Congelados desde 2012 están los principales proyectos geotérmicos que se planea desarrollar en Chile. Se trata de Apacheta, de Enel Green Power; Tolhuaca, de la neozelandesa MRP Geotermia (Mighty River Power), y el proyecto Tinguiririca, de Energía Andina, un joint venture entre Antofagasta Minerals y Origin.
Las grandes inversiones requeridas para explorar zonas donde podría existir potencial geotérmico y las condiciones del mercado eléctrico, que dificultan la comercialización de ese tipo de energía, obligaron a las empresas que están apostando por esta tecnología a paralizar sus proyectos.
Desde el 2000, cuando se creó la Ley de Geotermia, el sector ha invertido más de USD 300 millones en exploraciones, costeadas sólo por los privados. De ahí que las empresas hoy estén analizando si pasan o no a la segunda fase de trabajo -enfocada en analizar la extensión del recurso y su viabilidad en el tiempo- antes de iniciar la construcción de centrales geotérmicas.
En 2013, Enel Green Power, Energía Minera, Mighty River Power (MRP Geotermia), Ormat, Magma Energy Chile, EDC y Transmark Chile decidieron agruparse bajo el paraguas del Consejo Geotérmico, gremio que reúne a los desarrolladores del sector y busca generar las condiciones para que el país pueda aprovechar todo el potencial energético proveniente de la geotermia.
Los últimos meses han sido movidos para el nuevo Consejo. Hoy están trabajando con el gobierno, en paralelo a la Agenda de Energía. De hecho, hace algunas semanas entregaron un documento a la autoridad, con propuestas para acelerar los cambios establecidos para esta tecnología. Pero sus estrategias van más allá de modificar la ley del sector, cuyos cambios están pensados para fines de 2015, según establece la agenda energética del gobierno.
El Presidente del Consejo Geotérmico, José Manuel Soffia, también Gerente General de Energía Andina, explica que con el gobierno “estamos desarrollando una agenda complementaria para la geotermia (...). Deberíamos llegar a un acuerdo de una agenda con el Ejecutivo de aquí a fin de año. Si no es así, estaríamos atrasando el proceso”.
Para el gremio, el escenario ideal es que ya en 2020 haya geotermia productiva en Chile. “En esa fecha algún proyecto debería estar inyectando energía, pero eso dependerá de que hoy se comiencen a dar las condiciones para que los privados se arriesguen a invertir”, añade Soffia.
En el gobierno explican que para apoyar esta tecnología tienen contemplado hacer un trabajo prelegislativo, que recabe y pondere las distintas visiones que puedan existir sobre esta materia. “Hemos tenido reuniones con las empresas que mantienen concesiones (...) en esas oportunidades nos han presentado su visión de la realidad y perspectivas de la energía geotérmica y hemos recopilado diversas propuestas que estamos analizando”, dicen en el Ministerio de Energía.
En la industria comentan que es clave que el gobierno entregue dos señales para su negocio. La primera, enfocada en apoyar el impulso privado en la fase exploratoria, lo que escuetamente ya ha sido planteado por la autoridad.
En un reciente seminario, el Ministro de Energía, Máximo Pacheco, dijo que una forma de viabilizar estos proyectos se vincula “con la forma en que creamos algún incentivo para la exploración”, y admitió que los países que han desarrollado geotermia “lo han hecho con gran esfuerzo del Estado”.
La agenda energética señala que es necesario implementar mecanismos para reducir el riesgo en la perforación de pozos profundos, que de acuerdo con la experiencia internacional es la fase más riesgosa en la etapa de exploración.
Para las empresas, según el consejo, una opción es que los contratos exploratorios tengan un mecanismo similar a los contratos especiales de búsqueda de petróleo suscritos por el Estado chileno y que contemplan una exención tributaria para la internación de equipos especializados, que consiste en no pagar IVA o si se paga, recuperarlo de forma temprana.
Otra, es generar un volumen relevante de perforación para bajar los costos. Rudiger Trenkle, Country Manager de MRP Geotermia y Director del Consejo, aclara que desarrollar un pozo exploratorio en México cuesta entre USD 3 millones y USD 4 millones, y en Chile sube a USD 10 millones o más. Agrega que en cada campaña se exploran entre tres a cuatro pozos.
La segunda señal que espera la industria apunta a la posibilidad de poder comercializar la energía de una futura central. Para eso se debe modificar el modelo de licitación de las distribuidoras eléctricas, que representan el 65% del Sistema Interconectado Central (SIC).
Soffia dice que la geotermia es rentable con contratos de USD 130 por megawatts (MW), valor similar al de los nuevos contratos con gas natural licuado (GNL). “Esos valores no se condicen con la intención de reducir el costo que estipula la Agenda de Energía, pero esos precios son de la geotermia de partida, porque al inicio tiene una espalda pesada en cuanto a tener que cargar con muchos costos”, advierte. Estima que tras empezar a operar, en 5 a 10 años, los valores comenzarán a bajar a unos USD 100 el MW.
En el gremio estiman que la geotermia puede ocupar un espacio relevante en el mix de generación que les corresponderá a las energías renovables, que según la normativa aportarán el 20% de energía al 2025. De esa torta, el 15% podría provenir de geotermia, estiman.
Trenkle afirma que en países que han optado por esta fuente energética, la exploración ha sido costeada por el Estado. “Hemos arriesgado mucho. Hemos encontrado y demostrado que existen campos geotérmicos explotables, pero llegamos a un límite. Ninguno de nosotros ha podido seguir invirtiendo alto capital a riesgo”, sostiene.
Agrega, por ejemplo, que en Kenia, el Estado decidió que la geotermia es su fuente de energía y los privados están trabajando con apoyo del gobierno. “Lo mismo pasó en México, que tiene 1.000 MW de geotermia instalados. Nadie lo está haciendo solo, porque el riesgo es muy grande”, asegura el ejecutivo.
Los próximos meses serán claves para el sector. Según estimaciones, Chile podría generar 3.500 MW de estas fuentes renovables.