. "Es que para algunas empresas, la crisis representa una oportunidad para modernizarse, en busca de una mayor productividad", explica Louzao Andrade, que atribuye parte de la suba a las trabas para girar divisas. Según el directivo, más de 70% del negocio corresponde al mercado interno, y lo restante son exportaciones, por lo cual, la devaluación disminuyó la facturación medida en dólares. "La expectativa es cerrar 2014 con un crecimiento de un dígito", confía..
El segmento de las pequeñas y medianas empresas (pymes), responsables de la mayor cantidad de puestos de empleo en la Argentina, es el que más sufre el freno de la actividad económica: durante los últimos tres meses del año pasado y en el primer cuarto de este año, la producción de las firmas más pequeñas del país se redujo un 4% y un 7%, respectivamente.
Los datos relevados por la Fundación Observatorio Pyme (FOP) dan cuenta de una vulnerabilidad mayor en el escenario recesivo en el que se encuentra la economía doméstica. "La dinámica observada en el universo de las pymes [con un promedio de 35 empleados, según la FOP], difiere notablemente de la del resto de la industria manufacturera argentina, donde dominan las empresas con más de 200 ocupados, segmento que sólo sufrió una leve retracción". La contracción en estas últimas fue de 2% y 0% interanual en el último trimestre de 2013 y el primero de 2014, respectivamente, según los datos de la fundación. En el acumulado, las pymes se fueron cuesta abajo 14%, mientras que el conjunto de la industria manufacturera descendió 3,3% en los meses analizados.
El horizonte es complicado. "El escenario productivo de las pymes industriales que se está configurando para el resto de 2014 es de caída de la producción y el empleo con simultáneo incremento de precios, situación de alta complejidad para la política económica. Las empresas están tratando por todos los medios de defender los márgenes unitarios, pero obtienen como resultado una disminución de las cantidades vendidas", advierte el informe de la FOP.
El mal pasar de este sector que cuenta con un total de 603.000 empresas (10% son industrias) y concentra el 60% del empleo del país, no es un dato menor, ya que repercute directamente en el nivel de ocupación. "En las pymes, los salarios son bastante inflexibles a la baja y los puestos de trabajo en estas empresas nunca sobran, de manera que el ajuste productivo en el universo de las firmas menores se da más por el mecanismo del cierre de empresas que por el mecanismo de la disminución del empleo", explica el texto.
De acuerdo con un informe de la UIA, el empleo en las pequeñas y medianas industrias ya mostraba una caída de 0,65% en los últimos tres meses de 2013, cuando la ocupación aún crecía de forma interanual en las empresas de mayor porte. Estos datos del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, se complementan con el de la reducción de la cantidad de empresas industriales en 2013 ("por segundo año consecutivo", indica la UIA). El total fue de 59.213 firmas, tras una reducción de 0,8 por ciento. Desaparecieron así 500 pymes industriales respecto del mismo período del año anterior. Entre los sectores más afectados estuvieron el de confecciones y el de la madera. Además, el número de pymes nacidas en 2013 resultó el más bajo de la última década. Las altas tasas de interés y las dificultades para desplegar estrategias ofensivas minan el camino de las pymes, dice la UIA, que demanda condiciones de estabilidad para estimular nuevos proyectos de inversión.
Loss efectos de la recesión económica comenzaron a dejar huellas en los números de las grandes empresas. Algunas de ellas, las menos afectadas hasta ahora, comenzaron a anticipar sus futuros efectos en los mensajes que les envían a sus accionistas en los balances que presentaron en los últimos días del mes pasado. Pero las más perjudicadas muestran las marcas del estancamiento en sus números, según los balances para el primer semestre que remitieron a la Comisión Nacional de Valores (CNV).
La lista de perjudicadas la lideran las compañías de servicios públicos vinculadas con la luz y el gas, que arrastran una crisis aún más profunda que la económica debido al retraso en la recomposición de tarifas. Pero se sumaron señales de alarma provenientes de otros sectores, por ejemplo, el alimentario. Arcor, una de las pocas multinacionales de origen argentino, anotó en los primeros seis meses una ganancia de casi 140 millones de pesos.
