Los aumentos de precios alentaron una tendencia que comenzó a gestarse desde los bolsillos: mientras que por los ajustes cae la demanda de combustibles, se profundiza el corrimiento del consumo hacia las bocas que exhiben la marca YPF debido a la percepción generalizada de que sus naftas son más económicas que las que ofrece el resto.
Este argumento juega un rol preponderante para explicar el crecimiento del market share de la estatal, que en julio trepó al 59 por ciento. Al respecto, el presidente de la Confederación de Entidades del Comercio de los Hidrocarburos (CECHA), Oscar Díaz, explica que en algunas localidades hay una brecha de hasta dos pesos en un mismo producto. “El bolsillo manda”, sentencia.
En este contexto asegura que los operadores de la compañía de bandera “son los menos perjudicados”. La diferencia con los de reventa por su impacto en la comisión que reciben. “Algunas empresas subieron el costo y los expendedores al no poder despegarse de las referencias de YPF deben resignar su margen de ganancia”, apunta.
El directivo precisa que la actual situación de pleno abastecimiento es otro factor que inclina la balanza a favor de la petrolera nacionalizada. “Antes, cuando había escasez, los automovilistas cargaban cualquier marca, en cambio ahora orientan su elección”, manifiesta.
“La situación nos tiene preocupados”, expresó Díaz. “Estamos analizando como se desenvuelve el mercado para hacer una evaluación precisa de la actividad. No es posible que en un marco de competencia como el de hoy, el estacionero sea la variable de ajuste”, advirtió.
Respecto a la cotización actual de los combustibles, Díaz evalúa que “es razonable”, por su similitud a los valores de la región. No obstante aclara que el posicionamiento de las pizarras es potestad exclusiva de las petroleras. “Los expendedores no somos formadores de precios”, remarca de modo tajante.