Con un presidente Correa mostrando su lado más pragmático y la economía creciendo a paso firme, algunos han planteado las oportunidades que se abren para la inversión chilena. Sin embargo, el tamaño del mercado sería una de las principales dificultades, sumado a ciertas incertidumbres para los inversionistas que siguen presentes en ese país.
Standard & Poor’s le subió la clasificación crediticia, el FMI felicitó sus logros, e incluso en Chile algunos no dudan en pensar que puede ser un nuevo foco de atracción para las inversiones chilenas. Ecuador, que en 2008 cayó en default por una deuda de US$3.200 millones, hoy cuenta una historia muy distinta.
Pese a ser una economía fuertemente dependiente de los precios del petróleo, con alto gasto público, y dolarizada (con lo cual depende de los vaivenes de la economía estadounidense y no puede devaluar para ganar competitividad), su expansión económica ha sido más elevada que la región en su conjunto -entre 2003 y 2013 creció a un promedio anual de 4,6% frente a un 3,7% para América Latina- e incluso su presidente Rafael Correa ha tomado un enfoque más pragmático, llegando en julio a un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, cinco años después de salirse de las negociaciones reclamando que un acuerdo perjudicaría a la industria local.
Además, este año, el gobierno ecuatoriano emitió con éxito US$2.000 millones de bonos en el mercado internacional en junio, la primera emisión internacional desde el default de 2008 y 2009.
Pero, dadas estas atractivas condiciones ¿podría Ecuador convertirse en el nuevo Perú para los inversionistas chilenos? “Podría, pero depende, porque el mercado es bastante pequeño”, declara el analista de IHS Global Insight para Ecuador, Arthur Dhont, agregando que la entrada de futuras empresas chilenas a Ecuador sería con la idea de exportar. “En temas energéticos Chile está sufriendo mucho y si Ecuador tiene capacidad, puede ayudar ahí, pese a la distancia”. Según explica, se han visto acercamientos preliminares de Codelco, que estaba interesado en desarrollar proyectos de minería de gran escala en Ecuador.
Según cifras de la Direcon, actualmente en Ecuador hay presencia de 40 empresas chilenas (de las cuales, las principales son CMPC, ENAP, Latam Airlines y Sonda, según datos de la CEPAL), que desarrollan actividades principalmente en minería, a través de exploración de hidrocarburos con un 81,3% de participación, servicios con 13,2% e industria con 5,5%. A junio de 2013 (última cifra disponible), Ecuador recibía US$397,7 millones de IED chilena, lo cual representaba un 0,5% del total.
Vuelco al pragmatismo
“Correa está contento jugando con normas internacionales”, asegura Dhont. “Podría ser un país bastante interesante para la inversión. Los temas de expropiación ya más o menos acabaron. En general, América del Sur está saliendo del populismo que hemos visto del Alba y de Hugo Chávez, y Correa también está tomando una posición más pragmática”, sostiene. Según explica, lo está haciendo porque está vulnerable a las rentas de los hidrocarburos y al mismo tiempo no tiene la industria ni el expertise para desarrollarla sólo con ecuatorianos. “Necesitan atraer inversionistas y la experiencia que ellos llevan para desarrollar ese tipo de proyectos”, afirma.
En tanto, Walter Spurrier, director de la firma de análisis económico Grupo Spurrier, en Guayaquil, explica que las oportunidades para Chile pasan por mantenerse en el sector hidrocarburos, pero aprovechar también otras áreas. “Ecuador pasa por un período de modernización de su infraestructura, carreteras, centrales eléctricas y telecomunicaciones entre otras, que lo mejoran como plataforma para la producción con miras a la exportación”, destaca.
De acuerdo con Dhont, Chile podría encontrar oportunidades en el área de servicios, aunque plantea que la economía ecuatoriana todavía debe desarrollarse más. Mientras, “en retail, donde Chile es bastante fuerte, no sé si el mercado es lo suficientemente grande”, sostiene Dhont.
En eso coincide Erich Arispe, analista de Fitch Ratings para Latinoamérica. “Haciendo la comparación de Perú y Ecuador, aunque ambos tienen alta dependencia de materias primas, pensaría que, dada la demanda interna por la dinámica de la inversión privada en la incorporación de peruanos a la fuerza laboral y su proceso de formalización, la consolidación de la clase media es más consistente”, plantea.
Lo que falta
Pero si se trata de atraer la inversión, todavía falta. De hecho, recientemente el gobierno de Correa anunció un nuevo código monetario y financiero con el cual busca tener más poder para regular a qué sectores se va a llevar el crédito. “Con este tipo de regulaciones, no será un mercado muy atractivo”, asegura Dhont. En eso coincide Spurrier. “El principal inconveniente que ha existido es el cambio de normas en el país en lo que respecta a la inversión en general, por ejemplo de normas tributarias y de relaciones laborales. Eso ha desincentivado la inversión privada”, afirma Spurrier. De hecho, si bien el país subió 15 puestos el año pasado en el ranking de competitividad global del World Economic Forum (hasta el lugar 71), precisamente esos eran los factores considerados como más problemáticos para hacer negocios.
Otro de los problemas es la apreciación del tipo de cambio. “Dado el énfasis de las políticas del actual gobierno en sustituir importaciones, la apreciación del tipo de cambio real va a favor de esas industrias y políticas. Pero en el largo plazo es preocupante puesto que Ecuador, como economía dolarizada, necesita generar dólares para crecer y una fuente importante de estos deberían de ser las exportaciones”, asegura Sara Wong, profesora de la escuela de negocios ESPAE, en Quito.
De todas maneras, se espera que el dinamismo de la economía ecuatoriana se mantenga este año, de la mano del consumo público y privado y del aumento de la inversión, con mayor intensidad en el aumento de la inversión pública, explica Sandra Manuelito, Oficial de Asuntos Económicos de la CEPAL.