El número, si bien es positivo, implica una caída de 12% con respecto a los 273,17 millones del mismo período del año pasado. El tropezón sería aún mayor si se le descontara la inflación. Por diversos motivos, la suerte fue peor para Mastellone, dueña de la marca La Serenísima. En los primeros seis meses del año anotó pérdidas por más de $ 163 millones, en comparación con los 80 millones que había ganado en el mismo período del año anterior.
La empresa fundada por Pascual Mastellone, que falleció el mes pasado, explicó en sus últimos balances que "los resultados del segundo trimestre fueron afectados por una caída en la producción primaria que incluso excedió nuestras estimaciones previas. Tal circunstancia responde fundamentalmente a factores climáticos adversos que han incidido negativamente sobre la producción, por lo que cabe esperar una reversión de la tendencia en los próximos trimestres. Como corolario de esa circunstancia, los precios reconocidos por la industria por sus compras de materia prima láctea han registrado un aumento mayor al esperado".
Pero reconoció que "tras el cierre del balance del segundo trimestre, se notó una caída en los precios internacionales de los productos lácteos comercializados internacionalmente, lo que podría afectar negativamente los resultados de las exportaciones previstas para los próximos meses".
Quickfood, dueña de la marca Paty, tuvo un rojo por encima de los 51 millones de pesos.
Las exportaciones aumentaron, pero sólo explican un 20 por ciento de su facturación.
Entre las alimenticias, Molinos fue la más exitosa en la primera parte del año, principalmente por el crecimiento de su negocio de exportación.
Siderar, la fabricante de aceros planos (chapas) del grupo Techint, con ventas en toda la región, ganó 1757 millones de pesos en los primeros seis meses del año, muy por encima del mismo período del año pasado. Sin embargo, dio algunas señales de alerta. Entre ellas, que los despachos domésticos cayeron 7% con respecto al mismo período de 2013.
Esa caída está directamente relacionada con la caída de la actividad industrial, que tiene 12 meses consecutivos de caída. Sucede que las chapas que fabrica la empresa de los Rocca tienen entre los principales destinatarios las fábricas de autos, uno de los sectores más afectados por la recesión, y de línea blanca.
Más evidente es el caso de Tenaris, la fabricante de tubos de acero para la industria petrolera del mismo holding, líder mundial en su rubro, ya que expresa sus números en dólares. En el primer semestre ganó US$ 419,9 millones, 2,25 por ciento por debajo del mismo período del año anterior, también por una caída en sus ventas.
El panorama no está despejado incluso para quienes les fue bien. La fabricante de zapatos Grimoldi, que en los primeros seis meses del año ganó $ 35 millones, 2,5 veces más que el año pasado, avisó que "la compañía considera que el segundo semestre del año será bastante complicado dados los signos de desaceleración que se perciben en la economía en general".
SERVICIOS PÚBLICOS, EN CAÍDA
Por motivos que sobrepasan al freno en la economía, las empresas de servicios públicos vinculadas con la luz y el gas volvieron a estar en el lote de las perdedoras. Gas Natural Fenosa (ex Gas Ban), la distribuidora de gas del Gran Buenos Aires, obtuvo 12,1 millones de pesos, 12% menos que en el mismo período de 2013, mientras que Metrogas, la principal empresa de ese rubro en el país, anotó una pérdida de 334 millones. A tal punto que su principal accionista, la estatizada YPF, decidió a fines del año pasado otorgarle un préstamo por hasta $ 180 millones, de los cuales ya usó una parte.
El panorama de las eléctricas es aún peor. Edesur perdió $ 967 millones en el primer semestre, y Edenor, casi $ 723 millones. En ambos casos, la principal explicación del quebranto es la misma: los incrementos de costos, que no fueron acompañados por una suba similar de los ingresos, en especial debido a la demora en la readecuación de la tarifa eléctrica.
Entre las grandes ganadoras, las petroleras dominaron la carrera, pero la ganadora fue YPF, con ganancias por 4330 millones de pesos, más de 2,42 veces que en el mismo período del año pasado. Los principales motivos: aumentó la producción, compró activos y se benefició con incrementos en los precios de los combustibles y del gas.
