Por Miguel Angel Pichetto.
La Argentina enfrenta el desafío de revertir cuanto antes el déficit energético. El peso de las importaciones de combustibles en las cuentas externas del país es muy grande y amenaza la sustentabilidad de nuestra economía. Los recursos no convencionales de Vaca Muerta representan una gran oportunidad, pero es necesario tomar decisiones políticas difíciles y complejas para gatillar un proceso inversor de la envergadura suficiente para ponerlos en valor y convertirlos en barriles de petróleo y gas que sustituyan los que hoy importamos.
En la historia argentina, otros gobernantes se enfrentaron a dilemas parecidos. A mediados del siglo XX, Juan D. Perón primero y Arturo Frondizi después debieron lidiar con una producción de hidrocarburos insuficiente, con un peso de los combustibles en el total importado que superaba el 20% y con importantes reservas de hidrocarburos que no podían ser desarrolladas y producidas porque la estructura organizacional de YPF y de la industria no generaba los recursos y las divisas necesarios para toda la inversión requerida por el sector.
Ambos presidentes llegaron a esa encrucijada enfrentando múltiples restricciones y debieron dejar atrás posiciones tradicionales propias y de sus respectivos partidos, en un proceso que provocó una profunda resignificación del "nacionalismo petrolero" conocido hasta entonces. Perón y Frondizi pasaron al "nacionalismo de fines", consistente en apuntar al autoabastecimiento energético como objetivo principal tendiente a darle autonomía y fortaleza a la economía del país y alentar la inversión extranjera.
En aquellos años, como sucede hoy, muchos actores de la vida política perdieron de vista el objetivo central de la inversión para incrementar la producción y se enredaron en discusiones sobre aspectos secundarios. Al presidente Perón le cuestionaron la sociedad con la Standard Oil of California y las ganancias que se llevaría la empresa al asociarse con YPF.
El peronismo, sin embargo, no pudo poner en práctica su nueva política petrolera. Perón envió el contrato con la California al Congreso pero el golpe militar de septiembre de 1955 impidió su ratificación legislativa. Frondizi, en cambio, asumió la presidencia tres años después y pudo implementar numerosos contratos de producción, desarrollo y exploración que en sólo cuatro años impulsaron la producción petrolera de 5,6 a 15,6 millones de metros cúbicos anuales. La perforación de pozos saltó de 392 en 1958 a 1.613 en 1961.
Como Perón, Frondizi fue también blanco de severas críticas cuando presentó al país su "batalla del petróleo". Pero el objetivo de alcanzar el autoabastecimiento estaba claro.
Hoy, como sucedió con Perón y Frondizi, el gobierno nacional ha decidido poner un freno a la dependencia del combustible importado impulsando cambios en la legislación orientados a atraer nuevas inversiones que incrementen nuestra producción de petróleo y gas.
Como en aquellos años, la acción del gobierno levanta críticas de izquierda a derecha, desde los que cuestionan la llegada de las inversiones de las grandes petroleras internacionales hasta los que atacan el accionar de la nueva YPF con presencia estatal, que con responsabilidad y profesionalismo está liderando en forma decidida la puesta en valor de los recursos no convencionales, perforando más de 245 pozos en Vaca Muerta.
Ahora se suman también quienes, dentro y fuera de las provincias petroleras, malinterpretan el dominio provincial de los hidrocarburos establecido en la reforma constitucional y la ley Corta y objetan sin razón cualquier intento del gobierno nacional de coordinar la política energética en beneficio del conjunto de los argentinos.
En todos los casos, estas críticas pierden de vista el objetivo principal: maximizar la inversión pública y privada para mejorar las reservas y la producción, eliminando cuanto antes las importaciones de combustibles que tanto daño le hacen a nuestra economía.
En esta oportunidad nos proponemos trabajar con el consenso; primero con los gobernadores de las provincias petroleras, actores siempre importantes pero hoy centrales a partir del cambio constitucional que transfirió el dominio del subsuelo, y luego con la industria y con todas las fuerzas políticas, discutiendo estos cambios en el Congreso nacional, con la convicción de que entre todos debemos darle al país una salida para alcanzar definitivamente un autoabastecimiento definitivo en el plano de la energía.
Las áreas nuevas deben adjudicarse de manera transparente mediante licitaciones públicas, deben definirse los plazos para permisos y concesiones, el esquema fiscal (regalías, ingresos brutos) debe ser equilibrado y estable y todas las empresas deben tener un lugar y un rol (públicas y privadas, argentinas y extranjeras, provinciales y nacionales), en un marco de cuidado del medioambiente. Los acuerdos duraderos que podamos alcanzar en torno a estos temas serán una plataforma de despegue para las fuertes inversiones que necesita nuestra industria de los hidrocarburos.