Por Mauricio Cristófaro y Jerónimo Rodríguez Use *
Amenazas en el desarrollo
Bajo el esquema de apertura comercial y desregulación de la economía (1974-2001) se produjo la destrucción de gran parte del tejido productivo nacional que se había logrado construir en la etapa anterior, desplegada entre la década del treinta y mediados de los setenta, definida como industrialización por sustitución de importaciones (ISI). El síntoma de este fuerte retroceso resulta claramente observable en la caída ininterrumpida de la participación de la industria en el PIB: de 25 por ciento en 1975 pasó al 16 por ciento en 2001. Con la ruptura del modelo de convertibilidad, la implementación de políticas activas permitió una recuperación acelerada de las capacidades industriales del país. En efecto, el elevado crecimiento de la actividad industrial supuso un cambio en la dinámica del empleo del sector, reduciendo sustancialmente los niveles de desempleo y mejorando la distribución del ingreso. De esta manera, tras un período de casi 30 años consecutivos de destrucción de la matriz industrial, a partir de 2003 comienza a vislumbrarse un período donde la industria se reposiciona como un factor central para el desarrollo. Sin embargo, el potencial crecimiento industrial local se ve limitado por un problema sistémico que ya ha interrumpido irrumpido en el pasado la ISI: la restricción externa. Esto es, la disponibilidad de dólares que posee el país para abastecer a la industria de los insumos importados que necesita para continuar creciendo.
En términos de producción, un punto crucial lo constituye la balanza comercial deficitaria del sector industrial. A pesar de su despliegue actual, no se ha logrado una modificación estructural, por lo que su producción sigue dependiendo de una vasta cantidad de insumos que aún no son producidos en el país. Tomemos por ejemplo el sector automotor: su producción aumentó de 169 a 791 mil unidades anuales en el período 2003-2013, mientras que el déficit comercial de autopartes se incrementó de 1200 millones de dólares en 2004 a 8100 millones de dólares en 2013. Esto se debe, al igual que en gran parte de los sectores industriales, a la creciente cantidad de divisas necesarias para importación de piezas y componentes que demanda el aumento de su producción. Pese a ser un sector altamente subsidiado por el Estado, al poseer un desarrollo imperfecto, la balanza comercial comienza a estrangularse cuanto mayor sea su crecimiento.
Como una problemática propia de los últimos años, el sector energético ha surgido como una nueva limitación del financiamiento. Durante 2013 el déficit energético fue 6000 millones de dólares, explicando gran parte de la reducción del superávit comercial del país. Ante estos datos surge como una estrategia para el ahorro de divisas alcanzar el autoabastecimiento energético. En busca de este objetivo, la recuperación de YPF y la construcción de represas eléctricas como Atucha II se constituyen como respuestas eficaces por parte del Estado. Pero los resultados de estas políticas serán concretados en el largo plazo.
Más allá de los problemas en la balanza comercial, la coyuntura macroeconómica nos hace prestarle una atención especial a la cuenta de capital y financiera. En la actualidad, es posible detectar ciertos canales financieros por los cuales el drenaje de divisas se profundiza. Un reciente documento del Cefidar advierte sobre la relevancia y magnitud del stock de capitales fugados del país. Otro factor a tener en cuenta es el origen de las empresas radicadas en el país. Este fenómeno de extranjerización de la estructura productiva presiona sobre las cuentas externas del país, ya que este tipo de empresas son fuertes demandantes de divisas. Asimismo, la irrupción de agentes especulativos, cristalizados en el accionar de los fondos buitre, junto a ciertos sectores que ejercen constantemente presiones sobre el mercado cambiario. Todo lo remarcado provoca que la actual restricción externa no sea un problema explicado sólo por causas productivas, sino que se ve profundizada por otros motivos de carácter financiero. Durante la ISI, para evitar el estrangulamiento de la balanza de pagos se recurría a la disminución del salario real y su consiguiente caída de la actividad económica mediante la implementación de políticas de ajuste y bruscas devaluaciones. En la etapa actual, el país se dispone a enfrentar los desafíos con una mayor intervención y gestión estatal concretada en políticas públicas que tienen por objeto una profundización de la industrialización, enfrentando una restricción externa propia de la estructura pero agravada por especulaciones financieras.
* Economistas del Grupo de Estudios de Economia Nacional y Popular (Geenap).
Por Pablo Dragún *
Para volver a crecer
Luego de casi una década de crecimiento industrial, el sector productivo viene registrando, desde finales de 2011, un estancamiento en muchas de sus variables clave. Como síntoma de un problema estructural más importante, trabajar sobre estos aspectos se impone como un objetivo necesario. Algunos datos que ilustran el complejo panorama: en el primer semestre de 2014, la actividad cayó un 2,4 por ciento y el empleo un 1,8 por ciento en términos de obreros ocupados, y la inversión en maquinaria y equipos, de acuerdo con consultoras privadas, presentará una caída del 5 por ciento. A su vez, las exportaciones de manufacturas de origen industrial han perdido dinamismo, en particular aquellas vinculadas a sectores donde la competitividad precio tiene importancia. En 2013 se exportaron 1500 millones de dólares menos que en 2011 en estos rubros.
Antes que mencionar cuestiones inherentes a cómo mejorar la dinámica industrial, es necesario dar cuenta de un elemento insoslayable crucial dada la estructura productiva argentina: el crecimiento del PIB trae aparejado un incremento más que proporcional en las importaciones. El crecimiento de la demanda tracciona importaciones de bienes de consumo, pero también la suba de la inversión necesita de la importación de bienes de capital.
A largo plazo, la forma de subsanar esta restricción externa –la mayor demanda de dólares por las importaciones– es incrementando el nivel de exportaciones con mayor valor agregado. Esto en un contexto de integración inteligente en cadenas de valor o avanzando hacia mayores niveles de integración nacional sin resignar calidad y, fundamentalmente, mejorando el abastecimiento energético. Sin embargo, todas estas cuestiones son similares a la que ocurren en América latina, que financió su déficit de cuenta corriente con endeudamiento. Si el país puede resolver de alguna forma la situación de la deuda externa, el potencial de Vaca Muerta y la minería harán posible que ingresen inversiones para financiar la actividad productiva. Estos sectores, como así también el agro, tienen el potencial para apuntalar la producción y la tecnología local.
Si bien la macro condiciona fuertemente la actividad industrial por la baja en el consumo y la inversión, es importante destacar que hay numerosos temas sobre los que se puede trabajar a nivel micro para mejorar la situación. Por ejemplo, la devolución de reintegros a las exportaciones puede ser más expeditiva, teniendo como objetivo que la inflación no erosione esta ventaja. Además, resulta importante el crédito para financiar capital de trabajo y sostener el empleo industrial –particularmente en sectores donde la informalidad es mayor–.
Con respecto al crédito, en momentos en los que el costo de capital es elevado, la banca pública puede actuar de manera contracíclica para financiar a las pymes y en reconversión productiva. Por citar un ejemplo, en Brasil, la existencia de una banca de desarrollo le permite a las empresas participar en compulsas internacionales con el financiamiento estatal y utilizar la herramienta para el desarrollo de proveedores.
El poder de compra del Estado también es un vector clave, porque con ventajas tributarias para la producción nacional es posible desarrollar proveedores de calidad con integración con el sistema científico y tecnológico. En este sentido, tanto Estados Unidos como Japón, Reino Unido y Alemania están implementando planes integrales de política industrial para revertir la pérdida de producción manufacturera frente a las economías emergentes de Asia. De esta manera, también combaten el fenómeno de deslocalización productiva que los afectó durante la última década.
Una reforma tributaria también es parte del horizonte de objetivos prioritarios a mediano plazo. La integralidad de la reforma fiscal debe tener como eje el diseño de tributos que vayan en consonancia con un proyecto de país industrial con agregado de valor. Las inequidades que el sistema argentino arrastra desde hace décadas, termina penalizando la inversión productiva.
Para que Argentina vuelva a crecer y suture las discusiones derivadas de fluctuaciones e inconsistencias estructurales, es necesario trabajar sobre una política industrial que no solamente nos permita salir de los atolladeros estructurales sino que, además, permita establecer los parámetros de un desarrollo sostenido y con perspectivas de largo plazo.
* Economista FCE-UBA.